Artrosis de Rodilla

Autor: Dr. Mariano Crespo Peña

 Información sobre la artrosis de rodilla
¿Cómo es la articulación de la rodilla?
¿Qué factores influyen en la aparición de la artrosis de rodilla?
¿Cómo síntomas produce la artrosis de rodilla?
¿Cómo se diagnostica la artrosis de rodilla?
¿Cómo se trata la artrosis de rodilla?

INFORMACIÓN SOBRE LA ARTROSIS DE RODILLA

La rodilla es una de las articulaciones del esqueleto humano en la que con más frecuencia se desarrolla artrosis. La razón de la gran frecuencia de la artrosis de rodilla, en comparación con otras articulaciones del cuerpo, es por que la rodilla es una articulación "de carga"; es decir, que tiene que soportar el peso del cuerpo y el peso de los objetos que transportamos cuando permanecemos de pie, o cuando nos desplazamos caminando, corriendo, subiendo o bajando escaleras.
La mayor parte de los pacientes que consultan al médico por dolor en la rodilla, sobre todo cuando se trata de personas de cierta edad, padecen una artrosis de rodilla. La artrosis de rodilla es muy rara en gente joven, a no ser que hayan sufrido un problema previo en la articulación (fractura o traumatismo, lesión meniscal...) que favorezca la aparición de una artrosis como complicación.
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La edad en la que suele empezar a desarrollarse la artrosis se sitúa alrededor de los 50 años, y, aunque se trata de una enfermedad crónica; es decir, que dura toda la vida, sin embargo su progresión, por lo general, es muy lenta, no llegando a dar problemas importantes hasta que han transcurrido muchos años.

¿CÓMO ES LA ARTICULACIÓN DE LA RODILLA?

La rodilla es la articulación más grande del esqueleto. Es, junto con la articulación de la cadera, la estructura que nos permite dar movilidad a nuestras extremidades inferiores ,y por lo tanto, su correcto funcionamiento resulta imprescindible para que podamos caminar, saltar, correr, arrodillarnos, ponernos en cuclillas y, en general, realizar cualquier tipo de actividad que nos suponga realizar un desplazamiento.
La articulación de la rodilla está formada principalmente por la unión entre dos huesos: por un lado el fémur, que es el hueso que da la estructura a la región del muslo, y por otra parte la tibia que, junto con el peroné, forma la estructura de la pierna, situada por debajo de la rodilla. Además del fémur y de la tibia, en la articulación de la rodilla existe otro hueso que resulta fundamental para su correcto funcionamiento, que es la rótula. La rótula es el pequeño hueso plano que se sitúa en la cara anterior de la rodilla.
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En el interior de la rodilla todos estos huesos se encuentran recubiertos de cartílago, que sirve para evitar el roce de hueso con hueso en los movimientos de la rodilla, facilitando el deslizamiento y amortiguando los golpes. Precisamente es el desgaste con el paso de los años y el envejecimiento de los cartílagos lo que da origen a la artrosis, al producirse paulatinamente la disminución del grosor y la desaparición de estos cartílagos en la rodilla. Al desgastarse los cartílagos, se pierde el correcto engranaje que existe entre el fémur, la tibia y la rótula en una articulación normal. Esta pérdida del normal funcionamiento de la rodilla conduce a la aparición de los síntomas de la enfermedad artrósica.

¿QUÉ FACTORES INFLUYEN EN LA APARICIÓN DE LA ARTROSIS DE RODILLA?

La edad es el factor más importante en el desarrollo de la artrosis. De hecho, prácticamente la totalidad de los ancianos presentan alguna alteración propia de artrosis cuando se realiza una radiografía de rodillas. Sin embargo, hay que destacar que a pesar de lo inevitable que es el desgaste del cartílago con el paso de los años, sin embargo para muchas de las personas de edad no supone ningún tipo de problema ni limitación en sus actividades. Además, en un porcentaje muy alto, este desgaste no origina ningún tipo de dolor ni de otros síntomas.
La obesidad es otro factor que tiene una importante relación con el desarrollo de artrosis en las rodillas. Es fácil entender que, en una persona obesa, sus rodillas tienen que soportar una sobrecarga de peso que favorece un mayor desgaste de la articulación.
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Además, la artrosis de rodilla es más frecuente en las mujeres que en los hombres. La razón de esta diferencia entre sexos es desconocida. Por último, entre otros factores que favorecen el desarrollo de artrosis en la articulación de la rodilla se encuentran las lesiones y traumatismos previos sobre la rodilla (deportivos, laborales...). En este sentido, las personas que han sufrido una fractura ósea que afecta a la articulación de la rodilla, los que han sido operados de la rodilla por una lesión de menisco y se les ha tenido que extirpar completamente el menisco, y aquellos con otras lesiones que afectan a la rodilla, son individuos con un factor de riesgo añadido que puede favorecer la aparición de una artrosis.

¿QUÉ SÍNTOMAS PRODUCE LA ARTROSIS DE RODILLA?

La artrosis de rodilla es una enfermedad crónica, que se desarrolla muy lentamente. Los síntomas son muy escasos al inicio del proceso y, por lo general, cuando progresa, lo hace paulatinamente, a lo largo de un periodo de tiempo de años.
El síntoma fundamental del paciente con artrosis de rodilla es el dolor. Al principio, el dolor es muy leve, sólo aparece cuando se ha realizado una actividad física muy importante (por ejemplo, después de una larga caminata) y cede rápidamente con el reposo. Cuando la enfermedad se ha establecido, es normal que el paciente note mayores molestias cuando empieza a caminar, mejorando los síntomas después de llevar un rato andando, una vez que la articulación "entra en calor". Al dolor se le añade una sensación de rigidez y de dificultad para flexionar y extender la pierna, que, al igual que el dolor, es también más intensa después de haber permanecido mucho tiempo en reposo (sentado o tras dormir en la cama). Otro síntoma que puede notar el paciente es una sensación de chasquido, que se produce al flexionar la rodilla. El dolor en la rodilla es mayor cuando se sube y se baja escaleras, cuando el paciente se pone en cuclillas y cuando se camina por un terreno irregular.
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La rodilla con artrosis no suele doler cuando se permanece en reposo, ya que el dolor guarda relación con los movimientos. Sin embargo, en artrosis más severas, el paciente puede notar síntomas incluso en reposo. Además, en la evolución de la artrosis se pueden producir episodios de descompensación, a veces relacionados con un esfuerzo físico mayor del habitual (un paseo más largo, por ejemplo), en los que el dolor se reagudiza, se hace continuo e incluso la rodilla se hincha por formarse un derrame.
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En los casos en los que la artrosis no se controla y se alcanzan fases más avanzadas de la enfermedad, además del dolor, que se hace más continuo e intenso, el paciente sufre una disminución en los movimientos que puede realizar con la rodilla (por ejemplo, no puede flexionar o extender completamente la pierna). También pueden aparecer ciertas deformidades de la articulación, y alteraciones en la alineación de los huesos, con arqueamiento de la extremidad inferior. En estas artrosis más evolucionadas es habitual que el paciente cojee al caminar y que la rodilla se debilite, notando el enfermo con alguna frecuencia una sensación de "fallo" en la rodilla al dar los pasos.

¿CÓMO SE DIAGNOSTICA LA ARTROSIS DE RODILLA?

El diagnóstico de la artrosis de rodilla es sencillo. Se basa en el interrogatorio que realiza el médico al paciente sobre las características de los síntomas, seguido de una exploración de la articulación de la rodilla, con la evaluación de los movimientos de la misma. El diagnóstico se confirma mediante la práctica de una radiografía de las rodillas, en las que el médico puede ver los signos inconfundibles y característicos de la artrosis.
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Los análisis de sangre y las denominadas "pruebas reumáticas" no sirven para diagnosticar la artrosis, ya que son siempre normales en esta enfermedad. Por último, otras pruebas más sofisticadas, como la resonancia magnética o el scaner, tampoco son necesarias para diagnosticar una artrosis. El médico sólo las puede necesitar en casos aislados en que se sospeche alguna complicación en la rodilla, u otra lesión de rodilla que no tenga que ver con la artrosis (una rotura de menisco, por ejemplo).

¿CÓMO SE TRATA LA ARTROSIS DE RODILLA?

Al igual que en la artrosis de otras articulaciones, el tratamiento de la artrosis de rodilla incluye la combinación de una serie de medidas, que incluyen la pérdida de peso en el paciente obeso, un programa de ejercicios de rehabilitación para fortalecer los músculos de la extremidad y mantener al máximo la movilidad de la articulación, y una serie de tratamientos farmacológicos que, indicados por el médico, contribuyen a aliviar los síntomas de la enfermedad. Puede ser de utilidad en ciertos casos el uso de un bastón, que ayuda a descargar el peso del cuerpo sobre la rodilla.
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En los casos de artrosis más severa, en los que el paciente se encuentra muy incapacitado para realizar con normalidad las actividades de la vida diaria, se plantea la operación quirúrgica en la rodilla. Existen una serie de técnicas quirúrgicas, que incluyen en ciertas ocasiones la colocación de una prótesis de rodilla, que ofrecen un excelente resultado en el alivio de los síntomas y la recuperación de la movilidad.
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¿CÓMO PUEDO COLABORAR PARA MEJORAR MIS SÍNTOMAS?

La adquisición de hábitos posturales y actitudes correctas, en las diferentes actividades de la vida diaria, debe efectuarse desde la infancia.
Su cumplimiento habitual permite:
1. En los individuos sanos, previene la aparición de dolor en articulaciones y músculos, evitando las lesiones en nuestro cuerpo. Constituye una importante medida preventiva del desarrollo de artrosis y otros problemas del aparato locomotor.
2. En pacientes ya diagnosticados de artrosis, retrasan su progresión, y disminuyen el dolor, mejorando los síntomas.
Las actividades diarias más frecuentes, o a las que dedicamos más tiempo, son las que deben realizarse de una forma correcta. Las más importantes son las siguientes:
  • Sueño: Se recomienda dormir sobre un colchón firme, colocado sobre un somier de láminas duras o sobre una simple tabla. Evitar un colchón o somier demasiado blandos, ya que al ceder por nuestro peso curvan la espalda, dañándola. Utilizar una almohada baja o con diseño anatómico. Las posturas más recomendadas para el descanso son la posición boca arriba, o la posición de costado con las rodillas algo flexionadas. Evitar dormir boca abajo.
  • Actividades sentados: Se recomienda sentarse en sillas altas, con respaldos rectos. Evitar los sofás excesivamente blandos. Sentarse siempre rectos, con la espalda bien apoyada en el respaldo, y no en el borde de la silla o con el tronco girado. Cuando se debe permanecer sentado durante mucho tiempo, se recomienda el uso de asientos anatómicos, con una pequeña curva a nivel lumbar. Como alternativa, colocar una pequeña almohada que “rellene” el hueco de la espalda a nivel lumbar. Utilizar asientos con reposabrazos, o apoyar los brazos sobre la mesa. No inclinar el cuerpo hacia delante, ni mantener el cuello flexionado ni girado. Modificar si es preciso la altura de la mesa, de la silla o de la pantalla del ordenador. Usar un atril para la lectura, y un reposapies en el suelo.
  • Carga de objetos: El levantamiento desde el suelo de un objeto pesado supone una sobrecarga perjudicial para la columna. Para realizarlo correctamente, agacharse flexionando las rodillas, con la espalda recta. Alzar el peso llevando la carga lo más cerca posible del cuerpo. Nunca coger pesos con la espalda flexionada.
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  • Transporte de cargas: Para transportar objetos, colocarlos lo más cerca posible del cuerpo. Repartir si es posible el peso entre las dos manos.. Utilizar si se puede ayudas para el transporte (maletas con ruedas, carro de la compra...). Es preferible empujar el objeto o carro hacia delante, que llevarlo arrastrado o tirar de él.
  • Actividades de pie: Evitar posturas mantenidas durante mucho tiempo. Sentarse, o dar algunos pasos para “estirar las piernas” y en general, moverse para desentumecer los músculos cuando se permanezca de pie parado (espera en una cola...), o  en cualquier actividad que exija una postura fija ininterrumpida.
  • Calzado: Utilizar un calzado adecuado. No usar zapatos de tacón alto, ni de puntera estrecha, para evitar lesiones en los pies. No calzar zapatillas abiertas cuando se vaya a caminar o practicar deporte (no proporcionan una sujección suficiente al pie).

Fuente de información e imágenes: artrosis.livemed.es/index.html