El principio del fin


Ahora estaban frente a frente los combatientes: los del Virrey La Serna en Concepción, y los de Sucre en Uripa. Era el 20 de noviembre y lo único que los separaba era el profundo valle de Pamacochas.

Ambos estaban al acecho, como fieras. No se permitían un movimiento al que no siguiera otro del contrario. Así, cuando La Serna hace un giro para situarse en Vilcas-Huaman, el general patriota ordena ubicarse en las alturas del Bombón, con lo cual ambos ejércitos se mantenían inatacables.

Entonces el jefe realista, que todavía no había conceptuado la calidad de militar que había en Sucre, piensa en jugarle una treta. El propio Virrey abandona Concepción y ordena al general Valdés que cruce el río y avance un poco hacia el sur, pero no con todo el ejército, para hacer creer a Sucre que puede pasar libremente el Pampas.

Hechas esta operación por los realistas, pero cumplida con exageración, puesto que Valdés avanzó demasiado hacia el sur, Sucre inició de inmediato el paso del río Pampas, haciendo construir un puente de bejucos, ya que el que había lo hicieron destruir los españoles. Las providencias que tomó nuestro general fueron admirables. La empresa era atrevida, máxime cuando había que cumplirla de noche, con lo que jamás contaron los enemigos.

En efecto, cuando a Valdés le avisaron el primero de diciembre que ya no había sino un puñado de soldados en el Bombón, ese mismo días Sucre estaba acampando en el pueblo de Matará. La Serna, que se había retirado unos 25 kilómetros sobre la margen del río, para engañar a los patriotas, vino a asomar a la meseta de Ocros, que domina el pueblo de Matará, el 2 de diciembre en horas de la mañana. Es increíble, pero Valdés llegó mucho más tarde, pues se tomó muy en serio lo de la fingida retirada.

Estando los realistas sobre la loma y los patriotas en muy mala posición, sin embargo aquellos no aceptaron el combate propuesto: así habrían quedado de estropeados en la penosa marcha de ida y vuelta.

Por las mismas razones de la mala posición, Sucre continuó la retirada hacia Tambo-Cangallo. La Serna, conocedor del terreno, sabía que el ejército patriota tenía que pasar la Quebrada de Corpahuaico; entonces ordenó que en horas de la madrugada Valdés se fuera con cinco batallones y cuatro escuadrones para tender una emboscada al paso de la quebrada.

La vanguardia patriota pasó libremente; pero cuando venía la División "Lara" (del general Jacinto Lara), que cubría la retaguardia con los batallones "Vargas", "Vencedor" y "Rifles", los enemigos atacaron bravíamente. Con verdadera heroicidad se combatió durante tres horas y media. Pese a lo sorpresivo del ataque, no pudieron dominar a la división de Jacinto Lara; sin embargo, hubo de lamentarse la pérdida de la tercera parte del "Rifles", pero se salvaron el parque y toda la caballería. Esto ocurrió el 3 de diciembre.

En Tambo-Cangallo presenta nuevamente Sucre batalla, pero los realistas la eluden y coronan rápidamente las alturas adyacentes, con la disimulada intención de cansar al ejército patriota, y en la seguridad de que ellos, que mejor conocían el medio y durante 14 años estuvieron invictos en esos parajes, podrían resistir las marchas.

Sucre entendió muy bien esta táctica y dispuso cambiar de rumbo; y en lugar de seguir hasta Huamanga, se encaminó en la medianoche del 5 de diciembre al pueblo de Quinua. Los realistas también van en esa dirección, en líneas paralelas, pero a 10 kilómetros de distancia. Y los patriotas avanzan más rápidamente, de modo que cuando Valdés, que llevaba el encargo de ocupar a Quinua, se acercó a este pueblo, ya Sucre estaba allí.

Bolívar le había estado diciendo a Sucre, en casi todas las oportunidades, que obrara con la mayor precaución, sin arriesgar la batalla a menos que se tuvieran todas las de ganar. Por estos días, todavía desde la costa, le escribe a Sucre diciéndole que en vista de que no llegarán a tiempo los refuerzos de Colombia, dé la batalla al enemigo, cualquiera que sea su posición, pero que no arriesgue una retirada. Instrucciones éstas que leyó Sucre cinco días antes de Ayacucho.

La posición de los independientes obligó a los realistas a colocarse primero, tras forzada marcha, a espaldas de los patriotas, en las alturas del Pacaicasa; el día 7 atravesaron la difícil quebrada de Huamanguilla y el día 8, víspera de la inmortal batalla, subieron a los cerros de la derecha. Entre tanto, Sucre tenía un ejército descansado desde el día 6. Eso era estrategia militar. Por la tarde de ese día 8, los realistas se colocaron en las alturas del Cundurcunca, dominando la llanura de Ayacucho (v. Batalla de Ayacucho, en Temas capitales).