Golpes de Estado

El 18 de octubre de 1945 

Es derrocado el presidente Isaías Medina Angarita, cuando estaba ya casi al término de su ejemplar gobierno. El general Medina había ascendido al poder mediante elecciones, al concluir el período constitucional de Eleazar López Contreras.
El gobierno de Medina se caracterizó por sus acentuados pasos hacia la democratización del país, que todavía no se recuperaba del largo sueño gomecista; permitió el libre funcionamiento de los partidos; las cárceles, en forma general, no mantuvieron presos políticos; se aprobó la Ley Petrolera y toma auge la construcción de viviendas populares a través del Banco Obrero. La Junta Revolucionaria estuvo integrada por Rómulo Betancourt, quien la presidía, Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Gonzalo Barrios, Edmundo Fernández y los oficiales Mario Vargas y Carlos Delgado Chalbaud. Se instala una Asamblea Nacional Constituyente que redacta en 1947 una nueva Constitución que establece el voto directo, secreto y universal, incluyendo por primera vez el de las mujeres. Con esto, la Junta Revolucionaria de Gobierno abonó el terreno para la elección del candidato de AD, Rómulo Gallegos, en 1947.

Derrocamiento de Rómulo Gallegos. 

 El 24 de noviembre de 1948 es derrocado el gobierno constitucional de Rómulo Gallegos y una Junta Militar se encarga del poder. A Gallegos se le había presentado un ultimátum que incluía en los puntos más importantes: expulsar del país a Rómulo Betancourt, prohibición de regreso del teniente coronel Mario Vargas (este ultimátum fue el día 19 de este mes), y por último, desvinculación del presidente con el partido Acción Democrática.
Todos estos puntos fueron rechazados de plano por Rómulo Gallegos. Nuevas conversaciones hubo, por mediación del ministro de Defensa, Carlos Delgado Chalbaud, pero el presidente mantuvo: "mis posiciones no son cuestiones personales sino mandato de las leyes que he jurado cumplir y hacer cumplir". Así se dio el "golpe" y la Junta quedó integrada por Carlos Delgado Chalbaud, Luis Felipe Llovera Páez y Marcos Pérez Jiménez. Posteriormente, con el asesinato de Delgado Chalbaud, pasó a presidir la junta el doctor Germán Suárez Flamerich. Y más tarde, desde diciembre de 1952, el verdadero beneficiario del golpe, Marcos Pérez Jiménez, pasó a gobernar hasta el 23 de enero de 1958.
Derrocada la dictadura de Pérez Jiménez. El 23 de enero de 1958 es derrocado el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, mediante un movimiento cívico-militar. El dictador tachirense se había entronizado en 1952.
A la caída del régimen se encargó del gobierno una Junta, presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal. Pérez Jiménez, que había nacido en 1914 en la población tachirense de Michelena, tomó parte con el grado de mayor en el derrocamiento del presidente Isaías Medina Angarita, en 1945.
En noviembre de 1948 es uno de los principales responsables del derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos. Entra, entonces, como miembro de la Junta Militar de Gobierno y ministro de la Defensa. En 1950, a raíz del asesinato del presidente de la Junta, Carlos Delgado Chalbaud, asume la presidencia el doctor Germán Suárez Flamerich, conservando Pérez Jiménez su posición, pero con mayor control.
En 1952 desconoce el resultado de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, en las que había triunfado el partido Unión Republicana Democrática, dirigido por Jóvito Villalba, y se declara en ejercicio de la presidencia de la República, gobernando dictatorialmente hasta 1958. Derrocado en la madrugada de ese 23 de enero, viajó al exterior a bordo de La Vaca Sagrada. Estuvo en República Dominicana, hasta que se radicó en los Estados Unidos. Rómulo Betancourt, durante su gobierno, logró la extradición del dictador y aquí se le siguió un prolongado juicio que terminó con la sentencia condenatoria por un período menor que el que llevaba detenido, por lo que salió en libertad y voló a Madrid.
En esta capital aceptó la postulación como candidato a senador por el Distrito Federal en las elecciones de 1968, resultando electo por un número considerable de votos. En 1969 la Corte Suprema de Justicia anuló la elección de Pérez Jiménez para el senado, esgrimiendo como principal argumento que P.J. no se inscribió en el Registro Electoral ni votó en las mismas elecciones. Actualmente está residenciado en Madrid.

El 4 de febrero de 1992. 

Ambiente: Medianoche del 3 al 4 de febrero de 1992. Los trasnochadores de oficio se entretenían con la televisión; otros salían del cine continuado del Teatro Ayacucho que presentó ese día Infierno sin salida, o se preparaban para dos grandes estrenos: Depredador del futuro (CCCT 2) y Uno miente, el otro engaña (Concresa). Cinema 3 ofrecía Qué perra vida, y el Cine Principal, Don Quijote cabalga de nuevo. En la cartelera del teatro Club de Sub Oficiales de las FF.AA. se anunciaba la película Estamos todos bien. Jugando al toque efectista, el 4 de febrero de 1993 se estrenó en CCT 3 la película El Golpe Perfecto.
En Hermosillo, México, Aguilas del Zulia (Venezuela) se preparaban para inaugurar la XXII Serie del Caribe, y ese mismo 4 de febrero -consternación de por medio- los zulianos molieron a palos a los Leones del Escogido -dominicanos- para vencerlos 4 carreras por 0. El dólar cerró ese día a Bs. 62.25. Al finalizar esa semana, el domingo 9 de febrero, como si no hubiese pasado nada, los apostadores hípicos hicieron subir el "5 y 6" a Bs. 51 millones.
Aparece el MRB-200: A menos de quince días de haberse celebrado los 34 años de la cuestionada democracia en Venezuela, un grupo armado del ejército irrumpió contra el sistema político establecido desde el 23 de enero de 1958, intentando derrocar el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez.
En efecto, el 4 de febrero de 1992, en los primeros minutos de la madrugada, los venezolanos fueron sorprendidos por ruidos de sables, tanques y tanquetas, que avanzaban desde Maracay y Valencia para tomar el Palacio de Miraflores, sede del poder ejecutivo.
El movimiento rebelde, identificado como Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200), y encabezado por los comandantes Hugo Chávez Frías, Francisco Javier Arias Cárdenas, Jesús Urdaneta, Joel Acosta Chirinos, Jesús Miguel Ortiz y otros oficiales de distintas unidades del ejército, abrió operaciones en forma simultánea en Caracas, Maracay, Valencia y Maracaibo. En Caracas fue tomando el Fuerte Tiuna y luego se inició el ataque a La Casona, residencia presidencial, donde minutos antes se encontraba el presidente Pérez con su familia. Otro grupo se dirigió a Miraflores, objetivo que fue atacado a tiros y tomado en parte. También cayó en manos de los rebeldes la Base Aérea "Francisco de Miranda", en La Carlota, donde fue apresado el Comandante General de la Aviación, General Eutimio Fuguet Borregales.
Momentos antes del ataque a La Casona, el ministro Ochoa Antich había advertido al presidente sobre lo que estaba ocurriendo, por lo que Pérez se trasladó de inmediato al Palacio de Miraflores. Cinco minutos antes de que empezara el ataque a este edificio histórico, el presidente lo abandonó prestamente, a través de túneles secretos, protegido por el Jefe de la Casa Militar, contralmirante Iván Carratú. En un automóvil particular burlaron el cerco golpista y alcanzaron la Cota Mil (avenida Boyacá) por la vía de La Pastora. La primera intención fue acudir a Venezolana de Televisión (Canal 8, propiedad del Estado), pero esta planta televisora estaba tomada por los insurrectos, de modo que el presidente se dirigió hacia Venevisión (Canal 4), desde donde pudo enviar un mensaje al pueblo, pidiendo solidaridad con la democracia e informando que la situación estaba controlada. Eran las 2:20 de la mañana.
En realidad, desde el día 3 de febrero circulaban rumores de golpe. El presidente Pérez regresó de Suiza este día, a las 10:10 de la noche. El vuelo debía llegar a las 2:00 de la madrugada, pero fue adelantado. Esta circunstancia frustró el intento de apresar al presidente en el propio Aeropuerto. El ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, acababa de llegar a Maiquetía de una gira por Maracaibo, y -según declaró posteriormente- entró en sospechas cuando observó que un vehículo obstaculizaba el túnel "Boquerón" de la autopista, en sentido La Guaira-Caracas. Recibió al mismo tiempo una llamada vía celular del general Fredis Maya Cardona, quien le dijo escuetamente: "hay un golpe". Decidió entonces el ministro Ochoa Antich devolverse y fue así como recibió al presidente en Maiquetía, en compañía del ministro de Relaciones Interiores, Virgilio Avila Vivas.
Para esta hora sólo había informaciones imprecisas sobre un supuesto movimiento militar en Maracaibo. Carlos Andrés Pérez ordenó una inmediata investigación, y siguió sin mayores preocupaciones hacia La Casona, donde llegó a las 10:30 p.m. Pocos minutos de reposo disfrutó el presidente Pérez. Ya descubiertos los hilos de la conspiración, el ministro Ochoa llama al presidente y éste se dirige de inmediato al Palacio de Miraflores. La rapidez con que actuó Pérez desarticuló los mandos insurrectos, que cometieron diversos errores. Uno de ellos fue la incapacidad para tomar los medios de comunicación social, entre ellos los canales de televisión. No supieron operar las máquinas y por lo tanto el mensaje grabado por los golpistas no llegó a los televidentes.
Por otra parte, si el comandante Chávez, carismático y convincente, hubiese aparecido en televisión explicando las razones del golpe, quizás otra cosa habría ocurrido. Pero no fue así, fallaron los encargados de colocar en el aire el video; en cambio, Carlos Andrés Pérez sorteó todos los obstáculos y dio su mensaje televisivo, aunque con manifiesto nerviosismo. Al hecho en sí del golpe se unía el cansancio de un largo viaje desde Suiza.
El antecedente más inmediato al golpe del 4 de febrero está en el sacudón o caracazo los días 27 y 28 de febrero de 1989, cuando a pocos días de posesionado Carlos Andrés Pérez estalló una insurrección popular, aparentemente sin organización previa, sin cabeza visible, motivada por el alza del precio de la gasolina y la aplicación del llamado "paquete económico". La chispa se prendió en Guarenas y a poco se extendió a casi todo el país. Este hecho conmocionó a Venezuela, que por muchos años no había presenciado algo semejante, como saqueos por parte de una multitud incontrolada, destrucción de propiedades, en medio de decenas de muertes innecesarias.
"Por ahora...": El comandante Hugo Chávez, jefe del movimiento conspirativo, dirigió las operaciones desde el Museo Histórico Militar, ubicado en La Planicie, y desde donde se divisa a perfección el Palacio de Miraflores. Al ver que había fracasado la intentona, Chávez se entregó a las fuerzas leales. El presidente Pérez había ordenado al ministro de la Defensa que no negociara con los rebeldes.
Pero el Alto Mando Militar encontró la posibilidad de la rendición del jefe, y pidió a éste que hiciera el anuncio por televisión, en lo que ha sido considerado un error, por la altísima tribuna que se le brindó a Chávez.
El comandante Chávez hizo, en efecto, una fugaz aparición en la televisión, acompañado por el vicealmirante Elías Daniels Hernández, Inspector General de las Fuerzas Armadas, el general Iván Darío Jiménez, Jefe del Estado Mayor, y el contralmirante José Rafael Huizi Clavier, Director de Secretaría del Ministerio de la Defensa.
Así flanqueado, el comandante Chávez aprovechó los segundos más preciosos de la televisión: "Buenos días a todo el pueblo de Venezuela. Este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados del Regimiento de Paracaidistas del Estado Aragua y Brigada de Blindados de Valencia.
Compañeros, lamentablemente, por ahora nuestros objetivos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de evitar mayor derramamiento de sangre, y de reflexionar. Vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor.
Así que oigan mis palabras, el mensaje que les lanza el comandante Chávez, para que por favor reflexionen y depongan las armas, porque ya es imposible lograr los objetivos que nos propusimos a nivel nacional.
Compañeros, oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, valentía y desprendimiento. Yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano."
Chávez se rindió a eso de las 8:00 de la mañana. Apareció en la televisión a las 10 a.m. Si para este momento el golpe había sido rechazado mayoritariamente por la población, aquel discurso, modelo de concreción, produjo una oleada de simpatía en la opinión pública, y se generó de pronto un inesperado chavismo, sólo explicable por los efectos del verbo en la sicología de las masas. Al día siguiente ya todos hablaban de un Chávez que en la víspera pocos conocían. Estaba en marcha un nuevo ídolo popular.

Suspensión de garantías: Aunque el Palacio de Miraflores pudo ser controlado a las 4:45 de la madrugada, no fue sino después de la rendición del comandante Chávez cuando se reunió el Consejo de Ministros, a las 8:20 de la mañana. El tema fundamental fue el de la suspensión parcial de las garantías constitucionales, es decir, las relacionadas con la inviolabilidad de la libertad y la seguridad personales; la inviolabilidad del hogar doméstico; el libre tránsito por el territorio nacional; la libertad de expresión; el derecho a huelgas; las libertades públicas y privadas y el derecho a manifestaciones.
Sobre este tema de la suspensión de garantías se produjo un intenso debate en el Congreso de la República, cuando el doctor Rafael Caldera objetó el segundo "considerando" del decreto 2.086, que dice que "la intentona criminal pretendía asesinar al presidente de la República"; así como al referirse a los países que llamaron para ofrecer su apoyo a la democracia venezolana, dijo que "esos presidentes de países avanzados deben saber que la democracia no puede existir si el pueblo no come..."
A Caldera lo apoyó el diputado Aristóbulo Istúriz, del partido La Causa R, quien señaló haber caído en la trampa del consenso, pero que gracias al discurso de Caldera rectificaba, y al igual que el líder copeyano, no votó en favor del acuerdo. Como consecuencia de estas intervenciones, Rafael Caldera subió en la opinión pública con un favoritismo inusitado en las encuestas, y Aristóbulo Istúriz se dio a conocer más ampliamente, tanto, que en las elecciones de diciembre de 1992 fue elegido Alcalde de Caracas, en la mayor sorpresa de todo el proceso electoral.

El Consejo Consultivo: Es obvio pensar que todo el mundo se asustó con el golpe del 4 de febrero. Políticos y empresarios. Iglesia y estudiantado. Gobierno y gobernados. Por esto, y ante el clamor de muchas voces pidiendo rectificaciones, sobre todo en la política económica del presidente Pérez, éste nombró un Consejo Consultivo, según el Decreto Nº 2.107, de fecha 26 de febrero de 1992. Dicho Consejo quedó integrado así: Pedro Pablo Aguilar, Ruth de Krivoy, Domingo Maza Zavala, José Melich Orsini, Pedro A. Palma, Pedro Rincón Gutiérrez, Julio Sosa Rodríguez y Ramón J. Velásquez.
Este grupo de venezolanos presentó al gobierno una serie de recomendaciones que, en realidad, cayeron en saco roto, hasta que el Consejo Consultivo, en el que se había puesto toda la esperanza, terminó por disolverse. Lo único que se logró fue, en verdad, el congelamiento de los precios de la gasolina, combustible que había hecho explosión en 1989.

Piñerúa: "no quiero cargos". Fernández: "no vamos al Gobierno". Ha sido la posición de muchos políticos venezolanos, a lo largo de toda nuestra historia. Luis Piñerúa Ordaz dijo enfáticamente el 16 de febrero de 1992: "No acepto cargos en el gobierno de Pérez". Sin embargo, el presidente Pérez lo nombró ministro de Relaciones Interiores, y ejerció ese cargo hasta enero de 1993.
Igual cosa ocurrió con Eduardo Fernández, entonces Secretario General de Copei. El líder copeyano fue de los primeros en ofrecer público apoyo a la democracia, apenas se hizo posible su presentación en televisión. Fue un mensaje alentador. De inmediato empezó un estira y encoge, un "sí vamos y no vamos", en tanto que en Acción Democrática se consideraba indispensable que Copei y el MAS pasaran a integrar un Gobierno de coalición.
Eduardo Fernández dijo, también enfáticamente, que no harían gobierno con Carlos Andrés Pérez. Un mes más tarde, a mediados de marzo, Copei aceptaba que dos de sus altos dirigentes fuesen al gabinete de CAP: Humberto Calderón Berti, como ministro de Relaciones Exteriores y Luis Ignacio Moreno León, como presidente del Fondo de Inversiones. Muy poco, en realidad, duró la luna de miel Copei-Gobierno, pues a raíz de un viaje de CAP al exterior, Copei se opuso y dio como argumento esta circunstancia para salirse del gobierno, con disgusto de los propios ministros copeyanos.

En el Zulia el golpe funcionó: El golpe en el Estado Zulia funcionó a la perfección. Uno de los objetivos principales, tomar la casa de gobierno y apresar al gobernador Oswaldo Alvarez Paz, se dio con precisión. Aquí actuó como jefe de los rebeldes el teniente coronel Francisco Javier Arias Cárdenas, Comandante del Grupo de Artillería de Campaña "Monagas", que actuó en combinación con el Batallón de Infantería Mecanizada "Francisco Aramendi", una batería de artillería de defensa aérea y el grupo de artillería de campaña "Freites".
A las 11 de la noche del 3 de febrero los grupos implicados salieron del Fuerte Mara hacia Maracaibo. Tomaron la sede del Comando Regional de las FAC Nº 3, la Base Aérea "General Rafael Urdaneta", el Cuartel "El Libertador", la sede de la Disip, el Comando de los Patrulleros PEZ, la Compañía de Orden Público Irama, el Canal 11 del Zulia y la Planta Maravén de Lagunillas, además de dos Comandos Destafac (Nº 33 y 35) y la residencia oficial del gobernador.
Con serenidad e inteligencia enfrentó el gobernador Alvarez Paz la situación, en compañía de sus familiares y de algunos funcionarios y dirigentes políticos que se habían acercado a la casa al conocer la noticia del golpe, aunque sin los detalles. Doce horas permaneció detenido el alto funcionario zuliano, mientras el Tcnel. Arias Cárdenas ejercía las funciones de gobernador regional.
Esta fue, en verdad, la única operación exitosa de todas las emprendidas en el país por los golpistas del 4-F. Fracasado el movimiento en Caracas, los demás comprometidos tuvieron que rendirse, al igual que Arias en Maracaibo, culminando así la pesadilla de un gobernador con aspiraciones presidenciales.

Las unidades comprometidas: Discriminándolas por Guarniciones Militares, tenemos las siguientes:
Distrito Federal y Estado Miranda: 302 Grupo de Caballería Motorizada "Ayala"; 1 Compañía del Regimiento de Ingeniería "Agustín Codazzi"; 304 Grupo de Artillería "José Félix Ribas". Estado Zulia: 102 Grupo de Artillería de Campaña "Monagas"; 112 Batallón de Infantería Mecanizada "Francisco Aramendi; 104 Batería de Artillería de Defensa Aérea; 114 Grupo de Artillería de Campaña "Freites".
Estado Carabobo (Valencia): 4105 Compañía de Comunicaciones; 4106 Compañía de Honor 24 de Junio; 413 Batallón Blindado "Pedro León Torres"; 415 Grupo de Artillería de Campaña "Lara"; 416 Batallón de Apoyo "José Gabriel Lugo"; Batallón de Reserva "Batalla de Vigirima (aquí se inició el movimiento a las 11:30 p.m. del lunes 3, cuando detuvieron al Jefe de Servicio del Fuerte Paramacay y tomaron el Aeropuerto de Valencia).
Estado Aragua: Brigada de Paracaidistas Batallón "José Leonardo Chirino", comdanda por el Tcnel. Joel Acosta Rodríguez, encargada de atacar La Casona, La Carlota, el Fuerte Tiuna y Dim- Boleíta. A la tropa la despertaron a las 9:45 de la noche del lunes 3, le dieron armamento y le informaron que salían para Caracas a las 10:15 por alteraciones del orden público. Cayeron sobre los objetivos a las 12 en punto de la noche. Controlaron totalmente la Base Aérea "Francisco de Miranda". Batallón "Antonio Nicolás Briceño", comandado por el Tcnel. Hugo Chávez Frías. Destino: Museo Histórico Militar, Comandancia de Policía Metropolitana de Cotiza, la Proveeduría Militar en Catia, Puesto de las FAC, Peaje Catia. Controlaron todo esto, menos la Policía. Batallón "García de Sena: Comandante Tcnel. Jesús Urdaneta Hernández. Objetivos: Base Aérea El Libertador, Maracay; Comando IV División de Infantería, Maracay; Cuartel San Jacinto, Maracay. Compañía de Comunicaciones: Comandante Cap. Euclides Campos Aponte.
¿El último golpe?: El presidente Pérez, en su primera intervención pública después del golpe, dijo que éste sería el último, que no ocurriría jamás otra intentona de esta naturaleza, porque el pueblo venezolano rechaza las salidas violentas.
El movimiento dirigido por Chávez y Arias fracasó desde el punto de vista militar, pero tuvo un gran éxito político. Movió a reflexión a toda la dirigencia nacional, y afloró un cúmulo de planteamientos que antes no se habían hecho, conformando una nueva matriz de opinión.
Se supo entonces que 2.668 militares estuvieron involucrados en el golpe, la mayoría acatando órdenes de la superioridad. A la tropa, por ejemplo, se le despertó en el momento oportuno, antes de las 10 de la noche, y se le explicó que en Caracas había problemas de orden público.
No podía extrañar esto a nadie, puesto que en los últimos seis meses, de agosto de 1991 a febrero de 1992, se produjeron en todo el país más de 900 alteraciones del orden público, siendo violentas 480 de ellas.
El comandante Chávez, bisnieto del caudillo llanero Pedro Pérez Delgado, hizo recordar a Maisanta, el último hombre a caballo. Adquirió una rápida popularidad, que cabalgó en la cresta de la ola durante casi todo el año de 1992. Transcurrió el primer año del golpe del 4-F entre cacerolazos, manifestaciones, rumores de nuevo golpe, petición de renuncia del presidente Pérez, convocatoria de una Asamblea Constituyente, reforma de la Constitución, etc.
Los sublevados del 4-F fueron encerrados en el Cuartel San Carlos y luego trasladados a la cárcel de Yare, donde por más de un año esperaron sentencia. La tropa sin responsabilidad directa fue dejada en libertad. A poco de iniciarse el gobierno de Rafael Caldera, éste sobreseyó la causa de los militares comprometidos en el golpe, dejando en libertad a Hugo Chávez el 26 de marzo de 1994. Comenzó para él otra carrera que le llevó a la presidencia de la República en las elecciones del 6 de diciembre de 1998. En las elecciones del 30 de julio de 2000 sometió su cargo a la relegitimación.

EL 27 DE NOVIEMBRE. Madrugonazo con (des)engaño. 

Evidentemente, la categórica afirmación del presidente Pérez de que el del 4 de febrero había sido el último golpe, y que ya no habría otro, hizo quedar muy mal parado al propio declarante. Antes de que terminara el año se presentó la otra intentona contra la democracia.
Fue el 27 de noviembre de 1992. Dormía aún la mayoría de los venezolanos, cuando sobre el Palacio de Miraflores cayó una lluvia de balas de diversos calibres, provenientes de la parte alta de La Pastora y de la urbanización "23 de Enero". Había comenzado otro golpe militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Los que por razones de trabajo madrugan todos los días, y encendieron sus aparatos de televisión poco antes de las 5:00 de la mañana, se encontraron con el comandante Hugo Chávez, el mismo que lideró la intentona del 4-F, leyendo una proclama que invitaba a la sedición. No podía pensarse otra cosa que el "por ahora" había llegado de verdad, y que ahora sí, con Chávez en la televisión, el golpe se había dado con éxito.
Pero no fue así. Muy pronto los televidentes salieron de su engaño cuando constataron que se trataba de un video casette grabado en la propia cárcel de Yare, y que el Comandante Chávez continuaba preso. La repetición interminable del mensaje, alternada con la aparición de tres personajes -uno militar y dos civiles, uno de ellos con un fal-, que han sido caricaturizados como "los gorditos de la T.V.", lejos de entusiasmar a la gente para que saliera a la calle a respaldarlos, logró los efectos de un susto colectivo, tal fue su desagradable presencia televisiva.

Los actores. Aunque el presidente Pérez no dudó en calificar esta acción como un "coletazo" de la del 4-F, se presentan características distintas entre ambos golpes, sin descartar, desde luego, como se verá más adelante, una significativa participación de los llamados "bolivarianos", intencionalmente o no. El caso es que los hechos hablan por sí mismos.
Los principales dirigentes del movimiento que ese mismo día se dio a conocer como "Movimiento 5 de julio", fueron el contralmirante Hernán Grúber Odremán, Sub-Inspector General de las FAN; contralmirante Luis Cabrera Aguirre; general de división (Av) Francisco Visconti Osorio, Jefe de Logística del Estado Mayor Conjunto; comandante (GN) Alejandro Coleoglú Doré; y coronel (Ej) Higinio Castro.
Estos cinco oficiales, que ofrecían gobernar con una Junta Cívica, firmaron un Manifiesto en el que explicaban las razones de su alzamiento, cuyo objetivo principal era apresar al presidente Pérez, aunque respetando su vida, y liberar al comandante Hugo Chávez. Puede resumirse el contenido del Manifiesto en argumentos repetitivos como la crisis nacional, la falta de justicia, la corrupción, estando seguros de que cuentan "con el más amplio respaldo de la opinión pública".

Los civiles en la candela. La DISIP (Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención) y la DIM (Dirección de Inteligencia Militar) tenían aviso de la subversión, por eso en la mayoría de los cuarteles pernoctaron sus comandantes. Por ejemplo, el general Fernando Paredes Niño recibió órdenes de permanecer la noche del 26 en la Base El Libertador, cuando el comandante general de la Aviación, general Eutimio Fuguet Borregales, tuvo información de que algo se estaba fraguando. El golpe se esperaba para el día 30, pero el hecho de que las autoridades hubiesen empezado a atar cabos, hizo que se adelantara para el 27-N.
En el seno del gobierno se pensó siempre que había rezagos del 4-F, sin embargo, y a pesar de los "pitazos", no pudo impedir que los insurrectos se hicieran presentes en el canal del Estado, y para mayor sorpresa, quien aparece en pantalla es el propio comandante Chávez leyendo una proclama, con el fondo musical de una canción bolivariana del grupo Inti Ilimani. En ese momento, todo el mundo creyó que el movimiento había triunfado y que Chávez hablaba ya desde la sede del poder.
En realidad, fueron tres los discursos de Chávez, mediando entre ellos la grabación del Himno Nacional. Dijo que los altos personeros del gobierno se habían rendido y estaban presos, que ya se había instalado una Junta Patriótica Bolivariana "para conducir el proceso de transición a través del Gobierno de Salvación Nacional."
Repetidos interminablemente estos mensajes, el pueblo acabó por comprender que se trataba de una grabación anterior. De todos modos, el video cassette comprobaba que de alguna manera se había colado el chavismo, aunque no llegó a determinarse la relación de ambos movimientos, porque los jefes de este último han declarado que ellos tenían su propio cassette y no entendieron nunca por qué no salió al aire, y en su lugar salió el de los bolivarianos. Se ha dicho que éstos aprovecharon en tierra el movimiento de los aviadores.
El sector civil de la población tuvo amagos de participación, en las primeras horas del golpe. Por los alrededores de la Avenida Baralt los grupos de manifestantes crecían con el tiempo. Un hombre con una bandera de Venezuela en la mano corría y daba vivas a la insurrección, al tiempo que lanzaba volantes impresos por ambas caras, con párrafos como éste:
"En estos momentos Luchadores del Pueblo junto a columnas de las Fuerzas Armadas, han tomado las calles de nuestras ciudades y se disponen a derrocar el gobierno ilegítimo y miserable de Carlos Andrés Pérez...". Y se llamaba a sumarse a la rebelión, a organizarse "en grupos de defensa y que se nombren representantes por callejones, barrios y/o parroquias para organizar la autodefensa del pueblo, fabricar y distribuir armamento popular, tomar control de calles, avenidas, módulos policiales... garantizar la distribución de comida y medicinas e implementar unidades de primeros auxilios; tomar centros de servicios públicos, tales como hospitales, luz eléctrica, agua, gas, etc".
Era evidente, pues, la participación de elementos civiles de izquierda, a los que el gobierno dio nombre y apellido: Bandera Roja y Tercer Camino. Los golpistas erraron el objetivo en cuanto a esperar la participación masiva del pueblo, en la seguridad de que la popularidad de Chávez había alcanzado niveles óptimos. Esto era cierto hasta este mismo momento, pero la violencia desencadenada y la mala impresión que causó la presencia de "los gorditos de la TV", asustaron a la sociedad civil que rechazó la violencia y no salió a la calle a apoyar el movimiento, salvo contados grupos aislados que muy pronto fueron disueltos por las tropas leales o porque se sintieron defraudados por los mismos organizadores del golpe. Según encuesta flash realizada por la empresa Eco Omnimagen, el 95.43 % rechazó la violencia del 27-n.
Los objetivos. Las pérdidas. Si se quiere, este golpe fue anunciado, o "telegrafiado", como lo calificó el gobernador del estado Zulia, Oswaldo Alvarez Paz. En efecto, la colectividad vivió meses de tensión por la ola interminable de rumores, según los cuales desde el 4-F se habrían dado 14 golpes militares, 102 intentonas y no menos de 20 renuncias del presidente.
Además de lo ya señalado, de apresar al presidente Pérez, figuraban entre los planes otros objetivos militares fijos: la toma del canal 8, del Palacio de Miraflores, la Base Aérea Francisco de Miranda, el Centro Comercial Ciudad Tamanaco y la DISIP. En las primeras horas de la madrugada los golpistas tomaron las torres repetidoras de Los Mecedores, en el Cerro Avila, con lo cual controlaron los canales de televisión 2, 4 y 8, que corresponden, respectivamente a Radio Caracas Televisión, Venevisión y Venezolana de Televisión. Los canales 10 (Televén) y 12 (Omnivisión) estuvieron fuera del alcance de los insurrectos, por lo que no entraron en la cadena del golpe. Además de tomar las torres, irrumpieron violentamente en el edificio del Canal 8, antes de las cinco de la mañana, dando muerte a los vigilantes.
A las 7:15 de la mañana se produjo el primer bombardeo de un avión Bronco a Miraflores. Luego seguirían cinco bombardeos más, causando grandes destrozos en el Regimiento de la Guardia de Honor. El bombardeo al Helicoide, donde funcionaba el Centro de Operaciones Estratégicas de la DISIP, fue implacable, desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde, con bombas tipo "Rocket", cuya onda expansiva alcanza unos 30 metros. Quince puestos policiales fueron destruidos en Caracas.
Estos ataques fueron posibles gracias a los grupos aéreos que se alzaron el 27: el Grupo 15 de los Bronco 0V-10 de la Base Rafael Urdaneta (Maracaibo); el Grupo 10 de Helicópteros; el grupo 6 de Transporte de los Hércules C-130, el Grupo 11 Mirages, el Grupo 16 de los F-16 de la Base El Libertador (Palo Negro, Aragua); Grupo de Entrenamiento Aéreo 14 de los Tucanos, de los T-27, de los Mentor VT-34, de la Base Sucre (Maracay), el Grupo 12 de los Birreactores T-2D y VF-5, de la Baswe Landaeta Gil, de Barquisimeto; y el Grupo 13 de los Tucanos y T-2D de la Base Luis del Valle García, de Barcelona.
Las pérdidas del comercio superaron los 10.000 millones de bolívares y las aseguradoras se negaron a pagar las pólizas alegando que se trató de una rebelión militar. Los abogados de los afectados consideraron la posibilidad de una demanda colectiva.
Lo más doloroso, sin embargo, fue la pérdida de vidas humanas, la mayoría en la flor de su juventud. Más de doscientos muertos e innumerables heridos, entre civiles y militares, es el balance trágico de esta intentona. En el Retén de Catia (ya demolido), donde miles de presos esperaban hacinados su sentencia, hubo un intento de fuga colectiva y más de 200 reclusos murieron acribillados.
Golpe controlado. Al evidenciarse el fracaso del golpe, el general Visconti voló con 92 de sus hombres en un Hércules C-130 de las Fuerzas Aéreas desde la base de Palo Negro (Aragua) hasta la ciudad de Iquitos, en Perú, donde el presidente Fujimori le concedió asilo.
Carlos Andrés Pérez controló la situación desde Miraflores. El primer mensaje televisivo lo dio a las 7:30 de la mañana. Reunido en gabinete de emergencia, el Consejo de Ministros decretó la suspensión de garantías, con el mismo articulado del 4-F. Asimismo se decretó toque de queda desde las 6:00 p.m. hasta las 6:00 a.m., aunque a partir del día siguiente se fue reduciendo el período.
Por decreto presidencial Nº 2669 CAP ordenó que se siguiera juicio mediante procedimiento extraordinario previsto en el título VIII del Libro I del Código de Justicia Militar. Esto fue objetado por abogados de los golpistas y la Corte sentenció a favor de éstos. El 4 de diciembre se instaló el Consejo de Guerra Accidental que inició el juicio a los implicados, bajo la presidencia del general Mario Enrique Montiel Argüello. Para el 8 de diciembre el general Néstor Lara Estraño informaba de unos 250 militares detenidos y 50 civiles por el 27-N.
La presencia de la Fiscalía General de la República fue determinante en la salvación de vidas humanas, a la hora de la rendición y, sobre todo, durante la retoma del canal 8, que estuvo dirigida por el general Vinicio Barrios Puche, comandante de la Policía Metropolitana. Se ha reconocido que si no se produce la presencia del Director General de La Fiscalía, Dr. Antonio José Herrera, muchos más habrían sido los muertos en el canal 8, que fue tomado por 31 hombres, casi todos del Batallón de Telecomunicaciones de Fuerte Tiuna.
Al igual que los golpistas del 4-F, los del 27-N se vieron beneficiados por el sobreseimiento de la causa ordenado por el presidente Rafael Caldera.

2002: golpe de derecha contra Chávez

La marcha del 11 de abril. Tras haberse declarado a partir del 11 de abril de 2002 una huelga general indefinida por parte de la Confederación de Trabajadores de Venezuela y Fedecámaras, y después de largos momentos de tensión política, se desencadena una serie de acontecimientos con tanta rapidez que desemboca en horas de la noche en un vacío de poder y se llega, finalmente, a la detención del presidente de la República, Hugo Chávez Frías, y a la consumación de lo que se consideró, en definitiva, un golpe de Estado.
Durante los días previos –9 y 10 de abril- se lleva a cabo, a medias, un paro general decretado por la CTV y secundado por Fedecámaras, partidos políticos de oposición, empleados de Pdvsa, organizaciones no gubernamentales, es decir, un amplio sector de la sociedad civil.
No acataron el paro los empleados del Metro de Caracas, los autobuses y carros por puesto, los afiliados a Fedepetrol, trabajadores de la economía informal y gran parte de los comercios. Las gasolineras y oficinas bancarias trabajaron con normalidad, en su gran mayoría.
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Pero el 11 de abril, además de llamar al pueblo a huelga general indefinida, se realizó una marcha que partió del Parque del Este en horas de la mañana y debía concluir en Chuao, frente a las oficinas de Pdvsa, empresa que llevaba dos meses en conflicto desde que el presidente Chávez designó una nueva junta directiva tras la renuncia del general Guaicaipuro Lameda.
Al llegar a Chuao la multitudinaria marcha –calculada por la mayoría de los observadores en 500.000 personas- Carmona Estanga invitó a todos a continuar hacia la avenida Bolívar, en tanto que otros dirigentes azuzaban a los concurrentes a seguir hacia Miraflores para pedir la renuncia de Chávez.
El directivo de Fedepetrol, Félix Jiménez, refiriéndose a la marcha del 11 de abril, dijo al día siguiente:
Habíamos hablado con el hoy nuevo Alto Mando Militar, pero ninguno de ellos nos había dado un sí o un no y eso nos preocupaba. Entonces nos llamaron y nos dijeron que ellos, los cuatro, sobrevolarían en un helicóptero la marcha que llegaría a Chuao para ver si tenía legitimidad y si la sobrevolaban varias veces, esa sería la señal de aprobación. Lucas Rincón también nos llamó para una reunión pero ya era muy tarde para una reunión sin resultados. Así que montados en la tarima y con el helicóptero sobrevolando, el pueblo pidió ir a Miraflores.” (Últimas Noticias, sábado 13 de abril de 2002).
Estando ya en la avenida Bolívar, varios dirigentes de la marcha anunciaron que continuarían hacia Miraflores, en cuyos alrededores estaban apostados los partidarios de Chávez. Al acercarse a esta zona los manifestantes de la oposición se exponían a un inevitable choque, que pudo haberse evitado. Para nadie era un secreto que los chavistas tenían tres días establecidos allí en apoyo al presidente, y sonaba como irresponsable enfrentar a los dos sectores en pugna. Para colmo, algo que nadie imaginaba, en el centro de la ciudad se colocaron estratégicamente francotiradores que hicieron una verdadera masacre en ambos bandos.
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Otro elemento perturbador fue la aparición de la Guardia Nacional que en forma evidente disparó contra una parte de los manifestantes, sumándose a la policía metropolitana que intentó reprimir la marcha y a la policía de Chacao, que actuaba fuera de su jurisdicción.
Como saldo doloroso de estos sucesos murieron este día 17 personas, casi todos con disparos en la cabeza, evidencia de los efectos de francotiradores. Los heridos pasaron de 100. Una investigación objetiva, a distancia de los hechos, revelará cómo cayeron las víctimas, tanto del bando de la oposición como del gobierno, y quiénes fueron los asesinos.
En las pantallas de televisión se observó a varios partidarios del oficialismo accionando sus armas contra una supuesta masa humana. El blanco de los disparos nunca apareció en cámara. Después se supo que los del MVR que disparaban desde el puente Llaguno lo hacían contra francotiradores apostados en el edificio La Nacional y en el hotel Edén, y contra policías que, protegidos por kioscos, disparaban contra manifestantes del puente Llaguno. Desde la avenida Baralt se hicieron disparos mortales contra varios chavistas.
Todo está todavía muy fresco, y debe dejarse que con el tiempo las investigaciones arrojen los resultados del caso. En este sentido la Asamblea Nacional designó con posterioridad una “Comisión de la verdad” con la tarea de investigar y tratar de aclarar los hechos.
El asunto es que la responsabilidad debe ser compartida. El diputado del partido Primero Justicia, Ramón José Medina, asumió públicamente la responsabilidad al confesar que “los que fuimos a Miraflores somos culpables de esos muertos; debemos asumir la responsabilidad; pero igualmente debe hacerlo el gobierno.” (Programa Debate. Globovisión. 20/ 04/ 2002.
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Ampliamente cubierta la marcha por los medios, en especial por los canales de televisión, salpicada con declaraciones de sus dirigentes, el presidente Chávez ordenó una serie de mini cadenas para contrarrestar la profusión de información dedicada a la oposición.
Entre tanto se empezaron a caldear los ánimos de ambas manifestaciones; en tempranas horas de la tarde corrió el rumor de que el presidente Chávez estaba preso en el Fuerte Tiuna, lo cual fue desmentido personalmente por el propio Chávez en cadena de radio y televisión.
El general Francisco Belisario Landis, comandante general de la Guardia Nacional, se comunicó telefónicamente en la tarde con el presidente de la CTV, Carlos Ortega, para pedirle que suspendiera la marcha, a lo cual el líder de los trabajadores respondió que, aunque le parecía de gran responsabilidad su solicitud, era imposible a esas alturas frenar ese río humano que había decidido avanzar hasta Miraflores.
Al parecer el presidente Chávez, todavía en Miraflores, dio la orden de activar el “Plan Ávila”, diseñado a raíz de los sucesos del 27 de febrero de 1989, con miras a controlar las manifestaciones que rebasen el orden público. Sólo puede ser activado este plan por instrucciones del presidente de la República al jefe del comando unificado de la Fuerza Armada Nacional (Cufan), cuyo titular era en ese momento el general Manuel Antonio Rosendo. Pero éste no obedeció la orden presidencial que, según las grabaciones reproducidas posteriormente, se limitaban a exigir que el ejército se mantuviera en forma disuasiva (Diario El Nacional. 24/04/02).
Así transcurrió el día. En la noche hizo su aparición ante los medios de comunicación social un grupo de generales y almirantes que representaban los cuatro componentes de la Fuerza Armada –Ejército, Armada, Guardia Nacional y Aviación.
Cada uno de los altos oficiales expuso que actuaba “institucionalmente”, que no se trataba de un “golpe de Estado” contra el presidente Chávez, y que en las próximas horas habría “nuevo gobierno” y que ellos apoyaban el gobierno transitorio.
Así se fue fraguando el golpe de Estado que culminó con la prisión del presidente de la República Hugo Chávez Frías. Al final de la noche ya el presidente Chávez no tenía el control del gobierno. Antes de las cuatro de la madrugada del día 12 el presidente fue apresado en el Palacio de Miraflores y trasladado a Fuerte Tiuna por los generales Manuel Antonio Rosendo y Eliécer Hurtado Soucre. Allí lo esperaban, como garantes de su vida, y a petición del propio Chávez, los obispos Baltasar Porras y José Luis Azuaje, presidente y secretario, respectivamente, de la Conferencia Episcopal. El presidente pidió perdón a monseñor Porras por lo que pudo haberlo ofendido, y ambos se abrazaron.
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En una actitud que generó polémica, el general en jefe Lucas Rincón informó al pueblo que Chávez había firmado la renuncia, pero nunca se mostró públicamente el documento, por lo que el Fiscal General de la República, Isaías Rodríguez, denunció este hecho y señaló que se trataba realmente de un “golpe de Estado”. A las pocas horas el Fiscal fue destituido por Carmona.
Realmente Chávez no renunció. Para hacerlo puso como condición que le permitieran salir del país junto con su familia, pero los militares, siguiendo el criterio del doctor Alan Brewer Carías, se negaron a dejarlo salir, alegando que se le debía seguir un juicio en Venezuela. Entonces Chávez se negó enfáticamente a firmar la renuncia (Por cierto, el doctor Alberto Quirós Corradi hizo en un foro una pregunta que demuestra su ignorancia al respecto: “¿Quién ha visto la renuncia de Emparan?” Pues, sí; Emparan sí renunció y firmó el acta del 19 de abril. Véase el Diccionario de Historia de Venezuela, Tomo 1, de la Fundación Polar).
Se manejó la figura de la “renuncia” para obtener el respaldo de la comunidad internacional, principalmente de los Estados Unidos; sin embargo, al día siguiente del golpe el Grupo de Río, reunido en ese momento en Costa Rica, se pronunció contra la interrupción del hilo constitucional en Venezuela. Igual actitud tomó la Unión Europea. México, Chile, Cuba, Perú, Paraguay, Brasil y Argentina desconocieron de inmediato el nuevo gobierno por considerarlo ilegítimo.
Treinta y cuatro países representados en la Organización de Estados Americanos (OEA) rechazaron el gobierno llamado de transición porque se trataba de una usurpación que iba contra la Carta Democrática Interamericana aprobada en Lima el 11 de setiembre de 2001 (Art. 1.- “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla.”).
Lo que no estuvo claro fue la actitud de Estados Unidos, que no dio el paso de desconocer el gobierno provisorio de Pedro Carmona, sino que, por el contrario, el embajador de ese país en Venezuela, Charles Shapiro, fue uno de los primeros en hacer acto de presencia en Miraflores para reunirse con el presidente Carmona.
Políticos y articulistas de Estados Unidos cuestionaron la actitud del gobierno de Bush. El senador demócrata Edward Kennedy dijo que “La Casa Blanca no ha calificado la caída de Chávez como un golpe de Estado sino como un cambio de gobierno y tampoco ha expresado satisfacción por el regreso del mandatario democráticamente electo. Esto es inconsistente con nuestra política exterior de promover la democracia en todo el mundo.
El fracaso de Estados Unidos para condenar el derrocamiento ilegal de un líder elegido democráticamente ha minado de una manera muy seria nuestra credibilidad en el Hemisferio Occidental.” (Diario El Nacional, 21/04/2002, pág. A/2).
En la misma madrugada se habló de la conformación de una Junta de Gobierno, pero ésta nunca se constituyó. Así, de una reunión con militares y algunos empresarios surgió el nombre del doctor Pedro Carmona Estanga, presidente de Fedecámaras y uno de los promotores de los paros realizados el 10 de diciembre de 2001 y en abril de 2002.
El golpe fue la consecuencia de una intensa presión que venía ejerciendo un sector de la sociedad civil, unida al conflicto que mantenían los empleados de Pdvsa. La CTV –cúpula de los trabajadores- y Fedecámaras –cúpula empresarial- capitalizaron los más variados sentimientos de una oposición heterogénea pero cohesionada en torno a un mismo objetivo: la salida de Chávez del poder.
El 12 de abril de 2002: Se consuma un golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez Frías, como consecuencia de varios días de presión política de un amplio sector de la sociedad civil, incluidos varios medios de comunicación social, que contó en horas tempranas de la noche del 11 de abril con el respaldo institucional de por lo menos treinta generales de los diversos componentes de la Fuerza Armada.
Reunidos los generales con un grupo de empresarios, después que fue difundida en la madrugada de este día la noticia de que el presidente Chávez había renunciado, se escogió para presidir el gobierno transitorio al doctor Pedro Carmona Estanga, hasta ese momento presidente de Fedecámaras.
La designación sorprendió a quienes habían compartido con Carmona la marcha y la huelga general, es decir, a los líderes de la CTV, empezando por el propio Carlos Ortega. Carmona se había reunido poco tiempo antes con Ortega y otros amigos en un canal de televisión, dijo que iba a bañarse y a descansar algo, y de repente se enteran de que está en Fuerte Tiuna y es el presidente seleccionado.
En este sentido han comentado los periodistas que desde el mismo 11 de abril en la tarde ya Carmona se había deslindado de Carlos Ortega. Se dice que lo utilizó para tener el respaldo popular que por sí mismo no tenía el presidente de Fedecámaras. Ahora, confiando sólo en su jefe en la empresa petrolera Venoco, Isaac Pérez Recao, de 32 años de edad, Carmona se lanza por su cuenta a organizar gobierno (Patricia Poleo. El Nuevo País, 18/04/2002).(Pedro Carmona Estanga negó reiteradamente esta información).
Consumado el golpe, preso el presidente Hugo Chávez Frías y seleccionado por los generales el presidente del gobierno interino, se dio paso en el Palacio de Miraflores a un acto que ha sido considerado por los analistas políticos como una “bufonada monárquica”.
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En efecto, a las 4 de la tarde del 12 de abril Carmona se juramentó al estilo de los monarcas absolutos, ante nadie; se comentó como una “auto proclamación”; lógicamente no juró con la mano sobre la Constitución, porque estaba previsto que la iba a dejar de lado, violándola desde un principio.
El acta constitutiva del nuevo gobierno, leída por Daniel Romero, ex secretario privado de Carlos Andrés Pérez, fue firmada por representantes de diversos sectores de la sociedad venezolana: monseñor Ignacio cardenal Velasco, por la iglesia católica; José Curiel (Copei) por los partidos políticos; Miguel Ángel Martínez por los medios de comunicación; Carlos Fernández, por Fedecámaras, entre otros.
En sus palabras inaugurales, Carmona Estanga señaló que “Ha concluido una etapa política en Venezuela que, lamentablemente, tuvo como riesgo el afianzamiento de un modelo que se caracterizó por una línea autoritaria.”
En su primer decreto el presidente provisorio elimina el adjetivo “bolivariana” del nombre de la República de Venezuela; disuelve la Asamblea Nacional y todos los Poderes Públicos y anuncia su reorganización; igualmente anuncia la facultad de suspender a los gobernadores, alcaldes y concejales elegidos popularmente; crea un Consejo Consultivo de 35 personas (nunca se conocieron sus nombres); anuncia la convocatoria de elecciones en un plazo no mayor de 365 días; deja sin efecto los 48 decretos dictados por Chávez mediante la última Ley Habilitante.
También anunció Carmona Estanga el nuevo gabinete que lo acompañaría: Rafael Damiani Bustillos (Interior y Justicia), León Arismendi (Planificación), Raúl De Armas (Agricultura), José Rodríguez Iturbe (Relaciones Exteriores), Héctor Ramírez Pérez (Defensa), Rafael Arreaza (Salud), Leopoldo Martínez (Finanzas), César Carballo (Trabajo), Jesús Briceño G. (Secretaría), Daniel Romero (Procurador).
Los demás ministros serían designados después, y se fijó el día siguiente para la juramentación. Carmona no conformó nunca la junta anunciada. Actuó solo, asesorado por Isaac Pérez Recao –según artículo de Patricia Poleo, - quien se opuso a la constitución de la junta: el general Vásquez Velazco le preguntó a Carmona sobre la junta, diciéndole que se había acordado que fueran tres miembros, un representante de la Fuerza Armada, uno del empresariado y otro de los trabajadores; fue cuando a Isaac Pérez Recao, “presente junto con Carmona, quien se comportaba ante él como un subalterno, le pareció una insubordinación que el comandante del ejército se atreviera a hacer tales preguntas ante quien ya se presentaba como Presidente de la República, por lo que, frente a testigos, manoteándolo, lo puso en su sitio: “¡Aquí dijimos que no va a haber militares! ¡Es Pedro solo y punto!”. (El Nuevo País, 18/04/2002). (Carmona negó también esta información).
Se especuló que el acaudalado Isaac Pérez Recao fue quien financió la defensa de los militares que se pronunciaron tempranamente contra el presidente Chávez.
Igualmente aportó Pérez Recao fuertes sumas para la llegada de Carmona al poder, y su guardia “caucásica” fue la que escoltó al presidente interino en el acto de juramentación, luciendo armas lanza granadas de fabricación israelita.
También asegura Patricia Poleo que todos los ministros de Carmona los nombró Isaac Pérez Recao.
El sábado 13 de abril es el fin del gobierno de Carmona. El sábado 13 de abril amanecieron los medios dando cuenta de la salida de Hugo Chávez Frías del poder. Un diario de circulación nacional titulaba: SE ACABÓ. Otro decía: RENUNCIÓ CHÁVEZ, al tiempo que editorializaba: Los muertos de Hugo. Una publicación semanal –recogida por los mismos editores al día siguiente- en una portada dantesca tituló: LAS ÚLTIMAS HORAS DEL TIRANO.
Amaneció, en verdad, un nuevo gobierno en Venezuela, presidido por el empresario Pedro Carmona Estanga. Pero en la misma mañana de este día un grupo de partidarios del depuesto presidente Chávez se aglomeró alrededor del Fuerte Tiuna, donde estaba preso el jefe de Estado –no había renunciado- gritando consignas revolucionarias y exigiendo que le permitieran a Chávez presentarse en televisión.
Mientras avanzaba el día empieza a saberse a través de emisoras y televisoras del extranjero que varios batallones o guarniciones se habían alzado a favor del gobierno legítimo y no convalidaban el golpe de Estado. Lideraba el alzamiento el general Raúl Isaías Baduel, comandante de la 42 brigada de paracaidistas. Las televisoras comerciales de Venezuela no daban cuenta de estas manifestaciones.
Papel importante en el retorno de Chávez jugó el general Jorge Luis García Carneiro, comandante de la tercera división de infantería. Estuvo siempre en contacto con el presidente Chávez y con los generales golpistas, así como con el general Baduel. En el momento oportuno actuó a favor de la legalidad y de la Constitución y dio entusiasta respaldo, montado sobre un tanque, a la multitud que crecía por momentos frente a Fuerte Tiuna.
Hacia el mediodía se alza también el regimiento de la Guardia de Honor del Palacio de Miraflores, bajo la responsabilidad del coronel Jesús Morao y del comandante Celso Canelones. Esto permitió que desde las tres de la tarde fuese tomada la sede del gobierno por los afectos al régimen chavista, y que quedaran detenidos en su interior los ministros que horas más tarde iban a ser juramentados por el presidente interino Pedro Carmona Estanga. Éste logró salir de Miraflores a las 2:40 p.m., minutos antes de que entrara la avalancha popular. No pudo regresar a Miraflores y debió despachar en Fuerte Tiuna, donde ese mismo 13 de abril fue hecho prisionero por militares leales al régimen democrático. La acción de apresar a Carmona y de rendir a los generales comprometidos en el golpe estuvo dirigida por el coronel José Gregorio Montilla, acompañado de tres capitanes y un mayor.
Alrededor de las 10 de la noche de este día el presidente de la Asamblea Nacional, Licenciado William Lara, en sesión extraordinaria de la Asamblea celebrada en Miraflores, juramentó como presidente provisional de Venezuela al vicepresidente Diosdado Cabello, de acuerdo con la Constitución Nacional. La mayoría de los ministros del gabinete de Chávez presenció el acto, transmitido por Venezolana de Televisión. Los ministros reasumieron de inmediato sus funciones.
Ante la circunstancia irremediable, el presidente provisorio se vio conminado a renunciar. Lo hizo ante las cámaras de televisión unos minutos después de la juramentación de Diosdado. Estanga permaneció detenido durante unas horas en Fuerte Tiuna y de allí fue trasladado a la Disip.
¿Qué había pasado? Antes de terminar el día ya era enorme la concentración de chavistas frente a Fuerte Tiuna y alrededor de Miraflores y de Venezolana de Televisión, el canal del Estado. Por otra parte, para ese momento el 80 % de las unidades militares se habían pronunciado a favor de la legalidad, rechazando el intento de golpe.
Los generales que dieron paso a Carmona Estanga no tenían influencia en las unidades operativas de la Fuerza Armada. En la mañana del sábado 13 se constituyó en Maracay un comando que desconoció el nuevo gobierno. Ese comando lo integraron el vicealmirante Fernando Camejo, y los generales Raúl Baduel, designado jefe de operaciones, Julio García Montoya, Alí Uzcátegui, Pedro Torres Finol y Luis Acevedo (estos dos últimos fallecieron seis días más tarde, al estrellarse el helicóptero en que viajaban, el 19 de abril de 2002).
En el comunicado emitido por dicho comando se exigía garantizar “la integridad física del presidente Hugo Chávez Frías y la forma de corroborarlo es presentándolo por televisión, que lo lleven hasta el Palacio de Miraflores y lo entreguen al coronel Jesús Morao, quien debe asumir su custodia y restituirlo a su sitio de trabajo como Presidente de la República.
Esta situación militar más una serie de errores cometidos por Carmona Estanga en su decreto inicial, la inmediata violación de los derechos humanos, la suspensión de la Constitución de 1999 y la toma de las calles por el sector de la sociedad civil en apoyo al presidente Chávez, obligó a los generales que dieron el golpe a condicionar públicamente a Carmona.
Entre las exigencias estaban las de respetar los derechos humanos, restituir el nombre de República Bolivariana de Venezuela, vigencia de la Constitución de 1999, respeto a los alcaldes y gobernadores elegidos por el pueblo.
Por otra parte, a eso de las 11 de la noche se difundió el contenido de un fax que el presidente había logrado que se pasara, explicando que no había renunciado:
Turiamo, 13 de abril 2002, a las 14:45 hrs. Al pueblo venezolano (y a quien pueda interesar). Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, declaro: no he renunciado al poder legítimo que el pueblo me dio. Para siempre. Hugo Chávez Frías.
La difusión de este fax renovó los bríos y aumentó el entusiasmo entre los partidarios de Chávez.
Finalmente, gracias a la presión popular y a la respuesta de respaldo de los cuadros medios del ejército, los generales golpistas fueron sometidos; y Chávez, preso ya en la isla La Orchila, después de haber pasado unas horas en Turiamo, fue rescatado por el regimiento de paracaidistas y retornó al Palacio de Miraflores en la madrugada del 14 de abril, es decir, 48 horas después del golpe. Chávez salió de Miraflores a las 3:17 a.m. del 12 de abril; regresó en un helicóptero artillado a las 3:17 a.m. del día 14.
Había concluido el gobierno efímero de Carmona Estanga. El humor criollo, que ha hecho estragos en todos los presidentes de Venezuela, comenzó a llamar a Carmona el “Presidente Aerocav: recibe hoy y entrega mañana”.
El doctor Carmona recibió la casa por cárcel después que un tribunal lo decidió así. En su casa declaró que su “llegada a Miraflores no fue fruto de una conspiración ni de una rebelión, sino de un momento de caos político y social en el que se había generado un vacío de poder...” “En todo momento se me ha brindado un tratamiento justo, adecuado y excelente, con apego y respeto a los derechos humanos”.
14 de abril: el retorno de Chávez. El presidente Hugo Chávez Frías retornó al poder 48 horas después, luego que miembros de la 42 brigada del regimiento de paracaidistas, acantonada en Maracay, lo rescatara en La Orchila, donde había sido confinado. El jefe de la operación fue el general Manuel Baduel.
Chávez, dispuesto a renunciar a la presidencia si se le facilitaba la salida del país junto con su familia, se negó a firmar la renuncia porque los generales que dieron el golpe rechazaron las condiciones puestas por el presidente.
Chávez solicitó la presencia de monseñor Ignacio Velasco para que sirviera de garante de su vida y lo acompañara a Caracas una vez liberado. Velasco aceptó “porque tenía que cumplir una misión humanitaria”.
El presidente conversó a solas con el cardenal Velasco a orillas del mar. Juntos oraron y harían muchas reflexiones. El cardenal reveló que Chávez le dijo en La Orchila: “Monseñor, es una lección que Dios nos ha dado a todos; todos tenemos que aprender a rectificar.” “El presidente me pidió perdón, y yo se lo di...Yo creo que fue muy sincero en sus palabras.
Sobre la paradisíaca isla venezolana se posaron seis helicópteros artillados que iban con la misión de rescatar a Chávez. De regreso, sólo uno descendió en Miraflores, donde lo esperaba una muchedumbre dando ¡Vivas! a Chávez y a la revolución bolivariana. Eran las 3:17 de la madrugada.
Minutos más tarde, pasadas las 3:30 a.m., Chávez reasume la presidencia al juramentarse ante Diosdado Cabello, en presencia de sus ministros y de gran parte de los diputados de la Asamblea Nacional.
Quedó restituido el orden constitucional. El presidente ofrece al pueblo un mensaje de conciliación, de rectificación, de paz, no de retaliaciones, sin odios ni rencores. Invitó al diálogo y a la reflexión. Dijo que aceptaba las críticas en lo político, social, económico, territorial, internacional.
Como un paso positivo hacia la conciliación nacional, Chávez anunció que aceptó la renuncia de la junta directiva de Petróleos de Venezuela, uno de los factores del conflicto social que degeneró en el golpe de Estado.
Dos días más tarde, el 16 de abril, el presidente Chávez recibió a una misión del Consejo Permanente de la OEA, encabezada por su presidente, César Gaviria, quien al llegar a Caracas reconoció la legitimidad del gobierno democrático del presidente Chávez.
Su propósito fue el de hacer una evaluación objetiva de los acontecimientos ocurridos desde el 11 de abril. Puntualizó que “sólo conversará con personas que respeten la Carta Magna y acepten que ese es el instrumento jurídico que pauta las normas en una democracia...
Indicó también que para los 34 países de la OEA “no cabe duda sobre la legitimidad del gobierno de Chávez”.


12 de abril

2002: Se consuma un golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez Frías, como consecuencia de varios días de presión política de un amplio sector de la sociedad civil, incluidos varios medios de comunicación social, que contó en horas tempranas de la noche del 11 de abril con el respaldo institucional de por lo menos treinta generales de los diversos componentes de la Fuerza Armada.
Reunidos los generales con un grupo de empresarios, después que fue difundida en la madrugada de este día la noticia de que el presidente Chávez había renunciado, se escogió para presidir el gobierno transitorio al doctor Pedro Carmona Estanga, hasta ese momento presidente de Fedecámaras.
La designación sorprendió a quienes habían compartido con Carmona la marcha y la huelga general, es decir, a los líderes de la CTV, empezando por el propio Carlos Ortega. Carmona se había reunido poco tiempo antes con Ortega y otros amigos en un canal de televisión, dijo que iba a bañarse y a descansar algo, y de repente se enteran de que está en Fuerte Tiuna y es el presidente seleccionado.
En este sentido han comentado los periodistas que desde el mismo 11 de abril en la tarde ya Carmona se había deslindado de Carlos Ortega. Se dice que lo utilizó para tener el respaldo popular que por sí mismo no tenía el presidente de Fedecámaras. Ahora, confiando sólo en su jefe en la empresa petrolera Venoco, Isaac Pérez Recao, de 32 años de edad, Carmona se lanza por su cuenta a organizar gobierno (Patricia Poleo. El Nuevo País, 18/04/2002).(Pedro Carmona Estanga negó reiteradamente esta información).
Consumado el golpe, preso el presidente Hugo Chávez Frías y seleccionado por los generales el presidente del gobierno interino, se dio paso en el Palacio de Miraflores a un acto que ha sido considerado por los analistas políticos como una “bufonada monárquica”.
En efecto, a las 4 de la tarde del 12 de abril Carmona se juramentó al estilo de los monarcas absolutos, ante nadie; se comentó como una “auto proclamación”; lógicamente no juró con la mano sobre la Constitución, porque estaba previsto que la iba a dejar de lado, violándola desde un principio.
El acta constitutiva del nuevo gobierno, leída por Daniel Romero, ex secretario privado de Carlos Andrés Pérez, fue firmada por representantes de diversos sectores de la sociedad venezolana: monseñor Ignacio cardenal Velasco, por la iglesia católica; José Curiel (Copei) por los partidos políticos; Miguel Ángel Martínez por los medios de comunicación; Carlos Fernández, por Fedecámaras, entre otros.
En sus palabras inaugurales, Carmona Estanga señaló que “Ha concluido una etapa política en Venezuela que, lamentablemente, tuvo como riesgo el afianzamiento de un modelo que se caracterizó por una línea autoritaria.”
En su primer decreto el presidente provisorio elimina el adjetivo “bolivariana” del nombre de la República de Venezuela; disuelve la Asamblea Nacional y todos los Poderes Públicos y anuncia su reorganización; igualmente anuncia la facultad de suspender a los gobernadores, alcaldes y concejales elegidos popularmente; crea un Consejo Consultivo de 35 personas (nunca se conocieron sus nombres); anuncia la convocatoria de elecciones en un plazo no mayor de 365 días; deja sin efecto los 48 decretos dictados por Chávez mediante la última Ley Habilitante.
También anunció Carmona Estanga el nuevo gabinete que lo acompañaría: Rafael Damiani Bustillos (Interior y Justicia), León Arismendi (Planificación), Raúl De Armas (Agricultura), José Rodríguez Iturbe (Relaciones Exteriores), Héctor Ramírez Pérez (Defensa), Rafael Arreaza (Salud), Leopoldo Martínez (Finanzas), César Carballo (Trabajo), Jesús Briceño G. (Secretaría), Daniel Romero (Procurador).
Los demás ministros serían designados después, y se fijó el día siguiente para la juramentación.
Carmona no conformó nunca la junta anunciada. Actuó solo,
asesorado por Isaac Pérez Recao –según artículo de Patricia Poleo, - quien se opuso a la constitución de la junta: el general Vásquez Velazco le preguntó a Carmona sobre la junta, diciéndole que se había acordado que fueran tres miembros, un representante de la Fuerza Armada, uno del empresariado y otro de los trabajadores; fue cuando a Isaac Pérez Recao, “presente junto con Carmona, quien se comportaba ante él como un subalterno, le pareció una insubordinación que el comandante del ejército se atreviera a hacer tales preguntas ante quien ya se presentaba como Presidente de la República, por lo que, frente a testigos, manoteándolo, lo puso en su sitio: “¡Aquí dijimos que no va a haber militares! ¡Es Pedro solo y punto!”. (El Nuevo País, 18/04/2002). (Carmona negó también esta información).
Se especuló que el acaudalado Isaac Pérez Recao fue quien financió la defensa de los militares que se pronunciaron tempranamente contra el presidente Chávez.
Igualmente aportó Pérez Recao fuertes sumas para la llegada de Carmona al poder, y su guardia “caucásica” fue la que escoltó al presidente interino en el acto de juramentación, luciendo armas lanza granadas de fabricación israelita.
También asegura Patricia Poleo que todos los ministros de Carmona los nombró Isaac Pérez Recao (v. 11, 13 y 14 de abril de 2002).
2002: Horas antes de que el presidente Carmona Estanga dictara su primer decreto, se desató una serie de allanamientos en busca de funcionarios del régimen depuesto de Hugo Chávez Frías.
Entre los primeros detenidos mediante allanamiento figuraron el ministro del Interior y de Justicia, Ramón Rodríguez Chacín y el diputado Tarek William Saab.
La forma como se hizo este operativo, acompañado de los medios de comunicación, causó indignación en la población venezolana, incluida gran parte de la opuesta a Chávez.
2002: Violando todos los acuerdos internacionales, grupos que apoyaban el nuevo gobierno presidido por Carmona Estanga rodearon la embajada de Cuba en Venezuela, le cortaron el suministro de luz y de agua y causaron destrozos en la sede diplomática.
Pedían los manifestantes que les entregaran a chavistas supuestamente asilados en la embajada. La intervención de las autoridades policiales evitó mayores males. El presidente Carmona ofreció excusas al embajador cubano, Germán Sánchez Otero.
2002: Amparados en la situación política imperante –un verdadero caos-, por el golpe de Estado producido, maleantes de oficio, delincuentes comunes y fanáticos militantes de organizaciones políticas se dedicaron a saquear y a quemar criminalmente abastos y comercios de varios sectores populares de Caracas.
Fue una acción irracional que se extendió hasta el lunes 15 de abril, con un resultado de más de 450 locales saqueados y destrozados y 57 incendios. Lo más doloroso, la pérdida de veinte vidas humanas víctimas de un choque de “iguales” y de los que por “enfermedad social” abalean sin piedad y se ceban en la desgracia de los demás.
Las pérdidas materiales por estos saqueos, destrozos e incendios fueron multimillonarias, calculadas a priori en más de 200 millardos de bolívares, lo cual contribuyó a agravar la crisis económica del país y a provocar un amplio sector de comerciantes que quedaron totalmente en la ruina. Las compañías de seguros rechazaron cubrir las pérdidas por saqueos.

13 de abril.

2002: El sábado 13 de abril amanecieron los medios dando cuenta de la salida de Hugo Chávez Frías del poder. Un diario de circulación nacional titulaba: SE ACABÓ. Otro decía: RENUNCIÓ CHÁVEZ, al tiempo que editorializaba: Los muertos de Hugo. Una publicación semanal –recogida por los mismos editores al día siguiente- en una portada dantesca tituló: LAS ÚLTIMAS HORAS DEL TIRANO.
Amaneció, en verdad, un nuevo gobierno en Venezuela, presidido por el empresario Pedro Carmona Estanga. Pero en la misma mañana de este día un grupo de partidarios del depuesto presidente Chávez se aglomeró alrededor del Fuerte Tiuna, donde estaba preso el jefe de Estado –no había renunciado- gritando consignas revolucionarias y exigiendo que le permitieran a Chávez presentarse en televisión.
Mientras avanzaba el día empieza a saberse a través de emisoras y televisoras del extranjero que varios batallones o guarniciones se habían alzado a favor del gobierno legítimo y no convalidaban el golpe de Estado. Lideraba el alzamiento el general Raúl Isaías Baduel, comandante de la 42 brigada de paracaidistas. Las televisoras comerciales de Venezuela no daban cuenta de estas manifestaciones.
Papel importante en el retorno de Chávez jugó el general Jorge Luis García Carneiro, comandante de la tercera división de infantería. Estuvo siempre en contacto con el presidente Chávez y con los generales golpistas, así como con el general Baduel. En el momento oportuno actuó a favor de la legalidad y de la Constitución y dio entusiasta respaldo, montado sobre un tanque, a la multitud que crecía por momentos frente a Fuerte Tiuna.
Hacia el mediodía se alza también el regimiento de la Guardia de Honor del Palacio de Miraflores, bajo la responsabilidad del coronel Jesús Morao y del comandante Celso Canelones. Esto permitió que desde las tres de la tarde fuese tomada la sede del gobierno por los afectos al régimen chavista, y que quedaran detenidos en su interior los ministros que horas más tarde iban a ser juramentados por el presidente interino Pedro Carmona Estanga. Éste logró salir de Miraflores a las 2:40 p.m., minutos antes de que entrara la avalancha popular. No pudo regresar a Miraflores y debió despachar en Fuerte Tiuna, donde ese mismo 13 de abril fue hecho prisionero por militares leales al régimen democrático. La acción de apresar a Carmona y de rendir a los generales comprometidos en el golpe estuvo dirigida por el coronel José Gregorio Montilla, acompañado de tres capitanes y un mayor.
Alrededor de las 10 de la noche de este día el presidente de la Asamblea Nacional, Licenciado William Lara, en sesión extraordinaria de la Asamblea celebrada en Miraflores, juramentó como presidente provisional de Venezuela al vicepresidente Diosdado Cabello, de acuerdo con la Constitución Nacional. La mayoría de los ministros del gabinete de Chávez presenció el acto, transmitido por Venezolana de Televisión. Los ministros reasumieron de inmediato sus funciones.
Ante la circunstancia irremediable, el presidente provisorio se vio conminado a renunciar. Lo hizo ante las cámaras de televisión unos minutos después de la juramentación de Diosdado. Estanga permaneció detenido durante unas horas en Fuerte Tiuna y de allí fue trasladado a la Disip.
¿Qué había pasado? Antes de terminar el día ya era enorme la concentración de chavistas frente a Fuerte Tiuna y alrededor de Miraflores y de Venezolana de Televisión, el canal del Estado. Por otra parte, para ese momento el 80 % de las unidades militares se habían pronunciado a fa vor de la legalidad, rechazando el intento de golpe.
Los generales que dieron paso a Carmona Estanga no tenían influencia en las unidades operativas de la Fuerza Armada. En la mañana del sábado 13 se constituyó en Maracay un comando que desconoció el nuevo gobierno. Ese comando lo integraron el vicealmirante Fernando Camejo, y los generales Raúl Baduel, designado jefe de operaciones, Julio García Montoya, Alí Uzcátegui, Pedro Torres Finol y Luis Acevedo (estos dos últimos fallecieron seis días más tarde, al estrellarse el helicóptero en que viajaban, el 19 de abril de 2002).
En el comunicado emitido por dicho comando se exigía garantizar “la integridad física del presidente Hugo Chávez Frías y la forma de corroborarlo es presentándolo por televisión, que lo lleven hasta el Palacio de Miraflores y lo entreguen al coronel Jesús Morao, quien debe asumir su custodia y restituirlo a su sitio de trabajo como Presidente de la República.
Esta situación militar más una serie de errores cometidos por Carmona Estanga en su decreto inicial, la inmediata violación de los derechos humanos, la suspensión de la Constitución de 1999 y la toma de las calles por el sector de la sociedad civil en apoyo al presidente Chávez, obligó a los generales que dieron el golpe a condicionar públicamente a Carmona.
Entre las exigencias estaban las de respetar los derechos humanos, restituir el nombre de República Bolivariana de Venezuela, vigencia de la Constitución de 1999, respeto a los alcaldes y gobernadores elegidos por el pueblo.
Por otra parte, a eso de las 11 de la noche se difundió el contenido de un fax que el presidente había logrado que se pasara, explicando que no había renunciado:
Turiamo, 13 de abril 2002, a las 14:45 hrs. Al pueblo venezolano (y a quien pueda interesar). Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, declaro: no he renunciado al poder legítimo que el pueblo me dio. Para siempre, Hugo Chávez Frías.
La difusión de este fax renovó los bríos y aumentó el entusiasmo entre los partidarios de Chávez.
Finalmente, gracias a la presión popular y a la respuesta de respaldo de los cuadros medios del ejército, los generales golpistas fueron sometidos; y Chávez, preso ya en la isla La Orchila, después de haber pasado unas horas en Turiamo, fue rescatado por el regimiento de paracaidistas y retornó al Palacio de Miraflores en la madrugada del 14 de abril, es decir, 48 horas después del golpe. Chávez salió de Miraflores a las 3:17 a.m. del 12 de abril; regresó en un helicóptero artillado a las 3:17 a.m. del día 14.
Había concluido el gobierno efímero de Carmona Estanga. El humor criollo, que ha hecho estragos en todos los presidentes de Venezuela, comenzó a llamar a Carmona el “Presidente Aerocav: recibe hoy y entrega mañana”.
El doctor Carmona recibió la casa por cárcel después que un tribunal lo decidió así. En su casa declaró que su “llegada a Miraflores no fue fruto de una conspiración ni de una rebelión, sino de un momento de caos político y social en el que se había generado un vacío de poder...” “En todo momento se me ha brindado un tratamiento justo, adecuado y excelente, con apego y respeto a los derechos humanos”.

14 de abril

2002: El presidente Hugo Chávez Frías, que había sido derrocado mediante golpe de Estado en la madrugada del 12 de abril, retornó al poder 48 horas después, luego que miembros de la 42 brigada del regimiento de paracaidistas, acantonada en Maracay, lo rescatara en La Orchila, donde había sido confinado. El jefe de la operación fue el general Manuel Baduel.
Chávez, dispuesto a renunciar a la presidencia si se le facilitaba la salida del país junto con su familia, se negó a firmar la renuncia porque los generales que dieron el golpe rechazaron las condiciones puestas por el presidente.
Chávez solicitó la presencia de monseñor Ignacio Velasco para que sirviera de garante de su vida y lo acompañara a Caracas una vez liberado. Velasco aceptó “porque tenía que cumplir una misión humanitaria”.
El presidente conversó a solas con el cardenal Velasco a orillas del mar. Juntos oraron y harían muchas reflexiones. El cardenal reveló que Chávez le dijo en La Orchila: “Monseñor, es una lección que Dios nos ha dado a todos; todos tenemos que aprender a rectificar.” “El presidente me pidió perdón, y yo se lo di...Yo creo que fue muy sincero en sus palabras.
Sobre la paradisíaca isla venezolana se posaron seis helicópteros artillados que iban con la misión de rescatar a Chávez. De regreso, sólo uno descendió en Miraflores, donde lo esperaba una muchedumbre dando ¡Vivas! a Chávez y a la revolución bolivariana. Eran las 3:17 de la madrugada.
Minutos más tarde, pasadas las 3:30 a.m., Chávez reasume la presidencia al juramentarse ante Diosdado Cabello, en presencia de sus ministros y de gran parte de los diputados de la Asamblea Nacional.
Quedó restituido el orden constitucional. El presidente ofrece al pueblo un mensaje de conciliación, de rectificación, de paz, no de retaliaciones, sin odios ni rencores. Invitó al diálogo y a la reflexión. Dijo que aceptaba las críticas en lo político, social, económico, territorial, internacional.
Como un paso positivo hacia la conciliación nacional, Chávez anunció que aceptó la renuncia de la junta directiva de Petróleos de Venezuela, uno de los factores del conflicto social que degeneró en el golpe de Estado.
Dos días más tarde, el 16 de abril, el presidente Chávez recibió a una misión del Consejo Permanente de la OEA, encabezada por su presidente, César Gaviria, quien al llegar a Caracas reconoció la legitimidad del gobierno democrático del presidente Chávez.
Su propósito fue el de hacer una evaluación objetiva de los acontecimientos ocurridos desde el 11 de abril. Puntualizó que “sólo conversará con personas que respeten la Carta Magna y acepten que ese es el instrumento jurídico que pauta las normas en una democracia...
Indicó también que para los 34 países de la OEA “no cabe duda sobre la legitimidad del gobierno de Chávez”.