El Participio Verbal

Gramática Española de María Moliner

Gramática Española de María Moliner

I. ACTIVO o DE PRESENTE.

Es un derivado verbal acabado en «-ante» para los verbos de infinitivo
acabado en «-ar» y en «-iente» para los de infinitivo acabado en «-er» o «-ir»: 'suspirante, emoliente'; puede ser adjetivo, como 'cortante'; nombre, como 'escribiente', y ambas cosas, como 'aspirante'. Formalmente, se pueden derivar participios de presente de todos los verbos y podría decirse, por ejemplo, 'el rocío humedeciente', sin que nadie tuviese que preguntar por el significado de esa expresión; pero, de hecho, hay muchos verbos cuyos participios de presente no se usan ni figuran en el D. R. A. E.; y, aun de los que figuran en éste, muchos no son ya usuales. Tanto por esta razón como porque este nombre-adjetivo ha perdido en español la capacidad para llevar complemento directo o indirecto que tenía en latín y conserva en otros idiomas, ya que no se puede, por ejemplo, decir 'cerrante las puertas' o 'implorante a los dioses', ha dejado este derivado verbal de incluirse en la conjugación, en la que figuraba en las gramáticas tradicionales.

II. PASIVO o DE PRETÉRITO.

Es una de las formas impersonales del verbo, acabada en «-ado, -a» para los verbos cuyo infinitivo acaba en «-ar», y en «-ido, -a» para aquellos cuyo infinitivo acaba en «-er» o «-ir»: 'dorado, pulido'; hay, además, participios irregulares cuya terminación es distinta de éstas: 'abierto, dicho'.
El participio, en su significado propiamente verbal, forma los tiempos compuestos y la voz pasiva de los verbos: 'Había amanecido. Éramos observados'. Pero, además de esta función verbal, exclusiva en algunos participios como «marchado, goteado» o «volado», los participios pasivos pueden ser también adjetivos, o sea, que pueden ser aplicados a un nombre, en yuxtaposición o mediante los verbos «ser, estar» u otro copulativo, sin que sea preciso que se haya ejercido sobre el nombre la acción expresada por el verbo correspondiente, o sin que la expresión tenga significado pasivo; también, con un significado que no es exactamente el que le corresponde como mero participio o, en fin, en cualquier forma que, por el significado o por el uso, exceda a la función participial: 'Una figura alargada. El piso está desnivelado. Un empleo descansado. Una ciudad llamada Trebisonda'. Pueden también emplearse como nombres: 'Un tullido. Un cercado'. El participio pasado tiene también, como el gerundio, un uso preposicional: 'La casa está pasada la plaza'. (V. «GERUNDIO - uso locativo del gerundio».)
Hay una cuestión ortográfica interesante relativa al participio; es la de la acentuación del de los verbos en «uir». Estos participios, aunque no había ninguna regla explícita de la R. A., se venían acentuando (en el mismo D. R. A. E.) porque así resultaba natural, ya que, de hecho, se pronuncian con hiato. Pero en las «Nuevas Normas», publicadas con carácter preceptivo en 1959, se dispone que se suprima ese acento, disposición que en el «Informe» que sirvió de base a esas «Normas» se justifica por el hecho de que otros casos semejantes de hiato no se acentúan. Por tanto, la irregularidad de que pronunciándose con hiato, al menos en lenguaje lento o esmerado, «di¬ario, ri-ada», y la misma palabra «hi-ato», así como «avi-ar, avi-ado» y las formas iguales de otros verbos en «iar», se escriba «diario, riada, hiato, aviar, aviado», etc., invitando a los que no tienen el español por lengua propia a pronunciar incorrectamente «d(ia)rio, h(ia)to, r(ia)da, av(ia)r, av(ia)do», se agrava ahora haciéndola extensiva a un número mucho mayor de casos, que de una manera natural estaban libres de ella. Tal precepto ha sido, en general, mal acogido y, aunque puesto en práctica por su carácter preceptivo por los correctores de imprenta, son muchos los escritores que, consciente o inconscientemente, siguen acentuando esos participios.