Significado de Alma - Concepto, Definición, Qué es Alma

Alma



1. Significado de Alma

El concepto de alma proviene del latín “anima” que significa aire y refiere a un principio espiritual que informa el cuerpo humano y con él constituye la esencia humana. Está compuesta por la parte moral y emocional del hombre. Muchos pueblos primitivos entienden todo lo que se mueve como habitado por un alma, como esencia misma del hombre, concebida generalmente como algo que existe antes de nacer y que sigue con vida después de la muerte.

La filosofía griega antigua ha tenido dos interpretaciones referidas a este tema. La primera cree que el cuerpo y el alma son entes separados y heterogéneos en profundo conflicto. Sostuvieron esta teoría los filósofos pitagóricos herederos del orfismo. Su representante más conocido es Platón quien postula que el alma es un ser celestial, anterior e inmortal al cuerpo cuyo lugar propio, aunque haya caído circunstancialmente a la tierra, es el mundo de las Ideas. El cuerpo para él sería “la tumba del alma”, es decir, una estructura terrenal y opresiva donde la mantiene cerrada e incomunicada con su verdadero origen.
La segunda interpretación deviene de la concepción aristotélica que define al alma como forma del cuerpo, o sea, lo que le da vida y lo hace funcionar como cuerpo. Para Aristóteles, el alma y el cuerpo son conceptos que no se pueden explicar por separado. Ambas teorías serán referentes importantes para la religión cristiana y luego reformuladas durante el Renacimiento por autores neoplatónicos y neoaristotélicos que cuestionarán básicamente los conceptos de inmaterialidad e inmortalidad del alma.
En el siglo XVII comienza una nueva etapa filosófica con la aparición de René Descartes, quien postulará que lo que llamamos “cuerpo” y lo que llamamos “alma” refieren a dos sustancias finitas que se definen por atributos radicalmente heterogéneos: por un lado la extensión, por el otro el pensamiento. El alma para él tiene su sede principal en una pequeña glándula que está en el centro del cerebro (glándula pineal) y se encuentra suspendida entre sus cavidades que puede ser movida por los hombres. Dicha teoría recibió muchas burlas y otros pensadores comenzaron a dar nuevas respuestas.
En el siglo XIX la clásica discusión cuerpo-alma cambia de enfoque: el problema de la inmortalidad del alma abandona la escena y queda limitado casi definitivamente a la Fe. El cuerpo comienza a ser observado como algo más que un soporte orgánico. Schopenhauer, Nietzsche y Freud hicieron inviable la identidad cartesiana entre alma y conciencia al mostrar que en nuestros pensamientos intervienen motivaciones, impulsos y fuerzas que desconocemos por completo.

2. Definición de Alma

El concepto de alma, aunque a través del paso de los años fue evolucionando y adquiriendo nuevas formulaciones que no lo proponen o lo usaron como sí se hizo en la antigüedad para contraponerlo férreamente al concepto de cuerpo y de este modo poder estigmatizar más y más a este último, siempre se lo ha relacionado o se lo ha utilizado para denominar la parte interior, espiritual que ostenta cada ser humano, allí donde se hallan los instintos, los sentimientos y las emociones de los hombres y que no tiene nada que ver con el cuerpo que se puede ver y tocar. Por esta situación es que el alma, ánima o psyche, como también se la conoce, supone un principio inmaterial e invisible, que se aloja en el interior del cuerpo y que atiende todas esas cuestiones que exigen un compromiso más profundo de parte de la persona. Muchos filósofos de distintas culturas y credos distinguen a su vez al alma del espíritu, señalando en la primera a los aspectos más trascendentes y en el segundo al entendimiento. Así, según esa concepción, los seres humanos serían individuos con 3 facetas o componentes (cuerpos, alma, espíritu o entendimiento), mientras que los animales sólo contarían con cuerpo y espíritu y los seres vegetales con su estructura corporal.
También como consecuencia de esta inmaterialidad a la cual está “condenada”, el alma se hace imposible que su existencia sea comprobada a través de alguna investigación o prueba científica de tipo objetivo o para la metodología racional del conocimiento.
En tanto, y retomando el tema de la estigmatización que se le dio al concepto de cuerpo, la misma la hallamos en lo que fue la dual concepción que, al respecto, propuso el filósofo Platón en su legado que luego fuera retomado por algunos filósofos vinculados con sectores del cristianismo (en un principio) y el Islam (en un segundo término), que sostenía que el cuerpo era algo así como “la cárcel del alma” al cual esta había llegado como consecuencia de la comisión de algún delito y por esto ya no podían ver las esencias eternas, sino tal sólo recordarlas (alegoría de la caverna). Por otro lado, la filosofía platónica proponía una confrontación constante del alma con el cuerpo humano, al cual siempre se lo reducía a lo malo y se lo condenaba al desprecio. Estos conceptos de índole socrática persisten aún en algunas filosofías modernas.
Asimismo y más que nada hoy en día, el término es ampliamente utilizado por la religión, por los religiosos, por ejemplo, los sacerdotes, quienes en forma recurrente hablan acerca de la necesidad de purificar determinadas almas de algunos hombres que han sido contaminadas por el pecado.
Con este sentido que le da la religión en estos tiempos, el alma termina siendo algo así como la consciencia de las personas, que por determinadas circunstancias, acciones o pensamientos mal encaminados se ve manchada o estropeada, teniendo la religión el trabajo de sanarla a través de la fe, del compromiso y la oración. Es interesante señalar que, pese a la intangibilidad y la imposibilidad de demostrar su existencia desde el punto de vista de la experiencia racional, todas las culturas del planeta en sus distintos momentos históricos reconocen al alma como un componente real del ser humano y conciben su separación del cuerpo a partir del momento de la muerte o en experiencias de índole esotérica, como los denominados viajes astrales. Incluso algunas religiones antiguas y modernas proponen el abandono del cuerpo por parte del alma al fallecer, con posterior retorno a un nuevo cuerpo, no necesariamente humano, según profesan quienes creen en la reencarnación. En cambio, en las religiones monoteístas, se admite que la salida del alma al momento de la defunción la lleva a un espacio para el gozo eterno (el Cielo o Paraíso), la condena definitiva (el infierno) o un estado de depuración posterior (el Purgatorio de la doctrina católica). Se agrega que algunos de estos credos, como el catolicismo, el anglicanismo y el judaísmo, conciben además la reunificación del alma y el cuerpo hacia el final de los tiempos, denominada en forma general la resurrección de los muertos.



Última actualización de esta pagina el 14 de noviembre de 2020


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