Conspiraciones y alzamientos

Capítulo III. La ruptura independentista 1780 / 1821

Unidad 6. Crisis del orden hispánico 1780 / 1810


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Diversos factores confluyen a fines del siglo XVIII para estimular en la sociedad venezolana actitudes de enfrentamiento de los diferentes grupos sociales contra el sistema colonial.
En este contexto se inscriben la sublevación de negros libres y esclavos e indígenas de Coro (1795); la conspiración de Manuel Gual y José María España (1797); el complot de negros de Cariaco (1798); el alzamiento de pardos, negros y mulatos en Maracaibo (1799), y otros menos estudiados. Todos los sectores sociales se involucran en la defensa de sus intereses y aspiraciones.
Esta crisis de gobernabilidad se expresa en la sublevación de Coro, conducida por José Leonardo Chirino, zambo libre que logra reunir un abigarrado grupo de descontentos por el cobro compulsivo del impuesto de alcabala. Entre ellos había corrido el rumor de que los propietarios escondían una real cédula promulgada para conceder la libertad a los esclavos. Los propietarios alarmados, toman medidas represivas y logran someter a los implicados y condenarlos a muerte en la horca. El movimiento afecta el sistema productivo de la región a causa de los daños sufridos en las haciendas y hatos, y por la disminución de la mano de obra, resultado de la persecución y ajusticiamiento de los rebeldes.
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Más tarde, la conspiración de Gual y España que compromete a militares en La Guaira y Caracas, reúne a sectores de oficios liberales, eclesiásticos, comerciantes, artesanos y agricultores, es decir, criollos y peninsulares, con mestizos y negros. Asimismo, a los participantes de la conspiración que debía estallar en Madrid el 3 de febrero, día de San Blas: Juan Bautista Picornell, Sebastián Andrés, Manuel Cortés Campomanes, y otros. Los conspiradores elaboran un proyecto de gobierno de ideología eminentemente francesa, desarrollado en las “Ordenanzas”.
Lo económico es fundamental en el programa: la siembra y venta del tabaco será libre, exentos de derecho los comestibles, pan, minestras, arroz, raíces, verduras, frutas, etc.
Se eliminan los derechos de alcabala. Se declara libre el comercio con todas las naciones del mundo.
En lo político se reconocen los derechos del hombre proclamados por la Revolución francesa. Se declara la igualdad natural entre todos los habitantes sin distingos entre blancos, indios, pardos y morenos, se elimina la esclavitud y queda abolido el pago del tributo de los indios.
La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, traducida por Picornell, “formaría el código de las libertades nacionales”. Entre los papeles confiscados a los conspiradores se encuentran las canciones revolucionarias “Carmañola americana” y “Canción americana”, destinadas a despertar el sentimiento de insurrección. Debelada la conspiración los responsables son condenados, unos a muerte y otros a presidio y expulsión. Gual y España escapan a Trinidad, allí muere el primero. España regresa en 1799; hecho prisionero se lo juzga y condena a muerte. A su esposa, Joaquina Sánchez de España, se la condena a ocho años de reclusión en la Casa de Misericordia de Caracas por encubrir a su marido.
En mayo de 1799, como una secuela de la conspiración anterior, se descubre en Maracaibo un movimiento que se propone sublevar la ciudad, saquearla, matar a blancos y ricos, derrocar al gobierno español y establecer el republicano. El acontecimiento forma parte de un plan organizado desde Trinidad por Manuel Gual y Picornell, apoyados por el gobernador de la isla. Cuentan con la complicidad de tres naves de corsarios franceses, que simulan haber atrapado una goleta inglesa para lograr permiso de entrada al puerto de Maracaibo. Responsables de la intentona son el mulato Francisco Pirela, subteniente de pardos, y el negro Joseph Francisco Suárez, esclavo del Vicario eclesiástico. El gobernador de la provincia de Maracaibo, Juan Armada, con el respaldo de “autoridades y vecinos de confianza”, aplasta el movimiento y condena a los comprometidos, quienes corren la misma suerte que José María España.
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