Las Apariencias Engañan - Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas

Parabolas e Ilustraciones para Educar en Valores

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En su obra El canto de la rana, Tony de Mello nos cuenta la historia de aquella familia que había ido a la playa y lo estaba pasando de maravilla. Después de bañarse un buen rato, los niños se pusieron a hacer castillos de arena en la orilla cuando, a lo lejos, apareció una anciana, con sus canosos cabellos al viento y sus vestidos sucios y harapientos, que musitaba algo entre dientes mientras recogía cosas del suelo y las echaba en una bolsa de plástico.
Los padres llamaron alarmados junto a sí a los niños y les dijeron que, por nada del mundo, se acercaran a la anciana. Cuando pasó junto a ellos, inclinándose repetidas veces para recoger algunas cosas del suelo, dirigió una sonrisa a la familia. Pero ninguno le devolvió el saludo. Ante la advertencia de los padres, los niños la miraban asustados, y siguieron mirándola un rato hasta que se perdió en la lejanía.
Algunos días más tarde, se enteraron de que la anciana llevaba años limpiando la playa de vidrios y potes para que los niños no se hirieran los pies.
Una historia semejante nos cuenta que a Pedrito le dieron una hermosísima manzana. Venció con esfuerzo las ganas de comérsela porque había decidido regalársela a su maestra. Cuando ya estaban todos sentados en el salón, Pedrito sacó nervioso y emocio­nado su magnífica manzana.
Cuando la vio, se alzó como un látigo la voz de su maestra:
-¿A ver, Pedrito, dónde robaste esa manzana?
-No a robé, me la regalaron, maestra -dijo el niño dolido.
-¿Y acaso no sabes que no se puede comer en el salón?
-Pero, maestra, yo...
-Tú siempre con tus peros... Me das la manzana y te vas ya a la Dirección.
Cuántas veces etiquetamos con la palabra o el pensa­miento a las personas, y vivimos el personaje de la eti­queta y no a la persona real. No vemos la realidad, sino lo que queremos ver. Le ponemos a determinado alumno la etiqueta de imposible, terrible, flojo..., y haga lo que haga, leemos su acción desde la etiqueta. Si estamos convencidos de que los alumnos no tienen remedio, los volvemos imposibles. Si nos convencemos de que son extraordinarios, serán extraordinarios. Cuánto nos cuesta mirarlos con ojos limpios, cariñosos, sin prejuicios. Cuánto nos cuesta ver más allá de las apariencias... Cuántos ladrones cubren su igno­minia con joyas y ropas lujosas, y cuántos santos caminan a nuestro lado en harapos. Cuánta hediondez desprenden algunos cuerpos perfumados y qué olor tan bueno despiden algunos otros envejeci­dos por el trabajo, el servicio y la entrega.
Tratemos de mirar a los alumnos con los ojos del corazón. Y sólo aceptemos la etiqueta de que todos y cada uno de ellos son maravillosos.

Recuperado para fines educativos del libro:
Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas
Autor: Antonio Pérez Esclarin