El Alfarero - Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas

Parabolas e Ilustraciones para Educar en Valores

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Oí contar a Eduardo Galeano una especie de rito de iniciación de los indígenas de Chiapas. Cuando el maestro alfarero, derrotado por los años, decide retirarse, le entrega al alfarero joven su mejor vasija, la obra de arte más perfecta.
El joven recibe la vasija y no la lleva a su casa para admirarla ni la pone sobre una mesa en el centro del taller para que, en adelante, le sirva de inspiración y presida su trabajo. Tampoco la entrega a un museo para que la gente pueda verla y hablen maravillas del arte del maestro y pueda ser reconocido después de muerto. La estrella contra el piso, la rompe en mil pedazos y los integra a su arcilla para que el genio del maestro continúe en su obra.
No enseñes a los alumnos a admirar meramente las virtudes de los hombres grandes, sino trata de que encarnen en su vida sus proyectos. No necesitamos admirado­res o proclamadores de glorias ajenas, sino seguidores y continuado­res de sus luchas.
El buen maestro no busca tanto la admiración del alumno sino que anhela sembrarse en su vida y germinar en sus buenos frutos.
La lectura, la verdadera lectura, tiene mucho que ver con esto que estamos diciendo. Leer no es repetir, no es meramente captar la información del autor, es reconstruirla, recrearla. Toda verdadera lectura supone una «reescritura» por parte del lector. Si no hay re­creación, si no hay reescritura, no se ha leído profundamente, pues toda genuina lectura es interpretación del texto desde el propio con­texto de uno, es diálogo con el autor ausente.
De aquí la importancia no sólo de enseñar a leer, sino sobre todo de hacer alumnos lectores, capaces de dialogar con los textos y con el contexto, capaces de decir una palabra personal y creativa, para irse haciendo sujetos de su palabra y de su vida.

Recuperado para fines educativos del libro:
Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas
Autor: Antonio Pérez Esclarin