Significado de Iconoclasta (Definición, Concepto, Qué es)

Iconoclasta

1. Concepto de Iconoclasta

Etimológicamente, el término iconoclasta se refiere a quien practica la iconoclasia, esto es, a quien destruye pinturas o esculturas sagradas (iconos). Un ejemplo de iconoclasia fue la tradición bizantina, sobre todo de León III, que ordenó la destrucción de todas las representaciones de Jesús, de la Virgen María y, especialmente, de los santos. En lenguaje coloquial se utiliza también para referirse a aquella persona que va a contracorriente y cuyo comportamiento es contrario a los ideales, normas o modelos o estatutos de la sociedad actual o a la autoridad de maestros dentro de ésta, sin que implique una connotación negativa de su figura. Las creencias de los iconoclastas son contrarias a las de los iconódulos. Se denomina iconodulía o iconodulia a la veneración (dulía) de imágenes (iconos). En el catolicismo se diferencia de la Idolatría en que esta última tiene un carácter hereje, y por tanto está perseguida por la religión predominante. Sin embargo, la iconodulía no estaría perseguida, sino que de acuerdo con la doctrina católica, sería acorde con los preceptos religiosos, recibiendo sus practicantes el nombre de iconodulos.

Iconoclastas en el ámbito bizantino

El emperador León III el Isaurio prohibió la adoración de las imágenes que representaban a Cristo y a los santos en 726. Lo hizo por razones de orden religioso y político. Su hijo, Constantino V (741-775), heredó un grave enfrentamiento entre la población mayormente a favor del uso de imágenes y la postura oficial, que finalmente concluyó utilizando su poderío militar.
Tras el segundo concilio de Nicea en 787 se afirmó la veneración de iconos, con base en la encarnación de Jesucristo en hombre.
El emperador León V (813-820) instauró un segundo periodo de luchas en 813, continuado por los siguientes emperadores hasta Teófilo. Al morir este, su esposa Teodora movilizó a los iconódulos y proclamó la restauración de iconos en 843.

Iconoclastas en el ámbito islámico

Los musulmanes tienen la prohibición de representar figuras humanas en las mezquitas, no la prohibición general del uso de la figura humana en otros ámbitos, como ejemplifican los testimonios musivos conservados en los llamados Palacios del desierto.
De todas formas, ha estado siempre completamente prohibido el representar imágenes divinas (de hecho, en las representaciones de Mahoma su rostro nunca aparece).

Iconoclastas en el ámbito protestante

Algunas congregaciones protestantes ven en la veneración a las imágenes una manifestación de idolatría (o culto a las imágenes) por el mandato dado en la Biblia en el libro Éxodo capítulo 20:
...No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos...
Razón por la cual son contrarios a esta práctica religiosa, expresan su desaprobación y rechazo a esta tradición católica.

Iconoclastas contemporáneos

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2. Significado de Iconoclasta

Iconoclasia, expresión que en griego significa «ruptura de imágenes», es la deliberada destrucción dentro de una cultura de los iconos religiosos de la propia cultura y otros símbolos o monumentos, normalmente por motivos religiosos o políticos. La Real Academia la define como la «doctrina de los iconoclastas» y a su vez señala que «iconoclasta» proviene de εικονοκλάστης, rompedor de imágenes, y se define como tal en particular al «hereje del siglo VIII que negaba el culto debido a las sagradas imágenes, las destruía y perseguía a quienes las veneraban». La iconoclasia es un componente frecuente de los principales cambios políticos o religiosos que ocurren en el interior de una sociedad. Es por lo tanto algo que se distingue normalmente de la destrucción por parte de una cultura de las imágenes de otra, por ejemplo, por los españoles en sus conquistas de América. El término por lo general no abarca la destrucción específica de imágenes de un gobernante después de su muerte o derrocamiento (damnatio memoriae), por ejemplo, Akenatón en el Antiguo Egipto.
El término «iconoclasta» ha acabado aplicándose de manera figurada a cualquier persona que rompe con los dogmas o convenciones establecidas o los desprecia.
El término opuesto a «iconoclasta» es «iconódulo», que proviene de las palabras «icono» (imagen) y «dulía» (veneración). La herejía opuesta a ambas doctrinas, la iconoclasia y la iconodulía, es la idolatría, en la que las imágenes o figuras se adoran en sí mismas, en lugar de limitarse a reverenciarlas como representación de lo que se adora. En el contexto del Imperio bizantino el término que se usa es, principalmente, iconódulos, aunque también puede verse escrito «iconófilos».
La iconoclasia puede llevarse a cabo por personas de diferente religión, pero a menudo es el resultado de disputas sectarias entre facciones de la misma religión. En el cristianismo, la iconoclasia ha sido motivada principalmente por una interpretación literal de los Diez Mandamientos, que prohíben la elaboración y veneración de «imágenes talladas». Los dos estallidos más serios de iconoclasia que se produjeron en el Imperio Bizantino durante los siglos VIII y IX son inusuales en el sentido de que la disputa se centraba en el uso de las imágenes, más que ser un producto secundario de preocupaciones más profundas.
Como con otros temas doctrinales en el periodo bizantino, la controversia no quedó en modo alguno restringida al ámbito eclesiástico, o a argumentos teológicos. La confrontación cultural continua con el Islam, y la amenaza militar que este último representaba, probablemente tuvo que ver en las actitudes de uno y otro bando. Parece que la iconoclasia la apoyaban sobre todo personas procedentes de la parte oriental del imperio y refugiados de las provincias tomadas por los musulmanes. Se han indicado como factores importantes, tanto al comienzo como al final del apoyo imperial a la iconoclasia, su fuerza en el ejército al principio de este período, y la creciente influencia de fuerzas balcánicas en el ejército (a los que se consideraba en general que les faltaban fuertes sentimientos iconoclastas) a lo largo del periodo.
El uso de imágenes probablemente había ido creciendo en los años que precedieron al estallido de la iconoclasia. Un cambio notable se produjo en 695, con Justiniano II que puso el rostro de Cristo en el reverso de sus monedas de oro. El efecto de la opinión iconoclasta se desconoce, pero ciertamente el cambio provocó que el califa Abd al-Malik rompiera permanentemente con su anterior adopción de los tipos de moneda bizantinos y comenzara una acuñación de moneda genuinamente islámica que sólo llevaba palabras. Una carta del patriarca Germano escrita antes de 726 a dos obispos iconoclastas dice que «ahora ciudades enteras y multitud de personas están en considerable agitación por este tema» pero existe escasa evidencia del crecimiento del debate.


3. Qué es Iconoclasta

Se conoce como iconoclasta, palabra que proviene del vocablo griego εἰκονοκλάστης “eikonoklastés” (de donde “eikon” significa imagen” y “kló” se traduce como destruir o romper; al movimiento religioso herético que se desarrolló en el Imperio Bizantino, tal vez por influencia islámica y judía, a partir del siglo VIII, caracterizado por oponerse a la existencia de íconos, o sea, imágenes que sean objeto de adoración en el culto, que era defendido por la posición contraria conocida como iconodulia.
Fue el emperador León III, apodado “el Isaurio”, que reinó a partir del año 717, hasta la fecha de su muerte en el año 741, el que comenzó esta persecución al culto de las imágenes, dictando varios decretos entre los años 726 y 739, con el fin de lograr la pureza espiritual. Si bien en Oriente, tuvo bastante adhesión, en Grecia hubo varios levantamientos.
Ante la condena del Papa Gregorio III a los iconoclastas, se rompió la relación con Roma.
En el Segundo Concilio de Nicea, que tuvo lugar en el año 787, se defendió el culto a las imágenes.
El emperador León V “el Armenio”, que gobernó entre el 813 y el 820, reprimió severamente a los iconodulios, pero, en el año 843, vencieron los partidarios de la adoración a los íconos, cuando Teodora, en ejercicio de la regencia de su hijo menor, el emperador Miguel III, reunió un sínodo que así lo decidió.
Si bien el protestantismo condenó también la adoración de imágenes, la iglesia católica reafirmó su legitimidad en el Concilio de Trento en el siglo XVI.
Por extensión, se aplica el término iconoclasta, a quien reniega de pautas preestablecidas, en forma de normas.


Última actualización de esta pagina el 16 de noviembre de 2020


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