El efecto Pigmalión - Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas

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Cuando se habla de la teoría de las expectativas lo mejor es visualizarla en la práctica. Conforme a ello aparece, entonces, un concepto muy importante en la educación, en la vida familiar y en todos los medios laborales: el efecto Pigmalión. Éste es fundamental para subrayar las consecuencias de una motivación eficaz.
La mitología griega cuenta que el escultor chipriota Pigmalión era un hombre solitario, que no quería comprometerse con ninguna mujer. Un día comenzó a esculpir la efigie de una doncella y, poco a poco, la fue cincelando con tanto amor y devoción que hizo la más perfecta estatua que jamás hubo visto ojo humano. Pigmalión le puso un lindo traje y una guirnalda de flores en la cabeza y le dio un apasionado beso, pero su tristeza era infinita porque se había enamorado de una simple escultura.
Venus, la diosa del amor, que lo observaba inmóvil frente a su obra, un día tuvo lástima de él. Pasó al lado de la estatua y, con un solo soplo, dio vida a tan magnífica belleza. La estatua se bajó de su pedestal y suavemente se acercó a Pigmalión, que no salía del asombro. Así nació Galatea, quien se convirtió en la esposa del artista y la madre de Phapos.
Tan poderosa fue la expectativa de Pigmalión que sus deseos y su amor se convirtieron en realidad.
El efecto de las expectativas sobre la conducta de los demás ha sido materia de investigación durante años. Se han hecho, por ejemplo, experimentos en escuelas preescolares. En un caso, se le dijo a la maestra que ciertos niños eran brillantes y que otros alumnos del grupo no lo eran tanto (la selección se hizo al azar y no respondía a ninguna prueba técnica de inteligencia). Al finalizar el curso, se descubrió que los niños señalados como inteligentes, en efecto, obtuvieron las mejores notas y los mejores avances en todos los aspectos de su desarrollo. Por el contrario, los alumnos de la categoría inferior —o supuestamente inferior— presentaban un considerable retraso escolar.
Cuando se le contó a la maestra acerca de los resultados de esta investigación, se sorprendió. ¿Qué había pasado? Ella sostenía que se había esmerado por igual con todos los niños, pero se probó que —tal vez en forma inconsciente— le había dado más refuerzo positivo a los "mejores": los estimulaba, los ponía a participar, los ayudaba y los criticaba menos. A los "menos inteligentes" los desconocía y criticaba, no les daba ayuda oportuna ni la posibilidad de participar.
La maestra esperaba mucho más de los "inteligentes" y les ofreció más ayuda y respaldo. Por el contrario, esperaba poco de los "menos inteligentes" y les colaboraba de modo insuficiente.
Veamos otro caso. Cuando un nuevo jefe se posesionó, como parte de su inducción le entregaron la evaluación de cada uno de los empleados a quienes iba a supervisar. Al parecer, entonces, debía obrar basado en los prejuicios anteriores y cumplir, consciente o inconscientemente, con el trabajo que le señalaron. Pero, en vez de ello, el nuevo jefe pidió un tiempo prudencial para evaluar a sus propios colaboradores y luego comparó su evaluación con la que le habían dado. La sorpresa fue mayúscula cuando encontró valioso potencial en una persona que estaba a punto de ser despedida, quien no sólo reaccionó favorablemente al nuevo estilo de jefatura sino que conservó su empleo.
Los efectos del Pigmalión —creer genuino y honestamente en las capacidades, los valores y habilidades de otra persona— producen individuos motivados que empiezan a creer en sí mismos y, gracias a ello, desplegarán todas sus energías para merecer este apoyo.

Recuperado para fines educativos del libro:
Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas
Autor: Antonio Pérez Esclarin