Fin de siglo: todo en crisis

Capítulo 5. El guzmancismo: Un proyecto de país 1870 / 1899

Unidad 14. Los caudillos de fin de siglo


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Entierro de Antonio Guzmán Blanco en París. Su muerte cierra un ciclo de 30 años de predominio guzmancista en la vida política nacional.


En 1897 el precario equilibrio político vuelve a resentirse por el peso de múltiples factores: la sucesión presidencial que revuelve las tensiones dentro del liberalismo y anima las ambiciones de personajes variopintos, los conflictos internacionales, la deuda externa, el tesoro público debilitado, los bajos precios de las exportaciones. Un candidato a la presidencia que no viene de las filas del liberalismo amarillo sino de un partido nuevo, el partido nacional o liberal nacionalista, se presenta con opción de triunfo: es el caraqueño José Manuel Hernández, “El Mocho”. Sin respaldo oficial, sin hazañas guerreras que lo avalen, sin grandes talentos políticos o de oratoria, gana gran popularidad y se da por descontado que será el ganador. Ante esa amenaza, el presidente Crespo controla las elecciones para asegurar el triunfo de su candidato, Ignacio Andrade, quien efectivamente gana con casi 99% de los votos y se hace presidente desde febrero de 1898.
No son pocos quienes atribuyen su victoria al fraude. Hernández inicia entonces la Revolución de Queipa (nombre de una hacienda cerca de Valencia), pero es capturado por las tropas del gobierno y permanece en prisión en Caracas hasta ser liberado, años más tarde, por Cipriano Castro. Crespo, en armas para combatir a Hernández, resulta muerto el 16 de abril de 1898 en La Mata Carmelera (estado Cojedes). Un año después, el ejército de la Revolución Liberal Restauradora, al mando de Cipriano Castro, inicia en el Táchira la campaña de casi seis meses que llega a Caracas en octubre de 1899, y obliga a renunciar al presidente Andrade. Con Cipriano Castro comienza el gobierno de facto más prolongado hasta entonces, que inaugura el ciclo de los andinos en el poder. En 1899, el país, acosado por reclamaciones de los países europeos, a las que se suma el imperio alemán por los pagos atrasados del empréstito del Disconto Geselschaft, parece incapaz de enfrentar la apremiante situación por la baja en los precios de las exportaciones y la crisis fiscal interna, que hubiera exigido la habilidad de otro Guzmán Blanco para resolverla.
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El Gabinete andradista: 1. Francisco Batalla; 2. Antonio Fernández; 3. Alberto Smith; 4. Manuel Antonio Matos; 5. José Loreto Arismendi; 6. Ignacio Andrade (presidente); 7. Carlos V. Echeverría; 8. Zoilo Bello Rodríguez; 9. Nicolás Rolando; 10. Juan Calcaño Mathieu; 11. Bernardino Mosquera.

167-03“Durante su permanencia en Nueva York pudo presenciar las campañas electorales de Bryan y McKinley y se interesó en conocer todos los detalles del sistema norteamericano con el propósito de regresar a Venezuela y aplicarlo llegada la ocasión.
Regresa Hernández a Venezuela, y [...] acepta la candidatura presidencial que le ofrecían los nacionalistas[...]. En pocos días la candidatura de Hernández, del Mocho, se convirtió en un verdadero fenómeno de multitudes y movilizó lo mismo gente de Caracas y Valencia que a los mineros de Guayana y a los andinos de Mérida, Trujillo y Táchira.
Técnica norteamericana, carteles, botones, lemas de propaganda (slogans), color del partido, escritores de discursos y de programas, planes de desarrollo regional, apodo de combate, retratos, visitas del candidato a los vecinos, presencia en el Zulia, en Ciudad Bolívar, en Barquisimeto, veintidós periódicos regionales, cartas a los posibles votantes firmadas por el candidato. Todo lo utilizó. Unido a su estampa que muchos campesinos confundían con el Cristo por la barba y sus ojos y colocaban el retrato en los altares o lo llevaban metido en el sombrero o en el bolsillo como una reliquia.
Se puede decir que no ha existido innovación alguna entre la campaña de 1897 y cualquiera de las de nuestro tiempo. Podría compararse con las de 1988 y 1993.”
Ramón J. Velásquez. “Contraseña y consigna del Mocho Hernández”, Imagen (Caracas), Año 30, Nº 9.



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