Instituciones patriotas

Capítulo III. La ruptura independentista 1780 / 1821

Unidad 7. Nacimiento de una nación. 1810 / 1812



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Boceto para la firma del Acta de la Independencia, de Martín Tovar y Tovar

 
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La Junta Suprema elimina los derechos de exportación y de alcabala sobre los comestibles y artículos de consumo, decreta el libre comercio con las naciones amigas y neutrales, nombra autoridades, prohíbe el tráfico de esclavos y exceptúa de tributo a los indígenas. Crea cuatro secretarías o ministerios y un tribunal de apelaciones en sustitución de la Real Audiencia; envía delegaciones a las provincias invitándolas a seguir el ejemplo de Caracas, y al exterior, Nueva Granada, Estados Unidos e Inglaterra, en busca de apoyo. Establece juntas de Guerra y Hacienda, una Academia de Matemáticas y la Sociedad Patriótica para la Agricultura, la Industria y el Comercio, que pronto se convierte en un organismo revolucionario a semejanza de los clubes franceses.
Pronto la Junta Suprema tiene que enfrentar brotes subversivos en Caracas a favor del régimen colonial. El más severo es el conocido como la Conspiración de los Linares (octubre de 1810), que se propone crear una nueva Junta que reconozca la Regencia y gobierne en espera de la decisión de Fernando VII. Debelada la conjura, los comprometidos sufren penas de prisión en La Guaira y Puerto Cabello, destierro y confinamiento.
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La presencia de Miranda en la Junta Patriótica le imprime un carácter político decisivo para la resolución de asuntos trascendentales, como la declaración de independencia.
A las reuniones asisten mantuanos, pardos y negros libres. Allí se ventilan asuntos de índole diversa: política, económica, social y religiosa. Cuenta con un periódico, El Patriota Venezolano, dirigido por Vicente Salias y Antonio Muñoz Tébar.
La Sociedad Patriótica acoge también a Simón Bolívar, José Félix Ribas, Miguel Peña, Francisco Espejo y Coto Paúl. Ya en el aniversario del 19 de abril las intenciones de sus miembros han cambiado. Recorren las calles de Caracas con banderas y estandartes, destruyen retratos de Fernando VII y gritan mueras a la metrópoli y a la tiranía.
La Caracas de entonces conoce el transitar bullicioso de los jóvenes exaltados de la Sociedad Patriótica y su conducta agresiva en las barras del Congreso. A ella se le atribuye haber ejercido la dirección del movimiento revolucionario. Según Pablo Morillo, “sólo se hacía y ejecutaba lo que ella disponía”.