Política sin partidos

Capítulo 5. El guzmancismo: Un proyecto de país 1870 / 1899

Unidad 13. Autocracia y progreso 1877 / 1888


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150-02En el Quinquenio a Guzmán Blanco no le cuesta recuperar el papel protagónico y volver a consolidar su piso político, como escribe a su esposa: “Todo me está siendo fácil [...] No hay partido: todo es Guzmán Blanco”. Designado presidente en febrero de 1879, y para prevenir nuevas reacciones en contra, divide al país en cinco circunscripciones militares que confía a cinco generales aceptados y respetados en cada circunscripción: Joaquín Crespo, Gregorio Cedeño, Jacinto Lara, Juan Bautista Araujo y José Eusebio Acosta. Guzmán no quiere montar una política represiva “a menos que traten de revolucionar”, escribe. En su viaje de casi seis meses a Europa nada ocurre, excepto ataques de prensa y amenazas de rebelión; Guzmán, ocupado en asuntos personales y halagado por honores y homenajes –como el que recibió del Congreso de Americanistas en Bruselas donde fue agasajado por el rey belga– demoró su regreso hasta fines de noviembre de 1879: “queda demostrado que yo no soy indispensable”, comenta a Ana Teresa.
En diciembre de 1879 y en 1880, reprime con eficacia varios intentos de rebelión y prosigue su gestión de gobierno como presidente constitucional. En 1881 se aprueba una nueva constitución, “La Suiza”, que introduce cambios importantes en la estructura del Estado. Los actos electorales se cumplen formalmente según las previsiones legales, aunque en 1879 Guzmán recupera el poder por la fuerza y después es electo; en general, el sufragio es el mecanismo de traspaso del poder aunque los resultados no deparan nunca sorpresas y la participación es muy reducida.
Finalizando el Quinquenio, el poderío y prestigio de Guzmán parecen indisputados, y su autoridad se apoya, más que en el uso de las armas, en los recursos de su liderazgo; prueba de ello es que los gastos del ministerio de Guerra y Marina se reducen en el Bienio en más de dos tercios con respecto a 1873.
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