Castro, Cipriano, gobierno de | Historia de Venezuela

Diccionario de Historia
de Venezuela

Diccionario de Historia de Venezuela

  • Caracterización del régimen
  • Antecedentes
  • Alzamientos y conflictos con banqueros
  • Modernización del ejército y política internacional
  • Bloqueo a las costas venezolanas
  • Consolidación del régimen y enfrentamiento a empresas extranjeras
  • Excesos del régimen y aclamación de 1906
  • Lucha por el poder y desplazamiento de Castro

22.10.1899 - 19.12.1908

Caracterización
Bajo la dirección del presidente Cipriano Castro se fabrica el puente que aleja al país de las vicisitudes del siglo XIX y lo obliga a transitar hacia los tiempos actuales, a través del desarrollo de los siguientes fenómenos: a) culminación del proceso de fragmentación política; b) relativa incorporación de una nueva dirigencia en los campos administrativo y castrense; c) ascenso nacional del general Juan Vicente Gómez; d) desarrollo transitorio del nacionalismo; e) enfrentamiento con el capital monopolista extranjero; f) mayor presencia de Estados Unidos en la determinación de la política y la economía nacionales. Antes que un proceso acabado que traduzca a plenitud la presencia de un estilo distinto de gobierno en relación con el esquema tradicional del liberalismo amarillo, la gestión castrista, denominada Restauración Liberal, es más bien un período de transición cuyas metas iniciales fracasan por el establecimiento de una dictadura personalista así como por la corrupción que llega a dominar la cúpula del poder político y provoca su término por un golpe de Estado.

Inicios
La Restauración Liberal encuentra origen en la desestabilización del gobierno de Ignacio Andrade que pierde su principal apoyo cuando muere el general Joaquín Crespo mientras combate el alzamiento del general José Manuel Hernández (16.4.1898). A la desaparición de Crespo se juntan contra el Gobierno el descenso de los ingresos fiscales y el aumento de las presiones foráneas en relación con el pago de la deuda pública, factores conducentes a un clima de disensión doméstica. Tal situación acelera los planes de Castro, quien invade a Venezuela desde Colombia el 23 de mayo de 1899. El general andino ofrece entonces un cambio radical en las cuestiones del gobierno, «Nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos», reza su proclama revolucionaria. La cadena de éxitos de la Revolución Liberal Restauradora (mayo-septiembre 1899) responde a la existencia de un comando homogéneo que logra imponerse ante las distintas jefaturas del Ejército constitucional y saca ventaja en los tratos políticos por la defección de importantes personeros del gobierno. En definitiva el presidente Andrade marcha al exilio para que Castro comience su gestión con el apoyo de los caudillos que antes lo adversaban; y con la incorporación de un grupo venal que lo acompaña desde su entrada a la ciudad de Valencia, al cual se le conocerá con el nombre de Círculo Valenciano. Con un primer gabinete conformado en su totalidad por protagonistas del liberalismo decimonónico, sin participación del núcleo andino que lo ha acompañado desde el comienzo de su peripecia, comienza entonces formalmente el Gobierno Restaurador.

Enfrentamiento con el capital y los caudillos
Con la excepción del general Antonio Paredes, quien se hace fuerte en Puerto Cabello en defensa de la legalidad del gobierno de Ignacio Andrade, todos los militares y políticos apoyan al nuevo régimen. Pero se trata de una colaboración transitoria que hace crisis entre 1900 y 1902, cuando estallan otra vez los levantamientos. Al comienzo de manera dispersa, pero luego mediante la creación de una gran alianza, los antiguos protagonistas de la vida pública venezolana reaccionan contra Cipriano Castro, quien, aunque no representa una concepción opuesta en esencia a la que ellos comparten, sintetiza un liderato de nuevo cuño que tiende a concentrar en un solo y único foco los resortes del poder. En última instancia, el modelo condensado en Castro se impone ante el agotado proyecto de los caudillos. El primer movimiento de oposición es dirigido por el general José Manuel Hernández, el Mocho, quien renuncia a su cargo de ministro de Fomento en el primer gabinete para hacer la guerra en el interior con un contingente cercano a los 5.000 hombres (27.10.1899), pero es derrotado en mayo de 1900. Paralelamente, surge un conflicto con los banqueros capitalinos quienes le niegan un crédito urgente al Gobierno (diciembre 1899). Ante la negativa, el presidente Castro ordena la prisión de los más prominentes banqueros, encabezados por Manuel Antonio Matos, factor principal del Banco de Venezuela. La drástica actitud del Gobierno muda el parecer de los gerentes y abre, desde luego, un nuevo foco de descontento. En octubre de 1900 se levanta en armas Nicolás Rolando, proclamando la autonomía de Guayana. En diciembre del mismo año, Celestino Peraza dirige una insurrección en los llanos. Pedro Julián Acosta pretende sublevar la región oriental, en febrero de 1901. Juan Pietri intenta lo mismo en Carabobo. En julio, Carlos Rangel Garbiras invade por la frontera del Táchira, con tropas y bagajes colombianos. Son conatos aislados que fracasan ante un grupo coherente de combate en el cual comienzan a destacarse los nuevos oficiales andinos: Juan Vicente Gómez, Juan Alberto Ramírez, Celestino Castro, Pedro María Cárdenas, Francisco Antonio Colmenares Pacheco y Román Moreno, entre otros. A diferencia de los insurgentes, actúan de manera coordinada y atienden a la exclusiva jefatura de Cipriano Castro. Pero hay un nuevo elemento a través de cuya formación puede el Gobierno controlar la situación: la puesta en marcha de un plan cabal para la creación de un ejército moderno. Desde los primeros meses de 1901, Castro eleva el pie de la fuerza nacional hasta 30 batallones, provee de armamento moderno a la oficialidad, aumenta el parque de reserva mediante la adquisición de fusiles modernos, compra trenes de artillería de montaña, funda una maestranza general para el servicio de las 3 armas, crea el arsenal de la Marina e introduce algunas variantes en el uniforme de la tropa. Con estas reformas, ocurridas entre 1901 y 1902, sienta las bases para la liquidación de la manera antigua de hacer la guerra y para la creación de una organización militar diferente de la montonera. Sin embargo, los tempranos éxitos en el plano de la política interna no se compadecen con la errática actuación en el terreno internacional. Sin la elaboración de un plan solvente, pretende el Gobierno promover una alianza liberal latinoamericana que pudiera restaurar la Gran Colombia bolivariana y liquidar el régimen conservador de la vecina República. El jefe liberal colombiano Rafael Uribe Uribe, los presidentes de Ecuador y Nicaragua, Eloy Alfaro y José Santos Zelaya, respectivamente, simpatizan con el proyecto, el cual sólo logra concretarse con un intento de invasión a Colombia por la Guajira, que concluye en el fracaso de Carazúa, combate ocurrido el 13 de septiembre de 1901.

El asfalto y la Libertadora
Mayor trascendencia tiene el enfrentamiento con la empresa de capital norteamericano New York and Bermudez Company, en cuanto promueve una nueva y mayor reacción contra el Gobierno. Detentora por transferencia de la concesión otorgada a Horacio Hamilton en 1883 para la explotación del asfalto en el lago de Guanoco, la compañía norteamericana se ha visto envuelta en numerosos pleitos con anteriores gobiernos acerca de la validez de su concesión y de las condiciones de su operación. El conflicto se agudiza durante los primeros meses del gobierno de Cipriano Castro, resolviendo la compañía aproximarse a Manuel Antonio Matos y ofrecerle ayuda material para la organización de un levantamiento armado. La Compañía Francesa del Cable Interoceánico y la compañía alemana del Gran Ferrocarril de Venezuela se unen al grupo asfaltero ofreciendo apoyo logístico a la futura revolución. Con un aporte inicial de US $ 100.000 para la adquisición de un buque y armamento moderno que le entregan los gerentes de la New York and Bermudez, Matos se convierte en cabeza de una gran asociación de caudillos venidos de todos los rincones con la intención de desplazar al advenedizo montañés que les disputa su viejo monopolio de poder. Así se fragua la Revolución Libertadora, que reúne bajo la jefatura del banquero, trocado en capitán, entre otros, a numerosos caudillos de importancia, entre ellos: Domingo Monagas, Luciano Mendoza, Ramón Guerra, Nicolás Rolando, Gregorio Segundo Riera, Juan Pablo Peñaloza, Antonio Fernández, Amábile Solagnie, Pedro Ducharne, Horacio Ducharne, Zoilo Vidal, Rafael Montilla y Luis Loreto Lima. Las acciones comienzan el 19 de diciembre de 1901 con el levantamiento de Luciano Mendoza en La Victoria. La revolución se extiende y logra consolidar su posición, particularmente en el oriente y en Guayana. Pero pronto surgen roces entre los distintos jefes y la heterogénea confabulación sufre un golpe mortal en la batalla de La Victoria (22.10-2.11.1902). Allí Castro pone en fuga a un ejército de 14.000 hombres que se dispersa en 3 menguadas fracciones. En adelante, los caudillos venezolanos no lograrán construir un movimiento compacto frente al poder central y se convierten en segundones de la escena política. Por otra parte, como corolario del triunfo de La Victoria, empieza el ascenso nacional de Juan Vicente Gómez, quien se encarga de perseguir los restos del contingente derrotado y culmina con fortuna su encomienda en Ciudad Bolívar, plaza que toma el 22 de julio de 1903.

El bloqueo de Venezuela
Mientras continúa la persecución de los caudillos, las potencias extranjeras, particularmente Inglaterra y Alemania, presionan con el objeto de obtener inmediata cancelación de los daños sufridos por sus súbditos en Venezuela en los últimos años, así como el cumplimiento, por parte del gobierno, de sus compromisos financieros. Según las estadísticas del año fiscal 1900-1901, el saldo global de la deuda externa asciende a la cantidad de Bs. 120.555.000. El aumento de la inestabilidad política y la disminución de los precios agrícolas, producen una abrupta ruptura del esquema de gastos públicos que impide atender puntualmente la presión de los acreedores. Pesa por sobremanera la carga del empréstito negociado en 1896 con el Disconto Gesellschaft de Berlín, poderoso organismo financiero que encabeza la lista de reclamantes apoyados por el régimen imperial del káiser alemán. Los acreedores pretenden imponer de manera unilateral el cobro inmediato de sus cuentas y ante la negativa del presidente Castro, las armadas de Alemania e Inglaterra resuelven, el 9 de diciembre de 1902, ocupar el puerto de La Guaira y establecer un bloqueo a las costas venezolanas. El 12 del mismo mes, Italia se une al bloqueo y en breve, Francia, Holanda, Bélgica, España y México se unen al grupo inicial de reclamantes. Dirigidos por el almirante británico sir Archibald Douglas, los invasores capturan la modesta «armada de guerra» nacional; bombardean a Puerto Cabello (13.12.1902) e intentan forzar la barra del lago de Maracaibo (17 y 21.1.1903) frente a la fortaleza de San Carlos, siendo, en este último caso, repelidos en ambas oportunidades. Después de publicar una alocución patriótica (9.12.1902), el presidente Castro ordena la preparación general del ejército para responder a la desigual confrontación y aumenta su plataforma política mediante un oportuno acercamiento al Mocho Hernández y a su Partido Liberal Nacionalista. En las principales ciudades del país se producen ruidosas manifestaciones de apoyo al «restaurador», en lo que se considera como una importante evidencia de nacionalismo antiimperialista. Aunque transitorio, el movimiento popular fortalece al Gobierno e influye en el sesgo que, en breve, toman los acontecimientos. La opinión política y el presidente se aproximan al Gobierno norteamericano, quien se ofrece como mediador, cuando aumentan los rumores en relación con el interés británico y alemán de asentar fuerzas permanentes en territorio venezolano. Gracias a la mediación de Estados Unidos, el conflicto cesa con la firma de los Protocolos de Washington (13.2.1903) que establecen acuerdos recíprocos para la cancelación progresiva de los reclamos presentados. Durante el bloqueo y en los meses siguientes, un movimiento popular de respaldo a Cipriano Castro se hace sentir en Latinoamérica, pero sólo un Gobierno protesta de manera expresa ante lo acontecido: la República Argentina, por intermedio de su canciller, Luis María Drago, expide el 29 de diciembre de 1902 un documento doctrinal sobre la ilegalidad del cobro violento de una deuda, ejercido por grandes potencias en detrimento de Estados pequeños.

Consolidación del régimen
El triunfo sobre los caudillos y el desenlace diplomático del bloqueo permiten al Gobierno un claro afianzamiento que comienza, en 1903, mediante una campaña para la liquidación del Partido Liberal Nacionalista. Castro promueve la asimilación de los nacionalistas a su causa «restauradora» y nombra al Mocho Hernández ministro plenipotenciario en Washington (1903-1904). Igualmente, desarrolla una vasta campaña publicitaria en El Constitucional de Caracas, el periódico oficioso del régimen. Como corolario, reforma la Constitución en 1904, con el objeto de permanecer en el poder. La nueva Constitución suspende el período vigente, designa a Castro presidente provisional y permite su elección para el período 1905-1911. Establece 2 vicepresidencias que recaen en Juan Vicente Gómez y José Antonio Velutini. El Gobierno promulga, también en 1904, 2 instrumentos legales de gran importancia: la Ley de Divorcio Civil y el Código de Minas. Este Código de Minas establece mayores impuestos para la explotación del asfalto y somete todos los juicios del caso a la jurisdicción exclusiva de los tribunales venezolanos. Ese mismo año signa también el comienzo del pleito contra los consorcios foráneos que participaron en la «Libertadora». Por órgano del procurador general de la República, se promueve juicio contra la New York and Bermudez Company, en demanda de una indemnización por Bs. 50.000.000. El Departamento de Estado norteamericano amenaza con una invasión armada, mientras Castro «...nacionaliza el personal de la empresa...» Luego, se inicia una querella de expropiación contra otra empresa norteamericana, la Orinoco Steamship Company. Los sucesos aumentan las fricciones con la Casa Blanca para que finalmente se produzca, en 1908, la ruptura de relaciones diplomáticas. El 4 de septiembre de 1905, por intermedio de la Corte Federal, se disuelve el contrato con la Compañía Francesa del Cable Interoceánico. Posteriormente, Castro ordena la clausura de las oficinas de la empresa y la expulsión del encargado de negocios de Francia, Olivier Taigny, después de un tumultuoso proceso que culmina también en la ruptura formal entre ambos gobiernos (enero 1906). Paralelamente, ordena querellas contra la compañía alemana del ferrocarril y la requisa obligatoria de los buques de bandera holandesa. Nuevas rupturas de relaciones conllevan una gran operación diplomática y periodística de las potencias europeas y de Estados Unidos contra el «arrogante dictador» venezolano. Al mismo tiempo, comienzan los publicistas del régimen a perorar en diversos foros sobre una Doctrina Castro, especie de evangelio de las naciones pobres para la búsqueda de un nuevo orden internacional. En líneas generales, la actitud del gobierno venezolano hace vislumbrar una evidente estabilidad doméstica, pero se trata de un fenómeno pasajero por la descomposición que pronto comienza a observarse.

El cesarismo libertino
A partir de 1905, el llamado Círculo Valenciano, rodea a Castro y forma parte de su intimidad, en el comienzo de un largo periplo de francachelas que deteriora la marcha del Gobierno. Libre de enemigos de importancia, el presidente protagoniza episodios escabrosos en ruidosas bacanales que comparte con su camarilla. Largas sesiones de bailes, exageradas campañas publicitarias sobre las proezas del jefe supremo y el reparto de favores son los elementos dominantes en el teatro de la cortesanía oficial. Entre esos favores, figuran varios monopolios en distintas ramas de actividad (transporte fluvial en el Orinoco, fabricación de fósforos, etc.), así como las primeras concesiones petroleras otorgadas a ciudadanos venezolanos, particularmente a Francisco Jiménez Arráiz, Andrés Jorge Vigas y Bernabé Planas. En medio de un ambiente de crecientes intrigas, Castro comienza a dudar de la lealtad de su vicepresidente y compañero Juan Vicente Gómez y a tal efecto, decide tenderle una trampa política. El 9 de abril de 1906 anuncia intempestivamente su decisión de abandonar el poder y le cede el mando a Gómez. Simultáneamente, la corte próxima a Castro orquesta una especie de rogativa nacional destinada a promover su retorno, conocida como La Aclamación (mayo-junio 1906) que motiva su reincorporación al frente del Ejecutivo (5.7.1906). Gómez, quien ha adivinado la maniobra, se comporta como teniente leal. A las pocas semanas del retorno, sin embargo, Castro comienza a sufrir serios trastornos de los riñones y debe ser operado de emergencia en Macuto, en febrero de 1907.

La crisis final
La grave enfermedad y la urgente operación del presidente hacen ver la existencia de diversos grupos que pretenden el poder: el Círculo Valenciano; el grupo andino que encabeza Juan Vicente Gómez; el grupo castrista auténtico, que integran algunos familiares y políticos de antigua confianza y un grupo a cuyo mando está el general Francisco Linares Alcántara hijo. Mientras Castro convalece, las facciones inician un silencioso pugilato conocido como el episodio de La Conjura, a través del cual se pretende la eliminación física del vicepresidente Gómez. Los grupos de oposición que vagan en el exterior, especialmente en las Antillas vecinas, conocen la crisis de las facciones y comienzan a prepararse para una invasión armada. Se reaniman los planes de conspiración y surge como un posible líder del movimiento el general Antonio Paredes. En definitiva, va a sacar ventajas Juan Vicente Gómez por su aproximación a la esposa del mandatario, Zoila de Castro, quien lo ve como pieza de confianza mientras se restablece la calma. Por otra parte, Gómez inicia contactos con el Gobierno norteamericano gracias a la intervención de Lorena Ferreira, ministro del Brasil en Caracas, con el objeto de obtener su apoyo para una futura conspiración. Además, ya cuenta con una respetable fortuna personal y con el apoyo del grupo andino que se ha visto virtualmente desplazado durante 7 años. Pocas obras públicas se han construido en Venezuela en los años de la Restauración Liberal: el inicio de la edificación de la Academia Militar, la culminación de las sedes del Palacio de Justicia, del Ministerio de Hacienda y del teatro Nacional. Ahora, a partir de 1907, en medio de una severa postración, el país vive pendiente de la salud del primer mandatario quien, de nuevo, sufre una severa recaída sin que se advierta un desenlace oportuno. Algunos lo ven en la invasión de Antonio Paredes, quien fracasa y es fusilado sin fórmula de juicio (febrero 1907) ante la consternación colectiva. Otros creen encontrarlo en una nueva operación del riñón presidencial, mientras se encarga el general Gómez del poder, según lo establece la Constitución. A la postre, parece sensata la última alternativa y el presidente se embarca rumbo a Europa, el 24 de noviembre de 1908, para someterse a otra intervención quirúrgica en Alemania. La partida de Castro pone en marcha una confabulación, tanto nacional como internacional, que junta a los gobiernos resentidos por su política de querellas legales y expropiaciones violentas, así como los opositores al régimen de la Restauración Liberal. Al frente del movimiento internacional está Philander Knox, secretario de Estado de Estados Unidos, quien ofrece tempranos apoyos para un golpe de Estado y la simpatía de las potencias europeas al respecto. El golpe por fin se produce el 19 de diciembre de 1908 mientras el pueblo acepta con docilidad los sucesos. En breve, llegan a La Guaira el Maine, el Des Moines y el North Carolina, acorazados de guerra norteamericanos y un alto comisionado de la Casa Blanca, William I. Buchanan, desembarca con el objeto de ofrecerle un respaldo irrestricto al nuevo presidente, general Juan Vicente Gómez. A cambio, éste se compromete a variar sustancialmente la política de Venezuela en relación con los inversionistas extranjeros y sus países de origen.
E.P.I.
BIBLIOGRAFÍA: ALCÁNTARA, FRANCISCO SEGUNDO. La Aclamación (1906); La Conjura (1907); La Reacción (1908). Caracas: Ediciones Librería Europa, 1958; ARCILA FARÍAS, EDUARDO. Las estadísticas de Castro: primera década del siglo XX. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1985; BRANDT, CARLOS. Bajo la tiranía de Cipriano Castro. Caracas: Editorial Élite, 1952; CASTRO, CIPRIANO. Castro: epistolario presidencial: 1899-1908. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1974; Documentos del general Cipriano Castro. Caracas: R. Tello Mendoza, 1903-1908. 6 v.; Cipriano Castro en la caricatura mundial. Caracas: Instituto Autónomo Biblioteca Nacional-FUNRES, 1980; GONZÁLEZ, ESTEBAN. La obra de Cipriano Castro y los hombres de Castro. La Guaira: Tipografía La Equitativa, 1904; GUÉDEZ, JUAN JACOBO. Del pretérito: editoriales de «El Estado» durante las conjuras de 1907-1908: constitucionalidad o dictadura. Caracas: Edit. Venezuela, [1931]; HARWICH VALLENILLA, NIKITA. Asfalto y revolución: La New York and Bermudez Company. Caracas: Monte Ávila-FUNRES, 1993; MATA, ANDRÉS, comp. Venezuela y Castro: El libro de la aclamación. Caracas: Imprenta Nacional, 1906; MATOS, MANUEL ANTONIO. Recuerdos. Caracas: Empresa El Cojo, 1927; MORANTES, PEDRO MARÍA (Fdo. Pío Gil). Los felicitadores. 3ª ed. Caracas: Ediciones Centauro, 1974; NÚÑEZ, ENRIQUE BERNARDO. El hombre de la levita gris. Caracas: Monte Ávila Editores, 1986; PAREDES, ANTONIO. Cómo llegó Cipriano Castro al poder: memorias contemporáneas o bosquejo histórico donde se ve cómo llegó Cipriano Castro al poder en Venezuela y cómo se ha sostenido en él. 2ª ed. Caracas: Ediciones Garrido, 1954; PICÓN SALAS, MARIANO. Los días de Cipriano Castro. 4ª ed. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1986; PINO ITURRIETA, ELÍAS y otros. Cipriano Castro y su época. Caracas: Monte Ávila, 1991; QUINTERO GAMBOA, CARLOS. La gran emboscada de Colombia a Miraflores. Caracas: Editorial Círculo de las Armas, 1986; RODRÍGUEZ CAMPOS, MANUEL. Venezuela 1902, la crisis fiscal y el bloqueo: perfil de una soberanía vulnerada. 2ª ed. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1983; RODRÍGUEZ GALLAD, IRENE. Venezuela entre el ascenso y la caída de la Restauración Liberal. Caracas: Editorial Ateneo de Caracas, 1980; SALAZAR MARTÍNEZ, FRANCISCO. Tiempo de compadres: de Cipriano Castro a Juan Vicente Gómez. Caracas: Librería Piñango, 1972; SILVA, RAFAEL. Viajes del presidente: Aragua, Carabobo y Zamora... Caracas: Imprenta Nacional, 1904; SISO, CARLOS. Castro y Gómez: importancia de la hegemonía andina. Caracas: Editorial Arte, 1985; VILLANUEVA MATA, RAFAEL. El general Castro y su tiempo. Caracas: Empresa El Cojo, 1907; SULLIVAN, WILLIAM M. Bibliografía comentada de la era de Cipriano Castro 1899-1908. Caracas: Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, 1970; VELÁSQUEZ, RAMÓN J.La caída del liberalismo amarillo: Tiempo y drama de Antonio Paredes. 5ª ed. Caracas: Congreso de la República, 1987.

Recuperado para fines educativos  
Fuente: Diccionario de Historia de Venezuela
Publicado por: Fundación Polar