Oktoberfest para disfrutar de la cerveza a lo grande

Dos días solo y dará comienzo en la explanada de la Theresienwiese de Munich la fiesta más famosa del mundo dedicada a esta popular bebida.


Bavaria tiene la mejor cerveza del mundo, pero no por casualidad, sino por su pureza. Agua, cebada y lúpulo son los tres únicos ingredientes con los que se elabora, y así se viene haciendo desde el siglo XVI. Muchos ya conocen el secreto y visto el tirón popular, la Oktoberfest es la mejor ocasión para comprobarlo por uno mismo. Un divertido festival cargado de música típica alemana, bailes, folclore y tradiciones que este año celebra del 22 de septiembre al 7 de octubre su 179 edición y rinde tributo a la más popular de las bebidas alemanas.

Para los principantes, una vez allí hay dos actos que no conviene perderse: la inauguración, cuando el alcalde de Múnich abre en la carpa Schottenhamel el primer barril de cerveza de la fiesta al grito tradicional O ‘zapft is! (¡Ya está abierto!), y el desfile de trajes típicos, el primer domingo. Y un aviso: el Oktoberfest no es solo una festividad donde se bebe cerveza y se comen salchichas, es una fiesta también familiar, con atracciones, montañas rusas, norias, música y espectáculos para todas las edades.




Gran parte de la fiesta transcurre en las carpas instaladas en el Theresienwiese y aunque la entrada a ellas es gratuita, lo más recomendable es reservar los asientos con antelación. Si no se consigue en una de las más grandes también se puede probar en las medianas o incluso en las pequeñas, donde el ambiente es más hogareño y reducido. Suelen ser mesas de diez personas por lo que si no se llena habrá que compartirla, que es buena forma de entablar conversación y conocer y disfrutar más del Oktoberfest.

También conviene llegar a la Oktoberfest lo antes posible: entre semana antes de las 14:30 horas y los fines de semana por la mañana. Si se llega tarde se corre el riesgo de perder la reserva o de encontrarse las carpas llenas… ¡y solo te sirven cerveza si se tiene asiento! La cerveza -este año supera los 9 € el litro- y los vales de comida solo están disponibles en las carpas.

Las principales casetas que engloba el Oktoberfest corresponden a las seis marcas de cerveza principales: Paulaner, Spaten, Hofbräu, Hacker-Pschorr, Augustiner y Löwenbräu. Cada una tiene su estilo propio, pero en todas ellas hay música en directo, sirven las especialidades de cerdo bávaras y alemanas y la cerveza corre a raudales. La carpa Löwenbräu-Festhalle, marcada por una torre de 37 metros de altura en la que se puede ver un león rugiendo y bebiendo cerveza, ofrece hospitalidad en una atmósfera algo alocada y no resulta raro encontrar en ella gente de cualquier nacionalidad bebiendo codo con codo con jugadores del equipo local de fútbol TSV 1860 München, conocidos como los Leones de Munich. La carpa Fischer-Vroni es la única donde se puede degustar una verdadera especialidad bávara: pinchos de pescado fresco marinado cocinado sobre carbón y la famosa Steckerlfisch (caballa ahumada). Mientras la Augustiner-Festhalle, de la que se dice que tiene las mejores camareras de la Oktoberfest, es famosa por su buen ambiente familiar.

Durante el fin de semana la Theresienwiese se transforma en un gran festival con música rock en vivo y miles de personas bailando. Los grupos que se alternan proponen música que va desde clásicos hasta piezas actuales, todo ello alternado con canciones típicas del folclore alemán.



Una vez en la Oktoberfest hay que aprovechar para hacer alguna que otra visita obligada en Munich. Para los que busquen parques, el Englischer Garten o el Riemer Park y si se viaja con niños, el Tierpark Hellabrunn, uno de los zoológicos mas grandes del mundo. Imprescindibles, por supuesto, la plaza Marienplatz con el ayuntamiento antiguo junto con el nuevo y su conocido carillón; Peterskirche, la iglesia románica más antigua de la ciudad y Heiliggeistkirche, una iglesia barroca junto al mercado de alimentos más popular de Munich, el Viktualienmarkt. También la catedral Frauenkirche, y los palacios Residenz y Schloss Nymphenburg, que fue la residencia de verano de los gobernantes de Bavaria.