Los antivalores en la familia - Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas

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El núcleo familiar desempeña un papel trascendental en la vida social de los pueblos. Cuando se habla de la pérdida de valores debemos volver nuestros ojos y examinar a la familia como la fuente de donde se beben los valores o se crean los antivalores que nos van a guiar el resto de nuestras vidas.
Muchas razones están haciendo difíciles hoy las buenas conciencias y actuaciones, pero la principal de ellas es la falta de coherencia. Hablando de todos los estratos, sin excepción, la familia es el punto de convergencia de sus miembros, pero actualmente en ella están sucediendo diversos fenómenos de contubernio e impunidad. El asunto no es de coyuntura, es estructural y está presente a nuestro alrededor.
Casi sin proponérselo, la familia suele ser el resguardo de los fracasados, de los malos estudiantes, de los empleados ineptos, de los maleantes, de los embusteros, de los corruptos... Cuando el grupo familiar tolera estas conductas sin hacer reproches o con las mínimas críticas, tal situación sirve para razonar sobre el fenómeno de la tolerancia excesiva en los ambientes familiares.
Veamos cómo nacen los antivalores. La familia de un contrabandista progresa alrededor de los miembros que se dedican a este oficio y casi nadie puede recriminarles que no se justifiquen diciendo que "así lo hacen los de arriba".
Del mismo modo, la familia del especulador se siente obligada a respaldar en silencio a uno de sus miembros delincuente, para que se mantenga la ficción de la unidad familiar o para que los "beneficios" del transgresor se viertan en el patrimonio económico de sus parientes.
Es dramático saber que ahora nadie recibe, como antes, una censura familiar por la incompetencia laboral, y ésta se acepta de manera silenciosa como si fuese un asunto sin importancia en la vida diaria. Dicha actitud interna se refleja después negativamente en la motivación y en el puesto de trabajo.
Es en la familia donde aprendemos el valor del trabajo. Como hoy casi todas las parejas trabajan, ¡os hijos escuchan todo el tiempo fas quejas, los reclamos, las injusticias que se cometen contra los padres; reciben el ejemplo de que el trabajo es una fuente de problemas, angustias y estrés, casi nunca de agrado, satisfacción o autorrealización. Esto es lo que les transmiten los padres a los hijos sobre el valor del trabajo.
La incoherencia propia conduce entonces a la indiferencia por lo ético en los demás. Vale decir, yo no doy las batallas por mi coherencia personal y, por lo tanto, no se las pido a nadie. Esto conduce a mantener un clima permisivo frente a las grandes y pequeñas corrupciones. Frases como "consiga la plata, hijo, consígala honradamente; y si no la puede conseguir honradamente, consiga la plata hijo" han sido entendidas por el imaginario colectivo como una forma de permisividad.
En definitivo, el ambiente familiar es el que más puede lograr la reconstrucción del tejido moral de un país. El ejemplo personal es "la correa de trasmisión" de valores positivos, pues hace evidente la coherencia. Con el beneplácito cómplice de las transgresiones, los antivalores se instauran en la familia y se despliegan "de una manera u otra hacia el trabajo, con lo cual éste se desvirtúa como una fuente de autorrealización.

Recuperado para fines educativos del libro:
Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas
Autor: Antonio Pérez Esclarin