Brasil: ¿Café, té o guaraná?


Guarana

“¿QUÉ desean tomar: café, té o guaraná?”, pregunta la simpática anfitriona. Es muy común escuchar este ofrecimiento en las reuniones sociales en Brasil. A los invitados extranjeros les sorprende la pregunta. Ante su reacción, la anfitriona les enseña una botella en cuya etiqueta aparecen tres frutos rojizos y ovalados. Para su alivio, comprueban que la guaraná no es ningún tipo de reptil exótico, sino, más bien, un refrigerante o refresco.
Es posible que usted tampoco haya oído hablar de la guaraná, ya que es especialmente popular en Brasil, mientras que el té y el café son las bebidas favoritas en todo el mundo. Sin embargo, los tres tienen algo en común: la cafeína. En realidad, una taza de guaraná puede contener hasta tres veces más cafeína que su equivalente de café. Los invitados, movidos por la curiosidad, optan por la guaraná. Mientras sorben la refrescante bebida y degustan su agrio pero afrutado sabor, se entusiasman al escuchar su historia.
Se enteran de que la guaraná es un arbusto trepador originario de la cuenca amazónica, que crece en estado natural en las cercanías de las ciudades de Maués y Parintins, y en otras zonas del estado de Amazonas, así como en los estados de Pará, Goiás y Mato Grosso, entre otros.
La planta puede alcanzar los 10 metros de altura. De sus oscuras ramas penden hojas de forma ovalada con bordes dentados y racimos de flores de tallos cortos. En su tercer año, entre enero y febrero, empieza a dar fruto; al quinto, la producción por arbusto se calcula en tres kilogramos.
El fruto, del tamaño de una uva y de color rojo intenso por encima y amarillento por debajo, encierra una o dos semillas ovoides, lisas. Para preparar la pasta de guaraná, se deja el fruto en remojo a fin de separar la envoltura carnosa que rodea la semilla. Una vez lavadas las semillas, se secan, tuestan y muelen; el polvo resultante, que contiene cafeína, se mezcla con agua, y también se puede añadir cacao o harina de yuca (tapioca).
Mucho antes de que los colonizadores de Brasil descubrieran esta planta, los nativos ya valoraban su fruto. Para producir una bebida de gran calidad, ponían cuidado en seleccionar solo los frutos maduros, sin mezclarlos con los que estuvieran verdes o los que hubieran fermentado. Después, machacaban y mezclaban las semillas con agua hasta formar una masa, la cual se moldeaba en varas de unos 15 centímetros de largo y 2,5 centímetros de diámetro. Las secaban hasta que se ponían tan duras como una piedra (una manera de conservar alimentos en climas cálidos y húmedos), y más tarde las rallaban con el hueso del paladar de un gran pez llamado pirarucú (Arapaima gigas). El polvo se disolvía entonces en agua o jugo de frutas.
Los indígenas de Brasil reconocían las virtudes terapéuticas de esta bebida. Los curanderos la recetaban de diversas formas a los enfermos. Y cuando el trabajo era arduo y pesado, los indígenas recurrían a ella como remedio contra el cansancio.
Alrededor de 1816, la guaraná llegó a Francia. Más tarde, en 1826, el botánico alemán Karl von Martius pidió a su hermano Theodore que analizara las sustancias químicas de la fruta por primera vez. No obstante, su uso no se difundió debido a que los terapeutas creían que podían sustituirlo con otros productos más baratos.
Volviendo a Brasil, un número cada vez mayor de personas consideraban la guaraná como una panacea. En 1905, el médico brasileño Luís Pereira Barreto situó entre los mayores benefactores de la humanidad al indígena que por primera vez probó la guaraná y evaluó sus buenos efectos en el organismo.
Los defensores de la bebida de guaraná aún la tienen en alta estima. Algunos afirman que no es simplemente un estimulante, sino también un sedante para el corazón y una medicina efectiva para combatir la arteriosclerosis (endurecimiento de las paredes arteriales). También se sostiene que es útil en el tratamiento de la diarrea, la disentería, la migraña y la neuralgia (dolor agudo a lo largo de un nervio). Aún queda por confirmar la validez de estas afirmaciones desde el punto de vista médico. Sea como sea, la guaraná constituye, desde 1929, una popular bebida gaseosa en Brasil.
Los invitados han encontrado muy esclarecedora esta exposición. “¿Desean tomar un poco más de guaraná?”, pregunta la anfitriona. Todos asienten con la cabeza. ¿Y usted? ¿Desea probarlo?

Publicado en ¡Despertad!  del 8 de Junio de 1999