La ganadería: "¡Anjá! Conque me quieren engañar..."


Los conquistadores se extasiaron al ver "bosques de algodón", y se quedaron pasmados al encontrar entre Mérida y Trujillo, una montaña de cacao sin explotar, en el Ancón de Marumá. Los indígenas desde luego tenían una agricultura incipiente, en la que las mujeres asumían las mayores responsabilidades.

Pero no había ganadería en nuestras tierras. Son los descubridores los que al desembarcar traen consigo ganado vacuno para su mantenimiento y caballos para la movilización, además de cerdos, cabras, y otros animales. Estos elementos fueron fundamentales para la conquista y colonización.

Sabido es que Ambrosio Alfínger, al llegar a Coro como gobernador de la provincia de Venezuela, en 1529, introduce las primeras reses que llegan a nuestro país. Las trae desde Santo Domingo. Cuando Juan de Carvajal abandona Coro, con unas 180 "personas a caballo y a pie", camina hacia las fértiles riberas del río Tocuyo, a cuyas orillas funda el 7 de diciembre de 1545 el asiento de Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción del Tocuyo, en la tierra de los indios gayones. Tocuyo deriva de tucuyo, que significa "zumo de yuca".

Carvajal convirtió en breve tiempo la nueva ciudad de El Tocuyo en la capital económica de Venezuela. Hizo de los tocuyanos entrenados agricultores, ganaderos y comerciantes. Fue este conquistador quien entendió la necesidad de asentar la población mediante la actividad ganadera y le dio la espalda a la búsqueda del oro, que era la constante alucinación de los demás.

Juan de Carvajal morirá ahorcado en una ceiba de la plaza mayor por haber asesinado a Felipe de Hutten. Juan Pérez de Tolosa quien dio la orden de horca, continuará la labor de Carvajal, lo mismo que Juan de Villegas, uno de los primeros vecinos. Así establecerán los tocuyanos la vía Tocuyo-Tunja, para llegar en forma directa al Nuevo Reino de Granada e iniciar el comercio con la región vecina. El ganado de El Tocuyo se extenderá a muchas zonas más, porque tiene en abundancia. Para 1546, a un año de su fundación, los ganaderos tocuyanos podían sumar 100 caballos, 200 yeguas, 300 vacas de vientre, 500 ovejas y cerdos. Tres años más tarde el incremento era tal que tenían mil caballos y yeguas, tres mil vacas y doce mil cabezas de ganado menor.

Las inundación de vacas en los Llanos comienza cuando Cristóbal Rodríguez, otro vecino de El Tocuyo, lleva las primeras reses al Apure en 1548. En torno a las reses se va asentando el hato como forma de sujeción al medio físico. El hato no lo forma nadie, va surgiendo como necesidad imperiosa cuando el hombre requiere su vivienda, su amparo, su propiedad raigal. Este Rodríguez es el mismo que llevará el ganado que apacentó en las tierras feraces de Guárico.

Ahora bien, los llaneros no trabajarán la agricultura durante toda la época colonial o provincial; el hecho de que se establezcan con su ganado los españoles, sobre todo canarios, gallegos o castellanos, que tampoco son agricultores, que toda su vida han vivido de la ganadería en sus tierras peninsulares, fortalece la actitud de los antiguos pobladores del Llano.

Cristóbal Rodríguez va a dar origen a parte de historia y parte de leyenda. Este precursor de la ganadería llanera iba camino de Tunja, en la actual Colombia, para negociar las reses. Se detuvo en un sitio cercano a Calabozo, en el potrero llamado Uverito, y allí fundó el primer establecimiento pecuario según reza en una placa que fue colocada en Uverito, y que existe todavía.

Dicha placa dice textualmente: "Cristóbal Rodríguez, español, venido en la época de la conquista, fundó en este sitio la puebla que él llamó "San Luis de la Unión" y que hoy se llama Uverito. Fue el primero que introdujo a los llanos el ganado vacuno hacia el año 1560, fecha en la que se comenzó a fundar este importantísimo ramo de nuestra riqueza nacional. Rodríguez trajo a éste 18 vacas paridas que habían sido enviadas a Nueva Granada con destino a un tal Silvestre Guevara, residente en el Cauca; pero que por inconvenientes insuperables que se encontraron para su transporte, fueron tomadas por la Audiencia de Santo Domingo y ésta las destinó con 16 yeguas jerezanas y dos potros para la expedición de Daniel Mendoza. Veinticinco años después había en el Llano de 12 a 14 mil reses y más o menos 6.000 cabezas de raza caballar y asnal y a mediados del siglo XVII había ya 137.680."

Esta placa sólo puede tenerse como un caso curioso, pues está llena de inexactitudes. Tomás Polanco Martínez, de quien la copio yo, da por bueno el dato y explica que él tomó el texto de la Guía General de Venezuela, Tomo I, pág. 19, editada en 1929 por Fernando Benet. Agrega que el ejecutor de la placa transcribió literalmente lo dicho por Daniel Mendoza en su libro El Llanero.

Como se sabe ahora, El Llanero no es de Daniel Mendoza sino de Rafael Bolívar Coronado, muy amigo de inventar, y para cubrirse utilizaba seudónimos de personas reales y verdaderas. De allí, pues, los inventos que tiene la placa en cuestión.

Federico Brito Figueroa duda, por su parte, de estos datos y señala que la cifra de 15 hatos y 137.680 reses no corresponde al siglo XVII sino al XVIII, "y concretamente hacia la IV década, período clave en la distribución de los llanos "como tierra de conquista" entre los propietarios del centro de la Provincia de Caracas. Los hatos mencionados tienen origen en "sitios viejos" establecidos entre 1650 y 1700..."

Y el historiador José Antonio de Armas Chitty, que ha tratado ampliamente el tema agropecuario en sus libros, me contó personalmente lo siguiente (noviembre de 1987): Juan Vicente Gómez, que además de presidente de la República era un taimado ganadero, fue en una ocasión a El Sombrero (al parecer a la inauguración del puente) y su amigo Luis Mata, millonario de la región, lo llevó a Uverito para que viera el sitio donde había nacido la ganadería llanera. El presidente Gómez leyó la placa que está a la entrada y comentó con su acostumbrada zamarrería:

-¡Anjá! Conque que me quieren engañar.... Y con la misma picó espuelas y no entró a visitar el sitio. Era muy difícil engañar al astuto Gómez.

Otros acontecimientos están íntimamente ligados a la explotación ganadera y a la futura riqueza pecuaria del país. Cuando se concede a Diego Fernández de Serpa la gobernación de Andalucía o Cumaná, llega directamente a Margarita y allí compra 800 vacas que traslada a los llanos de Anzoátegui y Monagas.

Los fundadores de Borburata y Valencia se preocupan por llevar reses para asegurar el asentamiento. Igual cosa hace Diego de Losada al iniciar la conquista y posterior fundación de Caracas. En esto le auxilia Alonso Díaz Moreno, quien suministra 1.500 carneros para el mantenimiento de la tropa. Sin embargo, debe recordarse que el primero que introduce ganado en Caracas es Francisco Fajardo, quien en 1560 funda el Hato San Francisco.

Sebastián Díaz Alfaro, que fue quien más reses aportó a la conquista de Caracas, lo hizo con mayor propiedad para su propia fundación, la de San Sebastián de los Reyes, la primera ciudad de Aragua, el 6 de enero de 1585. Díaz Alfaro, que había descubierto las ricas minas de oro de Apa y Carapa, en lo que hoy es el Parque Guatopo, se olvidó por completo del deslumbrante metal y prefirió dedicarse a la cría de ganado.

Por eso, junto con los solares repartidos a los fundadores de San Sebastián, les daba sus reses para que se hicieran firmes en sus respectivos sitios. Un testigo dice que Díaz Alfaro los auxilió "con armas y municiones y metiendo ganado, de que hoy (1608) hay veinte y cinco mil cabezas arriba".

Es importante destacar parte del informe de Alonso Ruiz Santos, quien dice que "del ganado que el dicho Sebastián Díaz llevó a su costa al distrito de la dicha ciudad de San Sebastián, para el sustento de sus vecinos, ha redundado la suma tan grande que hay en esos llanos de que se sustenta de carne, cebo y manteca esta Provincia y otras, siendo cierto que cuando el dicho Capitán Sebastián Díaz metió ganado en dichos llanos no había ninguno de ellos... pues todos los años y unos con otros se embarcan en el Puerto de La Guaira para los Reinos de Castilla más de veinte y cinco mil cueros".

A propósito de cueros, el comercio de éste adquirió singular importancia y su precio se mantuvo firme por mucho tiempo. Señala Eduardo Arcila Farías que "ya en 1607 el comercio de cueros había alcanzado el tercer lugar en las exportaciones, y en realidad conservó el primer puesto en el comercio exterior venezolano de 1620 a 1625. Durante todo ese largo período dominó casi absolutamente en el comercio con España, en el que representa ordinariamente el 75% o más del valor total de las exportaciones. El examen de cualquiera de esos años permitirá ver su manifiesta supremacía sobre el tabaco (excepto en 1621) y sobre el cacao".

Y De Armas Chitty presenta este cuadro dramático: "A partir de la época del comercio libre, el movimiento de ganados se intensifica. Hubo una época en que la res nada valía, apenas 2 ó 3 pesos, mientras los cueros llegaban a nueve reales. Un hecho vino entonces a causar zozobra en los hatos: con el interés de vender los cueros, hombres armados recorrían la llanura sacrificando las reses. En muchos sitios aparecían centenares de reses muertas a las cuales les quitaban el cuero. A tanto llegó esto que un Teniente de Justicia decía al Capitán General que para "aterrorizar a los ladrones de ganado había hecho levantar tres horcas", y terminaba: "Señor, esto de llanos está tan corrupto el hurto que se necesitaba de providencia más acre para que esto tenga remedio".