El mejor regalo - Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas

Parabolas e Ilustraciones para Educar en Valores

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Das poco cuando regalas tus posesiones. Es cuando te entregas tú, cuando de verdad regalas.
Jalíl Gibrán
Había una vez un rey sabio y amado que se inte­resaba mucho por su pueblo y sólo deseaba lo mejor para él. La gente sabía que el rey tenía interés personal en sus asuntos y trataba de comprender cómo sus decisiones —las del rey— los afectaba. Periódi­camente el monarca se disfrazaba y recorría las calles con la intención de ver la vida desde la perspectiva de ellos.
Un día se disfrazó como aldeano pobre y visitó los baños públicos. Allí se encontraban muchas personas que disfrutaban del compañerismo y la relajación. En una caldera del sótano calentaban el agua para los baños y un hombre era responsable de mantenerla a una tempe­ratura agradable. El rey se dirigió al sótano para visitar a la persona que incansablemente vigilaba el fuego.
Ambos compartieron una comida y el rey ofreció su amistad a este hombre solitario. Día tras día, semana tras semana, el rey visitó al encargado de vigilar el fue­go. El hombre del sótano simpatizó de inmediato con el extraño visitante, porque bajaba al sótano donde él es­taba. Nadie más había demostrado tanto interés o preo­cupación por él.
Un día el rey reveló su verdadera identidad a su ami­go. Fue una jugada arriesgada, puesto que temía que el hombre le pidiera favores especiales o algún regalo. En cambio, el nuevo amigo del rey lo miró a los ojos y dijo: "Dejaste tu palacio cómodo para visitarme en este sóta­no caliente y sucio. Comiste mi comida escasa y de­mostraste interés genuino en lo que me sucede. Quizá a otras personas les has dado regalos costosos, pero a mí me diste el mejor regalo de todos. Me diste el regajo de tu persona".

Recuperado para fines educativos del libro:
Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas
Autor: Antonio Pérez Esclarin