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Capítulo III. La ruptura independentista 1780 / 1821

Unidad 7. Nacimiento de una nación. 1810 / 1812



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Con la firma del Acta del 5 de julio Venezuela asume su destino como nación libre e independiente


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Una medida trascendente de la Junta Suprema es la promulgación del reglamento electoral, redactado por Juan Germán Roscio. Se manda a los alcaldes y tenientes de justicia a levantar un censo general y formar listas de votantes, mayores de 25 años, que dispongan de por lo menos 2.000 pesos en bienes raíces o muebles. En la elección a dos grados, los votantes escogerán a un elector por cada 500 almas y otro por un exceso de 200, que reunidos designarán un diputado por cada 20.000 habitantes y otro por exceso de 10.000. La provincia de Caracas nombra 24 representantes, Barinas 9, Cumaná 4, Barcelona 3, Mérida 2, Trujillo 1 y Margarita 1.
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El primer Congreso de Venezuela se reúne el 2 de marzo de 1811, en la casa del conde de San Javier. Tiene por objeto decidir sobre el gobierno más conveniente para las provincias. Al instalarse designa a las autoridades: Ejecutivo plural, un triunvirato cuyos miembros se turnarían en la presidencia por períodos semanales y cuatro Secretarías de Estado: Miguel José Sanz, de guerra y marina; José Domingo Duarte, de gracia y justicia y de hacienda; Carlos Machado, de la cancillería, y José Tomás Santana de decretos. Los asuntos judiciales corresponden a una Alta Corte de Justicia; se crea la llamada Junta de Arbitrios para estudiar la manera de aumentar las rentas del Estado.
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La prensa, de clara tendencia independentista, ejerce presión sobre el Congreso. Éste mantiene una actitud moderada hasta que es sacudido por los miembros de la Sociedad Patriótica, cuyas intervenciones precipitan la declaración de la independencia. Los debates sobre el tema son arduos y polémicos; para unos es inoportuna, otros temen la reacción de las potencias extranjeras; algunos argumentan la incierta suerte de Guayana, Maracaibo y Coro; también se habla de la condición de los pardos y se invocan las instrucciones de los electores. Desde las barras, miembros de la Sociedad Patriótica dificultan las intervenciones de los diputados.
El 3 de julio en la Sociedad, Simón Bolívar pronuncia un elocuente discurso que lo estrena como orador. Incita a no vacilar ante la urgencia de declarar la independencia: “¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos decididos a ser libres? Trescientos años de calma ¿no bastan?”. Al día siguiente, en el Congreso, las palabras de Miguel Peña reiteran la posición de los revolucionarios. El 5 los argumentos jurídicos de Roscio son terminantes: “el contrato con Fernando VII fue anulado por falta de rey”.
La declaración solemne de la independencia es celebrada con vivas a la patria y a la libertad, aclamaciones del pueblo y repiques de campanas.

Libertad con nubarrones

La redacción del Acta de Independencia se encomienda a Juan Germán Roscio y al secretario del Congreso, Francisco Isnardy. Es aprobada el día 7 de julio de 1811. Una Comisión la presenta al Ejecutivo el 8; el mismo día se aprueba la fórmula de juramento a la Independencia que debían prestar las autoridades y los ciudadanos mayores de 15 años.
Los argumentos básicos de la Independencia asentados en el Acta provienen del derecho castellano, en combinación con los principios de Rousseau difundidos por la Revolución francesa. La razón principal deriva de los sucesos de Bayona y el ascenso al trono, sin consentimiento del pueblo, de una nueva dinastía. La conclusión de los independentistas es que los Borbones violaron el pacto con “los españoles de ambos mundos”, entregándolos como esclavos a Bonaparte. La conducta “hostil y desnaturalizada de los gobiernos de España” liberó a los pueblos del juramento de fidelidad al Soberano. Por lo tanto, en uso de sus derechos, las provincias unidas de Venezuela se declaran “absueltas de toda sumisión y dependencia de la Corona de España”. En su parte final, el documento de ruptura del vínculo colonial proclama el “pleno poder” del pueblo de Venezuela para escoger su forma de gobierno, declarar la guerra, formar alianzas y arreglar tratados de comercio, como nación libre e independiente. El vocero del Congreso,
El Publicista de Venezuela, en su número del 11 de julio inserta el Acta. El 14 es leída en las plazas y esquinas de Caracas y el 16 es impresa en la Gazeta de Caracas.
Las autoridades metropolitanas decretan el bloqueo, hostilizan y desacreditan los esfuerzos de los americanos en pro de la libertad de sus países. En lo interno, de inmediato, no todo fue consenso y júbilo por la declaración de independencia.
El 11 de julio ocurre en la parte norte de Caracas la asonada llamada de la Sabana del Teque, en la que participan grupos de canarios descontentos. Al grito de ¡Viva el Rey y la Virgen del Rosario, mueran los traidores! intentan apoderarse del cuartel San Carlos. Son sometidos a fuerza de pedradas por gente del pueblo. Los dirigentes son juzgados y condenados a la pena de muerte. La cifra de los ajusticiados sobrepasa los diez individuos. Simultáneamente estalla en Valencia una insurrección que desconoce al Congreso, y se proclama a favor de Fernando VII y de la religión católica. En la rebelión se conjugan la propaganda adversa a Caracas de los agentes del comisionado Regio Antonio Cortabarría, el fanatismo de algunos religiosos que desconfían del nuevo régimen, la actitud a favor de la monarquía de vizcaínos establecidos en Valencia y el resentimiento de los pardos contra los criollos en su lucha por la igualdad. A los insurrectos valencianos se unen las poblaciones de Ocumare de la Costa, Nirgua, Montalbán y Urama. Al cabo de un mes, con numerosos heridos, grandes pérdidas humanas y materiales, Miranda logra recuperar la ciudad. Los comprometidos son juzgados pero no hay ejecuciones.
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