Puntos Sobresalientes de la Lectura de la Biblia: Juan

Puntos sobresalientes del libro de Juan


Puntos Sobresalientes de la Lectura de la Biblia: Juan

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PUNTOS SOBRESALIENTES DEL LIBRO DE JUAN


JUAN 1

Cuando Andrés y Juan entraron en contacto con Jesús gracias a Juan el Bautista, quedaron convencidos de que habían encontrado al Mesías. Andrés le dio la noticia a su hermano Simón Pedro, y probablemente Juan fue a avisar a su hermano Santiago (Juan 1:29, 35-41). En ios meses que siguieron, los cuatro acompañaron a Jesús mientras predicaba en Galilea, Judea y Samaria, pero luego regresaron al negocio de la pesca. Aunque les interesaba lo espiritual, el ministerio no era su principal preocupación
Jehová siempre les concede Espíritu santo, a sus siervos en la cantidad que precisan en función de las circunstancias. En efecto, la Biblia asegura que "todos nosotros recibimos de su plenitud" y que "él no da el espíritu por medida", o con tacañería (Juan 1:16).
A pesar de contar con potentes telescopios y haber realizado numerosos viajes espaciales, "a Dios ningún hombre lo ha visto jamás" (Juan 1:18). ¿Porqué? Porque, como explicó Jesús, "Dios es un Espíritu" (Juan 4:24). Según la Biblia, los espíritus son formas de vida superiores a la nuestra. No son de carne y hueso, por lo que no se los puede ver ni tocar.
Cuando vamos aprendiendo más sobre el Reino de Dios y sobre la Biblia, es natural querer compartir los nuevos conocimientos con otras personas. Muchos discípulos de Jesús han visto que una buena manera de comenzar es hablando a sus propios familiares (Juan 1:40, 41).
Con todo, Jesus no fue conocido principalmente por curar a los enfermos, dar de comer a las multitudes o resucitar a los muertos. La gente lo llamaba "Maestro", y con razón (Juan 1:38). Como él mismo explicó, uno de los principales motivos por los que vino a la Tierra fue para enseñar a las personas sobre el Reino de Dios (Lucas 4:43).
Jehová y su amado Hijo han comprado a los descendientes de Adán y, tomando como base la sangre derramada de Cristo, han cancelado su deuda de pecado. Es por este motivo por el que Juan el Bautista pudo decir de Jesús: "¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29). El mundo cuyos pecados son quitados es la humanidad, e incluye tanto a vivos como a muertos.
Desde el comienzo de su ministerio, Jesús demostró que era el Líder prometido, "Mesías el Caudillo". Pocos días después de bautizarse comenzó a reunir seguidores y realizó su primer milagro (Juan 1:35-51). Acompañado de sus discípulos, recorrió Israel predicando las buenas nuevas del Reino (Luc. 8:1). No solo les enseñó a predicar y enseñar, sino que les mostró con el ejemplo cómo hacerlo (Luc. 9:1-6). ¡Qué excelente modelo para los superintendentes cristianos de nuestros días!
Como bien señala la Biblia, "a Dios ningún hombre lo ha visto jamás" (Juan 1:18). Así pues, tal como un ciego de nacimiento no sabe cómo son los colores, ningún ser humano puede comprender el esplendor y la grandeza de Dios. Por eso, como buen maestro que es, Jehová emplea términos que nos resultan familiares para describirnos el mundo espiritual, que es invisible a nuestros ojos.
En la Biblia se alude en numerosas ocasiones a Jesús como "el Hijo de Dios" (Juan 1:34). A algunas personas de culturas no cristianas les cuesta entender estas palabras. Razonan que, dado que Dios no es de naturaleza humana ni tiene una esposa literal, no puede engendrar un hijo del mismo modo que un ser humano. ¿Cómo debe entenderse entonces esta expresión? Obviamente, tiene que ser una figura retórica. Su objetivo es ayudarnos a entender que entre Jesús y Dios existe una relación como la de un hijo humano con su padre. Asimismo indica que Jesús debe su vida a Jehová, quien lo creó. Por esta misma razón, se llama "hijo de Dios" al primer hombre, Adán (Lucas 3:38).
Como Hijo unigénito de Dios, Jesús tuvo innumerables oportunidades de llegar a conocer el modo de pensar de su Padre, así como sus principios y normas. Él sabía exactamente cómo Dios espera que lo adoren. De hecho, dijo: "Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 1:14). Sin embargo, Jesús puso el ejemplo perfecto de humildad y sumisión a Dios, a oesar de tener tan grande privilegio.
Jesús afirmó que el segundo mandamiento en importancia era el siguiente: "Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo". De aquí se desprende que nadie puede odiar a su semejante y llamarse a sí mismo "cristiano". Jesús amaba a las personas, les dedicó su tiempo y energías, y las ayudó hasta en asuntos que poco tenían que ver con las cosas espirituales (Juan 2:1-10).
Jesús llamó amigos a sus discípulos. Entre ellos había muy buena comunicación, y pasaban tiempo juntos. Por ejemplo, tanto Jesús como sus discípulos asistieron a un banquete de bodas en Caná (Juan 2:2). Además, tenían varios lugares donde les gustaba juntarse, como el jardín de Getsemaní.
Jesús era "de genio apacible y humilde de corazón" (Mat. 11:29). Además, siempre actuó con decisión y nunca evadió sus responsabilidades (Juan 2:14-17).

JUAN 2

Juan 2:4. Aquí Jesús le señala a María que, habiéndose bautizado y en calidad de Hijo ungido de Dios, solo recibe órdenes de su Padre celestial. Aunque su ministerio apenas ha comenzado, Jesús ya está plenamente consciente de la hora, o el momento, en que debe realizar la obra que tiene asignada, lo que incluye su muerte en sacrificio. De modo que no puede permitir que nadie, ni siquiera un familiar tan cercano como María, interfiera en cómo cumple la voluntad divina. Nosotros debemos servir a Jehová con igual decisión.
La Biblia indica que asistió a algunos banquetes (Lucas 5:29). De hecho, el primer milagro suyo del que se tiene constancia —convertir el agua en vino durante un banquete de bodas— demuestra que no rehuía el trato con las personas (Juan 2:1-11). Así y todo, siempre dejó claro qué era lo más importante para él: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra" (Juan 4:34).
El intenso amor de Jesús a lo que es recto y su profundo odio por la hipocresía y la maldad nos infunden respeto. En dos oportunidades actuó Jesús con valor y sacó del templo a comerciantes codiciosos (Juan 2:14-17).
Los siervos de Dios de la antigüedad, entre ellos Jesús y sus discípulos, asistieron a esas felices ocasiones, así como a los banquetes que tenían lugar después (Juan 2:1, 2). Ahora bien, en tiempos recientes, la experiencia ha demostrado que las actividades sociales relacionadas con las bodas deben planificarse con mucho cuidado para que reflejen buen juicio y equilibrio cristiano. Puesto que estas ocasiones son parte de la vida, constituyen oportunidades en que los cristianos pueden demostrar su fe.
En la boda que Jesús asistió en Caná, había un "director del banquete", de seguro un siervo de Jehová responsable (Juan 2:9, 10). Imitando este modelo, el novio prudente escogerá para esta función clave a un cristiano de probada madurez espiritual. El director del banquete debe asegurarse de cuáles son los deseos y preferencias del novio, pues esto le permitirá encargarse de diversos detalles, tanto antes de la recepción como durante ella.
Cuando acudió al templo de Jerusalén unos dos mil años atrás, él se indignó con los cambistas y los vendedores que aprovechaban las fiestas judías para lucrarse. "¡Quiten estas cosas de aquí! ¡Dejen de hacer de la casa de mi Padre una casa de mercancías!", exclamó (Juan 2:13-16). Es obvio que le disgustó que se mezclara el comercio con la religión. No es eso lo que vemos hoy en las religiones de la cristiandad?
Reuniones familiares. Reunirse fomenta la unidad de la familia, sobre todo si algún miembro vive fuera del hogar. Jesús y sus discípulos asistieron a un banquete de bodas en Caná, donde había muchos parientes y amigos (Juan 2:1-10).
Juan 2:25 nos dice que Jesús "conocía lo que había en el hombre". Puesto que durante la creación fue el Obrero Maestro de Jehová, comprendía profundamente la naturaleza humana (Proverbios 8:30, 31). Tal entendimiento hace que nos ame más. ¡Que dicho amor sea siempre la fuerza que nos impulse a predicar! Si creemos que podemos mejorar en este sentido, pidamos a Jehová espíritu santo y trabajemos en armonía con nuestras oraciones. Jehová las contestará y enviará su irresistible fuerza para ayudarnos a parecemos más a Cristo, quien estaba sumamente capacitado para predicar las buenas nuevas.
Así pues, ser celoso en el buen sentido —en el sentido piadoso— tiene un efecto muy positivo en los demás y nos ayuda a obtener la aprobación de Jehová, por lo que debería ser una cualidad de todo cristiano (Juan 2:17).
Notemos que Jesús no abogaba por el ascetismo ni por sacrificios extremistas, pues él no era un asceta (Juan 2:1-11). Más bien, enseñó que aquellos que solo ven la vida como una oportunidad de amasar dinero la están desperdiciando.

JUAN 3

Jesús era perfecto, pues no tuvo un padre humano y no heredó la imperfección. Así que él no murió por sus propios pecados, sino para pagar por los pecados de los demás. En efecto, Dios ama tanto a la humanidad que envió a su Hijo a morir por nosotros. Y Jesús también demostró que nos ama al obedecer a su Padre y dar su vida por nuestros pecados. (Juan 3:16)
"Ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, ei Hijo del hombre" (Juan 3:13). De esto se deduce que los siervos fieles de Dios del pasado, tales como Noé, Abrahán, Moisés o David, no habían subido al cielo al morir (Hechos 2:34). Entonces, ¿adonde fueron? En pocas palabras, están en la tumba, durmiendo en la muerte en un estado de inconsciencia hasta que llegue e! día de la resurrección (Eclesiastés 9:5, 6; Hechos 24:15).
Debido a la presión social, algunos hombres no se atreven a seguir a Cristo de lleno. Les sucede igual que a Nicodemo y José de Arimatea. Ambos mantuvieron en secreto su interés en él por miedo a lo que pudieran decir o hacer los judíos (Juan 3:1, 2). Y no eran temores imaginarios. Los líderes religiosos judíos le cobraron tanto odio a Jesús que llegaron a expulsar de las sinagogas a quienes confesaban fe en él (Juan 9:22).
Tal como un cirujano competente es capaz de corregir enfermedades muy serias, Jehová puede curarnos de un gravísimo mal: el pecado heredado. Solamente lograremos librarnos de sus efectos y obtener vida eterna si nos ponemos en manos de Dios, es decir, si nos dedicamos a él en virtud del sacrificio de Cristo (Juan 3:36). Al igual que aumenta nuestra confianza en un médico cuando conocemos su historial, cuando aprendemos más detalles sobre Jehová crece nuestra fe. Así pues, una razón para estudiar a fondo la Biblia es que nos ayudará a conocer y amar más a Dios, lo que a su vez disipará cualquier miedo a ser posesión suya (1 Juan 4:18).
Aunque Jehová tiene muchos hijos angélicos, Jesús es diferente del resto. Él mismo se describió como el "Hijo unigénito de Dios" (Juan 3:18). Es el hijo unigénito porque es el único que fue creado directamente por Dios. Todo lo demás fue creado a través de Jesús (Colosenses 1:16).
El mejor ejemplo de un hombre que siguió la dirección del espíritu santo fue Cristo, quien aceptó con gusto la misión de redimir a la humanidad (Juan 3:16). ¿No debería demostrar nuestra forma de vida que agradecemos el amor y la abnegación de Jesús?
¿Porque empleó Jesús la expresión 'nacer del espíritu' para referirse al bautismo con espíritu santo? (Juan 3:5.) La palabra nacimiento se usa a menudo con el sentido de "comienzo", como en la frase "el nacimiento de una nación". De modo parecido, el uso de "nacer" y de "nuevo nacimiento" en este contexto bíblico indica un nuevo comienzo, pues quienes son bautizados con espíritu santo comienzan un nuevo tipo de relación con Dios.
Jesús amaba las verdades que enseñaba. Sabía que tenía un conocimiento muy valioso: la verdad acerca de su Padre celestial, "los dichos de Dios" y los "dichos de vida eterna" (Juan 3:34). Las verdades que enseñó fueron como una luz brillante que permitía distinguir lo bueno de lo malo. Dieron consuelo y esperanza a las personas humildes que habían sido oprimidas por el Diablo y engañadas por los líderes religiosos (Hech. 10:38). El amor que sentía Jesús por la verdad se percibía no solo en sus enseñanzas, sino en todo lo que hacía.
Juan 3:1-9. El caso de Nicodemo, "un gobernante de los judíos", nos enseña dos lecciones. La primera es que, al estar dispuesto a reconocer al hijo de un simple carpintero como maestro enviado por Dios, manifestó humildad, perspicacia y conciencia de su propia necesidad espiritual. Hoy también, el verdadero cristiano necesita humildad. La segunda es que, a pesar de ello, no se atrevió a hacerse cristiano mientras Jesús vivió en la Tierra. ¿Por qué? Tal vez por temor al hombre, por apego a su puesto en el Sanedrín o por amor a las riquezas. En nuestro caso, no debemos permitir que tendencias de ese tipo nos impidan tomar nuestro madero de tormento y seguir a Jesús de continuo (Luc. 9:23).
Como Jesús imitaba a su Padre a la perfección, se centraba en las virtudes de sus discípulos y estaba siempre dispuesto a perdonarlos. Su actitud encaja muy bien con la descripción que él mismo hizo de la misión que había recibido: "Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al munao, sino para que el mundo se salve por medio de él" (Juan 3:17). Ciertamente, el amor que nos tienen Jehova y Jesús es muy profundo y constante, como se observa en sus deseos de que alcancemos la vida eterna (Job 14:15)
Las curaciones milagrosas que aparecen en las Escrituras Griegas Cristianas dejaron claro que Jesús y los apóstoles habían sido enviados por Dios (Juan 3:2). Asimismo, servían para dar peso a su mensaje. Además de curar a las personas, Jesús alimentó a multitudes, controló las fuerzas de la naturaleza y resucitó muertos. Sin duda, todos estos milagros fueron auténticas buenas noticias, pues demostraron lo que él hará por los humanos fieles cuando el Reino de Dios gobierne la Tierra.

JUAN 4

Esposos, si hay asuntos espinosos que resolver en su matrimonio, no los hable durante su estudio de la Biblia. Mejor déjelos para otra ocasión. ¿Sabe por qué?
Imagínese que usted está comiendo con su familia. ¿Elegiría ese momento para curarse una herida infectada? Seguro que no, ya que sabe que les echaría a perder el apetito a los demás. Pues Jesús asemejó el proceso de aprender de Dios y hacer su voluntad a la acción de comer (Juan 4:34). Así que si usted se pusiera a "curar" heridas emocionales cada vez que abre la Biblia, solo conseguiría hacerle perder el apetito espiritual a su cónyuge. Es cierto, hay problemas de los que es necesario hablar. Pero es mejor planificar otro momento para eso (Proverbios 10:19; 15:23).
Aunque los discípulos de Jesús eran muy espirituales, su manera de ver las cosas estaba condicionada por su crianza y su cultura (Juan 4:27). Pero él nunca los sermoneó ni amenazó. Tampoco les impuso exigencias irrazonables ni les mandó: "Hagan lo que yo digo y no lo que yo hago". Más bien, les enseñó con el ejemplo (léase Juan 13:15).
A habido casos que algunos hermanos(as) han preguntado a hermanss solteras: "¿No quieres formar una familia? ¿Quién va a cuidar de ti en la vejez? ¿No te sentirás sola?".
A veces, esos comentarios me llegaban a agobiar a cierta hermana. Y aunque en público me contenía, (menciona ella) a solas me desahogaba con Jehová. Me consolaba saber que él no me veía mal por estar soltera. Para reforzar mi resolución de centrarme únicamente en su servicio, pensaba en la hija de Jefté y en Jesús, quienes se quedaron solteros y se dedicaron por completo a hacer la voluntad de Dios (Juan 4:34).
Durante su ministerio en la Tierra, el Hijo de Dios vivió de acuerdo con ese principio fundamental y experimentó la alegría de ser generoso. Cuando hacía falta, sacrificaba el descanso, la comida y su comodidad personal para enseñar a la gente el camino a la vida (Juan 4:34). Y nada le producía tanta satisfacción como complacer a su Padre.
Los cristianos damos prioridad a nuestro servicio sagrado, que abarca estudiar la Biblia, orar, asistir a las reuniones cristianas y participar en el ministerio (Juan 4:34). Pero la verdad es que no podemos dedicarnos todo el tiempo a las actividades espirituales. También hay que trabajar, ir a ia escuela y atender los quehaceres domésticos. Aun así, nos esforzamos al máximo por organizai estas responsabilidades para que ninguna de ellas interfiera con nuestras reuniones u otro aspecto de nuestro servicio sagrado.
En los Salones del Reino no se ven altares, imágenes, cruces ni otros elementos típicos de las iglesias y templos de la cristiandad. ¿Por qué? Porque consideramos que su empleo viola el mandato bíblico de 'huir de la idolatría' (Juan 4:24)
Durante su ministerio Jesús se entregó de lleno a enseñar a la gente acerca de su Padre y a defender su justa soberanía. Recorrer a pie la Tierra Prometida era agotador, pero ni ese ni ningún otro obstáculo le impidieron dar testimonio de la verdad (Juan 4:6, 34).
. ¿Pertenecía Jesus a una religión organizada? La familia de Jesús y otros judíos acostumbraban ir al templo de Jerusalén para cumplir con los preceptos de la religión judía. Y Jesús, de niño, siempre los acompañaba (Lucas 2:41-43). Ya de adulto, se reunía con los demás judíos en la sinagoga para adorar a Dios (Lucas 4:14-16). Cuando le habló a una mujer que pertenecía a una religión diferente, le dijo: "Nosotros adoramos lo que conocemos" (Juan 4:22). Con estas palabras, Jesús dejó claro que él pertenecía a la religión judía.
¿Y al mediodía? ¿Qué comía la clase trabajadora? Según la obra Life in Biblical Israel (La vida en el Israel bíblico), "la comida del mediodía era ligera y consistía en pan, aceitunas, cereales e higos". Es probable que estos fueran los "víveres" que los discípulos de Jesús habían ido a comprar a la ciudad de Sicar, mientras él hablaba con una samaritana junto al pozo. La Biblia indica que esta conversación tuvo lugar "a eso de la [hora] sexta", es decir, al mediodía (Juan 4:5-8).
En vista de la importancia que tiene el agua para la vida y del modo asombroso como llega hasta nosotros, no es de extrañar que en la Biblia se la mencione más de setecientas veces. A menudo se destacan sus peculiares propiedades —en especial su capacidad de limpiar y de sustentar la vida— para representar valores espirituales (Juan 4:14).
Para Jesús los bienes y el esparcimiento eran ingredientes que añadían sabor a la vida, como los condimentos que se agregan a la comida, pero su verdadero alimento era hacer la voluntad de Jehová (Juan 4:34-36). Cuando imitamos el ejemplo de Jesús, nuestra vida es gratificante: tenemos la satisfacción de ayudar a personas oprimidas a recibir consuelo de las Escrituras, recibimos el amor y el apoyo de la congregación y, por si fuera poco, regocijamos el corazón de Jehová.

JUAN 5

Los cristianos imitan a Jehová y Jesús al tomar muy en serio su obligación de trabajar (Juan 5:17). De hecho, no es raro que reciban elogios por ser empleados confiables y nonraaos. El padre de familia debe demostrar especial empeño, pues quien se niega a mantener a los suyos actúa tan mal como el que "ha repudiado a Jehová" (1 Tim. 5:8, nota).
Ahora bien, ¿qué sucede cuando morimos? ¿Qué ocurre con nuestros recuerdos y nuestra personalidad, que ha sido moldeada desde el nacimiento por las decisiones actividades y experiencias que hemos vivido? Jehová puede archivar toda esa información en su memoria para, Hegaao el momento, devolvernos la vida junto con todas nuestras características individuales y vivencias (Juan 5:28, 29). Por lo tanto, aunque la muerte no forma parte del propósito original para el hombre, le brinda a Dios ia oportunidad de demostrar su inmenso poder en la resurrección.
En vez de atribuirse el mérito por sus enseñanzas y curaciones, Jesús dio un magnífico ejemplo de humildad dirigiendo toda la alabanza a Jehová (Juan 5:19)
Recordemos que Jesús dijo: "El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna" (Juan 5:24). Así pues, estudiemos la Palabra de Dios y apliquemos sus principios en nuestra vida. Podemos estar seguros de que Aquel que hizo posible que los hombres del pasado vivieran por tantos siglos hará posible que nosotros vivamos por toda la eternidad.
Imaginémonos cómo se sentirá Jonás cuando resucite en la Tierra: sin duda será para él un gran honor enterarse de que el propio Jesucristo mencionó sus experiencias (Juan 5:28, 29). Pues bien, Jehová también tiene recompensas para nosotros. Pero si queremos recibirlas, debemos hacer como Jonás: aprender de nuestros errores, ser obedientes y poner los intereses de los demás por encima de los nuestros.
Jesús dijo: "Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando", lo cual demuestra que ambos son muy diligentes (Juan 5:17). Todos deberíamos imitar la diligencia de Jehová y de Cristo. Sin importar qué tareas o responsabilidades se nos hayan encargado en la organización de Dios, se espera que nos ocupemos bien de ellas y que siempre tengamos "mucho que hacer en la obra del Señor" (1 Cor. 15:58).
Recuerde lo que dijo Jesús a algunos judíos de su tiempo: "Ustedes escudriñan las Escrituras, porque piensan que por medio de ellas tendrán la vida eterna; y estas son las mismas que dan testimonio acerca de mí. Y con todo, ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida" (Juan 5:39, 40). ¿Por qué no aceptaban a Jesús? ¿Acaso les faltaba conocimiento del hebreo para entender las Escrituras? No podía ser, pues ellos sí dominaban el idioma. El problema era otro, como muy bien les indicó Jesús: "No tienen el amor de Dios en ustedes" (Juan 5:42).
Juan 5:14. ¿Quiso decir Jesús que la gente se enferma porque comete pecados? No, eso no fue lo que quiso decir. El hombre al que Jesús curó llevaba treinta y ocho años enfermo por haber heredado la imperfección (Juan 5:1-9). Pero ahora que había sido objeto de la misericordia divina, tenía que seguir el camino a la salvación y dejar de pecar voluntariamente. De otro modo, se causaría algo peor que una enfermedad: podría cometer un pecado imperdonable y hacerse merecedor de morir sin esperanza de resurrección (Mat. 12:31, 32; Luc. 12:10; Heb. 10:26, 27).
Juan 5:24, 25. ¿Quiénes pasan "de la muerte a la vida"? Jesús está hablando de los que estaban muertos en sentido espiritual, pero que, al escuchar sus palabras, ponen fe en él y abandonan su estilo de vida pecaminoso. Pasan "de la muerte a la vida" en el sentido de que se les perdona la condena de muerte y reciben la esperanza de vivir eternamente debido a su fe en Dios (1 Ped. 4:3-6).
Juan 5:26. ¿Qué significa 'tener vida en sí mismo'? En el caso de Jesucristo, significa que Dios le otorga dos facultades: la de hacer posible que los seres humanos obtengan una buena posición delante de Jehová y la de impartir vida mediante la resurrección de los muertos. En el caso de los discípulos de Jesús, significa disfrutar de la plenitud de vida. Los cristianos ungidos la reciben cuando son resucitados a la vida en los cielos. Los siervos fieles de Dios con esperanza terrenal experimentarán la plenitud de vida cuando pasen la prueba final que ocurrirá justo después de concluir el Reinado Milenario de Cristo (1 Cor. 15:52, 53; Rev. 20:5, 7-10).
Es interesante que Juan 5:19 indica que Jesús hace "únicamente lo que ve hacer al Padre". Los hijos hoy se comportan de modo parecido. Por ejemplo, si un padre trata a su esposa con respeto y dignidad, su hijo hará lo mismo cuando crezca. Además, la manera de actuar del padre influye no solo en la conducta de los hijos varones, sino también en la opinión que las hijas se forman sobre los hombres.

JUAN 6

¿Recordamos cómo nos sentimos cuando nos explicaron por primera vez estas maravillosas verdades? Entonces, ¿para qué escuchar a los apóstatas, a quienes les encanta insultar a la organización que tanto nos ha enseñado? Solo lograríamos contagiarnos de su amargura (Juan 6:66-69). Son pozos secos que solo ofrecen engaños e insatisfacciones. Estamos decididos a ser leales a Jehová y a su organización.
Recordemos que nuestro Padre celestial examina los corazones de los seres humanos, y solo atrae hacia él a quienes considera "cosas deseables", es decir, personas valiosas (Juan 6:44). Por lo tanto, si le estamos sirviendo es porque nos ha invitado a ser sus amigos. Mientras le seamos fieles, jamás nos abandonará. Nos cuidará siempre con mucho cariño, pues somos para él un tesoro (Sal. 94:14).
Jesús reconoció que Dios era el Origen de su existencia con estas palabras: "Yo vivo a causa del Padre" (Juan 6:57). Y lo mismo cabe decir de nosotros (Sal. 36:9; Hech. 17:28). ¿Por qué nos dio Jehová la vida? Por amor. Sin duda, deberíamos corresponderle con el mismo sentimiento.
¿Qué sería de nosotros si abandonáramos el refugio de !a congregación? Muchos se estremecen tan solo de pensarlo, pues recuerdan muy bien lo vacía que era su vida antes de conocer la verdad (Juan 6:68, 69). Para seguir disfrutando de esa protección y evitar los sufrimientos tan comunes en el mundo de Satanás, debemos mantenernos cerca de los hermanos. Buscar su compañía y asistir regularmente a las reuniones nos ayuda a tener muy presente lo sabias que son las normas divinas y nos anima a obedecerlas.
"Sabiendo que estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey, se retiró otra vez a la montaña, él solo" (Juan 6:15). Sus actos hablaron por él: era obvio que no tenía ninguna intención de intervenir en la política del país. Y su posición jamás fue negociable. Además, dejó claro que sus discípulos tenían que adoptar la misma actitud (Juan 17:16).
Cuando explicamos la verdad con sencillez y claridad, algunas personas se convencen de inmediato, mientras que otras necesitan más tiempo. Pero basta con que una sola persona llegue a conocer bien a Jehová para que nos sintamos felices y agradecidos de que él nos haya utilizado para atraerla a su Hijo (Juan 6:44).
Jesús estaba junto al mar de Galilea y muchedumbre acerco, les enseno y curo a muchos, pero estabancom hambre, entonces le preguntó a Felipe, que era de la zona: "¿Dónde compraremos panes para que estos coman?" (Juan 6:1-5). ¿Por qué hizo Jesús esa pregunta? ¿Será porque no sabía cómo resolver el problema? Claro que no. Entonces, ¿cuál era su intención? El apóstol Juan, quien también estaba allí, nos da la respuesta: "Decía esto para probarlo [a Felipe], porque él mismo sabía lo que iba a hacer" (Juan 6:6). Así es, Jesús quería saber hasta qué grado habían progresado espiritualmente sus discípulos. Al hacer esta pregunta, los puso a pensar en el problema y les dio la oportunidad de expresar su fe en el poder que tenía. Pero en vez de aprovecharla, demostraron lo limitada que era su compresión de los asuntos (Juan 6:7-9). Enseguida, Jesús pasó a mostrarles que era capaz de hacer cosas que ni siquiera imaginaban. ¿Qué hizo? Alimentó milagrosamente a aquella hambrienta multitud (Juan 6:10-13).
No obstante, debemos recordar que no todos los que oyeron a Jesús respondieron a su mensaje (Mat. 23:37). Y algunos de los que sí respondieron terminaron rechazando sus enseñanzas y abandonándolo (Juan 6:66). Con todo, Jesús no llegó a la conclusión de que su mensaje no era valioso. Aunque muchas de las semillas que plantó no dieron fruto, se concentró en el bien que estaba logrando.
Jesús era completamente diferente de aquellos falsos mesías. En vez de fomentar la violencia, motivó a la gente a amar a sus enemigos y obedecer a las autoridades (Mateo 5:41-44). Además, puesto que su reino no sería "parte de este mundo", jamás permitió que los judíos lo hicieran rey (Juan 6:15).
La capacitación que recibió el Siervo de Dios, así como el cariño que le tenía a la humanidad, le ayudaron muchísimo cuando vino a la Tierra. A pesar de la persecución que sufrió, para él siempre fue un placer efectuar la voluntad de su Padre (Juan 6:38). Jesús estaba seguro de que, sin importar el tipo de pruebas que enfrentara, contaría con el apoyo y la ayuda de su Padre.
Cuando Jesús encargó a sus discípulos que recogieran las sooras del alimento provisto milagrosamente, dejó que ellos se encargaran de los detalles (Juan 6:12, 13). Mucho dependerá de la naturaleza de cada tarea y de las aptitudes del ayudante. Sea como sea, tanto quien deiega eí trabajo como la persona a la que se le encarga deben saber bien qué se espera y con cuánta frecuencia se debe informar de los progresos. Ambos deben saber cuánto se deja a discreción de la persona asignada. Si hay oue fijar una fecha para terminar, es posible que la persona se sienta más motivada si puede opinar al respecto en vez de que simplemente le impongan la fecha.
Veamos cómo afectó a muchos judíos la falta de verdadero iriteres en los asuntos espirituales. Jesús acostumbraba enseñar usando ilustraciones, aue luego expücaba a quienes querían saber más. Sin embargo, algunos judíos no estaban interesados en seguir aprendiendo y sencillamente se marchaban. Incluso, en cierta ocasión, algunos discípulos se ofendieron por una metáfora que él empleó (Juan 6:52-66). Ninguno de ellos logró entender que Jesús usaba ilustraciones para poner a prueba su disposición a cambiar su manera de actuar y de ver las cosas (Isa. 6:9, 10; 44:18; Mat. 13:10-15).

JUAN 7

Los Evangelios confirman que Jesús tuvo muchos enemigos, sobre todo entre los guías religiosos judíos. Él mismo dijo a sus oyentes: "El mundo no tiene razón para odiarlos a ustedes, pero a mí me odia, porque doy testimonio [...] de que sus obras son inicuas" (Juan 7:7).
La actitud que adoptaron los maestros religiosos creó un ambiente hostil para los seguidores de Jesús. Alardeando de su posición, aquellos hombres proclamaban: "Ni uno de los gobernantes o de los fariseos ha puesto fe en él, ¿verdad?" (Juan 7:13, 48). De este modo insinuaban que creer en Jesús era propio del populacho. Y aunque algunos dirigentes judíos —como Nicodemo y José de Arimatea— se hicieron discípulos, lo mantuvieron secreto por temor a sus compañeros (Juan 3:1, 2; 12:42; 19:38, 39). De hecho, los guías religiosos habían decretado que quien aceptara a Jesús como el Mesías tendría que ser "expulsado de la sinagoga", un castigo que suponía el rechazo de la sociedad (Juan 9:22).
Los líderes religiosos de los días de Jesús despreciaban al pueblo (Juan 7:47-49). Trataban tan mal a la gente que esta parecía una "caña quebrantada" o una "mecha de lino" a punto de apagarse. Jesús, en cambio, fue compasivo con los pobres y los afligidos (Mat. 9:35, 36).
Por miedo a ser perseguidos, muchos no se atrevieron a declararse abiertamente a favor de la religión verdadera. De hecho, la Biblia menciona el caso de ciertas personas que no hablaban sobre Jesús en público "por temor a los judíos" (Juan 7:13). Los líderes religiosos de aquella época amenazaban con expulsar de la sinagoga a todo el que ejerciera fe en Cristo. Como vemos, muchos no se hicieron cristianos por miedo a la reacción de otras personas (Hechos 5:13).
Nuestro ejemplo puede hacer que algunas personas cambien. Si demostramos que amamos y tememos a Dios y no cedemos ante la presión de los opositores, podemos influir positivamente en ellos. Pensemos en los familiares de Jesús. Al principio, algunos no creían en él y hasta afirmaban que había "perdido el juicio" (Juan 7:5). Sin embargo, después de la muerte y resurrección de Jesús, varios se hicieron creyentes. ¿Qué aprendemos de estos ejemplos? Que si nos mantenemos firmes, es posible que algunos de los que ahora nos persiguen acaben reconociendo que tenemos la verdad bíblica (1 Timoteo 1:13).
La labor de Jesus como maestro tampoco tiene comparación. Incluso hubo quienes dijeron de él: "Jamás ha hablado otro hombre así" (Juan 7:46). Fue un entusiasta predicador de las buenas nuevas del Reino y contagió ese entusiasmo a sus discípulos. Así comenzó una obra de predicación y enseñanza que ha llegado a todo el mundo y que continúa hasta nuestros días (Mat. 28:18-20; Hecn 5:42).
¿Y qué se puede decir de los líderes religiosos? Que la mayoría de ellos apenas prestaron atención a Jesús por razones parecidas (Juan 7:47-52). Además, le tenían envidia, pues recibía la atención constante de la gente (Mar. 15:10). Y no olvidemos la reacción negativa de muchos de ellos cuando Jesús puso al descubierto su hipocresía y falsedad (Mat. 23:13-36). Ellos optaron por permanecer en ignorancia, y Jesús los condenó por eso.
Entre los escribas y fariseos seguramente había hombres que tenían mucho conocimiento y eran muy buenos maestros. Entonces, ¿por qué fue Jesús un maestro tan diferente? En primer lugar, porque los líderes religiosos de su día no amaban al pueblo, sino que lo despreciaban; para ellos, no eran más que "unos malditos" (Juan 7:49). En cambio, Jesús sentía lástima por las personas. Jesús, por el contrario, amaba profundamente a su Padre y disfrutaba de hacer su voluntad, ademas "la palabra de Dios"; por eso la enseñó, la explicó, la defendió y rigió su vida por ella.
Fíjese en este detalle: Jesús, que era el mismísimo Hijo de Dios, no basó sus respuestas en lo que él pensaba, sino en la Biblia. La respetaba tanto que nunca desobedeció una instrucción bíblica por seguir una tradición humana (Juan 7:16-18). A diferencia de él, muchos líderes religiosos de su tiempo no respetaban las Sagradas Escrituras. Para ellos, sus tradiciones eran más importantes.
¿Cuál podría ser la causa de que a alguien le importen poco los sentimientos de su pareja? Quizá sea una sobredosis de orgullo. La persona orgullosa rebaja a los demás para ensalzarse a sí misma. Tal vez lo intente valiéndose de apodos despectivos o comparaciones humillantes. Como ejemplo, pensemos en la actitud de los orgullosos escribas y fariseos contemporáneos de Jesús. Si cualquiera los contradecía —aun cuando fuera uno de ellos mismos—, recurrían a insultos y a comentarios denigrantes (Juan 7:45-52). Sin embargo, Jesús era diferente, pues era comprensivo con quienes lo buscaban y le revelaban su sentir (Mateo 20:29-34; Marcos 5:25¬34).
La manera de hablar de Jesús y su uso de las Escrituras produjeron "una división respecto a él entre la muchedumbre", y sus opositores no pudieron hacerle daño (Juan 7:32-46). ¿Cómo puedes imitar el ejemplo de Jesús si te hacen preguntas sobre tu fe? Responde utilizando la Biblia y hazlo "con genio apacible y profundo respeto" (1 Ped. 3:15). En caso de que no sepas la respuesta a cierta pregunta, admítelo y ofrécete a buscarla. Investiga el tema valiéndote del Índice de las publicaciones Watch Tower o del CD-ROM Watchtower Library. Si te preparas bien, 'sabrás cómo dar una respuesta' (Col. 4:6).

JUAN 8

La Palabra de Dios indica que el Diablo es "homicida'' y que "tiene el medio para causar la muerte" (Juan 8:44). En realidad, este despiadado espíritu no posee la capacidad absoluta de matar directamente a los seres humanos. Pero, de manera astuta y engañosa, consigue ese objetivo sembrando en el corazón y la mente de las personas actitudes destructivas.
Jesús estaba más que dispuesto a enseñar a la gente cómc era su Padre: le entusiasmaba hacerlo. Y es que hablaba desde una perspectiva privilegiada, pues todo lo que enseñaba lo había aprendido en el cielo, en la presencia del Altísimo (Juan 8:28).
Cuando decimos la verdad, imitamos a Dios y alegramos su corazón. Por otra parte, si nos acostumbramos a mentir, imitamos al enemigo de Dios, el Diablo, quien es "el padre de la mentira" (Juan 8:44).
Si ponemos nuestra confianza en Jehová como Padre de amor infinito, cosecharemos grandes bendiciones (Pro. 3:5, 6). El propio Jesús obtuvo beneficios por confiar de todo corazón en Dios. Así, pudo decir a sus discípulos: "No estoy solo, sino que conmigo está el Padre que me envió" (Juan 8:16). Siempre tuvo la certeza de que él lo apoyaba.
¿De qué otra manera nos beneficia ver a Jehová como nuestro Padre? Pues bien, los hijos por lo general aman a sus progenitores y desean complacerles. Jesús le tenía mucho cariño a su Padre celestial, y por eso dijo: "Siempre hago las cosas que le agradan" (Juan 8:29). Si nosotros también amamos a Dios, actuaremos con sabiduría y lo "alab[aremos] públicamente" (Mat. 11:25; Juan 5:19).
No debemos tener miedo de someter nuestras propias creencias a un examen. A fin de cuentas, es la Biblia misma la que nos aconseja: "Asegúrense de todas las cosas" (1 Tesalonicenses 5:21). En efecto, aunque cierta doctrina parezca haber sido inspirada por Dios, antes de aceptarla conviene consultar las Escrituras para asegurarse de que es verdadera (Juan 8:31, 32).
Hoy día, muchas personas viven esclavizadas por el temor a los muertos. En cambio, nosotros hemos sido liberados de ese temor. ¡Qué agradecidos estamos! (Juan 8:32.) Como tenemos la esperanza de la resurrección, manifestamos nuestro pesar con respeto y moderación (Efe. 5:8; Juan 5:28, 29). Esta maravillosa esperanza impedirá que nos dejemos llevar por las demostraciones extremas de dolor que son tan comunes entre quienes carecen de dicha esperanza (1 Tes. 4:13). Además, tendremos el valor para defender con firmeza la adoración pura y no ceder al temor (1 Ped. 3:13, 14).
Jesús es nuestro mejor ejemplo, pues nadie está más cerca de Jehová que él. Siempre ha confiado en su Padre con todo el corazón (Juan 8:29). No dudemos nunca de Dios: él puede y quiere ayudarnos a cumplir con nuestro voto de dedicación (Ecl. 5:4). El cuidado espiritual que nos prodiga es prueba innegable de su amor y de que desea que nos mantengamos fieles en su servicio.
Antes de venir a la Tierra, Jesús estaba en el cielo (Juan 8:58). De modo que pudo ver la construcción del arca, así como el Diluvio. Ahora bien, ¿qué prueba le suena más convincente a usted? ¿El testimonio de primera mano de Jesús, que demostró ser completamente confiable y probó aue ers el Hijo de Dios, o la leve posibilidad de que los exploradores encuentren algunos pedazos de madera antigua en la cima congelada de una montaña? Cuando lo vemos desde esta perspectiva, las pruebas de que el arca de Noé sí existió son incuestionables.
Ese amor se reflejaba en todo lo que decía y hacía, y lo motivó a hacer siempre la voluntad divina (Juan 8:29). Además, su amor lo llevó a denunciar a los líderes religiosos hipócritas que afirmaban representar a Dios. Y lo impulsó a hablar de Jehová y a ayudar a la gente a conocerlo y amarlo.
Seguramente todos concordamos en que la congregación nos ha ayudado de muchas formas. Mediante ella, Jehová nos ha dado abundante alimento espiritual; nos ha enseñado verdades que nos han liberado de la religión falsa y la oscuridad espiritual (Juan 8:32). Y en las reuniones y asambleas preparadas por "el esclavo fiel y discreto" hemos obtenido el conocimiento que nos permitirá vivir para siempre sin dolor ni sufrimiento en el Paraíso (Mat. 24:45-47).
A Jesús no le parecía denigrante tener que someterse a la autoridad de su Padre, pues sentía por él un profundo respeto. Jesús dijo: "Yo siempre hago las cosas que le agradan" (Juan 8:29). La esposa que ama y respeta a Dios también acepta de buena gana la autoridad de su esposo.

JUAN 9

Los líderes religiosos judíos le cobraron tanto odio a Jesús que llegaron a expulsar de las sinagogas a quienes confesaban fe en él (Juan 9:22). Hoy se da una situación semejante en algunos lugares. Si un hombre se interesa en serio por Dios, la Biblia o la religión, sufre el acoso de sus compañeros de trabajo, sus amistades o sus parientes.
Jesús estaba al tanto de que las personas que han fallecido se encuentran, como indica Isaías 26:14, "impotentes en la muerte". Por eso sabía que, cuando muriera y yaciera sin vida en el Hades, ya no podría seguir ayudando a la gente. De ahí que comparara su propia muerte a la noche, es decir, a un período durante el cual no se podía realizar ningún trabajo o actividad (Juan 9:4).
Jesús sanó a un "ciego de nacimiento". Cuando este hombre fue interrogado sobre lo ocurrido, dijo lo siguiente acerca de Jesús: "Desde la antigüedad jamás se ha oído que alguien abriera los ojos a uno que hubiera nacido ciego. Si este hombre no fuera de Dios, no podría hacer ñaua" (Juan 9 1, 6, 7, 32, 33). En efecto, Jesús podía realizar esos milagros porque contaba con el poder de Dios. Adondequiera que iba, sanaba "a los que tenían necesidad de curación" (Luc. 9:11).
Para los vecinos de un hombre ciego de nacimiento no era más que un mendigo, pues dijeron: "Este es el hombre que estaba sentado y mendigaba, ¿no es así?". Sin embargo, lo que Jesús vio en este ciego fue a una persona que necesitaba ayuda. Por eso, habló con él y io curó (Juan 9:1-8).
¿Qué nos enseña este relato sobre la manera de pensar de Cristo? En primer lugar, que él no pasaba por alto a los más humildes, sino que los trataba con ternura y compasión. En segundo lugar, que tomaba la iniciativa para ayudar al prójimo. ¿Qué hay de nosotros? ¿Seguimos el modelo que puso Jesús? ¿Vemos a las personas como él las veía? ¿Las ayudamos a mejorar su vida actual y les brindamos la esperanza de un futuro maravilloso? ¿O más bien tendemos a favorecer a los que son prominentes, pasando por alto a los demás? Si usted siente por la gente lo mismo que Jesús sintió, entonces puede afirmarse que está siguiendo su ejemplo (Salmo 72:12-14).
Las oraciones de quienes dicen servir a Jehová pero hacen cosas que chocan con sus leyes son para él como un olor pestilente (Proverbios 15:8). Por eso, si queremos que nuestras oraciones sean para Dios como incienso fragante, sigamos llevando una vida limpia en todo aspecto. A Jehová le deleitan las oraciones de quienes siguen sus justos caminos (Juan 9:31).
Al realizar obras poderosas, Jesús nunca llamó la atención sobre sí mismo. Se aseguró de que Dios recibiera los méritos y las alabanzas por cada milagro. Antes de sanar a un hombre ciego, por ejemplo, hizo hincapié en que la curación se efectuaría "para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto en su caso" (Juan 9:1-3).
Los fariseos llamaron nuevamente ante su presencia al hombre que había sido ciego, y este les declaró con valor la verdad, sin importarle las consecuencias. Les dijo que era Jesús quien lo había curado y les explicó cómo lo había hecho. Al enterarse Jesús de lo ocurrido, se puso a buscar con interés al hombre que había curado. Cuando lo encontró, le fortaleció la fe que había demostrado tener, pues se identificó abiertamente ante él como el Mesías. ¡Qué bendición tan grande recibió aquel hombre por decir la verdad! Está claro que quienes hablan la verdad se granjean el favor divino (Juan 9:35-37).
Recordemos que cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, curó a personas que padecían toda clase de enfermedades y discapacidades. Además, muchos testigos, incluso sus enemigos, presenciaron la mayoría de los milagros que llevó a cabo. Al menos en una ocasión, los escépticos adversarios de Jesús investigaron a fondo una de sus curaciones con el objetivo de desacreditarlo. Pero quedaron muy decepcionados porque lo único que consiguieron fue confirmar el milagro (Juan 9:1, 5-34). Cuando Jesús realizó otro innegable milagro, sus frustrados opositores dijeron: "¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales?" (Juan 11:47). La gente común, sin embargo, no era tan indiferente, pues muchos empezaron a poner fe en Jesús (Juan 2:23; 10:41, 42; 12:9-11).
Los líderes religiosos judíos siempre estaban criticando a los demás. Por ejemplo, en cierta ocasión, un ciego a quien Jesús había curado dijo que este tenía que haber sioo enviado por Dios, a lo que los fariseos respondieron: "Tú naciste del todo en pecados, ¿y sin embargo nos enseñas a nosotros?" (Juan 9:30-34). Los fariseos no tenían ni visión espiritual ni capacidad para juzgar debidamente porque en su propio ojo tenían "una viga" que los cegaba por completo.. Si estamos resueltos a hacer ei bien a los demás, no seremos criticones ni estaremos buscando "pajas" en los ojos de nuestros hermanos. Reconoceremos que somos imperfectos y que, por tanto, no debemos juzgar a nuestros queridos compañeros
Muchas personas que gozan de salud física son infelices. Algunas incluso han intentado suicidarse por no tener ninguna esperanza en cuanto al futuro o porque se sienten abrumadas por los problemas. Están, en efecto, enfermas en sentido espiritual, un estado mucho más grave a los ojos de Dios que cualquier discapacidad física (Juan 9:41)

JUAN 10

A veces, Dios nos brinda el apoyo necesario mediante un hermano que acude a consolarnos o a través del alimento espiritual que nos llega cuando más falta nos hace. De seguro hemos oído a alguien decir: "Este artículo me vino como anillo al dedo. Es como si lo hubieran escrito para mí". Sean cuales sean nuestras necesidades y carencias, Jehová nos demostrará su amoroso cuidado si confiamos en él. A fin de cuentas, somos sus "ovejas", el pueblo sobre el que ha puesto su nombre (Juan 10:16).
Jesús es un ejemplo perfecto para nosotros (1 Ped. 2:21). El se preocupaba profundamente por sus seguidores, lo cual demostró cuando dio su vida por ellos (Juan 10:14, 15). Él es un pastor que se interesa por sus ovejas, un pastor que nos ayuda a vivir una vida feliz hoy y a forjarnos un futuro eterno (Juan 10:10, 11; Rev. 7:16, 17). Estas y otras deberian ser las razones que nos motivan a seguir a Jesús.
El pastor se sentía responsable por cada una de sus ovejas. Si una se perdía, sabía perfectamente de cuál se trataba. De hecho, conocía a cada oveja por el nombre que él mismo le había puesto (Juan 10:3). El amoroso pastor no descansaba hasta que la oveja perdida volvía a estar en el rebaño.
Seamos jóvenes o mayores, debemos huir de "la voz de los extraños" y rechazar a todo aquel que pretenda engañarnos, pues así demostraremos que queremos ser ovejas de Jesús (Juan 10:5).
Lamentablemente, algunas personas que llegaron a valorar el sacrificio de Jesús y se dedicaron a Dios ya no son ahora miembros activos de la congregación cristiana. Es probable que el desánimo, los problemas de salud u otros factores hayan apagado su entusiasmo y por eso se hayan alejado. No obstante, hay que recordar que solo quienes forman parte del rebaño de Dios pueden tener la paz y felicidad. Y nunca debemos olvidar que tal como los pastores estaban dispuestos a dar la vida para proteger a sus ovejas, Jesús sacrificó su vida para rescatar a las personas mansas como ovejas que quisieran aprovechar ese sacrificio (Juan 10:11, 15).
Los pastores cristianos deben imitar al "pastor excelente" Jesus (Juan 10:11). Él se interesaba profundamente en las ovejas de Dios. Y destacó la importancia de cuidarlas. Las ovejitas necesitan aún más cuidados hoy día, pues el Diablo está más empeñado que nunca en queorantar su lealtad a Dios. Él se aprovecha de las debilidades humanas y utiliza el mundo para tratar de hacer que pequen (1 Juan 2 15-17; 5:19). Quienes están inactivos son particularmente vulnerables; por eso necesitan que se les ayude a seguir el consejo de andar "por espíritu" (Gál. 5:16-21, 25). ¿Y qué deben hacer los ancianos para poder ayudarlos? Pedir la guía y el espíritu santo de Dios, y usar las Escrituras hábilmente (Pro. 3:5, 6; Luc. 11:13, Heb. 4:12).
Juan dijo expresamente que Jesús era el Hijo de Dios, el Mesías prometido. El testimonio de Juan fue tan claro que unos ocho meses después de su muerte, muchos judíos sinceros reconocieron: "Cuantas cosas dijo Juan acerca de este hombre, todas eran verdaderas" (Juan 10:41, 42). Asi mismo, el mensaje de las Buenas Nuevas del Reino, debemos expresarla tan claramente, para que las personas reconozcan por si mismas, que dichas enseñanzas son verdaderas y provienen de Jehová Dios.
Como las ovejas de Jesús escuchan su voz, forman "un solo rebaño" bajo su dirección (Juan 10:16). No están esparcidas entre iglesias y grupos independientes ni divididas por asuntos doctrinales. Más bien, todas enseñan lo mismo (1 Corintios 1:10). Para estar unidos se precisa orden, y para que haya orden hace falta organización. En realidad, solo una hermandad unida puede contar con la bendición de Dios (Salmo 133:1, 3).
Juan 10:10: "...Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia". Pronto recibirán vida "en abundancia", es decir, vida eterna en perfección en una Tierra paradisíaca, libre del dolor y el sufrimiento. Toda persona gozará entonces plenamente de la vida y cultivará las maravillosas cualidades y habilidades que caracterizan a quienes están hechos "a la imagen de Dios". ¿Estará usted presente para disfrutar de la vida que Jehová ha prometido? Depende de usted. Le animamos a aprovechar los medios que Dios ha suministrado para hacer posibles tales bendiciones
Su gran amor por la humanidad, llevó a jesús a dar voluntariamente su vida en sacrificio para que pudiéramos obtener vida eterna (Juan 10:18). En la cual estan incluidos tambien los ninos. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, dejó un magnífico modelo para los padres. ¿Cómo? Dedicó tiempo a los niños pese a estar muy ocupado y bajo presión. El ejemplo de Jesús encierra buenas lecciones para todos. ¿Cómo reaccionamos si los niños acuden a nosotros cuando estamos ocupados? ¿Reaccionamos como él? Los hijos necesitan, sobre todo de sus padres, lo que Jesús estuvo dispuesto a darles: tiempo y atención.
Más de una vez, Jesús empleó como ilustración las tácticas de los ladrones (Juan 10:10). Al mencionar los sucesos que ocurrirían en el tiempo del fin y que conducirían a que él viniera para ejecutar el juicio divino, Jesús dio esta advertencia: "Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor. Mas sepan una cosa, que si el amo de casa hubiera sabido en qué vigilia habría de venir el ladrón, se habría quedado despierto y no habría permitido que forzaran su casa" (Mateo 24:42, 43). Como vemos, Jesús comparó su venida a la de un ladrón: sería inesperada.

JUAN 11

¿Aceptó Marta la reprensión de Jesús y aprendió de ella? No hace taita especular. El apóstol Juan, en la introducción del apasionante relato de Lázaro, nos dice: "Ahora bien, Jesus amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro" (Juan 11:5). Habían pasado meses desde Ja última vez que Jesús estuvo en Betania, y está claro que Marta no estaba dolida con él ni le abrigaba ningún rencor. Todo lo contrario, había aceptado su consejo de buena gana. En este campo también Marta dio un magnífico ejemplo de fe, porque ¿quién no necesita de vez en cuando algún tipo de corrección?
En cuanto Marta vio a su Maestro, expresó con palabras la idea que había atormentado a las dos hermanas por días: "Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto". Con todo, no había perdido su fe y esperanza, pues añadió: "Y sin embargo, actualmente sé que cuantas cosas pidas a Dios, Dios te las dará". Al instante, Jesús le dijo algo que avivó su esperanza: "Tu hermano se levantará" (Juan 11:21-23). Ella pensó que Jesús se refería al futuro, así que contestó: "Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día" (Juan 11:24). ¡Qué fe tan impresionante! Pese a que los saduceos —maestros religiosos judíos— negaban la resurrección, Marta creía firmemente en esta enseñanza tan clara de las Santas Escrituras (Daniel 12:13; Marcos 12:18).
Dios facultó a su Hijo para resucitar a Lázaro. Pensemos en las imágenes que quedarían grabadas a fuego en la memoria de Marta: la orden que Jesús dio a Lázaro para que saliera; el leve sonido que este produciría al levantarse envuelto en telas mortuorias y avanzar hasta la entrada; el mandato de Jesús para que lo 'desataran y lo dejaran ir', y, por supuesto, el entrañable abrazo con el que se fundieron los tres hermanos (Juan 11:40-44). La losa en el corazón de Marta había desaparecido. Este relato demuestra que la resurrección de los muertos no es una mera ilusión; es una consoladora enseñanza bíblica probada con hechos reales. Jehová y su Hijo desean recompensar la fe de sus siervos.
Juan 11:35: Jesús cedio a las lagrimas. Que podemos aprender de Jesús? Que no tenía miedo de llorar en público, Que fue humano ante todo, y nunca fue estricto, ni frío, ni distante. Le dolía ver sufrir a sus amigos y no le importaba expresar en público sus sentimientos. ¿Qué nos enseña esto? Que no hay por qué reprimir las lágrimas si se nos parte el corazón al ver a nuestros amigos llorando (Romanos 12:15). Por otro lado, tampoco hay por qué obligar a los dolientes a exteriorizar su dolor; algunos prefieren llorar en privado.
En vez de atribuirse el mérito por sus enseñanzas y curaciones, Jesús dio un magnífico ejemplo de humildad dirigiendo toda la alabanza a Jehová (Juan 11:41-44). También indicó qué asuntos deben tener prioridad en nuestras oraciones.
Jesús nunca cobró por hacer milagros. Además, sanaba por completo a todos los enfermos que acudían a él. Las curaciones siempre le salían bien y no dependían de la fe de las personas (Lucas 6:19; Juan 5:5-9, 13). ¡Con decir que hasta resucitó a algunas de ellas! (Juan 11:38-44.) Aunque Jesús sí hizo aquellos milagros, su intención no era impresionar a la gente y ganar adeptos con dramáticas sesiones de sanación. El objetivo principal de su ministerio era declarar las buenas nuevas. Por eso, organizó a sus seguidores para que hicieran discípulos y les enseñaran que en el Reino de Dios todo el mundo disfrutará ae salud perfecta (Mateo 28:19, 20).
Respecto a la diferencia entre los términos griegos que se traducen por "animar" y "confortar", el Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, de W. E. Vine, explica que la palabra que se traduce "confortar" conlleva un matiz "más entrañable" que la que se traduce "animar" (Juan 11:19).
Es necesario prestar mucha atención a lo que nos diga la persona que a perdido un ser querido. Seria apropiado, hacerle preguntas que le confirmen que nos interesamos por su bienestar. Ahora bien, si no desea hablar, no se le debe forzar. No hay que olvidar que puede estar agotado física y emocionalmente. Asimismo, hay que tener en cuenta que, en estas situaciones, las personas a veces no pueden pensar con claridad, e incluso repiten las mismas frases una y otra vez. Quizás haya quienes sean muy francos al expresar sus emociones. Por ejemplo, tanto Marta como María le dijeron a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto" (Juan 11:21, 32). ¿Cómo reaccionó Jesús? En lugar de darles un sermón sobre cómo deberían sentirse, las escuchó con paciencia y comprensión. Él sabía que el ser humano puede responder de formas inesperadas ante un fuerte golpe emocional.
Cuando le damos gracias a Dios por todo lo bueno que nos ocurre, nos concentramos en las bendiciones que recibimos. Por eso, nos volvemos personas más agradecidas, felices y optimistas (Filipenses 4:6). Tenemos el ejemplo de Jesús quien agradecio a su Padre que lo escuchara (Juan 11:41).
Jesús fue el ejemplo perfecto. Él sabía que cada persona sufre "su propia plaga y su propio dolor" cuando pierde un ser querido (2 Crónicas 6:29). Por eso, no trató a las dos hermanas de Lázaro de igual manera. Marta quería hablar, así que siguió conversando con ella. Pero como María estaba llorando, no le habló mucho (Juan 11:20¬28, 32-35). Esto nos enseña otra lección: hay que dejar que sea el doliente quien decida el rumbo que tomará la conversación. Pocas cosas le consolarán tanto como tener a su lado un oído amigo.
Jesús ayudó a la familia de Lázaro de un modo extraordinario: resucitando a su amigo (Juan 11:43, 44). Claro, nosotros no podemos hacer milagros, pero hay otras cosas que sí están a nuestro alcance: llevar comida, ofrecer alojamiento a visitantes que vengan de lejos, lavar ropa, cuidar de los niños, hacer diligencias o proporcionar transporte. Gestos como estos son sencillos, pero se agradecen muchísimo.

JUAN 12

Satanás, "el gobernante de este mundo", dio origen a una fuerza que está en oposición al espíritu santo (Juan 12:31). Se trata del espíritu del mundo, es decir, la inclinación que predomina en la sociedad actual y la mueve a actuar en contra de la voluntad y el propósito de Dios.
Marta tuvo que soportar la terrible muerte de su amado Maestro, Jesús, a manos de unos asesinos hipócritas. Ellos mismos habían tratado de matar a Lázaro, porque, a causa de la resurrección de este, mucha gente creía en Jesús (Juan 12:9-11). Y, por supuesto, tarde o temprano la muerte cortó los afectuosos lazos que unían a Marta y a sus hermanos. No sabemos cómo ni cuándo ocurrió, pero podemos estar seguros de que la devota fe de Marta la ayudó a aguantar hasta el fin de sus días. ¡Qué magnífico ejemplo de fe!
Ser serios no significa que no podamos relajarnos ni oasar ratos agradables con los amigos. Jesús nos dejó un modelo perfecto. No solo enseñaba a la gente, sino que también buscaba momentos para descansar y estrechar lazos con otras personas (Juan 12:1, 2). Tampoco es cuestión de que nunca podamos sonreír. Si Cristo hubiera tenido un carácter severo o demasiado formal, ¿quién habría querido acercársele? Pero él no era así. Incluso los niños se sentían cómodos a su lado (Mar. 10:13-16).
Si vivimos y andamos por espíritu santo, trabajaremos arduamente para mantener a nuestra familia e incluso tener "algo que distribuir a alguien que tenga necesidad" (1 Tim. 5:8). No seremos como Judas Iscariote, quien robaba dinero del fondo que Jesús y sus apóstoles habían formado para ayudar a los pobres (Juan 12:4-6). Es obvio que aquel traidor no seguía la dirección del espíritu. En cambio, quienes sí la seguimos nos comportamos "honradamente en todas las cosas", tal como hacía Pablo (Heb. 13:18). Así evitamos contristar el espíritu de Jehová.
Conforme se iba acercando el momento de dar su vida en sacrificio, Jesús sentía cada vez más el peso de la responsabilidad que tenía sobre los hombros. Como era humano, es natural que se sintiera así. Pero en vez de centrarse en sí mismo, se concentró en lo que realmente importaba y dijo: "Padre, glorifica tu nombre". Jehová le respondió de inmediato: "Lo glorifiqué, y también lo glorificaré de nuevo" (Juan 12:27, 28). Jesús ya estaba dispuesto a atravesar la prueba de integridad más grande que haya afrontado un ser humano. Pero aquellas palabras de su Padre celestial sin duda fortalecieron su confianza en que lograría engrandecer y vindicar su soberanía. ¡Y ciertamente lo logró!
Para Jesús, Satanas era muy real; de hecho, lo llamó "el gobernante de este mundo" (Juan 12:31). No contento con corromper y manejar a su antojo este mundo, el Diablo también quiere corrompernos a nosotros y así impedir que cultivemos una estrecha relación con nuestro Padre, Jehová (1 Pedro 5:8). Pero no tenemos razones para temerlo, pues Dios es muchísimo más fuerte y desea proteger a quienes lo aman.
Cuando su amiga María le derramó un aceite muy caro sobre los pies y la cabeza, hubo quienes dijeron molestos: "¿Por qué se ha efectuado este desperdicio del aceite perfumado?". Creían que era mejor venderlo y repartir el dinero entre los pobres. Sin embargo, Jesús dijo: "Déjenla. ¿Por qué tratan de causarle molestia?". Y luego añadió: "Ella hizo lo que pudo" (Juan 12:3). Jesús no se concentró en lo que María no había hecho, sino en lo que sí hizo, y se lo agradeció. Por desgracia, mucha gente solo se da cuenta de las cosas buenas que tiene — como la familia y los amigos— cuando las pierde. De ahí la importancia de nunca darlas por sentadas. Tal vez podríamos empezar haciendo una lista —mentalmente o por escrito— de cosas por las que estamos agradecidos.
"No he hablado de mi propio impulso, sino que el Padre mismo, que me ha enviado, me ha dado mandamiento en cuanto a qué decir y qué hablar." (Juan 12:49.) Todo lo que Jesús enseñó provenía de su Padre; nunca agregó nada inventado por él.
Judas Iscariote, uno de los doce apóstoles. Él escuchó las magníficas enseñanzas de Jesús y lo vio realizar milagros con la ayuda del espíritu santo. Sin embargo, no cuidó su corazón. Tenía a su cargo la caja donde Jesús y los apóstoles guardaban su dinero, pero "era ladrón [...] y se llevaba [lo] que se echaba en ella" (Juan 12:6). Su codicia lo llevó al extremo de aceptar treinta piezas de plata de parte de los hipócritas líderes religiosos a cambio de traicionar a Jesús (Mat. 26:14-16).
Tanto Jesús como sus discípulos hicieron una labor tan buena oue los fariseos se quejaron diciendo: "¡Miren! El mundo se ha ido tras él" (Juan 12:19). Como vemos, no es que los judíos no supieran absolutamente nada de Jesús. Pudieron haber aprendido más de él y llegar a amarlo, pero no io hicieron. Algunos hasta fueron cómplices de su asesinato.

JUAN 13

Poco antes de morir, Jesús señaló otra forma de acatar su autoridad: "El que recibe [...] a quien yo envío me recibe a mí también" (Juan 13:20). De hecho, él se refirió a sus representantes ungidos como sus "hermanos" (Mat. 25:40). Después de resucitar y ascender al cielo, Cristo los nombró "embajadores en sustitución" de él. Actuando en nombre de su Amo, invitarían a las personas a reconciliarse con Jehová (2 Cor. 5:18-20). Por lo tanto, reconocer a Jesús como Líder implica aceptar la autoridad de sus "hermanos".
El ejemplo de Jesús es muy poderoso. Ciertamente, cuando un anciano repasa los relatos de los Evangelios, se siente impulsado a tratar con cariño al rebaño (Juan 13:12-15). Y es que el corazón se nos conmueve al ver la forma como él enseñó a sus discípulos durante su ministerio. Tan hondo les caló la humildad de su Maestro que la tomaron como modelo en su vida y comenzaron a ver a "los demás [como] superiores" (Fili. 2:3).
Los cristianos verdaderos se tienen un amor fuera de lo común. La Palabra de Dios les ha enseñado a respetar a toda persona, sin importar su procedencia étnica. Las religiones falsas a menudo han dado todo su apoyo a las guerras, pero los cristianos verdaderos no hacen eso (Miqueas 4:1-4). Más bien, desinteresadamente dedican su tiempo y recursos a ayudar y animar a su prójimo. (Juan 13:34, 35) Como el amor es producto del espíritu santo, les permite a los cristianos verdaderos hacer cosas que resultan imposibles para la mayoría, como superar las barreras raciales, culturales y políticas.
Cristo no solo hacía siempre recomendaciones claras, prácticas y fieles a los principios divinos, sino que enseñaba a sus discípulos a razonar basándose en tales principios (Mat. 17:24-27). Nunca olvidaba que tenían limitaciones ni esperaba perfección de ellos. Si los aconsejaba, era porque los amaba de verdad (Juan 13:1).
Cuando ya le quedaba poco tiempo en la Tierra, Jesús les dijo a sus discípulos: "Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo" (Juan 13:15). Los padres también pueden enseñar a sus hijos a ser responsables dándoles el ejemplo. A medida que su hijo crece, puede esperar más de él en asuntos como la limpieza, la puntualidad y las tareas escolares. Dele instrucciones específicas para enseñarle a cumplir sus responsabilidades.
Con todo, él no fue conocido principalmente por curar a los enfermos, dar de comer a las multitudes o resucitar a los muertos. La gente lo llamaba "Maestro", y con razón (Juan 13:13). Como él mismo explicó, uno de los principales motivos por los que vino a la Tierra fue para enseñar a las personas sobre el Reino de Dios (Lucas 4:43).
Como nosotros deseamos imitar a Jehová, tenemos que averiguar si estamos mostrando verdadera honra a todos los hermanos. Para ello, preguntémonos: "¿Cómo trato a los que no ocupan un puesto prominente, o de responsabilidad, en la congregación?" (Juan 13:14, 15). Nuestra respuesta nos dirá mucho en cuanto al grado de respeto sincero que sentimos por nuestros hermanos y hermanas (Filipenses 2:3, 4).
Jesús amó a sus discípulos "hasta el fin" (Juan 13:1). Hay esposos que no siguen el ejemplo de Jesús. Algunos incluso han abandonado a "la esposa de [su] juventud" a veces por alguien más joven (Mal. 2:14, 15).
Aunque Jesús nunca se casó ni tuvo hijos, es un excelente ejemplo para los padres cristianos. ¿Por qué? Porque con amor y paciencia, enseñó a sus discípulos de palabra y de obra. Les mostró cómo llevar a cabo la comisión que les había dado (Luc. 8:1). Y la forma en que los trató les enseñó cómo tratarse entre sí (Juan 13:14-17).
"Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Juan 13:1). Como vemos, fue el amor por sus discípulos lo que lo impulsó a realizar una tarea que normalmente se encargaba a los esclavos. Y ahora les tocaba a ellos demostrar con hechos el amor que se tenían. En efecto: el auténtico amor debe motivar a los cristianos a manifestar interés por todos sus hermanos.
El hombre mostrará respeto a su esposa al tomar en consideración su constitución física y emocional. Además, siempre que sea posible, le ayudará con los quehaceres del hogar. Al igual que Jesús, estará presto a efectuar tareas ordinarias, sin rehuirlas como si lo fueran a rebajar (Juan 13:12-15). Más bien, las verá como oportunidades para demostrar su amor por la mujer industriosa con que se casó. Sin lugar a dudas, ella agradecerá profundamente su apoyo (Efesios 5:25, 28, 29).
Los Evangelios indican que Jesús sentía un cariño especial por su discípulo Juan, quizás por tener personalidades afines o por estar emparentados. Sin embargo, él nunca lo favoreció por encima de los demás (Juan 13:23). De hecho, cuando Juan y su hermano Santiago le pidieron puestos destacados en el Reino de Dios, Jesús les contestó: "Esto de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía darlo" (Marcos 10:35-40).
¿A qué mandamiento llamó Juan "viejo" y a la vez "nuevo"? El apóstol se refería al mandamiento sobre mostrarse amor fraternal y abnegado (Juan 13:34). Lo llamó "viejo" porque Jesús lo había establecido más de sesenta años antes de que Juan escribiera su primera carta inspirada. Por eso dijo que los creyentes lo habían tenido "desde el principio" de su vida como cristianos. Sin embargo, el mandamiento también era "nuevo" en el sentido de que ya no implicaba solo 'amar al prójimo como a uno mismo', sino estar dispuesto a sacrificarse por él (Lev. 19:18; Juan 15:12, 13).

JUAN 14

Recuerde que Jesús nos prometió un ayudante: el espíritu santo (Juan 14:16, 17). Es la fuerza más poderosa del universo. Con ella, Jehová nos suministra "más que sobreabundantemente" la fortaleza para vencer cualquier dificultad. Es cierto que Jehová no promete eliminar las tensiones, pero sí nos garantiza que su espíritu nos dará las fuerzas necesarias (Fili. 4:13).
Jesús afirmó: "El que ejerce fe en mí, ese también hará las obras que yo hago; y hará obras mayores que estas" (Juan 14:12). ¿No es cierto que los siervos de Dios de tiempos modernos estamos llevando a cabo la obra de evangelización más grande de la historia? |Nunca anees ha habido tantas personas sirviendo a Jehová en tantos países! Jehová se ha encargado de hacer realidad ias palabras de su Hijo. En verdad, su pueblo ha realizado "obras mayores" que las de Jesús.
La oración es un privilegio y forma parte de la adoración a Dios, por lo que solo debemos orarle a él (Mateo 4:10; 6:9). Puesto que somos imperfectos, debemos orar en el nombre de Jesús porque él es el camino designado (Juan 14:6). Jehová no quiere que repitamos oraciones memorizadas o escritas, sino que oremos de corazón.
¿Perdemos libertad al pertenecer a Jehová? De ningún modo. La perderíamos, más bien, si fuéramos parte del mundo, el cual está alejado de Jehová y sometido a Satanás, un dios cruel y tiránico (Juan 14:30). ¿Qué medios utiliza él para esclavizar a las personas? Entre otros, presiones de tipo económico y recurre al poder engañoso del pecado.
"El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho" (Juan 14:26). Constantemente tenemos que pedirle a Dios que nos ilumine y estudiar la Biblia, donde están registradas las enseñanzas de Cristo. Entonces, el espíritu santo nos permitirá comprender mejor la profunda sabiduría de Jehová, y así podremos seguir fielmente sus mandamientos (1 Cor. 2:10).
"Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). Así que si solo hay un camino para acercarse al Padre, solo puede haber una religión verdadera.
Comprenderemos aún mejor el entrañable amor de nuestro Padre celestial si reflexionamos en la manera como actuó Cristo durante su vida en la Tierra. Cuando aquellos pequeños se juntaron en torno a Jesus, los bendice y los abraza tiernamente. ¡Qué contentos tuvieron que ponerse! Jehová tiene la misma actitud que su Hijo. También espera a la gente con los brazos abiertos. ¿Cómo lo sabemos? Porque Jesús dijo: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre también" (Juan 14:9). Jehová es un inagotable manantial de amor. Cubre nuestras necesidades a la perfección, nos protege como nadie y anhela que nos acerquemos a él (Sant. 4:8). ¡No podría haber un padre mejor!
Jesús, el Gran Maestro, también utilizó eficazmente preguntas. De hecho, en los Evangelios aparecen más de doscientas ochenta preguntas suyas. Aunque a veces las planteaba para hacer callar a los críticos, normalmente las hacía para llegar al corazón de sus oyentes y animarlos a reflexionar sobre su situación espiritual (Juan 14:9, 10)
Durante su vida en la Tierra, Jesús fue un ejemplo constante de extraordinarias cualidades. Entre ellas figura su inmenso amor por Jehová, tal como él mismo señalo. "Yo amo a! Padre" (Juan 14:31). Además, siempre demostró gran amor por el prójimo (léase Mateo 22:35-40). Leios de ser rudo o dominante, actuó con bondad y consideración.
Un hermano al que mantuvieron incomunicado por muchos años comentó: "Quisiera animar a todos a mostrar el aprecio debido por todo el alimento espiritual que se nos da, puesto que no sabemos precisamente cómo nos será valioso". En efecto, si ahora estudiamos con interés la Palabra de Dios y las publicaciones del esclavo, el día que lleguen las situaciones críticas el espíritu santo nos "hará recordar todas las cosas" que necesitemos (Juan 14:26)
Hay un aspecto crucial para que Dios escuche nuestras oraciones. "Nadie viene al Padre sino por mí", dijo Jesús (Juan 14:6). Dicho de otro modo, el Hijo de Dios es el único medio a través del cual podemos acercarnos al Padre. ¡Con razón Jesús enseñó a sus discípulos a orar en su nombre! (Juan 14:13; 15:16.)

JUAN 15

Los siervos de Jehová vivimos en un mundo que nos trata con hostilidad, y por eso no nos sorprende vernos ante las tentaciones, el desaliento, la persecución y la presión de quienes nos rodean (Juan 15:17-19). Pero, con la ayuda del espíritu santo, lograremos superar todos los desafíos que se presenten en nuestro servicio a Jehová. Él no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podemos soportar (1 Cor. 10:13).
¿Por qué deberíamos esforzarnos por imitar a Dios? Dirigiéndose a sus apóstoles, Jesús indicó la razón más importante: "Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto" (Juan 15:8). Cuando cultivamos "el fruto del espíritu", se notan los efectos en nuestra forma de hablar y de comportarnos, lo cual redunda en alabanza al Creador (Mat. 5:16).
La paz de que gozamos no solo nos lleva a evitar hacer daño a nuestros hermanos. Nos mueve a amarlos, sin importar su raza o cultura (Juan 15:17). En efecto, nos impulsa a hacer "lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe" (Gál. 6:10). Vivimos en un auténtico paraíso espiritual que debemos valorar y proteger.
Jesús además de sentir un gran amor por su Padre celestial, estaba muy deseoso de recibir su aprobación, y lo demostró siéndole siempre fiel. Por eso, poco antes de morir, pudo afirmar que su Padre sabía muy bien que era una persona fiel que obedecía todos sus mandamientos. Y, de este modo, se mantuvo en el amor de Jehová (Juan 15:10). "¿Podemos decir nosotros que Jehová nos conoce y nos ve como alguien que le pertenece?" (2 Tim. 2:19). Sin duda, es un maravilloso privilegio disfrutar de una relación tan especial con el Soberano del universo.
"Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando" (Juan 15:14). Es patente que Jesús solo aceptaba en su círculo íntimo a quienes eran discípulos suyos y siervos de Jehová. Esa es la actitud que debemos adoptar nosotros. Para determinar si alguien merece nuestra amistad, preguntémonos: "¿Demuestra con sus palabras y acciones que obedece los mandatos de Jehová y de Jesús? ¿Comparte mis creencias y valores bíblicos? ¿Será una influencia positiva y me ayudará a mantenerme fiel a Jehová y buscar primero el Reino?". Si respondemos afirmativamente a estas cuestiones, podemos tener la confianza de aue tal persona será un buen compañero para nuestros momentos de ocio
Nosotros también tenemos que ayudar a los estudiantes de la Biblia a superar el temor al hombre. Sin duda, les será más fácil mantenerse firmes si se adelantan al problema (Juan 15:19). Pudiéramos enseñarles a preparar respuestas bíblicas simples y lógicas para las preguntas que probablemente les hagan sus compañeros de trabajo y otras personas. Y además de brindarles nuestra amistad, deberíamos presentarles a otros miembros de la congregación, en particular a quienes se encuentren en circunstancias afines a las suyas. Sobre todo, tenemos que animarlos a orar con frecuencia y de todo corazón. Así podrán acercarse a Jehová y hacer de él su Roca y Refugio (Salmo 94:21-23 y Santiago 4:8).
Jesús no trató a sus discípulos como inferiores, sino como amigos. Pasó mucho tiempo con ellos y les demostró plena confianza. Tanto es así que les dijo: "Todas las cosas que he oído de mi Padre se las he dado a conocer a ustedes" (Juan 15:15). Cristo no les ocultó sus pensamientos y sentimientos más íntimos. Sin duda, gozaban de una estrecha relación con Jesús, la cual les sirvió de ancla tiempo después, cuando tuvieron que asumir grandes responsabilidades.
Una vez que la maldad se introdujo en el mundo, Jehová expresó su amor de nuevas formas. ¿Cuáles? El apóstol Juan indica una de ellas al citar estas palabras de Jesús en Juan 15:13: "Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos" ¿Podría haber demostrado su cariño de mejor manera que enviando a su Hijo para rescatar a los pecadores?¡Qué ejemplo de amor abnegado! Sin duda, debemos esforzarnos, como Jesús, por manifestar a diario esta cualidad divina (Juan 17:25, 26).
Los discípulos de Cristo no somos inmunes a las dificultades y presiones del mundo de Satanás (1 Juan 5:19). A veces, incluso afrontamos más problemas debido a que se pone a prueba nuestra fidelidad a Jehová. Es como Jesús advirtió: "Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán" (Juan 15:20). Sin embargo, aun cuando "se nos persigue, [...] no se nos deja sin ayuda" (2 Cor. 4:9).
Jesús había mencionado el poder purificador de la palabra de Dios, palabra que él mismo había proclamado. En efecto, les dijo a sus discípulos: "Ustedes ya están limpios a causa de la palabra que les he hablado" (Juan 15:3). Por lo tanto, la palabra de verdad tiene la capacidad de purificarnos moral y espiritualmente. Si queremos que Dios acepte nuestro servicio, es imprescindible que nos dejemos limpiar por la verdad divina.
Los cristianos del siglo primero respetaban la ley y se esforzaban por no cometer ninguna mala acción que los hiciera pasar vergüenza. No obstante, Jesús predijo que sus seguidores serían perseguidos por causa de su nombre (Juan 15:20). Por eso, Pedro escribió: "Si [alguien] sufre como cristiano, no se avergüence, sino siga glorificando a Dios" (1 Ped. 4:16). En aquel entonces, no avergonzarse de padecer por ser seguidores de Cristo equivalía a rechazar las normas sociales vigentes.
Para mantener buenas relaciones en la familia y la congregación, es fundamental decir siempre la verdad. La comunicación franca y afectuosa une a las personas (Juan 15:15) Pero ¿qué ocurre cuando descubrimos que alguien cercano nos ha mentido? Seguramente ya no confiaremos tanto en él. A algunos les resulta muy difícil dejar de mentir, pues llevan haciéndolo mucho tiempo, en ocasiones desde la niñez. Pero Jehová valora el esfuerzo que hacen por cambiar y les dará su apoyo.

JUAN 16

Si queremos que nos guíe el espíritu de Dios, tenemos que oponernos al del mundo. Y no es fácil resistir su influencia. Hay que luchar, combatir con empeño (Jud. 3). Pero podemos ganar. Jesús dijo a sus discípulos: "En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren ánimo!, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). 23 Nosotros también lograremos vencer al mundo si nos oponemos a su espíritu y hacemos todo lo posible por obtener la fuerza activa de Jehová.
Al acercarse al fin de su vida en la Tierra, Jesús se vio ante una situación muy difícil. Durante todo su ministerio había dejado claro que iba a entregar voluntariamente su vida como sacrificio (Juan 16:28). Sin embargo, también comprendía que, cuando lo ejecutaran, lo iban a hacer bajo el sistema judicial judío y por el cargo falso de blasfemia. Este vergonzoso aspecto de su muerte lo perturbaba muchísimo. Sin embargo con su fidelidad hasta la muerte, Jesús probó irrefutablemente que Jehová era la persona más importante de su vida.
Dener tener expectativas razonables Jesús sabía que sus discípulos no podrían asumir de la noche a la mañana todas las responsabilidades que él esperaba de ellos. En una ocasión les dijo: "Tengo muchas cosas que decirles todavía, pero no las pueden soportar ahora" (Juan 16:12). Por eso, antes de encargarles una responsabilidad determinada, dedicó suficiente tiempo a capacitarlos. Y solo cuando consideró que estaban preparados, los dejó por su cuenta.
Los seres humanos necesitamos urgente y desesperadamente la protección divina. Quizás muchos se nieguen a creer en la existencia del "inicuo", es decir, Satanás. No obstante, para Jesús era muy real; de hecho, lo llamó "el gobernante de este mundo" (Juan 16:11). No contento con corromper y manejar a su antojo este mundo, el Diablo también quiere corrompernos a nosotros y así impedir que cultivemos una estrecha relación con nuestro Padre, Jehová (1 Pedro 5:8). Pero no tenemos razones para temerlo, pues Dios es muchísimo más fuerte y desea proteger a quienes lo aman.
Justo antes de que se diera muerte a Jesús, los apóstoles "lo abandonaron y huyeron", y tal como se había predicho, fueron "esparcidos cada uno a su propia casa" (Juan 16:32). Luego, tras su resurrección, Jesús invitó a sus desmoralizados apóstoles a una reunión especial. En respuesta, "los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús les había ordenado". Cuando llegaron, "Jesús se acercó y les habló" (Mat. 28:10, 16, 18). ¡Qué aliviados debieron sentirse al ver que Jesús tomó la iniciativa!
Jesús sí supo defender su fe. La noche antes de morir dijo a sus discípulos: "¡Cobren ánimo!, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Nada ni nadie en este mundo le hizo renunciar a su fe ni dejar de ser leal a su Padre.
Jesús les dijo a sus discípulos: "En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren ánimo!, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Él nunca se dejó influir por ei sistema de cosas. Nunca permitió que este le impidiera cumplir su comisión de predicar o lo hiciera rebajar sus normas morales y espirituales. Tampoco nosotros podemos permitirlo. Si estudiamos el ejemplo de Jesús y meditamos en él, tendremos el valor necesario para mantenernos separados de este mundo.
Pensemos en todo lo que Jesús ha hecho y anhela hacer por nosotros. En nuestras oraciones, demos gracias y alabemos a Jehová por la manera maravillosa en que ha utilizado a su Hijo. Si así lo hacemos, aumentará nuestra confianza en la promesa de Jesús: "Si le piden alguna cosa al Padre, él se la dará en mi nombre" (Juan 16:23).
Tal como Jesús explicó ideas complejas con palabras sencillas, Sigamos ese ejemplo. Enseñe de manera sencilla, clara y precisa. En vez de ir a toda prisa, considere las circunstancias y la capacidad de la persona al determinar cuántos párrafos estudiarán en cada sesión. Jesús conocía las limitaciones de sus discípulos y no los abrumó con más información de la que necesitaban en el momento (Juan 16:12).
Mucha gente sincera ha hecho cosas malas por no tener conocimiento exacto de la voluntad divina. Por ejemplo, Jesús advirtió a sus seguidores: "Viene la hora en que todo el que los mate se imaginará que ha rendido servicio sagrado a Dios" (Juan 16:2). Hoy, los testigos de Jehová han vivido en carne propia la verdad de esas palabras, pues en numerosos países han sido perseguidos y hasta ejecutados por personas que afirmaban servir a Dios. Lógicamente, tal celo mal dirigido no puede agradar al Dios verdadero (1 Tesalonicenses 1:6).
El dueño de una tienda decide hacer un regalo a varios de sus clientes, pero establece la condición de que se dirijan a él para recogerlo. Quienes no estén dispuestos a hacerlo demostrarán que en realidad no valoran el ofrecimiento. De igual modo, si no nos dirigimos a Jehová para darle a conocer nuestras peticiones, demostraremos que no valoramos sus dádivas. Jesús dijo: "Pidan y recibirán" (Juan 16:24). Cuando así lo hacemos, damos prueba de que confiamos en Dios.

JUAN 17

¿Cómo nos ponemos de parte de Dios? Buscando y practicando la religión verdadera, que basa sus enseñanzas en la Biblia (Juan 4:23). Además, no involucrándonos en la política ni en los conflictos del mundo, a imitación de Jesús. (Juan 17:14.)
También hay que tener presente que Jehová no otorgará vida eterna en el Paraíso a cualquiera, sino solo a quienes imiten a su Hijo Jesús (Juan 17:3). Mientras estuvo en la Tierra, Jesús disfrutó de hacer la voluntad de su Padre. Tanto por palabra como por obra, enseñó a sus seguidores que la felicidad duradera proviene de dar, no de recibir (Hechos 20:35).
El pecado de nuestros primeros padres no tenía excusa, pues eran perfectos y entendían claramente el explícito mandato que Dios les había dado. Ellos pecaron a propósito. Por todo esto, Dios en ningún momento los invitó a arrepentirse (Génesis 3:16-24). Aunque Judas era imperfecto, traicionó al propio Hijo de Dios, con quien tuvo un trato muy estrecho. Jesús mismo se refirió a él como 'el hijo de destrucción" (Juan 17:12). consuela saber que la mayoría de los pecadores no son irreformables. Jehová es muy paciente y no disfruta castigando a quienes han pecado por desconocimiento (Ezequiel 33:11). Por eso anima a todo el mundo a arrepentirse de sus pecados y así obtener su perdón.
¿Por qué tantas personas aseguran que se han comunicado con muertos, que han oído sus voces o que incluso los han visto?". Esas historias, animan a muchas personas a acudir a los médiums para invocar a algún amigo o familiar. Pero ¿pueden ser ciertos esos relatos? Si lo fueran, estarían contradiciendo las enseñanzas de la Palabra de Dios, que Jesucristo definió como "la verdad" (Juan 17-17) Portanto, no es posible que hayan hablado con personas muertas.
Jesús oró así a favor de sus discípulos: "Te solicito, no que los saques del mundo, sino que los vigiles a causa del inicuo. Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo" (Juan 17:15, 16). Preguntémonos: "¿Lucho yo por mantenerme separado del mundo? ¿Saben mis conocidos lo que pienso de las fiestas y costumbres que tienen origen pagano o que manifiestan el espíritu del mundo?" (2 Cor. 6:17; 1 Ped. 4:3, 4). Es cierto que nuestra postura es impopular; no obstante, despierta la curiosidad de las personas sinceras. Muchas de ellas observan que nuestra fe se basa en las Escrituras y que influye en todo lo que hacemos, de modo que se sienten atraídas a la verdad que enseñan los cristianos ungidos.
Jesús nunca se metió en política. Y lo mismo hacían sus discípulos, pues declaró: "Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo" (Juan 17:14). Así pues, los cristianos verdaderos deben ser neutrales en política.
Para practicar la religión verdadera, antes hay que conocer bien a Dios. Este conocimiento les permitirá a las personas mejorar sus vidas y hará que crezca su amor por Jehová. Y la recompensa que él promete a quienes lo aman es vida sin fin. Con razón, Jesús dijo: "Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero" (Juan 17:3).
En una oración a Dios, Jesús afirmó: "Tu palabra es la verdad" (Juan 17:17). Está claro, entonces, que Dios no acepta ninguna religión que contradiga lo que enseña la Biblia. De ahí que Jesús aplicara a los líderes religiosos hipócritas las siguientes palabras de Dios: "En vano siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas" (Mateo 15:9).
Jesús recalcó el tierno cuidado de Dios en una oración que le dirigió durante la última noche de su vida humana. Hizo este ruego a favor de sus discípulos: "Ellos están en el mundo y yo voy a ti. Padre santo, vigílalos por causa de tu propio nombre" (Juan 17:11, 14). En respuesta a esta súplica, Jehová ha velado por los cristianos y los ha protegido. Uno de los medios que usa para librarnos de los ataques de Satanás es el oportuno alimento espiritual que sirve mediante "el esclavo fiel y discreto" (Mat. 24:45). Si lo consumimos regularmente, nos será más fácil vestirnos con "la armadura completa que proviene de Dios".
Jesús consideraba importantísimo que la gente conociera y empleara el nombre de Dios, Jehová. Su propio nombre, Jesús, significa "Jehová es Salvación". Por eso, la noche antes de morir dijo orgulloso en una oración a su Padre: "Les he dado a conocer tu nombre" (Juan 17:26). En efecto, él usaba el nombre de Dios y se lo enseñaba a quienes lo escuchaban. Al fin y al cabo, ¿cómo iban a aprender la verdad sobre Jehová si no conocían su nombre ni su significado?
En una ocasión, mientras oraba a Dios, Jesús dijo: "Padre, [...] me amaste antes de la fundación del mundo" (Juan 17:24). Jesús había aprendido lo que era ser amado por Dios mientras estuvo en los cielos; de ahí que, cuando vino a la Tierra, hiciera todo lo posible para que la gente apreciara este amor en sus múltiples facetas.
Si comprendemos que el sacrificio de Jesús puede liberarnos de los efectos del pecado —y queremos demostrar que lo valoramos—, debemos esforzarnos por vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. En efecto, necesitamos aprender las normas de Dios, amoldar nuestra conciencia a los principios bíblicos y seguirlos diariamente (Juan 17:3, 17).
Desde los comienzos de la historia, quienes deciden obedecer a Dios evitan tener una relación estrecha con quienes no lo hacen. Debido a su firme deseo de respetar los principios divinos, los siervos de Dios se niegan a imitar la manera de actuar del mundo (Juan 17:15, 16). Pero esto no siempre les resulta fácil. Tanto es así que algunos de ellos se han preguntado si realmente es lo mejor llevar una vida de sacrificio.

JUAN 18

El siguiente es un pasaje que nos demuestra la importancia de ser respetuoso. Cuando Jesus fue abofeteado durante su juicio, protestó, pero supo cómo hacerlo. Dijo: "Si hablé mal, da testimonio respecto al mal; pero si [hablé] bien, ¿por qué me pegas?". Nadie pudo acusarlo de haber dicho algo incorrecto (Juan 18:22, 23). Es primordial que eduquemos a nuestros hijos para que sean corteses y respetuosos en toda ocasión: tanto en el diario vivir como en las circunstancias más difíciles. De esta forma dejaremos que "resplandezca [nuestra] luz" delante de la gente y daremos "gloria al Padre [...] que está en los cielos" (Mat. 5:16).
La turba que arrestó a Jesús lo llevó a la casa de Anás, quien había sido sumo sacerdote. Anás comenzó a interrogarlo (Juan 18:12, 13). Lo que hizo violaba la ley, pues las acusaciones de un delito castigado con la pena de muerte no debían atenderse de noche, sino de día. Además, cualquier investigación tenía que hacerse en audiencia pública, no a puertas cerradas. Consciente de que tal interrogatorio era ilegal, Jesús respondió a Anás: "¿Por qué me interrogas? Interroga a los que han oído lo que les hablé. ¡Mira! Estos saben lo que dije" (Juan 18:21). Y es que eran los testigos —no el acusado— quienes se suponía que declararan. Con las palabras de Jesús, un juez honrado habría entendido que debía seguir el procedimiento correcto, pero esa no era la intención de Anás. Que juicio mas infame tuvo que soportar Jesucristo el hijo de Dios.
Jesús jamás prohibió pagar impuestos, y los judíos lo sabían. De hecho, él había enseñado lo contrario (Mateo 22:15-22). Ahora bien, ¿cómo reaccionó Pilato ante la acusación de que Jesús se había hecho rey a sí mismo? Era tan obvio que el acusado no suponía ninguna amenaza para Roma, que declaró: "Yo no hallo en él ninguna falta" (Juan 18:38). Pilato sostuvo esa misma postura durante todo el juicio.
Los cristianos de hoy podrían perturbarse por el uso que se da a parte del dinero recaudado de los impuestos. No obstante, ni se niegan a pagar impuestos ni se oponen a las autoridades en un intento de influir o interferir en sus decisiones. Hacerlo revelaría falta de confianza en la solucion divina a los males que plagan a la humanidad. Más bien, esperan con paciencia el momento fijado por Dios para intervenir en los asuntos humanos mediante el reinado de su Hijo Jesús, quien afirmó: "Mi reino no es parte ae este mundo" (Juan 18:36).
Jesús sabía que el mejor camino era servir a Jehova y dar a conocer su verdad (Juan 18:37). Y comprendía que ese camino lo llevaría a morir en medio de terribles sufrimientos (Mat. 20:18, 19; Heb. 4:15). Pero también tenía muy claro que dirigir su vida en cualquier otra dirección hubiera sido una elección egoísta y miope. Con su conducta nos dejó un modelo perfecto de lealtad a Jehová.
Hablando con el gobernador romano Poncio Pilato, Jesús dijo: "Mi reino no es parte de este mundo" (Juan 18:36). Siendo así, el Reino de Dios no se valdrá de ninguna organización humana para ejercer su mandato. Es evidente que debe ser un reino celestial, pues Jesús lo llamó en repetidas ocasiones "el reino de los cielos" (Mateo 4:17; 5:3, 10, 19, 20).
Cuando Jesús es trasladado a otro lugar, Pedro y Juan van siguiéndolo, pero "de lejos" (Juan 18:12, 13). No se puede decir que Pedro sea un cobarde. Se necesita valor para atreverse a seguir a una multitud armada. Además, no hay que olvidar que ya había herido a uno de ellos. Con todo, ¿dónde estaba la lealtad de la que tanto presumió? ¿Arriesgó su vida para salvar a Jesús como había dicho? (Marcos 14:31.)
Al igual que Pedro, hoy muchas personas siguen a Cristo "de lejos"; no quieren que otros se den cuenta. Pero como más tarde escribió Pedro mismo, la única manera de seguir correctamente a Cristo es manteniéndonos lo más cerca posible de él. Debemos seguir su ejemplo con valor, sin miedo a las consecuencias (1 Pedro 2:21).
"...Para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad "(Juan 18:37). Teniendo presente el empeño con el que Jesús efectuaba su ministerio, haremos bien en analizar si podemos hacer más en el servicio del Reino (1 Cor. 11:1). Una evaluación sincera tal vez nos lleve a la conclusión de que podemos dedicar más tiempo al ministerio (Mat. 9:37, 38). Así lo han hecho miles de jóvenes que han terminado sus estudios y ahora son precursores entusiastas. ¿Le gustaría sentir la misma satisfacción que ellos? Hay hermanos que deciden mudarse a algún lugar donde se necesitan más predicadores, sea en su país o fuera de él, y otros aprenden un idioma para ayudar a los extranjeros que viven en su territorio. Ampliar nuestro servicio puede ser un reto, pero ofrece muchas recompensas; entre ellas, darles a más personas la oportunidad de que "lleguen a un conocimiento exacto de la verdad" (1 Tim. 2:3, 4; 2 Cor. 9:6).
"Mi reino no es parte de este mundo" (Juan 18:36). En aquel momento, él era el futuro Rey del gobierno celestial de Dios. Por tanto, si se hubiera involucrado en política, habría cometido una grave traición contra el gobierno de su Padre celestial. Entonces, ¿significa esto que los cristianos no deben respetar a los gobiernos de este mundo? Nada de eso. Más bien, Jesús les enseñó que tenían que ser obedientes a los gobiernos y, al mismo tiempo, cumplir con sus obligaciones hacia Dios.

JUAN 19

"[Pilato] entró otra vez en el palacio del gobernador y dijo a Jesús: '¿De dónde eres tú?'. Pero Jesús no le dio respuesta." (Juan 19:9) ¿acaso quería saber si Jesus había tenido una vida anterior? ¿Será que este gobernador pagano tenía la intención de aceptar la verdad sobre el origen de Jesús y actuar en consecuencia? No lo sabemos. El hecho es que Jesús se negó a contestar, y al final quedó claro que a Pilato no le preocupaban la verdad y la justicia, sino su carrera política (Mateo 27 11-25).
"Pilato siguió buscando cómo ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaron, diciendo: 'Si pones en libertad a este, no eres amigo de César. Todo el que se hace rey habla contra César'." (Juan 19:12.) Tiberio, el emperador romano de aquel tiempo, ya había heredado el título divi filius. tenía la fama de asesinar a todo el que considerara infiel, aun si se trataba de un oficial de alto rango. Como Pilato ya había provocado la ira de los judíos, no podía arriesgarse a empeorar las cosas, y mucho menos a que lo acusaran de traidor. Los gritos de la muchedumbre suponían una amenaza indirecta para Pilato, un chantaje que le infundió miedo. De modo que cedió a la presión e hizo que Jesús, un hombre inocente, fuera fijado en un madero (Juan 19:16).
David dijo: "Reparten entre sí mis prendas de vestir, y sobre mi ropa echan suertes" (Sal. 22:18). ¿Cómo se cumplieron estas palabras en Cristo? "Cuando [los soldados romanos] lo hubieron fijado en el madero, repartieron sus prendas de vestir exteriores echando suertes." (Juan 19:23, 24.) Cómo se fortalece nuestra fe en la Biblia y en el Ungido de Jehová, al ver el cumplimiento de las profecias de la Biblia.
Algo que hay que tomar en cuenta al hablar de la hora en que Jesús fue ejecutado es que la flagelación se consideraba parte de la ejecución. De hecho, en ocasiones los latigazos eran tan brutales que mataban a la víctima. En el caso de Jesús debieron ser bastante severos, pues cuando tuvo que cargar el madero, no pudo hacerlo, y hubo que dárselo a otro hombre (Juan 19:17).
Debido a la presión social, algunos hombres no se atreven a seguir a Cristo de lleno. Les sucede igual que a Nicodemo y José de Arimatea. Ambos mantuvieron en secreto su interés en él por miedo a lo que pudieran decir o hacer los judíos (Juan 19:38). Y no eran temores imaginarios. Los líderes religiosos judíos le cobraron tanto odio a Jesús que llegaron a expulsar de las sinagogas a quienes confesaban fe en él (Juan 9:22).
En otras ocasiones, los siervos de Dios no comprenden plenamente una profecía sino hasta después de cumplirse. Por eso hubo que esperar hasta después de que Jesús resucitara para entender muchos sucesos sobre su vida que se habían predicho siglos antes de que él naciera (Juan 19:24, 36).
En el madero de tormento, justo antes de exhalar su último suspiro, Jesús exclamó: "¡Se ha realizado!" (Juan 19:30). ¡Cuántas cosas grandiosas hizo él con la ayuda de Dios durante los tres años y medio que pasaron desde su bautismo hasta su muerte! Jesús se mantuvo fiel hasta el final y demostró que Satanás es un despreciable mentiroso. No obstante, la fidelidad de Jesús demostró que Adán y Eva hubieran podido superar la prueba a la que fueron sometidos, que fue mucho menos difícil. Y lo más importante es que con su vida y muerte defendió y exaltó la justicia de Jehová como Soberano.
Después que a Jesús no lo encontraron en un viaje a Jerusalen a los 12 anos, el padre adoptivo de Jesús no vuelve a aparecer en los Evangelios. Algunos interpretan esto como una señal de que falleció antes de que Jesús comenzara su ministerio. Sea como fuere, !o que sí parece seguro es que, al momento de terminar dicho ministerio, María era viuda. ¿Por qué decimos esto? Porque Cristo justo antes de morir, confió el cuidado de su madre al apóstol Juan (Juan 19:26, 27). Es muy improbable que lo hubiera hecho si José hubiera estado vivo.
Conocer el verdadero estado en que se encuentran los muertos debe darnos el valor para evitar las costumbres mundanas en nuestros funerales (Efe. 4:17-19). Aunque Jesús fue e! hombre más grande de la historia, fue enterrado de manera discreta y sencilla (Juan 19:40-42). Y para quienes tienen "la mente de Cristo", un funeral de ese tipo no tiene nada de vergonzoso (1 Cor. 2:16). Si queremos evitar las prácticas antibíblicas y mantener un ambiente tranquilo y digno de los siervos de Dios en nuestros funerales, lo mejor es que estos sean sencillos y modestos.
Juan 19:11. Al hablarle a Pilato del hombre que lo había entregado, ¿se refería Jesús a Judas Iscariote? En lugar de pensar en Judas o en alguna otra persona específica, parece que Jesús estaba incluyendo a todos los que compartían la culpa de su asesinato. Entre ellos estaban Judas, "los sacerdotes principales y todo el Sanedrín" y hasta "las muchedumbres" que se dejaron convencer y pidieron a Barrabás (Mat. 26:59-65; 27:1, 2, 20-22).
Con respecto a los idiomas que se hablaban en Palestina en tiempos de Jesús, el catedrático G. Ernest Wright señala: "Los más comunes eran, evidentemente, el griego y el arameo [...]. Los soldados y funcionarios romanos hablarían entre sí el latín, mientras que los judíos ortodoxos se entenderían en una variedad tardía del hebreo". Eso explica por qué la inscripción que Pilato colocó en el madero de Jesús estaba escrita en tres idiomas: hebreo, latín y griego (Juan 19:20).

JUAN 20

Antes del Pentecostés, Pedro ya había captado el significado de muchas enseñanzas de Jesús (Mat. 16:16, 17; Juan 6:68). No obstante, había aspectos que no terminaba de comprender con total claridad, como la resurrección de Cristo al tercer día con un cuerpo espiritual y el hecho de que el cielo sería la sede de su Reino (Juan 20:6¬10; Hech. 1:6). Además, la idea de que algunos seres humanos llegaran a convertirse en espíritus y participar en el gobierno celestial le resultaba ajena. ¿Cuándo consiguió entender estos puntos? Cuando fue bautizado con espíritu santo y recibió la esperanza de ir al cielo.
Gracias a que estaba con sus hermanos cristianos, Pedro se enteró de la desconcertante noticia de que el cuerpo de Jesús había desaparecido de su tumba, pese a que su puerta había sido sellada. Pedro y Juan salieron corriendo hacia allá. Cuando llegaron, Pedro, aún sin aire, no se detuvo y, sin pensarlo dos veces, entró. No había duda: la tumba estaba vacía (Juan 20:3-9). Al principio, Pedro no creyó que Jesús había sido resucitado. Ni siquiera les creyó a las mujeres fieles que informaron a los discípulos que unos ángeles les habían anunciado la resurrección de Jesús (Lucas 23:55-24:11). No obstante, al finai del día desaparecieron todas las dudas que tenía y los residuos de tristeza que abrigaba en el corazón, ¡jesús estaba vivos Ahora era un espíritu poderoso y, para demostrarlo, se apareció a sus apóstoles.
Quienes oran a Jehová están orando al Creador A él se refería Jesús cuando dijo a sus seguidores: "Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes" (Juan 20:17). De modo que si Jehová es el Padre de Jesús, también es el Dios a quien Jesús oro y a quien tenían que orar sus discípulos (Mateo 6:9). Jesús siempre se refirió a Jehová, como una persona diferente a el.
Incluso algunos discípulos de Jesús tuvieron dudas en ocasiones, no tuvieron Fe (Juan 20:24, 25). De hecho, la Biblia dice que la falta de fe es "el pecado que fácilmente nos enreda" (Hebreos 12:1). Y que: "La fe no es posesión de todos" (2 Tesalonicenses 3:2). Claro, eso no significa que haya personas incapaces de cultivarla. Lo que ocurre es que muchas no hacen nada por conseguirlo. Pero cuando alguien se esfuerza por tener fe, Dios le ayuda a lograrlo.
Juan 20:31: "Pero estas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre". Fueran cuales fueran nuestras creencias en el pasado, lo mejor que podemos hacer ahora es creer en Jesús y seguir sus pasos, pues así alcanzaremos la vida.
La Biblia dice que Jesús "le tenía cariño" al apóstol Juan (Juan 20:2). La palabra griega para "cariño" o "amistad" es filía. Aunque sentimos este cariño de forma especial por algunos miembros de la congregación, la Biblia nos recuerda que a nuestro "cariño fraternal" (del griego filadelfía, que es un compuesto de fílos [amigo] y adelfós [hermano]) debemos añadirle amor agápe. Si queremos que nuestras amistades duren mucho tiempo, debemos poner en práctica este consejo. No sería mala idea que nos preguntáramos si el cariño por nuestros amigos está guiado por los principios bíblicos.
Hoy día tenemos muchas más razones que los discípulos del siglo primero, que Jesús era el Mesias. Gracias a los relatos bíblicos, sabemos que desde su nacimiento hasta su resurrección Jesús dio pruebas contundentes de ser el Cristo o Mesías (Juan 20:30, 31). Además, la Palabra de Dios indica que Jesús seguiría desempeñando ese mismo papel en el cielo (Juan 6:40; léase 1 Corintios 15:22). Por eso nosotros también podemos decir que, espiritualmente hablando, "hemos hallado al Mesías".
Juan 20:17. ¿Por qué le dijo Jesús a María Magdalena que dejara de colgarse de él? Parece que María se colgó de Jesús porque pensaba que él estaba a punto de ascender al cielo y no lo volvería a ver. Por eso, para tranquilizarla, Jesús le dijo que dejara de colgarse de él y que fuera, más bien, a darles la noticia de su resurrección a los demás discípulos.
El saludo común entre los judíos incluía la palabra "paz", lo que daba a entender que a la persona se le deseaba salud y prosperidad (Juan 20:19). Por eso, el siervo de Dios que solo saludaba a quienes consideraba sus hermanos no estaba haciendo nada extraordinario. Como indicó Jesús, "la gente de las naciones" actuaba de igual modo. Debían imitar a su Padre celestial de una manera en particular: haciendo que su amor llegara a ser "perfecto", es decir, más completo.
La Biblia indica que los "dichos" y "mandamientos" que encontramos en la Biblia son fundamentales para adquirir "el mismísimo conocimiento de Dios". Y respecto a Jesús, Juan 20:30, 31 señala que las cosas escritas sobre él son suficientes para que "tenga[mos] vida".
¿Fueron alucinaciones las apariciones de Jesús tras su resurrección? Ese argumento es poco convincente, pues numerosas personas lo vieron. Entre ellas había pescadores, mujeres, un funcionario e incluso el escéptico apóstol Tomás, quien no lo creyó hasta que tuvo ante sus ojos la prueba irrefutable de que había sido levantado a la vida (Juan 20:24-29).

JUAN 21

¿Qué debería impulsar a los superintendentes a servir a sus hermanos con tanto entusiasmo? Bueno, ¿qué motivaba a Pedro a pastorear y alimentar a las ovejas de Jesús? Sobre todo, el amor y el cariño que le tenía al Señor (Juan 21:15-17). Por amor, los ancianos no viven "para sí, sino para el que murió por ellos" (2 Cor. 5:14, 15). Este amor, unido al que sienten por Dios y sus hermanos, los lleva a servir al rebaño y a dedicarle sus energías, sus recursos y su tiempo (Mat. 22:37-39). Y hacen esos sacrificios con gusto, y no a regañadientes.
"Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribieran" (Juan 21:25). Una de las labores que Cristo realizó en su breve y dinámico ministerio fue seleccionar, preparar y organizar a varones que asumieran la dirección de la obra una vez que terminara su vida en la Tierra. Así, cuando ascendió al cielo en el año 33, ya había dejado sentadas las bases de una extraordinaria congregación que en poco tiempo contó con miles de miembros (Hech. 2:41, 42; 4:4; 6:7).
Señalando la gran cantidad de peces que habían atrapado, Jesús le pregunta: "¿Me amas más que a estos?". ¿Podría el amor que siente Pedro por la pesca competir con el amor que siente por Jesús? Hace unos días, Pedro negó a Jesús tres veces. Ahora Jesús le da la oportunidad de reafirmar tres veces su amor por él frente a sus compañeros, lo cual Pedro hace. El Maestro le pide a su vez que se lo demuestre. ¿De qué manera? Poniendo en primer lugar el servicio sagrado: cuidando al rebaño de Cristo, es decir, a sus seguidores (Juan 21:4-17).
Un anciano de experiencia explicó así la manera como ve a los hermanos: "Siempre me han conmovido las palabras que dirigió Jesús a Pedro: 'Pastorea mis ovejitas'. A lo largo de los años he visto cuánto pueden animar a alguien unas palabras amables o un simple acto de bondad. El pastoreo es una obra que me encanta realizar" (Juan 21:16).
Cierto día, poco después de haber resucitado, Jesús se les apareció temprano por la mañana a algunos de sus discípulos. Ellos estaban rendidos tras haber pasado toda la noche de pesca sin conseguir nada. Jesús, que les había preparado pescado y pan, los llamó y les dijo: "Vengan, desayúnense" (Juan 21:9-13). Si bien es cierto que esta es la única alusión que hacen los Evangelios al desayuno, en aquel tiempo era común iniciar el día con una comida que incluía pan, frutos secos y pasas o aceitunas.
Jesus destacó la importancia de cuidar las ovejitas cuando le dijo a Simón Pedro: "Pastorea mis ovejitas" (Juan 21:15-17). Las ovejitas necesitan aún más cuidados hoy día, pues el Diablo está más empeñado que nunca en quebrantar su lealtad a Dios. Él se aprovecha de las debilidades humanas y utiliza el mundo para tratar de hacer que pequen (1 Juan 2:15-17; 5:19). Quienes están inactivos son particularmente vulnerables; por eso necesitan que se les ayude a seguir el consejo de andar "por espíritu" (Gál 5:16-21, 25).
La Biblia no condena ni la caza ni la pesca (Juan 21-6). Aun así, es preciso que los cristianos que participan en estas actividades analicen varios principios que se hallan en las Escrituras, los cristianos no toman a la ligera la vida de los animales, ni los matan tan solo por deporte o por diversión (Proverbios 12:10). Por lo tanto, el cristiano debería preguntarse: "¿Muestro respeto a la vida, tal como Jehová lo hace? ¿Dominan la caza o la pesca mis pensamientos y mi conversación? ¿Refleja mi modo de vivir que soy un amante de la caza o muestra que soy un ministro de Dios? Por ir a cazar o pescar, ¿me expongo a la compañía estrecha de personas que no son creyentes, o descuido a mi familia?" (Lucas 6:45).
Después de su resurrección, Jesús se aparece a sus discípulos junto al mar de Galilea. Allí le dice a Pedro: "Si es mi voluntad que [Juan] permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso?" (Juan 21:1, 20-22, 24). ¿Indican estas palabras que el apóstol Juan viviría más que los demás apóstoles? Parece que así es, porque sirvió a Jehová fielmente otros casi setenta años. Sin embargo, el comentario de Jesús da a entender algo más. Juan permanece hasta la venida de Cristo en el sentido de que posteriormente se le da una visión profética en la que Jesús viene con poder real. Cerca del fin de la vida de Juan, mientras está desterrado en la isla de Patmos, recibe la Revelación con todas las asombrosas señales proféticas de los sucesos que tendrían lugar durante "el día del Señor". A Juan lo conmueven tan profundamente estas espectaculares visiones.
Aunque más tarde Pedro sucumbió temporalmente al temor y negó tres veces a Jesús, esta y otras conversaciones con el Maestro sin duda lo prepararon para recuperarse con rapidez en sentido espiritual (Juan 21:15-19). Tan solo cincuenta días después, Pedro se puso de pie denodadamente ante las muchedumbres reunidas en Jerusalén para dar testimonio de la resurrección de Jesús. En las semanas, meses y años siguientes hizo frente con valor a continuos arrestos y palizas y al encarcelamiento, poniendo así un sobresaliente ejemplo de valerosa integridad (Hechos 2:14-36; 4:18-21; 5:29-32, 40-42; 12:3-5).
, Jesús consideró el aguante una cualidad esencial para sus discípulos. Tanto es así, que precisamente en la última conversación que sostuvo con sus apóstoles, recogida en el Evangelio de Juan, dos veces dirigió a uno de ellos esta exhortación: "Continúa siguiéndome" (Juan 21:19, 22). Muchos cristianos primitivos hicieron precisamente así (2 Juan 4).
Los miembros de una familia unida se aman mutuamente y disfrutan de estar juntos. De igual modo, los que componen la familia unificada de adoradores de Jehová lo aman a él, aman a su Hijo y se aman entre sí. (Juan 21:15-17; 1 Juan 4:21.) Tal como a una familia amorosa le gusta comer junta, quienes están dedicados a Dios disfrutan yendo a las reuniones y las asambleas, donde se benefician de la excelente compañía y el magnífico alimento espiritual. (Mateo 24:45-47; Hebreos 10:24, 25.)