El Bastón Mágico - Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas

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Estaba jugando el pequeño Juancho en e\ frente de su casa cuando pasó un anciano muí; elegante que caminaba apoyado en un bello bastón, que se le cayó precisamente cuando pasaba junto a Juancho. El niño lo recogió presuroso y se lo devolvió al anciano que le dijo sonriente:
- Gracias, pero no me sirve. Puedo caminar perfec­tamente sin él. Si te gusta, te lo puedes quedar -y se alejó a buen paso demostrando que, en efecto, no necesitaba su bastón.
Juancho se quedó con el bastón entre sus manos y no sabía qué hacer. Era un bastón común y corriente, de madera y con el mango curvo. Al rato, el niño empezó a batear el aire con su bastón y, en breves momentos, se convirtió en un pelotero extraordinario, a punto de batear el jonrón más largo de la historia que iba a llevar a su equipo a la victoria definitiva. Cuando terminó de dar la vuelta al campo entre los aplausos del público afiebrado y se le sosegó el corazón tras los saludos de sus compañeros, Juancho se montó en el bastón que, enseguida, se transformó en un hermoso caballo negro con una estrella de plata en la frente. Montado sobre él, recorrió países encantadores y rescató doncellas bellísimas que le daban las gracias con unos besos húmedos y emocionados.
El bastón mágico volvió a ser un simple pedazo de madera, pero muy pronto fue un carro de carreras, una batuta de orquesta, una espada, un camello de dos jorobas con el que cruzó desiertos interminables y hasta estuvo a punto de morir bajo una espantosa tormenta de arena.
Ya atardeció cuando volvió a pasar el anciano elegante.
-¿Te gusta el bastón?-preguntó sonriendo a Juancho.
El niño pensó que se lo estaba pidiendo y se lo alargó completamente sonrojado.
- No, te lo puedes quedar para siempre. ¿Qué hago yo con un bastón? Tú puedes volar con él, yo tan sólo puedo apoyarme.
Ser maestro es ofrecer bastones a los niños para que puedan volar con su fantasía, recorrer los caminos de la imaginación, visitar estrellas y países encantados, hablar con las mariposas y turpiales, descubrir horizontes insospechados y des­cansar en el pecho de la luna.
Estimulemos en los alumnos la capacidad de creer y crear para que nunca se dejen atrapar en el fango rastrero, sin alma, del materialismo que nos domina y aplasta, que no nos deja soñar.

Recuperado para fines educativos del libro:
Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas
Autor: Antonio Pérez Esclarin