La leyenda del Ombu - Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas

Parabolas e Ilustraciones para Educar en Valores

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Dios repartía sus dones a los árboles y estos elegían los atributos de belleza que deseaban.
-Yo quiero ser fuerte -dijo el pardillo. Y Dios lo hizo más duro que la piedra.
-Mi ideal es ser saludable -dijo el semeruco y Dios lo complació.
Al trigo le concedió Dios la flexibilidad del verso. El laurel reclamó hojas oscuras y lustrosas. El toronjil se llenó de hojas perfumadas. El naranjo pidió frutos dulces. La ceiba se decoró con bellas flores rojas. El cactus pidió nudos y espinas y flores de colores vivos. Al sauce llorón le otorgó Dios la poesía. El chaguaramo obtuvo la elegancia de la altura. El limonero reclamó uñas y frutos dorados. La pringamosa obtuvo el poder castigar a quien se atreviera a tocarla. La cañabrava solicitó ser útil para ayudar al hombre a construir casas y hacer sonreír a los niños como armazón de sus petacas. Le tocó el turno al ombú y Dios le preguntó:
-¿Qué quieres ser tú?
Y él le respondió:
-Sombra para el descanso de los hombres.
-Todos tienen sombra -le dijo Dios- ¿Qué más quieres?
-Corpulencia para ser índice en la vastedad de la llanura, para que cuando me miren sientan la emoción del hogar. Quiero que mi leña sea débil, esponjosa y frágil; que no resista un clavo ni un ensamblaje, que se quiebre a la menor presión. Que se vuelva polvo al contacto del sol y de la luna.
Dios se quedó extrañado con los deseos del ombú y le preguntó:
-¿Por qué no pides flores coloridas y sabrosos frutos? ¿Por qué no quieres una madera fuere para fabricar la cuna del niño, el barco para el viaje, el ataúd para el descanso último?
-Padre, sé que una vez vino al mundo un hombre bueno que predicaba el amor, la justicia y el bien. Los otros hombres lo persiguieron, condenaron y lo sacrificaron en una cruz, hecha con el dolor de algún hermano árbol. Aún existen soñadores en la tierra. Déjame contento concediéndome lo que te pido: tendré la oportunidad de tener la conciencia tranquila pensando que nunca contribuiré al crimen de asesinar a un justo.
(Adaptación libre de un texto de Montiel Ballestero)
Detrás de aparentes fragilidades, se ocultan con frecuencia espíritus fuertes, sensibles, generosos. En medio de la diversidad, elegimos lo que queremos ser. Ayuda a cada alumno a ser él, a elegir una vida con sentido y con significado. No trates de uniformar a los alumnos. Cada uno es distinto e igualmente maravilloso. La diversidad es riqueza. Vive y enséñales a vivir respe­tando y asumiendo las diferencias (de raza, género, sociales, físi­cas...) sin convertirlas nunca en desigualdades.
Descubre y ayuda a descubrir el valor de la fragilidad, de la delicadeza, de la sencillez.
Lo importante es que cada uno viva su ser a plenitud:
Si no puedes ser pino en la cumbre de una colina, sé arbusto en el valle, pero sé el mejor arbusto al margen de la acequia. Sé ramo si no puedes ser árbol, y si no puedes ser ramo, sé un poco de grama y pinta de belleza y alegría algún camino. Si no puedes ser carretera, sé sendero. Si no puedes ser sol, sé una estrella. Lo importante no es el tamaño, la fuerza, el brillo, sino la forma de vivir lo que uno es.

Recuperado para fines educativos del libro:
Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas
Autor: Antonio Pérez Esclarin