Puntos Sobresalientes de Romanos

Puntos Sobresalientes de la Lectura de la Biblia: Romanos

Puntos sobresalientes de la lectura de la Biblia: Romanos


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PUNTOS SOBRESALIENTES DEL LIBRO DE ROMANOS


Romanos, Carta a los

*** it-2 págs. 869-871 Romanos, Carta a los ***
Libro de las Escrituras Griegas Cristianas que escribió el apóstol Pablo a los cristianos de Roma. Nunca se ha puesto seriamente en duda la autoría de Pablo, y la práctica totalidad de los escriturarios, con la excepción de algunos que no han podido encajarlo en sus propias creencias, admiten la autenticidad del libro y lo aceptan como parte del canon sagrado. Esta carta armoniza totalmente con el resto de las Escrituras inspiradas. En ella Pablo cita profusamente de las Escrituras Hebreas y hace otras muchas referencias a ellas, de manera que se puede decir que la carta se fundamenta sólidamente tanto en las Escrituras Hebreas como en las enseñanzas de Cristo.
Cuándo y dónde se escribió. Esta carta, dictada por Pablo, fue escrita por Tercio en Corinto alrededor del año 56 E.C. (Ro 16:22.) Es posible que la portadora de la carta fuera Febe, una cristiana que vivía en Cencreas, el puerto marítimo de Corinto, situado a unos 11 Km. de esta ciudad. (Ro 16:1.) Según se desprende de sus comentarios en los versículos 9 al 15 del capítulo 1, Pablo aún no había estado en Roma. Por otra parte, no hay pruebas de que Pedro haya estado jamás en Roma. (Véase PEDRO, CARTAS DE.)
Origen de la congregación en Roma. Posiblemente fundaron la congregación algunos de los judíos y prosélitos de Roma que habían ido a Jerusalén en el día del Pentecostés del año 33 E.C. Estos habían sido testigos del derramamiento milagroso del espíritu santo y habían oído hablar a Pedro y a los otros cristianos allí reunidos. (Hch 2.) También es posible que las buenas nuevas acerca del Cristo llegaran a Roma posteriormente por medio de otros conversos cristianos, pues muchos se trasladaban a esta gran ciudad, el centro del Imperio romano, a la que además acudían gran número de viajeros y comerciantes. Pablo envía saludos respetuosos a Andrónico y Junias, sus ‘parientes y compañeros de cautiverio’, “insignes entre los apóstoles”, quienes habían servido a Cristo más tiempo que Pablo. Es posible que estos hombres participaran en fundar la congregación cristiana de Roma. (Ro 16:7.) Para cuando Pablo escribió, aquella congregación debía llevar algún tiempo en existencia y realizaba tanta actividad que se hablaba de su fe por todo el mundo. (Ro 1:8.)
Propósito de la carta. La lectura de la carta permite ver que se escribió a una congregación cristiana compuesta de judíos y gentiles. En aquel tiempo había muchos judíos en Roma. Habían regresado después de la muerte del emperador Claudio, quien los había desterrado durante su gobierno. Aunque Pablo no había estado en Roma para conocer en persona los problemas a los que se encaraba la congregación, puede que le informaran de la situación de la congregación sus buenos amigos y colaboradores Priscila y Áquila, y posiblemente otros conocidos. Sus saludos en el capítulo 16 indican que conocía personalmente a un buen número de miembros de la congregación.
Pablo atacaba en sus cartas problemas específicos y trataba los asuntos que consideraba de mayor importancia para sus destinatarios. Ya había escrito a las congregaciones gálatas para rebatir la oposición judía, pero esa carta trataba más específicamente de los esfuerzos de los judíos que profesaban ser cristianos pero que eran “judaizantes” e insistían en que había que exigir a los conversos gentiles que se circuncidaran y observaran ciertas reglas de la ley mosaica. Parece ser que en la congregación romana este problema no era tan acusado, pero sí había celos y sentimientos de superioridad tanto por parte de judíos como de gentiles.
Por lo tanto, la carta no era simplemente un escrito general dirigido a la congregación de Roma sin ningún objetivo específico, como algunos suponen, sino que debió tratar cuestiones vigentes que afectaban a los cristianos romanos. La congregación de Roma podría percibir el significado pleno y toda la fuerza del consejo del apóstol, pues la carta trataba precisamente sobre los problemas contra los que tenían que luchar. Es obvio que su propósito era zanjar las diferencias de opinión entre los cristianos judíos y gentiles, a fin de que pudieran estar completamente unidos como un solo hombre en Cristo Jesús. Sin embargo, al escribir de esta manera, Pablo ilumina y enriquece nuestro conocimiento de Dios y ensalza Su justicia y bondad inmerecida, así como la posición de Cristo con respecto a la congregación cristiana y a toda la humanidad.
Solicitud y calor de amistad. Al comentar acerca de la autenticidad de la carta a los Romanos, el exégeta inglés William Paley escribió: “Todo esto es enteramente natural en un verdadero San Pablo escribiendo a verdaderos conversos judíos, es lo que la ansiedad [por] convertirlos a su persuasión produciría naturalmente; pero hay un ardor y una personalidad, si se me permite expresarlo así, en la manera de expresarse, que una fría falsificación, según creo, no habría concebido ni ejecutado”. (Las epístolas de Pablo, versión española de Sara A. Hale, CLIE, 1984, pág. 47.)
Pablo expuso la posición de los judíos de manera muy franca y directa, y mostró que delante de Dios se hallaban en la misma situación que los gentiles. Esto requirió que dijese algunas cosas que los judíos tal vez consideraran ofensivas. De todos modos, la delicadeza con que abordó estos asuntos demostró el amor y cariño que tenía a sus compatriotas. El contexto dulcifica en todo momento los comentarios que pudieran parecer despectivos con relación a la Ley o a los judíos.
Por ejemplo, cuando dijo: “No es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne”, añadió: “¿Cuál, pues, es la superioridad del judío, o cuál es el provecho de la circuncisión? Muchísimo de todas maneras. En primer lugar, porque a ellos fueron encomendadas las sagradas declaraciones formales de Dios”. (Ro 2:28; 3:1, 2.) Después de decir: “El hombre es declarado justo por fe aparte de obras de ley”, en seguida añade: “¿Abolimos ley, pues, por medio de nuestra fe? ¡Jamás suceda eso! Al contrario, establecemos ley”. (Ro 3:28, 31.) Una vez que declaró: “Pero ahora hemos sido desobligados de la Ley”, preguntó: “¿Es pecado la Ley? ¡Jamás llegue a ser eso así! Realmente, yo no habría llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por la Ley”. (Ro 7:6, 7.) Y en los versículos 1 al 3 del capítulo 9 hizo su más clara expresión de afecto a sus hermanos carnales, los judíos, cuando dijo: “Digo la verdad en Cristo; no miento, puesto que mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo, de que tengo gran desconsuelo e incesante dolor en mi corazón. Porque podría desear que yo mismo fuera separado del Cristo como el maldito a favor de mis hermanos, mis parientes según la carne”. (Compárese también Ro 9:30-32 con 10:1, 2; 10:20, 21 con 11:1-4.)
Por consiguiente, un estudio detenido del libro revela que lejos de ser una divagación sin objeto, es un discurso con una finalidad y un tema, y que no es posible entender plenamente ninguna parte sin estudiar todo el libro y conocer su propósito. Pablo hace hincapié en la bondad inmerecida de Dios por medio de Cristo, y destaca que se declara justos a los hombres solo debido a dicha bondad inmerecida de Dios, junto con la fe del creyente. Resalta que ni el judío ni el gentil tienen base alguna para jactarse o para sentirse superior. Advierte explícitamente a los cristianos gentiles que no deberían vanagloriarse por la oportunidad que se les había brindado de ser miembros del “cuerpo” de Cristo, debido a que los judíos no habían aceptado a Cristo. Estas son sus palabras: “Ve, por lo tanto, la bondad y la severidad de Dios. Para con los que cayeron hay severidad, mas para contigo hay la bondad de Dios, con tal que permanezcas en su bondad; de otra manera, tú también serás podado”. (Ro 11:22.)
[Recuadro en la página 870]

PUNTOS SOBRESALIENTES DE ROMANOS

Carta que explica que la justicia no se obtiene como resultado del linaje ni mediante obras de la ley mosaica, sino ejerciendo fe en Jesucristo y gracias a la bondad inmerecida de Dios
Escrita hacia 56 E.C., unos veinte años después de la conversión al cristianismo de los primeros gentiles
La justicia se obtiene mediante fe en Cristo y como resultado de la bondad inmerecida de Dios (1:1–11:36)
La fe es esencial para la salvación; la escritura dice: “El justo... por medio de la fe vivirá”
Aunque Dios ha favorecido grandemente a los judíos, no han sido capaces de obtener justicia por medio de la Ley
Tanto judíos como gentiles están bajo pecado; “no hay justo, ni siquiera uno”
Gracias a la bondad inmerecida de Dios, tanto judíos como gentiles pueden ser declarados justos como dádiva gratuita mediante su fe, del mismo modo que se contó como justo a Abrahán como resultado de su fe, aun antes de circuncidarse
Los hombres heredan el pecado y la muerte de un solo hombre, Adán; por medio de un solo hombre, Jesús, se declara justos a muchos pecadores
Esto no es una excusa para pecar; los que siguen siendo esclavos del pecado no son esclavos de la justicia
A los que anteriormente se hallaban bajo la Ley se les ha hecho “morir a la Ley mediante el cuerpo del Cristo”; deben andar en armonía con el espíritu, dando muerte a las prácticas pecaminosas del cuerpo
La Ley cumplió su propósito de poner de manifiesto los pecados; sin embargo, únicamente hay salvación del pecado mediante Cristo
Dios llama a los que vienen a estar en unión con Cristo y los declara justos; Su espíritu da testimonio de que son sus hijos
Aunque los israelitas carnales recibieron las promesas, la mayoría intenta obtener la justicia por medio de la Ley, por lo que solo un resto será salvo; la declaración pública de fe en Cristo es necesaria para la salvación
La ilustración del olivo muestra que se injertó a no israelitas para que el verdadero Israel pudiera ser salvo, debido a la falta de fe del Israel carnal
Actitud para con las autoridades superiores, uno mismo y otras personas (12:1–15:13)
Presenten su cuerpo como sacrificio acepto a Dios, transformen su mente, utilicen sus dones en el servicio a Dios, tengan amor y fulguren con el espíritu, aguanten y sigan venciendo el mal con el bien
Estén en sujeción a las autoridades superiores
Ámense unos a otros; anden decentemente, sin hacer planes para los deseos carnales
No juzguen a otros en asuntos de conciencia, ni abusen de su libertad cristiana de tal modo que hagan tropezar a los que tienen una conciencia débil
Déjense guiar por el ejemplo de Cristo al no complacerse a sí mismos; estén dispuestos a soportar las debilidades de los demás y a contribuir a su edificación
El interés amoroso de Pablo en la congregación de Roma (15:14–16:27)
La razón de Pablo para escribir es cumplir su comisión de apóstol a los gentiles y que sean una ofrenda acepta a Dios
Como no le queda territorio donde no se hayan proclamado las buenas nuevas, Pablo desea cumplir su deseo de visitar Roma y de allí viajar a España, pero primero pasará por Jerusalén a fin de llevar una contribución de los hermanos de Macedonia y Acaya para los santos
Pablo saluda por nombre a numerosos creyentes y anima a los hermanos a evitar a los que causan divisiones y a que sean sabios en cuanto a lo que es bueno

Libro bíblico número 45: Romanos

*** si págs. 205-209 Libro bíblico número 45: Romanos ***
Escritor: Pablo
Dónde se escribió: Corinto
Cuándo se completó: c. 56 E.C.
EN HECHOS vimos que Pablo, quien fue violento perseguidor de los judíos que abrazaban el cristianismo, se convirtió en celoso apóstol de Cristo a las naciones no judías. Con Romanos empezamos los 14 libros de la Biblia que por inspiración de espíritu santo escribió este ex fariseo, ahora un fiel siervo de Dios. Para cuando Pablo escribió Romanos, ya había completado dos largas giras de predicación y estaba bien adentrado en la tercera. Había escrito otras cinco cartas inspiradas: Primera y Segunda a los Tesalonicenses, Gálatas, y Primera y Segunda a los Corintios. Sin embargo, parece apropiado que en nuestras Biblias modernas Romanos anteceda a las demás, puesto que considera con todo detalle la nueva igualdad entre los judíos y los no judíos, las dos clases a las que predicó Pablo. Esta carta explica un punto de viraje en los tratos de Dios con su pueblo y muestra que las inspiradas Escrituras Hebreas habían predicho desde mucho tiempo antes que las buenas nuevas también se predicarían a los no judíos.
2 Pablo, mediante Tercio como secretario, enlaza rápidamente argumentos y un sorprendente número de citas de las Escrituras Hebreas en uno de los libros de exposición más contundente de las Escrituras Griegas Cristianas. Con notable belleza de expresión considera las dificultades que surgieron por el hecho de que en las congregaciones cristianas del primer siglo hubiera tanto judíos como griegos. ¿Tenían prioridad sobre los gentiles los judíos, por ser descendientes de Abrahán? Porque estaban libres de la Ley de Moisés, ¿tenían los cristianos maduros derecho a ejercer tal libertad de modo que causaran tropiezo a los hermanos judíos algo débiles que todavía se apegaban a las costumbres antiguas? En esta carta Pablo dejó firmemente establecido que los judíos y los no judíos son iguales ante Dios y que a los hombres no se les declara justos mediante la Ley de Moisés, sino mediante la fe en Jesucristo y por la bondad inmerecida de Dios. Al mismo tiempo, Dios requiere que los cristianos muestren la debida sujeción a las varias autoridades bajo las cuales se hallan.
3 ¿Cómo empezó la congregación romana? Había habido una comunidad judía de buen tamaño en Roma por lo menos desde que Pompeyo capturó Jerusalén en el año 63 a.E.C. En Hechos 2:10 se declara específicamente que algunos de aquellos judíos estaban en Jerusalén en el Pentecostés de 33 E.C., y allí oyeron predicadas las buenas nuevas. Aquellos viajeros que se convirtieron permanecieron por un tiempo en Jerusalén para aprender de los apóstoles, y sin duda después aquellos judíos que habían venido de Roma regresaron a aquel lugar, algunos probablemente cuando estalló la persecución en Jerusalén. (Hech. 2:41-47; 8:1, 4.) Además, la gente de aquel tiempo solía viajar mucho, y eso puede explicar el que Pablo conociera íntimamente a muchísimos miembros de la congregación romana, algunos de los cuales quizás habían oído las buenas nuevas en Grecia o Asia como resultado de la predicación de Pablo.
4 Los primeros datos confiables acerca de esta congregación se hallan en la carta de Pablo. Por esta queda patente que la congregación se componía de cristianos judíos y no judíos, y que el celo de ellos era digno de encomio. Pablo les dice: “Por todo el mundo se habla de la fe de ustedes”, y: “La obediencia de ustedes ha llegado a noticia de todos”. (Rom. 1:8; 16:19.) Suetonio, quien escribió en el siglo II, informa que durante el gobierno de Claudio (41-54 E.C.) los judíos fueron desterrados de Roma. Con todo, después regresaron, como lo indica la presencia de Áquila y Priscila en Roma. Estos eran judíos a quienes Pablo había conocido en Corinto y que habían salido de Roma al tiempo del decreto de Claudio, pero que ya habían regresado a ella cuando Pablo escribió a la congregación romana. (Hech. 18:2; Rom. 16:3.)
5 La autenticidad de la carta tiene base firme. Como lo dice su introducción, la carta es de “Pablo, esclavo de Jesucristo y llamado a ser apóstol, [...] a todos los que están en Roma como amados de Dios, llamados a ser santos”. (Rom. 1:1, 7.) El testimonio exterior a favor de su autenticidad está entre los más antiguos que se hallan para las Escrituras Griegas Cristianas. Pedro usa tantas expresiones similares en su primera carta, que probablemente escribió de seis a ocho años después, que muchos eruditos creen que tenía que haber visto ya una copia de Romanos. Está claro que se consideraba a Romanos parte de los escritos de Pablo, y así citaron de ella Clemente de Roma, Policarpo de Esmirna e Ignacio de Antioquía, quienes vivieron a fines del siglo I y a principios del siglo II E.C.
6 Junto con otras ocho cartas de Pablo, el libro de Romanos se encuentra en un códice llamado Papiro Chester Beatty núm. 2 (P46). Sobre este códice primitivo, sir Frederic Kenyon escribió: “Aquí, pues, tenemos un manuscrito casi completo de las epístolas paulinas, aparentemente escrito para principios del tercer siglo”. Los papiros bíblicos griegos Chester Beatty son más antiguos que los muy conocidos manuscritos Sinaítico y Vaticano núm. 1209, ambos del siglo IV E.C. Estos también contienen el libro de Romanos.
7 ¿Cuándo y desde dónde se escribió Romanos? Los comentaristas de la Biblia concuerdan en que esta carta se escribió desde Grecia, muy probablemente desde Corinto, cuando Pablo estuvo de visita en aquella ciudad por unos meses hacia fines de su tercer viaje misional. La prueba interna señala a Corinto. Pablo escribió la carta desde la casa de Gayo, que era miembro de la congregación de aquella ciudad, y recomienda a Febe, de la congregación cercana de Cencreas, el puerto marítimo de Corinto. Parece que fue Febe quien llevó la carta de Pablo a Roma. (Rom. 16:1, 23; 1 Cor. 1:14.) En Romanos 15:23 Pablo escribió: “Ya no tengo territorio sin tocar en estas regiones”, y en el versículo siguiente indica que se propone extender su obra misional hacia el oeste, a España. Bien podía escribir así hacia fines de su tercer viaje, a principios del año 56 E.C.

CONTENIDO DE ROMANOS

8 La imparcialidad de Dios hacia judío y gentil (1:1–2:29). ¿Qué dice Pablo bajo inspiración a los romanos? En sus palabras iniciales se identifica como apóstol escogido por Cristo para enseñar ‘obediencia por fe’ entre las naciones. Expresa su deseo ferviente de visitar a los santos de Roma, para disfrutar de “un intercambio de estímulo” con ellos, y para declarar entre ellos las buenas nuevas que son “el poder de Dios para salvación a todo el que tiene fe”. Como se había escrito mucho tiempo antes, el justo vivirá “por medio de la fe” (1:5, 12, 16, 17). Pablo muestra que tanto judíos como griegos merecen la ira de Dios. La impiedad del hombre es inexcusable porque “las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante” (1:20). Sin embargo, las naciones siguen el tonto derrotero de hacer dioses de cosas creadas. No obstante, los judíos no deberían juzgar a las naciones severamente, pues ellos también son culpables de pecados. Ambas clases serán juzgadas según sus hechos, pues Dios no es parcial. La circuncisión carnal no es el factor decisivo; “es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón” (2:29).
9 A todos se les declara justos por fe (3:1–4:25). “¿Cuál, pues, es la superioridad del judío?” Es grande, pues a los judíos se les encomendaron las sagradas declaraciones formales de Dios. Con todo, “tanto los judíos como los griegos están todos bajo pecado”, y ninguno es “justo” a la vista de Dios. Se hacen siete citas de las Escrituras Hebreas para demostrar esto. (Rom. 3:1, 9-18; Sal. 14:1-3; 5:9; 140:3; 10:7; Pro. 1:16; Isa. 59:7, 8; Sal. 36:1.) Lo que hace la Ley es manifestar que el hombre es pecaminoso, de modo que “por obras de ley ninguna carne será declarada justa”. Sin embargo, por la bondad inmerecida de Dios y la liberación por rescate, tanto a judíos como a griegos se les declara justos “por fe aparte de obras de ley”. (Rom. 3:20, 28.) Pablo apoya este argumento mencionando el ejemplo de Abrahán, a quien se contó como justo, no por obras ni por la circuncisión, sino por su fe ejemplar. De modo que Abrahán no solamente llegó a ser el padre de los judíos, sino también de “todos los que tienen fe” (4:11).
10 Ya no son esclavos del pecado, sino de la justicia mediante Cristo (5:1–6:23). Por medio de un solo hombre, Adán, el pecado entró en el mundo, y el pecado trajo la muerte, “y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (5:12). La muerte reinó desde Adán hasta Moisés. Cuando se dio la Ley mediante Moisés, el pecado abundó, y la muerte siguió reinando. Pero la bondad inmerecida de Dios ahora abunda todavía más, y mediante la obediencia de Cristo se declara justos a muchos para vida eterna. No obstante, esto no es ningún permiso para vivir en el pecado. Los que se bautizan en Cristo deben estar muertos respecto al pecado. Fijan su vieja personalidad en el madero, y viven con referencia a Dios. El pecado ya no los gobierna, pues llegan a ser esclavos de la justicia, con la santidad en mira. “El salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor” (6:23).
11 Muertos a la Ley, vivos por espíritu en unión con Cristo (7:1–8:39). Pablo usa el ejemplo de una esposa, la cual está atada a su esposo mientras él vive pero queda libre para casarse con otro si él muere, para mostrar cómo se hizo que los judíos cristianos murieran a la Ley mediante el sacrificio de Cristo y pudieran llegar a ser de Cristo y producir fruto para Dios. La santa Ley hizo más patente el pecado, y el pecado trajo la muerte. El pecado, que mora en nuestros cuerpos carnales, guerrea contra nuestras buenas intenciones. Como dice Pablo: “Porque lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico”. Así, “el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que mora en mí” (7:19, 20).
12 ¿Qué puede salvar al hombre de esta triste condición? ¡Dios puede vivificar mediante su espíritu a los que pertenecen a Cristo! Se les adopta como hijos, se les declara justos, llegan a ser herederos de Dios y coherederos con Cristo, y se les glorifica. A ellos Pablo dice: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? ¿Quién nos separará del amor del Cristo?”. ¡Nadie! Declara triunfalmente: “Estamos saliendo completamente victoriosos mediante el que nos amó. Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor” (8:31, 35, 37-39).
13 “Israel” salvado por fe y por la misericordia de Dios (9:1–10:21). Pablo expresa “gran desconsuelo” por sus semejantes israelitas, pero reconoce que no todo el Israel carnal es verdaderamente “Israel”, puesto que Dios tiene autoridad para escoger como hijos a quienes desee. Como lo demuestran los tratos de Dios con Faraón y la ilustración del alfarero, “no depende del que desea ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia” (9:2, 6, 16). Él llama hijos “no solo de entre los judíos, sino también de entre las naciones”, como Oseas predijo mucho antes. (Oseas 2:23.) Israel fracasó porque procuró obtener el favor de Dios, “no por fe, sino como por obras”, y porque tropezó con Cristo, la “masa rocosa de ofensa”. (Rom. 9:24, 32, 33.) Tenían “celo por Dios”, mas no “conforme a conocimiento exacto”. Cristo es el fin de la Ley para los que ejercen fe para justicia, y para alcanzar la salvación uno tiene que declarar públicamente “que Jesús es Señor” y ejercer fe en “que Dios lo levantó de entre los muertos” (10:2, 9). Se envía a los predicadores para que gente de todas las naciones pueda oír, tener fe, e invocar el nombre de Jehová para salvarse.
14 La ilustración del olivo (11:1-36). Por bondad inmerecida se ha escogido a un resto del Israel natural, pero “hay salvación para gente de las naciones” porque la mayoría de los israelitas tropezaron (11:11). Mediante la ilustración de un olivo, Pablo muestra cómo, por la falta de fe del Israel carnal, se injertó a no judíos. Sin embargo, los no judíos no deben regocijarse porque Israel haya sido rechazado, pues si Dios no perdonó a las ramas naturales infieles, tampoco perdonará a las ramas de acebuche injertadas de entre las naciones.
15 Rehacer la mente; las autoridades superiores (12:1–13:14). Presenten sus cuerpos como sacrificios vivos a Dios, aconseja Pablo. Cesen de “amoldarse a este sistema de cosas”; más bien, “transfórmense rehaciendo su mente”. No sean arrogantes. El cuerpo de Cristo, como un cuerpo humano, tiene muchos miembros, que realizan distintas funciones, pero trabajan en unidad. No devuelvan mal por mal a nadie. Dejen la venganza a Jehová. Venzan “el mal con el bien” (12:2, 21).
16 Estén en sujeción a las autoridades superiores; es el arreglo de Dios. Sigan haciendo el bien y no deban a nadie ni una sola cosa, excepto amarse unos a otros. La salvación se acerca, de modo que “[quítense] las obras que pertenecen a la oscuridad” y “[vístanse] las armas de la luz” (13:12). Anden con buen comportamiento, no según los deseos de la carne.
17 Reciban a todos imparcialmente, sin juzgar (14:1–15:33). Toleren a los que, porque su fe es débil, se abstienen de ciertos alimentos u observan días festivos. Tampoco juzguen ni hagan tropezar a su hermano por su propio comer y beber, pues Dios los juzga a todos. Sigan en pos de la paz y las cosas edificantes, y soporten las debilidades de otros.
18 El apóstol escribe: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción”, y da otras cuatro citas de las Escrituras Hebreas como prueba final de que los profetas inspirados habían predicho desde hace mucho tiempo que las promesas de Dios se extenderían a las naciones no judías. (Rom. 15:4, 9-12; Sal. 18:49; Deu. 32:43; Sal. 117:1; Isa. 11:1, 10.) “Por lo tanto —aconseja Pablo—, recíbanse con gusto unos a otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira.” (Rom. 15:7.) Pablo expresa aprecio por la bondad inmerecida que Dios le ha extendido de ser siervo público a las naciones, “[ocupándose] en la obra santa de las buenas nuevas de Dios”. Siempre está procurando abrir nuevos territorios en vez de estar “edificando sobre fundamento ajeno”. Y aún no ha terminado, pues planea, después de llevar unas contribuciones a Jerusalén, hacer un viaje de predicación todavía más extenso hasta la distante España y, en camino allá, llevar “una medida plena de la bendición de Cristo” a sus hermanos espirituales de Roma (15:16, 20, 29).
19 Saludos de conclusión (16:1-27). Pablo envía saludos personales, por nombre, a 26 miembros de la congregación y a otros, y los exhorta a evitar a las personas que causan divisiones y a “[ser] sabios en cuanto a lo que es bueno, pero inocentes en cuanto a lo que es malo”. Todo es para la gloria de Dios “mediante Jesucristo para siempre. Amén” (16:19, 27).

POR QUÉ ES PROVECHOSO

20 El libro de Romanos presenta una base lógica para creer en Dios cuando declara que “las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad”. Pero más que esto, pasa a ensalzar su justicia y dar a conocer su gran misericordia y bondad inmerecida. Esto se nos hace ver mediante la excelente ilustración del olivo, en el cual se injertan ramas silvestres cuando se desgajan ramas naturales. Al contemplar la severidad y la bondad de Dios, Pablo exclama: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos!” (1:20; 11:33).
21 Es con relación a esto que el libro de Romanos explica cómo sigue desenvolviéndose el secreto sagrado de Dios. En la congregación cristiana ya no hay distinción entre judío y gentil, sino que personas de toda nación pueden participar de la bondad inmerecida de Jehová mediante Jesucristo. “Con Dios no hay parcialidad.” “Es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón por espíritu, y no por un código escrito.” “No hay distinción entre judío y griego, puesto que hay el mismo Señor sobre todos, que es rico para con todos los que lo invocan.” En el caso de todos estos es la fe, y no las obras, lo que se les cuenta como justicia (2:11, 29; 10:12; 3:28).
22 El consejo práctico de esta carta a los cristianos de Roma también es provechoso para los cristianos de hoy día, que se enfrentan con problemas similares en un mundo alejado de Dios. Se exhorta a los cristianos a ‘ser pacíficos con todos los hombres’, incluso los de fuera de la congregación. Toda alma debe estar “en sujeción a las autoridades superiores”, pues estas constituyen un arreglo de Dios y no son objeto de temor para los que obedecen la ley, sino para los que realizan obras malas. Los cristianos deben sujetarse en obediencia a las leyes no solamente por temor al castigo, sino debido a la conciencia cristiana; por eso pagan sus impuestos, dan lo que les es debido, cumplen con sus obligaciones, no deben a nadie cosa alguna “salvo el amarse unos a otros”. El amor cumple la Ley (12:17-21; 13:1-10).
23 Pablo recalca el asunto de testificar en público. Aunque con el corazón uno ejerce fe para justicia, es con la boca como uno hace declaración pública para salvación. “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.” Pero para que esto suceda es necesario que los predicadores vayan y ‘declaren buenas nuevas de cosas buenas’. ¡Felices somos si estamos entre los predicadores cuyo sonido ha salido “hasta las extremidades de la tierra habitada” (10:13, 15, 18)! Y en preparación para esta obra de predicar, tratemos de familiarizarnos con las Escrituras inspiradas hasta el grado que lo estuvo Pablo, pues en tan solo este pasaje (10:11-21) hace cita tras cita de las Escrituras Hebreas. (Isa. 28:16; Joel 2:32; Isa. 52:7; 53:1; Sal. 19:4; Deu. 32:21; Isa. 65:1, 2.) Bien podía decir él: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”. (Rom. 15:4.)
24 Se da consejo maravillosamente práctico sobre las relaciones dentro de la congregación cristiana. Prescindiendo del antecedente nacional, racial o social de cada uno, todos tienen que rehacer la mente para rendir a Dios servicio sagrado según Su ‘buena y acepta y perfecta voluntad’ (11:17-22; 12:1, 2). ¡Qué práctico razonamiento viene de todo el consejo de Pablo en Romanos 12:3-16! Ahí ciertamente hay consejo excelente para edificar celo, humildad y tierno afecto entre todos los que componen la congregación cristiana. En los capítulos finales Pablo da fuerte advertencia en cuanto a vigilar y evitar a los que causan divisiones, pero también habla del gozo y el refrigerio mutuos que proceden de las asociaciones limpias en la congregación (16:17-19; 15:7, 32).
25 Como cristianos, tenemos que seguir prestando atención a las relaciones entre unos y otros. “Porque el reino de Dios no significa comer y beber, sino que significa justicia y paz y gozo con espíritu santo” (14:17). De esta justicia, paz y gozo disfrutan especialmente los “coherederos con Cristo”, que serán “glorificados juntamente” con él en el Reino celestial. Observe, también, que Romanos señala a un paso adicional en el cumplimiento de la promesa del Reino dada en Edén al decir: “El Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes en breve”. (Rom. 8:17; 16:20; Gén. 3:15.) Porque creemos en estas grandes verdades, sigamos llenándonos de todo gozo y paz, y abundemos en la esperanza. Resolvámonos a salir victoriosos con la Descendencia relacionada con el Reino, pues estamos convencidos de que nada en el cielo arriba ni en la Tierra abajo “ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Rom. 8:39; 15:13.)

Puntos sobresalientes de la carta a los Romanos

*** w08 15/6 págs. 29-31 Puntos sobresalientes de la carta a los Romanos ***
ALREDEDOR del año 56 de nuestra era, el apóstol Pablo llega a la ciudad de Corinto durante su tercer viaje misionero. Desde allí, sabiendo que entre los cristianos judíos y gentiles de Roma han surgido ciertas diferencias, Pablo decide escribirles una carta para ayudarlos a resolverlas y a que vuelvan a estar en completa unidad entre ellos y con Cristo.
En su carta a los Romanos, Pablo explica de qué manera son declarados justos los seres humanos y cómo deberían vivir la vida. La carta amplía nuestro conocimiento de Dios y su Palabra, pone de relieve la bondad inmerecida de Dios y ensalza la función que desempeña Cristo en nuestra salvación (Heb. 4:12).

¿DE QUÉ MANERA SON DECLARADOS JUSTOS LOS SERES HUMANOS?

(Rom. 1:1–11:36)
“Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios”, escribe Pablo, y añade: “Es como dádiva gratuita que por [la] bondad inmerecida [de Dios] se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús”. Y después, el apóstol especifica que “el hombre es declarado justo por fe aparte de obras de ley” (Rom. 3:23, 24, 28). Mediante la fe en “un solo acto de justificación”, los cristianos ungidos y los de la “gran muchedumbre” de “otras ovejas” pueden ser ‘declarados justos’: los primeros para vivir en el cielo como coherederos con Cristo y los últimos como amigos de Dios, a la espera de sobrevivir a “la gran tribulación” (Rom. 5:18; Rev. 7:9, 14; Juan 10:16; Sant. 2:21-24; Mat. 25:46).
“¿Cometeremos un pecado porque no estamos bajo ley, sino bajo bondad inmerecida? ¡Jamás suceda eso!”, dice Pablo. Luego pasa a explicar: “Son esclavos [...], ya sea del pecado con la muerte en mira o de la obediencia con la justicia en mira” (Rom. 6:15, 16). Después declara: “Si por el espíritu hacen morir las prácticas del cuerpo, vivirán” (Rom. 8:13).

Respuestas a preguntas bíblicas:

1:24-32. ¿A quiénes se atribuyen esos actos depravados, a los judíos o a los gentiles? La descripción se podría aplicar tanto a unos como a otros, pero Pablo se refería concretamente a los israelitas apóstatas. Estos conocían “el justo decreto de Dios” y, sin embargo, “no aprobaron el tener a Dios en conocimiento exacto”. Por eso su conducta era tan reprensible.
3:24, 25. ¿Cómo era posible que “el rescate pagado por Cristo Jesús” se aplicara a “los pecados que habían ocurrido en el pasado”, antes de la muerte de Cristo? La primera profecía mesiánica, registrada en Génesis 3:15, se cumplió en el año 33 de nuestra era, cuando se dio muerte a Jesucristo en un madero de tormento (Gál. 3:13, 16). No obstante, en el momento en que Jehová pronunció aquella profecía, para él era como si ya se hubiera pagado el precio del rescate, pues nada puede impedir que lleve a cabo lo que se propone. Por lo tanto, basándose en el futuro sacrificio de Jesucristo, Jehová pudo perdonar los pecados de los descendientes de Adán que tenían fe en dicha promesa. El rescate también hace posible la resurrección de personas de tiempos precristianos (Hech. 24:15).
6:3-5. ¿Qué significan el bautismo en Cristo Jesús y el bautismo en su muerte? Cuando Jehová unge a los cristianos con espíritu santo, estos llegan a estar unidos a Jesús y a formar parte de la congregación que es el cuerpo de Cristo y de la cual él es Cabeza (1 Cor. 12:12, 13, 27; Col. 1:18). Este es su bautismo en Cristo Jesús. Los cristianos ungidos también son “bautizados en [la] muerte” de Cristo en el sentido de que viven una vida de sacrificio y renuncian a toda esperanza de vivir eternamente en la Tierra. Por ello, su muerte es un sacrificio como lo fue la muerte de Jesús, aunque la de ellos no tiene valor redentor. Este bautismo en la muerte de Cristo se completa cuando mueren y son resucitados para vivir en el cielo.
7:8-11. ¿Cómo recibió el pecado “un incentivo por medio del mandamiento”? La Ley ayudó a los israelitas a ver todo lo que abarca el pecado e hizo que fueran más conscientes de que eran pecadores. De modo que se dieron cuenta de que muchos actos que antes no consideraban pecado en realidad sí lo eran, y hubo más individuos que reconocieron que eran pecadores. Por eso puede decirse que el pecado recibió un incentivo por medio de la Ley.

Lecciones para nosotros:

1:14, 15. Tenemos muchas razones para declarar las buenas nuevas con vivo interés. Una de ellas es que estamos en deuda con todos aquellos que fueron comprados con la sangre de Jesús y tenemos la obligación de ayudarlos espiritualmente.
1:18-20. Las personas caracterizadas por la impiedad y la injusticia son “inexcusables”, pues en la creación se evidencian las cualidades invisibles de Dios.
2:28; 3:1, 2; 7:6, 7. Tras algunas declaraciones que a los judíos les pudieran parecer despectivas, Pablo añade comentarios que las suavizan. Un buen ejemplo para que cuando tratemos asuntos delicados lo hagamos con tacto y pericia.
3:4. Cuando existe una discrepancia entre la palabra del hombre y la Palabra de Dios, probamos que Dios es veraz si confiamos en el mensaje de la Biblia y obramos en conformidad con la voluntad divina. Además, con nuestra fervorosa participación en la obra de predicar el Reino y hacer discípulos también ayudamos al prójimo a darse cuenta de que Dios es veraz.
4:9-12. Mucho antes de que Abrahán fuera circuncidado a los 99 años de edad, su fe le fue contada por justicia, es decir, Dios ya había tomado en cuenta su fe para contarlo entre los justos (Gén. 12:4; 15:6; 16:3; 17:1, 9, 10). De esta manera Dios mostró que es gracias a la fe que podemos tener una posición justa ante él.
4:18. La esperanza es un elemento esencial de la fe. En realidad, es el fundamento de nuestra fe (Heb. 11:1).
5:18, 19. Al presentar de manera lógica la similitud entre Jesús y Adán, Pablo explica concisamente cómo es posible que un solo hombre pueda “dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mat. 20:28). El razonamiento lógico y la brevedad son métodos didácticos excelentes y dignos de imitar (1 Cor. 4:17).
7:23. Debemos evitar el uso indebido de la lengua, las manos, las piernas o cualquier otra parte de nuestro cuerpo, pues pueden ‘conducirnos cautivos a la ley del pecado’.
8:26, 27. Cuando afrontamos situaciones tan desconcertantes que no sabemos qué pedir en oración, “el espíritu mismo aboga por nosotros”, y Jehová, el “Oidor de la oración”, acepta algunas oraciones pertinentes registradas en su Palabra como si las hubiéramos hecho nosotros (Sal. 65:2).
8:38, 39. Ni calamidades ni espíritus malignos ni gobiernos humanos pueden conseguir que Jehová deje de amarnos; tampoco deberían lograr que nosotros dejemos de amarlo a él.
9:22-28; 11:1, 5, 17-26. Muchas profecías sobre la restauración de Israel se cumplen en la congregación de cristianos ungidos, cuyos miembros son llamados “no solo de entre los judíos, sino también de entre las naciones”.
10:10, 13, 14. Además de tener amor a Dios y al prójimo, poseer una fe fuerte en Jehová y en sus promesas nos motivará a participar con celo en el ministerio cristiano.
11:16-24, 33. “La bondad y la severidad de Dios” se manifiestan de una manera sumamente justa y equitativa. “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia.” (Deu. 32:4.)

EL HECHO DE HABER SIDO DECLARADOS JUSTOS TIENE QUE REFLEJARSE EN NUESTRA VIDA

(Rom. 12:1–16:27)
“Por consiguiente, les suplico por las compasiones de Dios, hermanos —dice Pablo—, que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios.” (Rom. 12:1.) “Por consiguiente”, o en vista de lo anterior —de que los cristianos son declarados justos por su fe—, lo que Pablo dice a continuación debería influir en su actitud hacia sí mismos, los demás y las autoridades gubernamentales.
“Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar”, escribe Pablo, y exhorta: “Sea su amor sin hipocresía” (Rom. 12:3, 9). Más adelante dice: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores” (Rom. 13:1). En lo que tiene que ver con cuestiones de conciencia, Pablo anima a los cristianos a ‘no juzgarse unos a otros’ (Rom. 14:13).

Respuestas a preguntas bíblicas:

12:20. ¿Cómo “amontonar[emos] brasas ardientes” sobre la cabeza de un enemigo? En tiempos bíblicos, para fundir metales se introducía el mineral en un horno con una capa de brasas debajo y otra encima. El calor de arriba ayudaba a fundir el metal y a separarlo de las impurezas. En nuestro caso, colocamos “brasas ardientes” sobre la cabeza de un enemigo cuando lo tratamos con bondad para derretir su corazón de hierro y hacer que afloren sus buenas cualidades.
12:21. ¿Cómo podemos seguir “venciendo el mal con el bien”? Una manera de hacerlo es predicando sin temor las buenas nuevas del Reino hasta que hayamos cumplido esta asignación de Jehová a su entera satisfacción (Mar. 13:10).
13:1. ¿En qué sentido “están colocadas por Dios en sus posiciones relativas” las autoridades superiores? En el sentido de que las autoridades gobiernan por permiso de Dios. Cuando él previó la existencia de algunos gobiernos e hizo registrar en la Biblia profecías sobre ciertos gobernantes, pudiera decirse que estas autoridades fueron “colocadas por Dios en sus posiciones relativas”.

Lecciones para nosotros:

12:17, 19. Quien se desquita del mal se está tomando la justicia por su mano en lugar de dejar los asuntos en manos de Jehová. ¡Qué presuntuoso sería atribuirnos el derecho de devolver “mal por mal”!
14:14, 15. No debemos contristar a nuestro hermano ni hacerlo tropezar por la comida o la bebida que le ofrecemos.
14:17. Lo principal para contar con el favor de Dios no es lo que uno come o bebe, o lo que uno evita comer o beber, sino la justicia, la paz y el gozo.
15:7. Debemos acoger con imparcialidad en la congregación a todos los que buscan sinceramente la verdad, y predicar el mensaje del Reino a todas las personas con quienes nos encontramos.
[Ilustraciones de la página 31]
¿Puede aplicarse el rescate a pecados cometidos antes de la muerte de Cristo?

Los romanos reciben las mejores nuevas

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¿CÓMO puede un humano pecaminoso ser justo a la vista de Dios y alcanzar así la vida eterna? Esta cuestión causó disputas acaloradas en el primer siglo de nuestra era común. ¿Sabe usted la respuesta? Sea que la sepa o no, le será provechoso leer cómo trató magistralmente este asunto el apóstol Pablo en el libro bíblico de Romanos. Eso le ayudará a entender la importante relación que existe entre la fe, las obras, la justicia y la vida.
PABLO Y LOS ROMANOS
El libro de Romanos es una carta que Pablo escribió a los cristianos de Roma alrededor del año 56 E.C. ¿Por qué la escribió? Aunque Pablo todavía no había visitado Roma en 56 E.C., evidentemente conocía a muchos cristianos de aquella ciudad, pues en su carta mencionó a muchos por nombre. Además, Pablo anhelaba ir a Roma para estimular a sus hermanos cristianos, y también parece que planeaba hacer escala en Roma en el viaje que se había propuesto hacer a España. (Romanos 1:11, 12; 15:22-24.)
Sin embargo, el propósito principal de Pablo al escribir esta carta fue contestar la pregunta: ¿Cómo puede alcanzar la gente la justicia que lleva a la vida? La respuesta resulta ser la mejor de las noticias. La justicia se cuenta sobre la base de la fe. Pablo señala esto y establece el tema de su carta cuando escribe: “No me avergüenzo de las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de Dios para salvación a todo el que tiene fe, al judío primero, y también al griego; porque en ellas se revela la justicia de Dios a causa de fe y hacia fe, así como está escrito: ‘Mas el justo... por medio de la fe vivirá’”. (Romanos 1:16, 17.)
LA FE Y LA LEY
En el primer siglo no todos concordaban en que la justicia se contaba sobre la base de la fe. Una minoría ruidosa insistía en que se necesitaba algo más. ¿No había provisto Jehová la Ley de Moisés? ¿Cómo podría alguien ser justo si no se sometía a aquella provisión inspirada? (Véase Gálatas 4:9-11, 21; 5:2.) En el año 49 E.C. el cuerpo gobernante de Jerusalén consideró la cuestión de la adherencia a la Ley y llegó a la conclusión de que los gentiles que aceptaban las buenas nuevas no tenían que circuncidarse ni someterse a los reglamentos de la Ley judía. (Hechos 15:1, 2, 28, 29.)
Unos siete años después Pablo escribió su carta a los Romanos en apoyo de aquella decisión trascendental. En realidad él fue más allá. No solo era innecesario que los cristianos gentiles observaran la Ley, sino que los judíos que dependieran de la obediencia a ella no serían declarados justos para la vida.
JUSTICIA MEDIANTE LA FE
Al leer el libro de Romanos usted notará con cuánto cuidado desarrolla Pablo su argumento, apoyando sus declaraciones con muchas citas de las Escrituras Hebreas. Cuando habla a los judíos, a quienes pudiera hacérseles difícil aceptar su enseñanza inspirada, lo hace con afecto y consideración. (Romanos 3:1, 2; 9:1-3.) No obstante, presenta su caso con claridad notable y lógica indisputable.
En los capítulos 1 a 4 de Romanos Pablo empieza con la verdad de que toda persona es culpable de pecado. Por lo tanto, la única manera de declarar justos a los humanos es sobre la base de la fe. Es cierto que los judíos procuraron alcanzar la justicia mediante cumplir con la Ley de Moisés. Pero fracasaron. Por eso Pablo dice con denuedo: “Tanto los judíos como los griegos están todos bajo pecado”. Da prueba de esta verdad poco popular con una serie de citas de las Escrituras. (Romanos 3:9.)
Puesto que “por obras de ley ninguna carne será declarada justa”, ¿qué esperanza hay? Dios declarará justos a los humanos como don gratuito sobre la base del sacrificio de rescate de Jesús. (Romanos 3:20, 24.) Para que puedan valerse de esta provisión, tienen que ejercer fe en ese sacrificio. ¿Es una novedad esta enseñanza de que a los humanos se les declara justos sobre la base de la fe? De ningún modo. Abrahán mismo fue declarado justo por su fe antes de que la Ley siquiera hubiera sido inaugurada. (Romanos 4:3.)
Después de establecer la importancia de la fe, en el capítulo 5 Pablo considera el fundamento de la fe cristiana. Este fundamento es Jesús, cuyo derrotero de justicia anula los malos efectos del pecado de Adán en el caso de los que ejercen fe en Él. Así, “mediante un solo acto de justificación”, no por obediencia a la Ley de Moisés, “el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida”. (Romanos 5:18.)
RESPUESTA A OBJECIONES
Pero si los cristianos no están bajo la Ley, ¿qué impedirá que pasen a cometer pecados y cuenten con que se les declare justos de todos modos, gracias a la bondad inmerecida de Dios? Pablo contesta esta objeción en el capítulo 6 de Romanos. Los cristianos han muerto con relación a su derrotero pecaminoso del pasado. Su nueva vida en Jesús los obliga a luchar contra sus debilidades carnales. Insta: “No dejen que el pecado continúe reinando en su cuerpo mortal”. (Romanos 6:12.)
Pero ¿no debería ser que por lo menos los judíos se adhirieran todavía a la Ley de Moisés? En el capítulo 7 Pablo explica cuidadosamente que no debería ser así. Tal como una mujer casada queda libre de la ley de su esposo cuando este muere, así la muerte de Jesús libró a los judíos creyentes de la sujeción a la Ley. Pablo dice: “A ustedes también se les hizo morir a la Ley mediante el cuerpo del Cristo”. (Romanos 7:4.)
¿Quiere decir esto que había algún defecto en la Ley? De ningún modo. La Ley era perfecta. El problema era que gente imperfecta no podía obedecer la Ley. “Sabemos que la Ley es espiritual —escribió Pablo—; pero yo soy carnal, vendido bajo el pecado.” Un ser humano imperfecto no puede cumplir con la Ley perfecta de Dios, y por eso es condenado por ella. ¡Cuán maravilloso, pues, que ‘no tengan condenación los que están en unión con Cristo Jesús’! Los cristianos ungidos han sido adoptados por espíritu para ser hijos de Dios. El espíritu de Jehová les ayuda a luchar contra las imperfecciones de la carne. “¿Quién presentará acusación contra los escogidos de Dios? Dios es Aquel que los declara justos.” (Romanos 7:14; 8:1, 33.) Nada puede separarlos del amor de Dios.
LA JUSTICIA Y LOS JUDÍOS SEGÚN LA CARNE
Si ya no se necesita la Ley, ¿dónde deja esto a la nación de Israel? ¿Y qué hay de los textos bíblicos que prometen la restauración de Israel? Estas preguntas se consideran en los capítulos 9 a 11 de Romanos. En las Escrituras Hebreas se predijo que solo una minoría de los israelitas alcanzarían la salvación y que Dios dirigiría su atención a las naciones. En armonía con eso, las profecías sobre la salvación de Israel no se cumplen en el Israel carnal, sino en la congregación cristiana, que tiene un núcleo de creyentes que son judíos según la carne al que se han añadido, para completar el grupo, gentiles de corazón recto. (Romanos 10:19-21; 11:1, 5, 17-24.)
PRINCIPIOS DE JUSTICIA
En los capítulos 12 a 15 de Romanos Pablo pasa a explicar cómo pueden ajustar su vida de manera práctica los cristianos ungidos al hecho de que se les haya declarado justos. Por ejemplo, dice: “Presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio. Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente”. (Romanos 12:1, 2.) Debemos confiar en el poder del bien y no usar el mal para luchar contra el mal. “No te dejes vencer por el mal —escribió el apóstol—, sino sigue venciendo el mal con el bien.” (Romanos 12:21.)
Roma era el centro del poder político en los días de Pablo. Por eso, sabiamente Pablo aconsejó a los cristianos: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios”. (Romanos 13:1.) Los tratos entre los cristianos también son parte del vivir de acuerdo con la justicia. “No deban a nadie ni una sola cosa —dijo Pablo—, salvo el amarse unos a otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido la ley.” (Romanos 13:8.)
Además, cada cristiano debe mostrar consideración a la conciencia de los demás, y no juzgar. Pablo exhorta: “Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificación mutua”. (Romanos 14:19.) ¡Qué excelente consejo para aplicarlo en todo aspecto de la vida del cristiano! Entonces, en el capítulo 16, Pablo concluye con saludos personales y palabras finales de estímulo y consejo.
PARA LOS UNGIDOS Y LAS OTRAS OVEJAS
Lo que se considera en Romanos fue importante en el primer siglo y todavía es de interés vital hoy. A todos los siervos de Jehová les interesa mucho la justicia y la vida eterna. Es cierto que Romanos se escribió a una congregación de cristianos ungidos, mientras que hoy la gran mayoría de los testigos de Jehová son de la “gran muchedumbre” y tienen una esperanza terrestre. (Revelación 7:9.) Con todo, esta carta tiene un mensaje vital para ellos también. ¿En qué consiste?
El libro de Romanos prueba que a los cristianos se les declara justos mediante la fe. Para los ungidos esto significa que llegarán a ser cogobernantes con Jesús en el Reino celestial. Sin embargo, también se declarará justos a los miembros de la gran muchedumbre, pero como ‘amigos de Dios’, como en el caso del patriarca Abrahán. (Santiago 2:21-23.) Su condición de justos los llevará a sobrevivir a la gran tribulación y se basa en la fe que ejercen en la sangre de Jesús, como en el caso de los ungidos. (Salmo 37:11; Juan 10:16; Revelación 7:9, 14.) Por consiguiente, el razonamiento de Pablo en Romanos es de gran interés tanto para las otras ovejas como para los ungidos. Y el excelente consejo que contiene este libro respecto a vivir en armonía con el que hayamos sido declarados justos es vital para todos los cristianos.
The Book of Life (El libro de la vida), edición preparada por los doctores Newton Marshall Hall e Irving Francis Wood, declara: “En cuanto a la parte argumentativa y doctrinal, [Romanos] alcanza el punto culminante de la enseñanza inspirada de Pablo. Es cortés, prudente, pero a la vez autoritativo. [...] El estudiar esta epístola resulta profunda y abundantemente remunerador”. ¿Por qué no lee personalmente usted el libro y se regocija con “las buenas nuevas” que contiene, las cuales son “el poder de Dios para salvación”? (Romanos 1:16.)
[Fotografía/Recuadro en la página 24]
“No hay autoridad [seglar] a no ser por Dios.” Esto no significa que Dios coloca individualmente a cada gobernante en su puesto. Más bien, los gobernantes seglares existen solo por permiso de Dios. En muchos casos Dios previó y predijo a gobernantes humanos, y así fueron ‘colocados por Dios en sus posiciones relativas’. (Romanos 13:1.)
[Reconocimiento]
Museo della Civiltà Romana, Roma
[Fotografía/Recuadro en la página 25]
A los cristianos se les dice: “Vístanse del Señor Jesucristo”. Esto quiere decir que deben seguir cuidadosamente los pasos de Jesús e imitarlo mediante poner primero en la vida los intereses espirituales más bien que los carnales, y ‘no hacer planes con anticipación para los deseos de la carne’. (Romanos 13:14.)
[Ilustración/Recuadro en la página 25]
Pablo dijo que los romanos habían de ‘saludarse unos a otros con beso santo’. No obstante, no estaba estableciendo una nueva costumbre cristiana ni un rito religioso. En los días de Pablo se solía dar un beso en la frente, en los labios o en la mano como una forma de saludo, cariño o respeto. Por consiguiente, Pablo sencillamente se estaba refiriendo a una costumbre que era común en sus días. (Romanos 16:16.)