Puntos Sobresalientes de Levítico 6, 7, 8, 9
Puntos sobresalientes de la lectura de la Biblia: Levítico 6, 7, 8, 9
Capitulo 6:
Levítico 6:1-7
17 La ofrenda por el pecado se aceptaba solo para cubrir pecados involuntarios contra la Ley provocados por la debilidad de la carne. ‘En caso de que pecara un alma por equivocación en cualquiera de las cosas que Jehová mandaba que no debían hacerse’, el pecador tenía que presentar una ofrenda por el pecado adecuada a su posición social en la comunidad (Levítico 4:2, 3, 22, 27). Por otra parte, los pecadores impenitentes eran cortados del pueblo; no había sacrificios para ellos (Éxodo 21:12-15; Levítico 17:10; 20:2, 6, 10; Números 15:30; Hebreos 2:2).
18 El significado y el propósito de la ofrenda por la culpa se aclaran en los capítulos 5 y 6 de Levítico. Aunque una persona pecara involuntariamente, su transgresión podía haber vulnerado los derechos de su prójimo o de Jehová Dios, error que exigía una satisfacción o reparación. Se mencionan varias categorías de pecado. Algunos eran pecados íntimos (5:2-6); otros, pecados contra “las cosas santas de Jehová” (5:14-16), y otros, aunque no totalmente involuntarios, pecados provocados por deseos impropios o debilidades de la carne (6:1-3). Además de confesar tales pecados, el oferente tenía que hacer compensación en los casos debidos y luego presentar a Jehová una ofrenda por la culpa (Levítico 6:4-7).
Levítico 6:25
8 Jehová consideraba santos los sacrificios que le hacían sus siervos israelitas (Levítico 6:25; 7:1). La palabra hebrea para “santo” se aplica a todo lo que se ha apartado o separado para el uso exclusivo de Dios. En armonía con este hecho, si deseamos que nuestros sacrificios gocen de su aprobación, deben estar completamente libres de influencias mundanas. No podemos amar nada de lo que nuestro Padre odia (léase 1 Juan 2:15-17). Por ejemplo, no queremos establecer ningún vínculo o relación que pueda llevarnos a estar contaminados a su vista (Isa. 2:4; Rev. 18:4). Y tampoco debemos recrear la mirada en nada que sea sucio o inmoral, ni dejar que la mente se entregue a fantasías inmundas (Col. 3:5, 6).
Capitulo 7:
Levítico 7:11-15
11 Antes de contestar esa pregunta, hemos de tener en cuenta tres factores básicos. En primer lugar, aunque Jehová no permitía el uso de levadura en el período de la Pascua, en otras ocasiones sí lo aceptaba. Los israelitas utilizaban levadura en las ofrendas de comunión por acción de gracias, que presentaban voluntariamente para agradecer las muchas bendiciones de Jehová. Las comidas que acompañaban a dichas ofrendas eran ocasiones alegres (Levítico 7:11-15).
Levítico 7:11-13
8 Jehová dio a su pueblo muchas oportunidades de demostrar que en realidad era una nación dedicada a él. Por ejemplo, su Ley estipuló un sistema de sacrificios, u ofrendas, algunos de los cuales eran obligatorios y otros voluntarios (Hebreos 8:3). Las ofrendas quemadas, de grano y de comunión eran voluntarias, pues se trataba de regalos ofrecidos a Jehová para conseguir su favor y expresarle gratitud (Levítico 7:11-13).
9 Aquellos sacrificios de carácter voluntario complacían a Jehová. De las ofrendas quemadas y de grano se decía que tenían para él un “olor conducente a descanso” (Levítico 1:9; 2:2). En el sacrificio de comunión, la sangre y la grasa del animal se ofrecían a Dios, mientras que las porciones de carne eran para los sacerdotes y el israelita que hacía la ofrenda. Se trataba, pues, de una comida simbólica que evidenciaba una relación pacífica con Jehová. La Ley decía: “Ahora bien, en caso de que sacrifiquen un sacrificio de comunión a Jehová, deben sacrificarlo para granjearse aprobación” (Levítico 19:5). Es verdad que todos los israelitas estaban dedicados a Jehová por nacimiento; sin embargo, los que con sus ofrendas voluntarias demostraban su deseo de escogerlo como su Dios ‘se granjeaban la aprobación’ de Jehová y recibían incontables bendiciones (Malaquías 3:10).
Levítico 7:20
4 Todos los años, al acercarse la Conmemoración, es esencial que quienes participan de los emblemas se hagan un autoexamen. Para que puedan tener parte apropiadamente en esta comida de comunión, deben gozar de una condición espiritual saludable. Cualquiera que trate el sacrificio de Jesús con falta de respeto, o hasta con desdén, corre el riesgo de ser ‘cortado del pueblo de Dios’, como le ocurría al israelita que estando impuro comía de un sacrificio de comunión (Levítico 7:20; Hebreos 10:28-31).
5 Pablo comparó la Conmemoración a una comida de comunión en el antiguo Israel. Tras explicar que los comensales se hallaban en comunión con Cristo, agregó: “No pueden estar bebiendo la copa de Jehová y la copa de demonios; no pueden estar participando de ‘la mesa de Jehová’ y de la mesa de demonios” (1 Corintios 10:16-21). Si alguien que participa de los emblemas de la Conmemoración comete un pecado grave, debe confesarlo a Jehová y buscar la ayuda espiritual de los ancianos de la congregación (Proverbios 28:13; Santiago 5:13-16). Si de veras se arrepiente y produce fruto propio del arrepentimiento, no estaría participando indignamente (Lucas 3:8).
Levítico 7:26, 27
Los israelitas no debían comer sangre. A la vista de Dios, la sangre representa la vida. “El alma [la vida] de la carne está en la sangre”, dice Levítico 17:11. Se espera que también los adoradores verdaderos de hoy se abstengan de sangre (Hechos 15:28, 29).
Levítico 7:28-36
20 Aun cuando pueden emplearse más de un plato de pan y una copa de vino, la Conmemoración es una comida de comunión. En el antiguo Israel, un hombre podía tener una comida de comunión llevando un animal al santuario de Dios para que lo degollaran. Una porción de la víctima se quemaba sobre el altar, otra correspondía al sacerdote que oficiaba, y una tercera era para los hijos sacerdotales de Aarón; también participaban de la comida el oferente y su familia (Levítico 3:1-16; 7:28-36). De igual modo, la Conmemoración es una comida de comunión porque hay una participación conjunta.
21 Jehová es uno de los participantes de esta comida por ser quien le dio origen. Jesús es el sacrificio, y los cristianos ungidos participan unidamente de los emblemas. Comer a la mesa de Jehová significa que los comensales están en paz con él. Por ello, Pablo escribió: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es un participar de la sangre del Cristo? El pan que partimos, ¿no es un participar del cuerpo del Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros, aunque muchos, somos un solo cuerpo, porque todos participamos de ese solo pan” (1 Corintios 10:16, 17).
Levítico 7:31-33
11 La Ley mosaica también estipulaba que los fieles hicieran sacrificios de comunión como muestra de que estaban en paz con Jehová. Tanto ellos como sus familias comían la carne de los animales, a menudo en los comedores del templo. También recibían porciones el sacerdote que oficiaba y los demás que se hallaban de servicio (Levítico 3:1, nota; 7:31-33). Lo único que se pretendía con estos sacrificios era gozar de una buena relación con Dios. Era como si el adorador, su familia, los sacerdotes y Jehová celebraran un banquete juntos y en paz.
12 ¿Podía haber un mayor privilegio que, por decirlo así, invitar a Jehová a una comida y que él aceptara? Como es lógico, quienes fueran los anfitriones querrían ofrecerle lo mejor a tan ilustre huésped. Los sacrificios de comunión, como parte de la armazón de la verdad que hallamos en la Ley, apuntaban a una realidad mayor: gracias al sacrificio de Jesús, todos los seres humanos tienen la oportunidad de entrar en una relación pacífica con su Creador. En la actualidad, quienes le sacrifican a Dios de buena gana sus energías y recursos disfrutan de una estrecha amistad con él.
Capitulo 8:
Levítico 8:12
En el antiguo Oriente Medio se acostumbraba aplicar aceite sobre la cabeza de una persona como señal de favor o como muestra de hospitalidad. Normalmente se empleaba aceite de oliva, al que se añadía algún perfume. Los hebreos también solían derramar aceite sobre la cabeza de alguien cuando se le nombraba oficialmente para un puesto de responsabilidad. Este uso particular del aceite es lo que en la Biblia se conoce como unción. Aarón, por ejemplo, recibió la unción cuando se le nombró sumo sacerdote (Levítico 8:12). Y con respecto al rey David, la Biblia dice que “Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió [...]. Y el espíritu de Jehová empezó a entrar en operación sobre David desde aquel día en adelante” (1 Samuel 16:13).
La palabra hebrea que se utiliza para esta unción especial es mascháj, de la que se deriva el término maschíaj, o mesías. Por otro lado, la palabra griega es kjríō, de la cual procede kjristós, o cristo. Así pues, bien puede afirmarse que Aarón y David fueron mesías, o ungidos. De Moisés también se dijo que fue un cristo, o ungido, en el sentido de que Dios lo escogió como representante suyo (Hebreos 11:24-26).
Jesús de Nazaret, por su parte, fue nombrado directamente por Dios para desempeñar un cargo de gran importancia. Pero en vez de usar aceite, Dios lo ungió con espíritu santo (Mateo 3:16). Por ser el Ungido de Jehová, se le llama con justa razón el Mesías, o Cristo (Lucas 4:18).
Capitulo 9:
Levítico 9:9.
¿Qué tenía de importante el que se derramara sangre en la base del altar y el que se pusiera sobre los cuernos del altar? Demostraba que Jehová aceptaba la sangre para fines expiatorios. De hecho, la expiación tenía su fundamento en la sangre. “Casi todas las cosas son limpiadas con sangre según la Ley —escribió el apóstol Pablo—, y a menos que se derrame sangre no se efectúa ningún perdón.” (Hebreos 9:22.)
Referencias consultadas en: Watchtower Library 2013 CD-ROM
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