La Producción Agrícola: La caña de azúcar y Otros Productos


Originaria de China o de la India, en toda caso del centro de Asia, llegó hasta nosotros desde las Islas Canarias a través de las Antillas. Desde luego que Juan de Ampíes cultivó exitosamente la caña en Santo Domingo, es probable que él mismo la haya sembrado en Coro, cuando fundó su ranchería, a partir de julio de 1527. Lo cierto es que la planta pasó de Coro a El Tocuyo, donde ya Nicolás Federmann, en 1536, halló que los nativos tenían "ingenios de azúcar y cogen algodón, y han comenzado a vestirse"; y aparece también mencionada la caña tocuyana en un informe de 1578.

Mucho debió haber progresado el cultivo de la cañamiel en El Tocuyo, pues según afirmación de la historiadora Ermila Troconis de Veracoechea, "en el siglo XVIII la mayor industria de la región fue la elaboración de azúcar en los múltiples trapiches de las haciendas". Para 1761 había en esta ciudad larense 58 trapiches, con una producción valorada en 114.660 pesos de plata. En dicha producción El Tocuyo ejerció el monopolio durante más de cien años, hasta que por el año de 1766 le hicieron dura competencia las demás ciudades y villas con sendos trapiches, instalados cada vez con mejores técnicas.

Ya al final del siglo XVI se podía ver a orillas de los ríos caraqueños y en los risueños Valles de Aragua, "la caña hermosa de do la miel se acendra, por quien desdeña el mundo los panales". (Andrés Bello, La Agricultura de la Zona Tórrida). En 1609, según se tiene noticia, se concedió licencia a Juan de Guevara para fundar en Caracas el primer trapiche de caña, "en terrenos del Guaire abajo". Arístides Rojas lo anuncia con lenguaje emocionado: "el primer torreón que lanzó a los aires su penacho de humo en el valle de Caracas indicando el nacimiento de la industria sacarina, estuvo más abajo del Anauco".

Ricos cañamelares se plantaron en los alrededores de la laguna de Valencia, donde se llegaron a contar hasta 19 ingenios, con una producción de 19.250 pesos; en las regiones andinas, en Cumaná, en los Valles del Tuy, en San Sebastián de los Reyes, en Barquisimeto... En el extenso valle de Caracas, en terrenos de la actual Universidad Central de Venezuela, Andrés Ibarra sembró los más grandes plantíos de cañamiel, con su altivo torreón, mudo testigo de esos tiempos.

El caso es que para la segunda mitad del siglo XVIII se tenía por muy alta la producción de azúcares en el país, tal como lo pinta en su Descripción Exacta de la Provincia de Venezuela don José Luis de Cisneros: "está cultivada de muchas haciendas de cañas, ingenios de azúcar y trapiches de grandes fondos en que se labra gran cantidad de azúcar blanca y prieta; y es el segundo fruto de más crédito en esta Provincia, de el que se consume con gran exceso en el país, por no hacerse comercio para la Europa".

Según el sabio Humboldt, los tres tipos de caña que se producían en el país fueron: la antigua caña criolla, la otajeti y la batavia, o caña morada, originaria de Java, que era la preferida para fabricar el ron. La otajeti, llamada también otaiti, fue traída de Trinidad en 1798 por Simón de Mayera, Martín de Iriarte, Manuel Ayala y Andrés Ibarra.

La caña de azúcar se utilizó fundamentalmente para el consumo local. Se comía mucho dulce y se bebía mucho aguardiente de caña, pese a la prohibición de los alambiques. Para 1775 existían 348 trapiches con una producción de 70.000 arrobas de aguardiente al año. Para ese mismo año, el consumo de papelón en la sola provincia de Venezuela era de 389.358 arrobas.

La exportación de azúcar no fue notable. En 1607 se exportaron 139 arrobas, y cincuenta años más tarde, apenas doscientas arrobas más. Aumentó en 1793 cuando la exportación alcanzó a 14.162 libras. En 1809, primera década del siglo XIX, se exportaron 486.523 libras de azúcar.

Explica Depons que "La comida de la gente acomodaba se compone casi por completo de dulces, y el dulce, en los festines, es el servicio en que se pone mayor ostentación. Yo he asistido a comidas de cuarenta o cincuenta personas y he visto más de trescientos platos de toda suerte de dulces, puestos para cautivar la admiración de los invitados, en una mesa aparte de aquella donde se sirvió la comida. Basta decir que no hay negro libre o esclavo, obligado muchas veces a no hacer más de una comida diaria, que no tenga un poco de cacao hervido en una gran cantidad de agua y un pedazo grande de papelón o azúcar en bruto, que va comiendo como si fuera pan, mientras saborea su escudillas de chocolate, o por mejor decir, de tintura de cacao, de la cual bebe a ratos como solemos hacer con el té cuando está muy caliente. A esta bebida la llaman chorote. Aunque no lo preparan con mucho cacao, está tan generalizada que en ella se emplea una buena parte de la producción de cacao. De tal modo que, según cálculos en nada exagerados, solamente en la Provincia de Venezuela se gastan anualmente cuarenta mil quintales de cacao y una cantidad mucho mayor de azúcar" (Francisco Depons. Viaje a la parte oriental de Tierra Firme en la América Meridional. Tomo II. Pág. 49. Banco Central de Venezuela. Volumen V. Caracas, 1960).

Otros frutos


Naturalmente que no eran éstos los únicos productos de la época provincial. La economía agrícola de estos siglos hispánicos se complementaba con otros frutos no menos apetecibles, como el plátano, "fecundo, sano y sabroso pan del pobre y del esclavo" (Baralt); el arroz, "que brota voluntariamente la tierra húmeda, sin que nadie le siembre ni cultive" (Gumilla); el cambur o banano, que "desmaya al peso de su dulce carga" y, según el mismo Bello, era el vegetal que cultivaban para sí los esclavos de las plantaciones y las haciendas.

En un informe preparado minuciosamente por Agustín Marón, da cuenta de los frutos que se producían en Venezuela para 1775, además de los ya mencionados: mamey, zapote, lechosa, guayaba, chirimoya, piña, aguacate, mamón, cotoperiz, guanábana, ciruela, jobo, merey, níspero, hícaro, etc.; raíces como la yuca, batata, apio, papa, ñame, ocumo, mapuey; y entre los productos de río cita los caimanes, babas, palometas o cachamas, bocachicos, rayas, toninas, manatíes, pabones, etc.