Puntos Sobresalientes de la Lectura de la Biblia: Juan

Puntos sobresalientes del evangelio de Juan


Puntos Sobresalientes de la Lectura de la Biblia: Juan

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PUNTOS SOBRESALIENTES DEL LIBRO DE JUAN


*** si págs. 195-198 Libro bíblico número 43: Juan ***

CONTENIDO DE JUAN

10 Prólogo: Presentación de “la Palabra” (1:1-18). Con hermosa sencillez, Juan declara que en el principio “la Palabra estaba con Dios”, que la vida misma llegó a existir por medio de él, que él llegó a ser “la luz de los hombres”, y que Juan (el Bautizante) había dado testimonio acerca de él (1:1, 4). La luz estaba en el mundo, pero el mundo no lo conoció. Los que sí lo recibieron llegaron a ser hijos de Dios al nacer de Dios. Tal como la Ley se había dado por medio de Moisés, así “la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo” (1:17).
11 Presentación del “Cordero de Dios” a los hombres (1:19-51). Juan el Bautizante confiesa que él no es el Cristo, pero dice que tras él viene uno, y que él no es digno de desatar la correa de la sandalia de ese. El día siguiente, al acercársele Jesús, Juan lo identifica como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (1:27, 29). Después presenta a Jesús dos de sus discípulos, y uno de estos, Andrés, lleva a Pedro su hermano a donde Jesús. Felipe y Natanael también aceptan a Jesús como ‘el Hijo de Dios, el Rey de Israel’ (1:49).
12 Los milagros de Jesús prueban que es “el Santo de Dios” (2:1–6:71). Jesús efectúa su primer milagro en Caná de Galilea cuando convierte agua en vino de la mejor calidad en un banquete de bodas. Este es el “principio de sus señales, [...] y sus discípulos pusieron su fe en él” (2:11). Jesús sube a Jerusalén para la Pascua. Al encontrar vendedores y cambistas en el templo, toma un látigo y los echa de allí con tal vigor que sus discípulos reconocen el cumplimiento de la profecía: “El celo por tu casa me consumirá”. (Juan 2:17; Sal. 69:9.) Jesús predice que el templo de su propio cuerpo será demolido y luego levantado de nuevo en tres días.
13 El temeroso Nicodemo viene a Jesús por la noche. Confiesa que Jesús ha sido enviado por Dios, y Jesús le dice que uno debe nacer del agua y del espíritu para entrar en el Reino de Dios. Para adquirir la vida es necesario creer en el Hijo del hombre que descendió del cielo. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16.) La luz que ha venido al mundo está en conflicto con la oscuridad, “pero el que hace lo que es verdad viene a la luz”, concluye Jesús. Juan el Bautizante entonces se entera de lo que hace Jesús en Judea y dice que, aunque él mismo no es el Cristo, “el amigo del novio [...] tiene mucho gozo a causa de la voz del novio” (3:21, 29). Ahora Jesús debe aumentar, y Juan menguar.
14 Jesús parte nuevamente para Galilea. En el camino, polvoriento y “cansado del viaje”, se sienta a descansar junto a la fuente de Jacob en Sicar, mientras sus discípulos se han ido a comprar alimentos en la ciudad (4:6). Es mediodía, la hora sexta. Una samaritana se acerca para sacar agua, y Jesús le pide de beber. Entonces, a pesar de lo cansado que está, empieza a hablarle del “agua” verdadera que realmente refresca e imparte vida eterna a los que adoran a Dios “con espíritu y con verdad”. Los discípulos regresan y le instan a que coma, y él declara: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. Se queda dos días más en aquella zona, de modo que muchos de los samaritanos llegan a creer que “este hombre es verdaderamente el salvador del mundo” (4:24, 34, 42). Al llegar a Caná de Galilea, Jesús cura al hijo de un noble sin siquiera acercarse a su lecho.
15 Jesús sube de nuevo a Jerusalén para la fiesta de los judíos. Cura a un enfermo el sábado, lo cual provoca una gran tormenta de crítica. Jesús replica: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando” (5:17). Los líderes judíos ahora alegan que al delito de violar el sábado Jesús ha añadido blasfemia, la de hacerse igual a Dios. Jesús responde que el Hijo no puede hacer ni una sola cosa de su propia iniciativa, sino que depende completamente del Padre. Hace la maravillosa declaración de que “todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” a una resurrección. Pero a su auditorio sin fe, Jesús dice: “¿Cómo pueden creer ustedes, cuando aceptan gloria unos de otros y no buscan la gloria que proviene del único Dios?” (5:28, 29, 44).
16 Cuando Jesús alimenta milagrosamente a 5.000 hombres con cinco panes y dos pescaditos, la multitud piensa prenderlo para hacerlo rey, pero él se retira a una montaña. Después Jesús los censura por ir tras “el alimento que perece”. Más bien, deberían trabajar “por el alimento que permanece para vida eterna”. Señala que ejercer fe en él como el Hijo es participar del pan de la vida, y añade: “A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes”. Muchos de sus discípulos se ofenden por esto y lo dejan. Jesús pregunta a los 12: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”, y Pedro responde: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios” (6:27, 53, 67-69). No obstante, Jesús, sabiendo que Judas lo traicionará, les dice que uno de ellos es calumniador.
17 “La luz” en conflicto con la oscuridad (7:1–12:50). Jesús sube secretamente a Jerusalén y se presenta en público al enseñar en el templo a mitad de la fiesta de los Tabernáculos. La gente discute en cuanto a si él es o no en verdad el Cristo. Jesús les dice: “Yo no he venido por mi propia iniciativa, pero el que me ha enviado es real, [...] y Aquel me ha enviado”. En otra ocasión Jesús clama a la multitud: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba”. Unos oficiales enviados a arrestar a Jesús regresan con las manos vacías e informan a los sacerdotes: “Jamás ha hablado otro hombre así”. Enfurecidos, los fariseos responden que ninguno de los gobernantes ha creído, ni ha de levantarse de Galilea profeta alguno (7:28, 29, 37, 46).
18 En otro discurso Jesús dice: “Yo soy la luz del mundo”. A las maliciosas acusaciones de que es testigo falso, de que nació fuera del estado matrimonial y de que es samaritano y está endemoniado, Jesús responde enérgicamente: “Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. Es mi Padre quien me glorifica”. Cuando declara: “Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido”, los judíos atentan de nuevo contra su vida, pero no tienen éxito (8:12, 54, 58). Frustrados, interrogan después a un hombre cuya vista Jesús ha restaurado milagrosamente, y lo echan fuera.
19 De nuevo Jesús habla a los judíos, esta vez acerca del pastor excelente, que llama a sus ovejas por nombre y entrega su alma a favor de sus ovejas ‘para que tengan vida en abundancia’. Dice: “Tengo otras ovejas, que no son de este redil; a esas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor” (10:10, 16). Jesús dice a los judíos que nadie puede arrebatar de la mano de su Padre las ovejas, y que él y su Padre son uno. De nuevo procuran matarlo a pedradas. En respuesta a su acusación de blasfemia, les recuerda que en el libro de Salmos se llama “dioses” a ciertos poderosos de la Tierra, mientras que lo que él ha dicho de sí es que es Hijo de Dios. (Sal. 82:6.) Los insta a que por lo menos crean sus obras. (Juan 10:34.)
20 Desde Betania, cerca de Jerusalén, vienen noticias de que Lázaro, el hermano de María y Marta, está enfermo. Para cuando Jesús llega allí, Lázaro ha muerto y ya hace cuatro días que está sepultado. Jesús ejecuta el estupendo milagro de llamar a Lázaro de vuelta a la vida, lo cual hace que muchos pongan fe en Jesús. Esto precipita una reunión especial del Sanedrín, en la que el sumo sacerdote, Caifás, se siente impelido a profetizar que Jesús está destinado a morir por la nación. Mientras los sacerdotes principales y los fariseos entran en consejo para matarlo, Jesús se aparta temporalmente de la escena pública.
21 Seis días antes de la Pascua, Jesús viene nuevamente a Betania en camino a Jerusalén, y es huésped de la familia de Lázaro. Luego, el día después del sábado, el 9 de Nisán, Jesús se sienta sobre un asnillo y entra en Jerusalén en medio de las aclamaciones de una gran muchedumbre; los fariseos dicen entre sí: “Ustedes no logran absolutamente nada. ¡Miren! El mundo se ha ido tras él”. Por la ilustración de un grano de trigo, Jesús da a entender que debe ser plantado en la muerte para que se produzca fruto que lleve a la vida eterna. Pide a su Padre que glorifique Su nombre, y del cielo se oye una voz que dice: “Lo glorifiqué, y también lo glorificaré de nuevo”. Jesús insta a sus oyentes a evitar la oscuridad y andar en la luz, sí, a hacerse “hijos de la luz”. Mientras las fuerzas de la oscuridad lo van rodeando, él hace un poderoso llamado público para que la gente ponga fe en él ‘como luz que ha venido al mundo’ (12:19, 28, 36, 46).
22 El consejo de despedida de Jesús a los apóstoles fieles (13:1–16:33). Mientras está en la cena pascual con los 12, Jesús se levanta y, después de quitarse las prendas de vestir exteriores, toma una toalla y una palangana y procede a lavarles los pies a los discípulos. Pedro protesta, pero Jesús le dice que a él también debe lavarle los pies. Jesús aconseja a los discípulos que sigan su ejemplo de humildad, pues “el esclavo no es mayor que su amo”. Habla del traidor y entonces envía afuera a Judas. Después que Judas sale, Jesús empieza a hablar íntimamente con los demás. “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (13:16, 34, 35).
23 Jesús habla maravillosas palabras de consuelo para sus seguidores en esta hora crítica. Ellos deben ejercer fe en Dios y también en él. En la casa de su Padre hay muchas moradas, y Jesús volverá otra vez y los recibirá en casa a sí mismo. “Yo soy el camino y la verdad y la vida —dice Jesús—. Nadie viene al Padre sino por mí.” Consuela a sus seguidores diciéndoles que al ejercer fe harán obras mayores que las de él, y que él les concederá cualquier cosa que pidan en su nombre, para que su Padre sea glorificado. Les promete otro ayudante, “el espíritu de la verdad”, que les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les ha dicho. Ellos deberían regocijarse de que él se va a donde está su Padre, pues, dice Jesús, “el Padre es mayor que yo” (14:6, 17, 28).
24 Jesús se identifica como la vid verdadera y dice que su Padre es el cultivador. Insta a sus discípulos a permanecer en unión con él, diciendo: “Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis discípulos” (15:8). ¿Y cómo puede alcanzar plenitud el gozo de ellos? Amándose unos a otros tal como él los ha amado. Los llama amigos. ¡Qué relación preciosa! El mundo los odiará como lo ha odiado a él, y los perseguirá, pero Jesús enviará el ayudante para que dé testimonio de él y guíe a sus discípulos a toda la verdad. El desconsuelo actual de ellos se convertirá en gozo cuando él los vea de nuevo, y nadie podrá quitarles su gozo. Consoladoras son sus palabras: “El Padre mismo les tiene cariño, porque ustedes me han tenido cariño a mí y han creído que salí como representante del Padre”. Sí, ellos serán esparcidos, pero, como dice Jesús: “Les he dicho estas cosas para que por medio de mí tengan paz. En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren ánimo!, yo he vencido al mundo” (16:27, 33).
25 La oración de Jesús a favor de sus discípulos (17:1-26). En oración Jesús reconoce ante el Padre: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. Habiendo terminado su obra asignada en la Tierra, Jesús ahora pide a su Padre que lo glorifique a su lado con la gloria que tenía antes de que el mundo fuera. Ha puesto de manifiesto el nombre del Padre a sus discípulos, y le pide al Padre que los vigile ‘por causa de Su propio nombre’. No le pide al Padre que los saque del mundo, sino que los guarde del inicuo y los santifique mediante Su palabra de la verdad. Jesús amplía su oración para abarcar a todos los que han de ejercer fe por oír la palabra de estos discípulos, “para que todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, que ellos también estén en unión con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”. Pide que ellos también tengan junto con él gloria celestial, pues él les ha dado a conocer el nombre del Padre, para que Su amor more en ellos (17:3, 11, 21).
26 Cristo juzgado y luego fijado en el madero (18:1–19:42). Jesús y sus discípulos van ahora a un jardín al otro lado del valle de Cedrón. Allí Judas se presenta con una banda de soldados y traiciona a Jesús, quien se somete dócilmente. Sin embargo, Pedro lo defiende con una espada y recibe una reprensión: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (18:11). Entonces llevan a Jesús atado ante Anás, el suegro del sumo sacerdote Caifás. Juan y Pedro lo siguen de cerca, y Juan consigue que ambos entren en el patio del sumo sacerdote, donde tres veces Pedro niega que conozca a Cristo. Primero Jesús es sometido a un interrogatorio por Anás, y luego es llevado ante Caifás. Después llevan a Jesús ante el gobernador romano Pilato, mientras los judíos piden a gritos la pena de muerte.
27 A la pregunta de Pilato: “¿Eres tú rey?”, Jesús responde: “Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad” (18:37). Al no hallar ninguna prueba verdadera contra Jesús, Pilato ofrece ponerlo en libertad, pues había la costumbre de poner en libertad a algún prisionero en la Pascua, pero los judíos piden en cambio al salteador Barrabás. Pilato manda azotar a Jesús y luego procura una vez más ponerlo en libertad, pero los judíos claman: “¡Al madero con él! ¡Al madero con él! [...] porque se hizo hijo de Dios”. Cuando Pilato le dice a Jesús que tiene autoridad para fijarlo en un madero, Jesús responde: “No tendrías autoridad alguna contra mí a menos que te hubiera sido concedida de arriba”. De nuevo los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (19:6, 7, 11, 15).
28 Se conduce a Jesús “al llamado Lugar del Cráneo, que en hebreo se llama Gólgotha”, y se le fija en un madero entre dos malhechores. Pilato pone sobre él el título “Jesús el Nazareno el rey de los judíos”, escrito en hebreo, latín y griego de modo que todos lo vean y entiendan (19:17, 19). Jesús encomienda su madre al cuidado de Juan y, después de recibir un poco de vino agrio, exclama: “¡Se ha realizado!”. Entonces inclina la cabeza y muere (19:30). En cumplimiento de las profecías, el pelotón de ejecución echa suertes por sus prendas de vestir, se abstiene de quebrarle las piernas, y punza su costado con una lanza. (Juan 19:24, 32-37; Sal. 22:18; 34:20; 22:17; Zac. 12:10.) Más tarde José de Arimatea y Nicodemo preparan el cuerpo para sepultarlo y lo ponen en una tumba conmemorativa nueva que está cerca.
29 Las apariciones de Cristo resucitado (20:1–21:25). La serie de pruebas que presenta Juan respecto al Cristo termina con la nota feliz de la resurrección. María Magdalena encuentra la tumba vacía, y Pedro y otro discípulo (Juan) corren al lugar, pero ven que solo quedan las vendas y el paño de la cabeza. María, que ha permanecido cerca de la tumba, habla con dos ángeles y, por último, según cree ella, con el hortelano. Cuando él contesta: “¡María!”, ella inmediatamente se da cuenta de que es Jesús. Luego Jesús se manifiesta a sus discípulos cuando están tras puertas aseguradas con cerradura, y les habla del poder que recibirán mediante el espíritu santo. Más tarde Tomás, que no estuvo presente, rehúsa creer, pero ocho días después Jesús se aparece de nuevo y le da la prueba, y Tomás exclama: “¡Mi Señor y mi Dios!” (20:16, 28). Unos días después, en el mar de Tiberíades, Jesús se encuentra de nuevo con sus discípulos, les suministra una redada milagrosa de peces y entonces desayuna con ellos. Tres veces le pregunta a Pedro si lo ama. Al insistir Pedro en que sí, Jesús le dice claramente: “Apacienta mis corderos”, “Pastorea mis ovejitas”, “Apacienta mis ovejitas”. Entonces predice con qué clase de muerte Pedro glorificará a Dios. Pedro pregunta acerca de Juan, y Jesús dice: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso?” (21:15-17, 22).

*** it-2 pág. 145 Juan, Las buenas nuevas según ***

PUNTOS SOBRESALIENTES DE JUAN

Relato del apóstol Juan sobre la vida de Jesús; gira en torno al tema de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que por medio de él es posible obtener vida eterna
Escrito hacia 98 E.C., más de treinta años después de escribirse el último de los otros tres evangelios y sesenta y cinco años después de la muerte de Jesús
La Palabra se hace carne y se la identifica como el Cordero de Dios, el Hijo de Dios y el Cristo (1:1-51)
La Palabra, que en el principio estaba con Dios, reside entre los hombres, pero su pueblo lo rechaza; los que la aceptan reciben autoridad para llegar a ser hijos de Dios
Juan el Bautista da testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios y el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo
Andrés y después otros se convencen de que Jesús es el Cristo
Los milagros y la predicación de Jesús demuestran que es el Cristo y que por medio de él se puede obtener vida eterna (2:1–6:71)

Jesús convierte agua en vino en Caná

Dice a Nicodemo que Dios envió a Su Hijo unigénito para que los que ejerzan fe tengan vida eterna
Habla a la samaritana acerca del agua espiritual que imparte vida eterna y se identifica como el Cristo
Jesús efectúa curaciones milagrosas; los judíos objetan porque realiza una curación en sábado y quieren matarlo
Mientras proclama que los que creen en él tienen vida eterna, Jesús predice la resurrección de todos los que se hallan en las tumbas conmemorativas
Alimenta milagrosamente a 5.000 varones; cuando la muchedumbre pretende hacerlo rey, se retira; la gente continúa siguiéndole, así que se identifica como el pan que bajó del cielo y les dice que si desean la vida eterna, deberán comer su carne y beber su sangre

Se intensifica la hostilidad contra el Hijo de Dios (7:1–12:50)

Jesús predica sin arredrarse en los alrededores del templo a pesar de que los fariseos y los principales sacerdotes buscan prenderlo
Anuncia que es la luz del mundo y dice a los que le escuchan que la verdad puede hacerlos libres; ellos, sin embargo, tratan de apedrearlo
Jesús sana en día de sábado a un ciego de nacimiento, lo que enfurece a los fariseos
Se identifica como el pastor excelente y explica que sus ovejas escuchan su voz; los judíos de nuevo intentan apedrearlo
La resurrección de Lázaro atemoriza a los líderes religiosos judíos; deciden que Jesús y Lázaro deben morir
Jesús entra cabalgando en Jerusalén; la muchedumbre le aclama como Rey, pero no los fariseos

Jesús da a sus seguidores consejos de despedida durante la última Pascua (13:1–17:26)

Les lava los pies para enseñarles humildad y les da “un nuevo mandamiento”: que se amen unos a otros como él los ha amado
Se identifica como el camino, la verdad y la vida; promete enviar el espíritu santo a sus discípulos después de su marcha
A fin de producir fruto, sus seguidores deben permanecer en unión con él, ya que él es la vid verdadera; pero serán perseguidos
Jesús ora por sus seguidores y dice a su Padre que ha terminado la obra que se le había encomendado y ha puesto Su nombre de manifiesto

Detención de Jesús; el pueblo judío lo rechaza y se le fija en un madero (18:1–19:42)

Jesús es detenido en Getsemaní y se le lleva ante la presencia de Anás, Caifás y, finalmente, Pilato
Declara ante Pilato que su Reino no es parte de este mundo
Pilato no consigue librarlo, tras lo que Jesús muere fijado en un madero
José de Arimatea y Nicodemo se hacen cargo de su entierro
La resurrección de Jesús concluye la prueba que presenta Juan para demostrar que es el Cristo (20:1–21:25)
Jesús se aparece a María Magdalena y después a los demás discípulos, entre ellos, a Tomás
Efectúa un último milagro en Galilea, al hacer posible una pesca milagrosa; luego da la comisión: “Apacienta mis ovejitas”

*** w08 15/4 págs. 30-32 Puntos sobresalientes del libro de Juan ***

La Palabra de Jehová es viva

Puntos sobresalientes del libro de Juan

JUAN, el “discípulo a quien Jesús amaba”, fue el último en escribir un relato inspirado de la vida y el ministerio de Cristo (Juan 21:20). Este Evangelio se escribió alrededor del año 98 de nuestra era, y mucha de la información que contiene no aparece en los otros tres relatos evangélicos.
El apóstol Juan escribió con un objetivo bien definido, que él mismo expone: “Estas [cosas] han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre” (Juan 20:31). Su mensaje es, sin duda, de gran valor para nosotros (Heb. 4:12).

“¡MIRA, EL CORDERO DE DIOS[!]”

(Juan 1:1–11:54)

En cuanto alcanza a ver a Jesús, Juan el Bautista lo identifica sin titubeos: “¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). Más tarde, Jesús recorre Samaria, Galilea, Judea y las tierras al este del Jordán, predicando, enseñando y realizando obras poderosas, lo que atrae a muchas personas y hace que pongan fe en él (Juan 10:41, 42).
Uno de los milagros más impresionantes de Jesús es la resurrección de Lázaro. Al ver a un hombre que ha estado muerto por cuatro días volver a la vida, muchos ponen fe en Jesús. Pero los sacerdotes principales y los fariseos se confabulan para matarlo. Por eso, Jesús se retira “al país cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraín” (Juan 11:53, 54).

Respuestas a preguntas bíblicas:

1:35, 40. ¿Quién era el otro discípulo de Juan el Bautista que estaba con Andrés? Como el narrador siempre se refiere a Juan el Bautista como “Juan” y nunca se identifica a sí mismo por nombre, está claro que el otro discípulo —del que no se dice el nombre en este pasaje— es el propio Juan, el escritor del Evangelio.
2:20. ¿Por qué dijeron los judíos que el templo había sido “edificado en cuarenta y seis años”? Porque cuando lo dijeron —en el año 30 de nuestra era—, la reconstrucción del templo de Zorobabel a cargo de Herodes, rey de Judea, todavía seguía en marcha. Según el historiador Josefo, las obras comenzaron en el año decimoctavo del reinado de Herodes, es decir, entre el año 18 y el 17 antes de nuestra era. Aunque el santuario y otras estructuras principales se terminaron en ocho años, el resto de las obras no habían concluido para la Pascua del año 30.
5:14. ¿Quiso decir Jesús que la gente se enferma porque comete pecados? No, eso no fue lo que quiso decir. El hombre al que Jesús curó llevaba treinta y ocho años enfermo por haber heredado la imperfección (Juan 5:1-9). Pero ahora que había sido objeto de la misericordia divina, tenía que seguir el camino a la salvación y dejar de pecar voluntariamente. De otro modo, se causaría algo peor que una enfermedad: podría cometer un pecado imperdonable y hacerse merecedor de morir sin esperanza de resurrección (Mat. 12:31, 32; Luc. 12:10; Heb. 10:26, 27).
5:24, 25. ¿Quiénes pasan “de la muerte a la vida”? Jesús está hablando de los que estaban muertos en sentido espiritual, pero que, al escuchar sus palabras, ponen fe en él y abandonan su estilo de vida pecaminoso. Pasan “de la muerte a la vida” en el sentido de que se les perdona la condena de muerte y reciben la esperanza de vivir eternamente debido a su fe en Dios (1 Ped. 4:3-6).
5:26; 6:53. ¿Qué significa ‘tener vida en sí mismo’? En el caso de Jesucristo, significa que Dios le otorga dos facultades: la de hacer posible que los seres humanos obtengan una buena posición delante de Jehová y la de impartir vida mediante la resurrección de los muertos. En el caso de los discípulos de Jesús, significa disfrutar de la plenitud de vida. Los cristianos ungidos la reciben cuando son resucitados a la vida en los cielos. Los siervos fieles de Dios con esperanza terrenal experimentarán la plenitud de vida cuando pasen la prueba final que ocurrirá justo después de concluir el Reinado Milenario de Cristo (1 Cor. 15:52, 53; Rev. 20:5, 7-10).
6:64. Cuando Jesús escogió a Judas Iscariote, ¿ya sabía que lo iba a traicionar? Al parecer, no. Sin embargo, más tarde, en el año 32, Jesús les dijo a los apóstoles: “Uno de ustedes es calumniador”. Así, es posible que en ese momento Jesús haya notado en Judas Iscariote un “principio” o comienzo de un mal proceder (Juan 6:66-71).

Lecciones para nosotros:

2:4. Aquí Jesús le señala a María que, habiéndose bautizado y en calidad de Hijo ungido de Dios, solo recibe órdenes de su Padre celestial. Aunque su ministerio apenas ha comenzado, Jesús ya está plenamente consciente de la hora, o el momento, en que debe realizar la obra que tiene asignada, lo que incluye su muerte en sacrificio. De modo que no puede permitir que nadie, ni siquiera un familiar tan cercano como María, interfiera en cómo cumple la voluntad divina. Nosotros debemos servir a Jehová con igual decisión.
3:1-9. El caso de Nicodemo, “un gobernante de los judíos”, nos enseña dos lecciones. La primera es que, al estar dispuesto a reconocer al hijo de un simple carpintero como maestro enviado por Dios, manifestó humildad, perspicacia y conciencia de su propia necesidad espiritual. Hoy también, el verdadero cristiano necesita humildad. La segunda es que, a pesar de ello, no se atrevió a hacerse cristiano mientras Jesús vivió en la Tierra. ¿Por qué? Tal vez por temor al hombre, por apego a su puesto en el Sanedrín o por amor a las riquezas. En nuestro caso, no debemos permitir que tendencias de ese tipo nos impidan tomar nuestro madero de tormento y seguir a Jesús de continuo (Luc. 9:23).
4:23, 24. Para que nuestra adoración le agrade a Dios, tiene que ser guiada por el espíritu santo y concordar con la verdad revelada en las páginas de la Biblia.
6:27. Trabajar “por el alimento que permanece para vida eterna” significa hacer el esfuerzo por cubrir nuestra necesidad espiritual. Si lo hacemos, seremos felices (Mat. 5:3).
6:44. Jehová se interesa por cada uno de nosotros y lo demuestra al atraernos a su Hijo. ¿Cómo nos atrae? Con la predicación, que oímos a nivel personal, y con su espíritu santo, que permite que comprendamos y apliquemos en nuestra vida las verdades espirituales.
11:33-36. Expresar las emociones no es señal de debilidad.

“CONTINÚA SIGUIÉNDOME”

(Juan 11:55–21:25)

Al acercarse la Pascua del año 33, Jesús regresa a Betania. El 9 de nisán entra a Jerusalén montado sobre un asno y, un día después, el 10 de nisán, vuelve al templo. En respuesta a su oración en la que pide que el nombre de su Padre sea glorificado, una voz del cielo dice: “Lo glorifiqué, y también lo glorificaré de nuevo” (Juan 12:28).
Durante la cena de la Pascua, Jesús les da a sus discípulos algunos consejos de despedida y también ora por ellos. Pronto es arrestado, enjuiciado y ejecutado en un madero. No obstante, Dios lo resucita.
Respuestas a preguntas bíblicas:
14:2. ¿En qué sentido Jesús iba a “preparar un lugar” en el cielo para sus discípulos fieles? Para que pudiera comenzar la resurrección celestial, era necesario que Jesús validara primero el nuevo pacto ante la presencia de Dios presentándole el valor de su sangre. También tendría que recibir autoridad como rey. Entonces podría comenzar la resurrección de sus seguidores ungidos (1 Tes. 4:14-17; Heb. 9:12, 24-28; 1 Ped. 1:19; Rev. 11:15).
14:16, 17; 16:7, 8, 13, 14. Al referirse al ayudante, o espíritu de la verdad, ¿por qué se utilizaron en el texto griego pronombres neutros en Juan 14:16, 17, mientras que en Juan 16:7, 8, 13, 14 se utilizaron pronombres masculinos? La razón es puramente gramatical. En griego, el idioma en que se escribió el Evangelio de Juan, la palabra que se traduce “ayudante” es masculina, mientras que la que se traduce “espíritu” es neutra. Por lo tanto, el uso del masculino no implica que se trate de una persona.
19:11. Al hablarle a Pilato del hombre que lo había entregado, ¿se refería Jesús a Judas Iscariote? En lugar de pensar en Judas o en alguna otra persona específica, parece que Jesús estaba incluyendo a todos los que compartían la culpa de su asesinato. Entre ellos estaban Judas, “los sacerdotes principales y todo el Sanedrín” y hasta “las muchedumbres” que se dejaron convencer y pidieron a Barrabás (Mat. 26:59-65; 27:1, 2, 20-22).
20:17. ¿Por qué le dijo Jesús a María Magdalena que dejara de colgarse de él? Parece que María se colgó de Jesús porque pensaba que él estaba a punto de ascender al cielo y no lo volvería a ver. Por eso, para tranquilizarla, Jesús le dijo que dejara de colgarse de él y que fuera, más bien, a darles la noticia de su resurrección a los demás discípulos.
Lecciones para nosotros:
12:36. Para ser “hijos de la luz”, o portadores de luz, debemos obtener conocimiento exacto de la Palabra de Dios. Luego tenemos que utilizar ese conocimiento para sacar a otros de la oscuridad espiritual y traerlos a la luz de Dios.
14:6. Aparte de Jesucristo, no hay otro medio por el que podamos conseguir la aprobación de Dios. La única manera de acercarnos a Jehová es ejerciendo fe en Jesús y siguiendo su ejemplo (1 Ped. 2:21).
14:15, 21, 23, 24; 15:10. La obediencia a la voluntad divina nos permitirá permanecer en el amor de Dios y en el de su Hijo (1 Juan 5:3).
14:26; 16:13. El espíritu de Jehová nos enseña y nos ayuda a recordar. También nos revela ciertas verdades. Por lo tanto, puede ayudarnos a aumentar en conocimiento, sabiduría, perspicacia, buen juicio y capacidad de razonamiento. Por eso debemos perseverar en la oración, pidiendo específicamente ese espíritu (Luc. 11:5-13).
21:15, 19. Jesús le preguntó a Pedro si lo amaba más que a “estos”, es decir, a los peces que tenían ante ellos. Con esta pregunta, Jesús le remarcó a Pedro la importancia de que, en lugar de dedicarse a la pesca, se dedicara a seguirlo todo el tiempo. ¿Qué hay de nosotros? A medida que analicemos los Evangelios, procuremos fortalecer nuestra resolución de amar a Jesús por encima de cualquier otra cosa que pudiera parecernos atractiva. Sí, continuemos siguiéndolo con todo el corazón.

[Ilustración de la página 31]

¿Qué aprendemos de Nicodemo?


*** w90 15/3 págs. 24-25 Joyas del Evangelio de Juan ***

Joyas del Evangelio de Juan

MEDIANTE su espíritu santo Jehová inspiró al envejecido apóstol Juan para que escribiera un relato conmovedor de la vida y el ministerio de Jesucristo. Este Evangelio se escribió en Éfeso o cerca de allí alrededor del año 98 E.C. Pero ¿cuál es la esencia del relato? Y ¿qué joyas contiene?
En gran parte suplementario
Juan escogió bien lo que escribió, pues repitió poco de lo que escribieron Mateo, Marcos y Lucas. En realidad su relato de testigo ocular es en gran parte suplementario, porque más del 90% de su Evangelio considera asuntos que no se mencionan en los demás. Por ejemplo, sólo él nos habla de la existencia de Jesús antes de ser humano y que “la Palabra vino a ser carne” (1:1-14). Mientras que los demás evangelistas dicen que Jesús limpió el templo al final de su ministerio, Juan dice que Cristo también lo hizo al principio de su obra (2:13-17). Solamente el envejecido apóstol nos cuenta ciertos milagros que Jesús ejecutó, como la conversión del agua en vino, la resurrección del muerto llamado Lázaro y la pesca milagrosa después de Su resurrección (2:1-11; 11:38-44; 21:4-14).
Todos los evangelistas relatan cómo instituyó Jesús la Conmemoración de su muerte, pero Juan es el único que señala que Cristo dio a los apóstoles una lección de humildad al lavarles los pies aquella noche. Además, únicamente Juan pone por escrito los discursos francos y la oración de Jesús por ellos en aquella ocasión (13:1–17:26).
En este Evangelio el nombre Juan alude al Bautizante, mientras que el escritor se refiere a sí mismo como ‘el discípulo a quien Jesús amaba’ (13:23). El apóstol ciertamente amó a Jesús, y nuestro propio amor a Cristo se intensifica cuando Juan lo describe como la Palabra, el pan de la vida, la luz del mundo, el Pastor Excelente, el camino, la verdad y la vida (1:1-3, 14; 6:35; 8:12; 10:11; 14:6). Esto cumple el propósito declarado de Juan: “Estas [cosas] han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre” (20:31).

La humildad y el gozo

El Evangelio de Juan presenta a Jesús como la Palabra y el Cordero que expía los pecados, y alude a milagros que demuestran que Jesús es “el Santo de Dios” (1:1–9:41). Entre otras cosas el relato destaca la humildad y el gozo de Juan el Bautizante. Fue el precursor de Cristo, pero dijo: “No soy digno de desatar la correa de su sandalia” (1:27). Las sandalias se sujetaban con tiras o correas de cuero. Un esclavo pudiera desatarle las correas de las sandalias a otra persona y cargarlas por ella, pues esto era una tarea servil. Así Juan el Bautizante manifestó humildad y consciencia de su insignificancia en comparación con su Amo. ¡Qué lección excelente, pues solamente los humildes son adecuados para servir a Jehová y su Rey Mesiánico! (Salmo 138:6; Proverbios 21:4.)
Juan el Bautizante, en vez de manifestar orgullo y sentirse agraviado a causa de Jesús, dijo: “El amigo del novio, cuando está de pie y lo oye, tiene mucho gozo a causa de la voz del novio. Por eso, este gozo mío se ha hecho pleno” (3:29). Como representante del novio, el amigo del novio realizaba trámites con relación a las bodas, pues a veces preparaba los esponsales y llevaba regalos a la novia, y el precio de la novia al padre de esta. Tenía razón para alegrarse cuando había cumplido su deber. De igual manera, Juan se regocijó al reunir a Jesús con los primeros miembros de Su novia. (Revelación 21:2, 9.) Tal como los servicios del amigo del novio duraban poco tiempo, así la obra de Juan no duró mucho. Continuó menguando, mientras la de Jesús siguió aumentando. (Juan 3:30.)

El interés de Jesús en la gente

Junto a un pozo cerca de la ciudad de Sicar, Jesús habló con una samaritana acerca del agua simbólica que imparte vida eterna. Cuando sus discípulos llegaron ‘se admiraron de que hablara con una mujer’ (4:27). ¿Por qué? Pues bien, los judíos despreciaban a los samaritanos y no tenían tratos con ellos (4:9; 8:48). También era raro que un maestro judío hablara en público con una mujer. Pero el interés compasivo de Jesús en la gente lo movió a dar aquel testimonio, y el resultado fue que residentes de la ciudad “empezaron a venir a él” (4:28-30).
El interés de Jesús en la gente lo movió a decir: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba” (7:37). Parece que con esto aludió a una costumbre que se había añadido a la fiesta de las Cabañas, que duraba ocho días. Por siete días, cada mañana un sacerdote sacaba agua del estanque de Siloam y la derramaba en el altar del templo. Entre otras cosas, se decía que eso representaba el derramamiento del espíritu. A partir del Pentecostés de 33 E.C. el espíritu de Dios impelió a los seguidores de Jesús a llevar aguas dadoras de vida a la gente por toda la Tierra. Únicamente de Jehová, “la fuente de agua viva”, y mediante Cristo, puede alguien recibir vida eterna. (Jeremías 2:13; Isaías 12:3; Juan 17:3.)

¡Al Pastor Excelente le importan!

El interés de Jesús en la gente se hace patente por su papel como el Pastor Excelente a quien le importan sus seguidores, que son mansos como ovejas. Incluso cuando se aproximaba su muerte Jesús dio a sus discípulos consejo amoroso y oró por ellos (10:1–17:26). A diferencia de un ladrón o un saqueador, él entra por la puerta en el aprisco (10:1-5). El aprisco era un recinto donde se guardaba por la noche a las ovejas para protegerlas de ladrones y animales predadores. Tenía muros de piedra, quizás con ramas espinosas encima, y una entrada atendida por un portero.
Puede que los rebaños de diversos pastores se guardaran en el mismo aprisco, pero las ovejas respondían solamente a la voz de su respectivo pastor. En el libro Manners and Customs of Bible Lands (Modales y costumbres de las tierras bíblicas), Fred H. Wight dice: “Cuando se hace necesario separar diversos rebaños de ovejas, un pastor tras otro se pone de pie y clama: ‘¡Tajú! ¡Tajú!’, o la llamada parecida que él escoja. Las ovejas levantan la cabeza y, después de correr por un momento unas en una dirección y otras en otra, empiezan a seguir cada una a su propio pastor. Están bien familiarizadas con el tono de voz de su propio pastor. Hay extraños que a menudo han usado la misma llamada, pero siempre han fracasado en sus intentos por hacer que las ovejas los sigan”. Es interesante notar que Jesús dijo: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna” (10:27, 28). Tanto el “rebaño pequeño” como las “otras ovejas” responden a la voz de Jesús, siguen su dirección y disfrutan de su cuidado tierno. (Lucas 12:32; Juan 10:16.)

El siempre fiel Hijo de Dios

Cristo siempre fue fiel a Dios y ejemplar como pastor amoroso durante toda su vida terrestre. También manifestó compasión durante sus apariciones después de su resurrección. Fue por interés compasivo en otros que entonces Jesús instó a Pedro a alimentar a Sus ovejas (18:1–21:25).
Como víctima que murió en un madero de tormento, Jesús nos dio el ejemplo principal de fidelidad hasta la muerte. Una ignominia que experimentó en cumplimiento de la profecía fue que unos soldados ‘se repartieron entre sí sus prendas de vestir’. (Salmo 22:18.) Echaron suertes para determinar quién obtendría su fina prenda de vestir interior (griego: kji•tón), tejida sin costura (19:23, 24). Puede que una túnica como aquella hubiera sido tejida con lana o lino en una sola pieza, y pudiera haber sido blanca o de diversos colores. A menudo era sin mangas, se llevaba sobre el cuerpo desnudo y llegaba hasta las rodillas o aun a los tobillos. Por supuesto, Jesús no era materialista, pero sí llevaba una prenda de vestir de buena calidad como aquella, su túnica sin costura.
Durante una de las apariciones de Jesús después de su resurrección saludó a sus discípulos con las palabras: “Tengan paz” (20:19). Entre los judíos ese era un saludo común. (Mateo 10:12, 13.) Para muchos, el uso de esas palabras tal vez no haya significado mucho. Pero no fue así en el caso de Jesús, pues antes había dicho a sus seguidores: “La paz les dejo, mi paz les doy”. (Juan 14:27.) La paz que Jesús dio a sus discípulos se basaba en la fe que tenían en él como el Hijo de Dios, y sirvió para calmar el corazón y la mente de ellos.
De igual manera, nosotros podemos disfrutar de “la paz de Dios”. Estimemos esta incomparable tranquilidad que se deriva de estar en estrecha relación con Jehová mediante su amado Hijo. (Filipenses 4:6, 7.)

[Reconocimiento en la página 25]

Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.