Puntos sobresalientes de Deuteronomio 23 a 27

Puntos sobresalientes de Deuteronomio 23 a 27

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Puntos sobresalientes de Deuteronomio 23 a 27


(Deuteronomio 23:1)

”Ningún hombre a quien se haya castrado aplastándole los testículos, o que tenga cortado su miembro viril, podrá entrar en la congregación de Jehová.

*** it-2 pág. 1113 Testículos ***
La Ley también especificaba: “Ningún hombre a quien se haya castrado aplastándole los testículos, o que tenga cortado su miembro viril, podrá entrar en la congregación de Jehová”. (Dt 23:1.) Dicha ‘castración’ no se debía a un defecto congénito o a un accidente. (Compárese con Le 21:17-21; Dt 25:11, 12.) Es obvio, por lo tanto, que era una castración deliberada efectuada con fines inmorales, como la homosexualidad. A esa persona se le impedía entrar en la congregación o asociarse con ella, a fin de proteger la pureza de la misma.
La Ley ponía de relieve el respeto que Jehová siente por el derecho del hombre a tener hijos con su esposa, y por las facultades reproductivas que ha otorgado tanto al hombre como a la mujer. El matrimonio de levirato posibilitaba el que perdurasen el nombre, la línea familiar y la herencia de un hombre. (Dt 25:5-10.) Tras explicar el matrimonio de levirato, la Ley pasaba a decir que si dos hombres estaban peleando y la esposa de uno de ellos, intentando ayudar a su marido, agarraba al otro por sus partes naturales (una acción que ponía en peligro las facultades reproductivas del hombre), se le debía amputar la mano. (Dt 25:11, 12.) De modo que en este caso no se aplicaba la ley de igual por igual. (Dt 19:21.) Dios no exigía que se dañaran los órganos reproductivos de la mujer o los de su esposo. Por tanto, su unión todavía podía ser fructífera y la línea familiar del esposo podía continuar.
En lo que respecta a la congregación cristiana, no se impide la entrada a personas que hayan sido castradas, porque la Ley ha dejado de estar en vigor gracias al sacrificio de Cristo. (Col 2:13, 14.) No obstante, las leyes mencionadas muestran cómo ve Dios los órganos reproductivos, y dan a entender con claridad que sería incorrecto que una persona se sometiese a una operación que destruyese sus facultades procreativas por el mero hecho de no apreciar ese don.

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