Biografia de Aristóteles | Su vida y logros.

Discípulo de Platón y preceptor de Alejandro Magno, ha sido el filósofo más influyente de la historia del pensamiento occidental.
La filosofía occidental se asienta en la obra de los tres grandes filósofos griegos de la Antigüedad: Sócrates, Platón y Aristóteles. Pese a la singular relación que los unió (Sócrates fue maestro de Platón, quien lo fue a su vez de Aristóteles), la orientación de su pensamiento tomó distintos caminos, y correspondería a Aristóteles culminar los esfuerzos de sus maestros y ejercer la influencia más perdurable, no sólo en el terreno de la filosofía y la teología, sino prácticamente en todas las disciplinas científicas y humanísticas. De hecho, por el rigor de su metodología y por la amplitud de los campos que abarcó y sistematizó, Aristóteles puede ser considerado el primer investigador científico en el sentido moderno de la palabra.


Aristóteles
Algunos ejemplos pueden dar idea de hasta qué punto Aristóteles estableció las bases que configurarían el pensamiento europeo: las teologías cristiana y musulmana del Medioevo asumieron su metafísica; la física y la astronomía aristotélicas se mantuvieron vigentes hasta el siglo XVII; sus estudios zoológicos, hasta el XIX; la lógica, hasta el siglo XX; sus apenas cincuenta páginas sobre estética se siguen debatiendo en nuestros días. Su incuestionada autoridad, reforzada desde la Baja Edad Media por el aristotelismo eclesiástico, llegó incluso a frenar el desarrollo de la ciencia. De tomarse este hecho como una acusación, habría que dirigirla no al filósofo sino a sus dogmáticos seguidores; pero más razonable es tomarlo como ilustración de la sobrehumana magnitud de su impronta y del abismal adelanto que representó su obra.

En la Academia de Platón

Aristóteles nació en el año 384 a.C. en Estagira, una pequeña localidad macedonia cercana al monte Athos; de su población natal procede una designación habitual para referirse al filósofo: el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo II de Macedonia y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina, y que de ahí le vino su afición a la investigación experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual podría mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.
En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio sistema filosófico fundándolo en una profunda crítica al platónico.

Platón y Aristóteles en La escuela de Atenas (1511), de Rafael
Ambos partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar en el mundo real su mundo eidético, el mundo de las Ideas, obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia», «materia» y «forma», que le alejarían definitivamente de la Academia. En cambio es absolutamente falsa la leyenda según la cual Aristóteles se marchó de Atenas despechado porque Platón, a su muerte, designase a su sobrino Espeusipo para hacerse cargo de la Academia: por su condición de macedonio, Aristóteles no era legalmente elegible para ese puesto.

Preceptor de Alejandro Magno

A la muerte de Platón, acaecida en el 348, Aristóteles contaba treinta y seis años de edad, había pasado veinte de ellos simultaneando la enseñanza con el estudio y se encontraba en Atenas, como suele decirse, sin oficio ni beneficio. Así que no debió de pensárselo mucho cuando supo que Hermias de Atarneo, un soldado de fortuna griego (por más detalles, eunuco) que se habla apoderado del sector noroeste de Asia Menor, estaba reuniendo en la ciudad de Axos a cuantos discípulos de la Academia quisieran colaborar con él en la helenización de sus dominios. Aristóteles se instaló en Axos en compañía de Jenócrates de Calcedonia, un colega académico, y de Teofrasto, discípulo y futuro heredero del legado aristotélico.
El Estagirita pasaría allí tres años apacibles y fructíferos, dedicándose a la enseñanza, a la escritura (gran parte de su Política la redactó allí) y a la vida doméstica. Primero se casó con una sobrina de Hermias llamada Pitias, con la que tuvo una hija. Pitias debió de morir muy poco después y Aristóteles se unió a otra estagirita, de nombre Erpilis, que le dio un hijo, Nicómaco, al que dedicaría su Ética. Dado que el propio Aristóteles dejó escrito que el varón debe casarse a los treinta y siete años y la mujer a los dieciocho, resulta fácil deducir qué edades debían de tener una y otra cuando se unió a ellas.

Alejandro Magno y Aristóteles
Tras el asesinato de Hermias, en el 345, Aristóteles se instaló en Mitilene (isla de Lesbos), dedicándose, en compañía de Teofrasto, al estudio de la biología. Dos años más tarde, en el 343, fue contratado por Filipo II de Macedonia para que se hiciese cargo de la educación de su hijo Alejandro, a la sazón de trece años de edad. Tampoco se sabe mucho de la relación entre ambos, ya que las leyendas y las falsificaciones han borrado todo rastro de verdad. De ser cierto el carácter que sus contemporáneos atribuyen a Alejandro (al que tachan unánimemente de arrogante, bebedor, cruel, vengativo e ignorante), no se advierte rasgo alguno de la influencia que Aristóteles pudo ejercer sobre él. Como tampoco se advierte la influencia de Alejandro Magno sobre su maestro en el terreno político: años después, mientras Aristóteles seguía predicando la superioridad de la ciudad-estado, su presunto discípulo establecía las bases de un imperio universal sin el que, al decir de los historiadores, la civilización helénica hubiera sucumbido mucho antes.

El Liceo de Atenas

Poco después de la muerte de Filipo (336 a.C.), Alejandro hizo ejecutar a un sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor. Conociendo el carácter vengativo de su discípulo, Aristóteles se refugió un año en sus propiedades de Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para fundar, siempre en compañía de Teofrasto, el Liceo, una institución pedagógica que durante años habría de competir con la Academia platónica, dirigida en ese momento por su viejo camarada Jenócrates de Calcedonia.
Los once años que median entre su regreso a Atenas y la muerte de Alejandro, en el 323, fueron aprovechados por Aristóteles para llevar a cabo una profunda revisión de una obra que, al decir de Hegel, constituye el fundamento de todas las ciencias. Para decirlo de la forma más sucinta posible, Aristóteles fue un prodigioso sintetizador del saber, tan atento a las generalizaciones que constituyen la ciencia como a las diferencias que no sólo distinguen a los individuos entre sí, sino que impiden la reducción de los grandes géneros de fenómenos y las ciencias que los estudian. Los seres, afirma Aristóteles, pueden ser móviles e inmóviles, y al mismo tiempo separados (de la materia) o no separados. La ciencia que estudia los seres móviles y no separados es la física; la de los seres inmóviles y no separados es la matemática, y la de los seres inmóviles y separados, la teología.

Aristóteles (óleo de José de Ribera, 1637)
La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso esperar dos mil años para que surgiese alguien de talla parecida. Después de que, en el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino integrase sus doctrinas en la teología cristiana, la autoridad del Estagirita llegó a quedar tan establecida e incuestionada como la que ejercía la Iglesia, y tanto en la ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual tendría que empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos aristotélicos. Sin embargo, el camino seguido por el pensamiento de Aristóteles hasta alcanzar su posterior preeminencia es tan asombroso que, aun descontando lo que la leyenda haya podido añadir, parece un argumento de novela de aventuras.

La aventura de los manuscritos

Con la muerte de Alejandro en el 323, se extendió en Atenas una oleada de nacionalismo (antimacedonio) desencadenado por Demóstenes, hecho que le supuso a Aristóteles enfrentarse a una acusación de impiedad. No estando en su ánimo repetir la aventura de Sócrates, Aristóteles se exilió a la isla de Chalcis, donde murió en el 322. Según la tradición, Aristóteles cedió sus obras a Teofrasto, el cual las cedió a su vez a Neleo, quien las envió a casa de sus padres en Esquepsis sólidamente embaladas en cajas y con la orden de que las escondiesen en una cueva para evitar que fuesen requisadas con destino a la biblioteca de Pérgamo.
Muchos años después, los herederos de Neleo las vendieron a Apelicón de Teos, un filósofo que se las llevó consigo a Atenas. En el 86 a.C., en plena ocupación romana, Sila se enteró de la existencia de esas cajas y las requisó para enviarlas a Roma, donde fueron compradas por Tiranión el Gramático. De mano en mano, las obras fueron sufriendo sucesivos deterioros hasta que, en el año 60 a.C., fueron adquiridas por Andrónico de Rodas, el último responsable del Liceo, quien procedió a su edición definitiva.
A Andrónico se debe, por ejemplo, la introducción del término «metafísica». En su ordenación de la obra aristotélica, Andrónico situó, a continuación de los libros sobre la física, una serie de tratados que agrupó bajo el título de Metafísica, rótulo anodino que significaba literalmente "después de la física" y que pasaría posteriormente a designar esta rama fundamental de la filosofía. Aristóteles nunca empleó ese término; los tratados así titulados versaban sobre lo que el Estagirita llamaba «filosofía primera».
Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XII, fueron recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias, árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se han salvado 30, que vienen a ocupar unas dos mil páginas impresas. La mayoría de ellas proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados como tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, se ha perdido la mayor parte de las obras publicadas en vida del propio Aristóteles, escritas (a menudo en forma diálogos) para el público general.

Cronología de Aristóteles


384 a.C.Nace en Estagira, Macedonia (de ahí su sobrenombre de El Estagirita).
367 a.C.Se traslada a Atenas para estudiar en la Academia de Platón, donde más tarde ejerce como maestro.
347 a.C.Muere Platón.
348 a.C.Se traslada a Axos, donde sirve a Hermias de Atarneo. Durante esta etapa contrae matrimonio con Pitias, sobrina de Hermias, con la que tuvo una hija. Tras la muerte prematura de Pitias se casa con Erpilis, con quien tiene un hijo, Nicómaco, al que dedicará su Ética para Nicómaco. También redacta su Política.
345 a.C.Tras el asesinato de Hermias, se instala en Mitilene (Lesbos). Se dedica al estudio de la biología con Teofrasto.
343 a.C.Filipo de Macedonia le contrata como tutor de su hijo Alejandro.
334 a.C.Al acceder Alejandro al trono, Aristóteles regresa a Atenas y funda el Liceo. En esta etapa produce la mayor parte de su obra.
323 a.C.La muerte de Alejandro levanta un oleada antimacedónica en Atenas que obliga a Aristóteles a exiliarse.
322 a.C.Muere en la isla de Chalcis, tierra de su madre, a los sesenta y dos años de edad.

Filosofía de Aristóteles

Como autor de un sistema filosófico y científico que se convertiría en base y vehículo del cristianismo medieval y de la escolástica islámica y judaica, Aristóteles ha determinado, más que cualquier otro filósofo, la orientación y los contenidos de la historia del pensamiento occidental. Sus obras ejercerían una notable influencia sobre innumerables pensadores durante cerca de dos mil años, y continúan siendo objeto de estudio por parte de múltiples especialistas en nuestros días. La filosofía de Aristóteles constituye, junto a la de su maestro Platón, el legado más importante del pensamiento de la Grecia antigua.
Pese a ser discípulo de Platón, Aristóteles se distanció de las posiciones idealistas para elaborar un pensamiento de carácter naturalista y realista. Frente a la separación radical entre el mundo sensible y el mundo inteligible planteada por las doctrinas platónicas, defendió la posibilidad de aprehender la realidad a partir de la experiencia. Así pues, en contra de las tesis de su maestro, consideró que las ideas o conceptos universales no deben separarse de las cosas, sino que están inmersos en ellas como principios informantes de la materia.

Aristóteles (óleo de Francesco Hayez, 1811)
Sin embargo, los esfuerzos de Aristóteles no se dirigieron únicamente al estudio especulativo de las cosas y sus causas, sino que, en coherencia con sus concepciones, otorgó gran importancia a los estudios científicos y a la observación de la naturaleza. No menos relevantes son sus escritos sobre lógica formal y sus reflexiones en torno a la moral, la política y la estética. De acuerdo con las fuentes antiguas, el filósofo griego escribió 170 obras, aunque sólo 30 se han conservado hasta nuestros días.

La metafísica

La metafísica de Aristóteles es por un lado crítica con respecto a la de su maestro Platón, y por otro constructiva, puesto que se propone llegar a una nueva sistematización. Hay que notar que ni el maestro ni el discípulo emplearon el término "metafísica", que fue acuñado por Andrónico de Rodas, editor del legado aristotélico. Lo que pretende la metafísica es llegar a saber "de los principios y de las causas primeras", y por ello Aristóteles llamó al estudio de las cuestiones metafísicas "filosofía primera", ciencia que considera el ser en cuanto ser. Por ocuparse de las primeras y verdaderas causas, puede ser considerada igualmente ciencia de lo divino, ciencia teológica (Theologiké épistéme).
Aristóteles rechaza la teoría platónica de las Ideas separadas de los entes de este mundo. Lo verdaderamente existente no son los "reflejos" de las Ideas, sino los entes individuales, captados por la inteligencia y en los que reside el aspecto universal. En todo ser se da la sustancia (ousìa, esencia de cada ente individual subsistente en sí mismo) y el accidente (cualidad que no existe en sí misma sino en la sustancia). La sustancia permanece más allá de todos los cambios accidentales que experimente. Por ejemplo, el árbol sigue siendo un árbol aunque pierda sus hojas en otoño; si el árbol muere, experimenta un cambio sustancial, y deja de ser un árbol.

El hilemorfismo

Las sustancias sensibles se hallan constituidas por dos principios: materia, que dice de qué está hecha una cosa, y forma, disposición o estructura de la misma. Esta doctrina se denomina hilemorfismo o teoría hilemórfica (de híle, materia, y morfé, forma). La materia es el substrato general de toda sustancia corpórea, y de ella derivan las propiedades físicas comunes a todos los cuerpos, pero, por si sola, ni siquiera es cognoscible: es imposible experimentar una materia no determinada, no incardinada en una forma. La materia es un principio indeterminado que adquiere su determinación gracias a la forma; la forma es el principio determinante que hace que la materia sea lo que es. Ambos principios son inseparables.
La distinción aristotélica entre forma sustancial y forma accidental ayuda a comprender el concepto de forma. Un ser individual se compone de materia y de una forma sustancial, que viene a ser el diseño estructural de la materia. A través de los sentidos y del intelecto identificamos tal diseño e incluimos al ser en un género; la forma sustancial nos permite incluir cierto fruto en el género “manzana” y distinguirlo de una nuez. Ahora bien, el tamaño, la forma, el color o el sabor varían de una manzana a otra; tales rasgos, que individualizan una manzana en concreto, configuran su forma accidental.

Aristóteles estudiando la naturaleza
Como puede verse, formas sustanciales e ideas platónicas son nociones afines. Pero para Platón las ideas son trascendentes: se hallan en un mundo aparte, el mundo de las Ideas, y los seres del mundo sensible (el nuestro) son meros reflejos de las Ideas. En Aristóteles sólo existe el mundo sensible; la materia y las formas sustanciales son dos principios constitutivos que residen en los mismo seres, es decir, son inmanentes.

Potencia y acto

Para explicar el cambio, Aristóteles se vale de las nociones de acto y potencia, determinaciones primeras del ser. Por potencia se entiende una potencialidad que posee un ser; el acto es la realización de esa potencialidad. Aristóteles define el cambio como el paso de la potencia al acto. Así, el mosto de uva tiene entre sus potencias o capacidades la de convertirse en vino. Tras la fermentación del mosto, obtenemos vino: esa potencia o potencial del mosto se ha realizado.
Existen, como ya se ha indicado, dos tipos de cambio: el cambio sustancial y el cambio accidental. En el cambio sustancial, un ser se convierte en otro, lo que implica un doble proceso simultáneo de corrupción del primero y de generación del segundo. En el cambio accidental, la sustancia permanece; sólo se modifican las cualidades accidentales. Los cambios accidentales pueden ser de tres tipos. En el cambio cuantitativo se altera la cantidad (el árbol que crece gana en altura, pero sigue siendo un árbol). En el cambio cualitativo se modifica la cualidad (las lentejas se hacen blandas tras una prolongada cocción). El cambio local es simplemente el cambio o movimiento de un lugar a otro.

Clases de causas

Con las nociones de potencia y acto sabemos cómo suceden los cambios o movimientos. Ahora bien, el paso de potencia a acto no ocurre espontáneamente; es precisa la acción de un agente externo, de una causa. Para Aristóteles, las razones o causas del cambio son cuatro: causa material, causa formal, causa eficiente y causa final (o teleológica). El propio filósofo las ilustra con la realización de una escultura. La causa eficiente de la transformación del bloque de mármol en estatua es la acción del escultor, que modela y cincela el mármol hasta completar una representación de, por ejemplo, la diosa Afrodita.
En el sentido moderno y habitual de la palabra, la única causa es la causa eficiente. Pero Aristóteles, más que de causas, está hablando de "elementos" que necesariamente intervienen en el cambio y lo explican; así, la causa material determina y explica que la estatua ya realizada esté hecha de mármol, y la causa formal, que reproduzca el cuerpo de un mujer hermosa. Tampoco en lenguaje habitual hablaríamos de causa final, sino, simplemente, de finalidad. En el ejemplo, la causa final es la finalidad del escultor, la cual es también un factor que incide en el paso de mármol a estatua; así, la obra respetará la iconografía tradicional si el artista piensa destinarla a presidir un templo consagrado a la diosa, pero puede ser más personal si la finalidad es decorar una estancia privada.
En el ejemplo del escultor es claro que alguna finalidad lo empuja a ejecutar la estatua, pero, ¿qué decir de los cambios operados por agentes no concientes, por fuerzas de la naturaleza? Por ejemplo, el sol calienta el agua del mar, que se evapora y eleva formando nubes. No puede decirse que el sol forme nubes con alguna finalidad, pero sí que tal cambio tiene lo que podríamos llamar una "finalidad última": las nubes traen la lluvia, que fertiliza la tierra y posibilita la existencia de seres vivos (superiores a los inertes); de las plantas se alimentan los animales y de ambos el hombre, el ser más perfecto. La causa final es de gran importancia para el Estagirita, ya que está convencido de que todo existe para cumplir un fin, pues todo, por su propia inmanencia, busca su intrínseca perfección.

Primer motor y acto puro

La ciencia metafísica de Aristóteles culmina en la teología, la cual se ocupa del ser que existe per se, o sea, el ente en su sentido más pleno, la forma pura sin materia. Para probar la existencia de ese ser apela a varios argumentos: "Entre las cosas que existen una es mejor que la otra; de allí que exista una cosa óptima, que debe ser la divina". Su argumento más conocido es el denominado de predicamento cosmológico: las cosas de este mundo son perecederas, y por lo tanto sufren cambio; este cambio acaece en el tiempo. Cambio y tiempo son, pues, imperecederos; mas para que se produzca el cambio o movimiento eterno ha de existir una sustancia eterna capaz de producir ese movimiento. Pero no podemos retrotraernos al infinito para buscar las causas de las causas, por lo que debemos llegar a un Ser supremo. Ese Ser, sin embargo, no aparece en Aristóteles como creador del mundo, porque éste es eterno.

Aristóteles (óleo de José de Ribera, 1637)
Ya en sus tratados sobre física había expuesto Aristóteles el concepto de primer motor. Todo ser que se mueve es movido por otro; puesto que no podemos remontarnos en esta cadena hasta el infinito, debe existir un primer motor, el cual es inmóvil: si fuese móvil, estaría movido por otro motor anterior, y no sería el primero. Aristóteles ahonda en esta idea en sus escritos metafísicos. Como el movimiento es paso de potencia a acto, la misma inmovilidad implica que el primer motor no está en potencia respecto a ningún acto, es decir, no tiene ninguna potencialidad: es acto puro. En consecuencia, es inmaterial (la materia siempre supone potencialidad) y absolutamente perfecto; no puede faltarle nada en el orden del ser y de la perfección, pues si le faltase algo estaría en potencia respecto a aquello de lo que careciese, y ya no sería acto puro.
Por su misma perfección debemos atribuir vida a este Ser superior, y vida en su grado más perfecto; y no podemos atribuirle otra actividad que la teórica o contemplativa, que no requiere movimiento y no se orienta a satisfacer ninguna necesidad. Así, el Dios aristotélico es pura inteligencia, puro pensamiento incesante que se piensa a sí mismo; el objeto de su pensamiento no puede consistir en cosas externas a él, porque entonces dependería de tales cosas. Autónomo, trascendente, separado del mundo, Dios es eternamente feliz pensándose eternamente.
Estando separado del cosmos y sin ningún contacto con él, ¿cómo puede Dios actuar sobre el mundo, moverlo como un primer motor? Dada su suma perfección y su plenitud de ser, en Dios se encuentra todo lo apetecible, todo lo digno de ser contemplado, todo lo que merece ser poseído; en consecuencia, mueve a todas las cosas como el bien mueve al que lo desea o la belleza mueve al que la contempla. Dios mueve el mundo no como causa eficiente, sino como causa final, es decir, como fin último (la perfección) al que tiende el universo. Del mismo modo que a la amada le bastan su belleza y su bondad para atraer al amante, Dios no ejerce ninguna fuerza: el movimiento surge en las cosas como un afán hacia lo perfecto.

Alma y conocimiento

Todos los seres vivos se presentan a Aristóteles como poseedores de alma (psyché), por la cual se distinguen de los seres inanimados o inorgánicos. Según su conocida definición, el alma es la forma de un cuerpo que tiene la vida en potencia. La doctrina hilemórfica se aplica también a los seres vivos: se componen de materia (el cuerpo) y de forma (el alma). El alma es el principio vital que realiza una potencialidad de la materia: constituir un ser vivo. Aristóteles distingue tres clases de alma: vegetativa (propia de las plantas, pero presente también en los animales y en el hombre), sensitiva (propia de los animales y del hombre) y racional (exclusiva del hombre). Ésta tiene tres características: es causa del movimiento del cuerpo, conoce y es incorpórea.

Aristóteles (detalle de un cuadro de Justo de Gante, c. 1476)
De esta concepción se deducen consecuencias inmediatas y contrarias al pensamiento de Platón y de otros filósofos; por ejemplo, el alma no existe antes del nacimiento del ser vivo (se niega la preexistencia del alma), ni pasa de un ser vivo a otro (trasmigración de las almas). El alma no se halla accidentalmente prisionera en la cárcel del cuerpo; al igual que la materia y la forma, el cuerpo y el alma son principios constitutivos inseparables e interdependientes que forman un compuesto sustancial, de modo que ni uno ni otro pueden tener una existencia propia.
Con la extinción del alma en la muerte, el cuerpo pierde su principio vital y su materia se descompone. Esto ocurre indudablemente en las plantas y en los animales; en cambio, la posición de Aristóteles respecto a la posible inmortalidad del alma humana ha sido objeto de interpretaciones divergentes. Con respecto al conocimiento, Aristóteles no admite las doctrinas de Platón, ni tampoco el innatismo. La mente al nacer es "tamquam tabula rasa", en la que nada hay escrito. El conocimiento comienza en los sentidos, como nos demuestra la experiencia. Las captaciones de los sentidos son aprehendidas por el intelecto, generándose así el concepto. De esta forma llegamos al conocimiento suprasensible.

Ética

La ética de Aristóteles tiene un fin que se resume en la búsqueda de la felicidad. Para algunos, la felicidad consiste en los placeres; para otros, en las riquezas; pero el hombre sabio la busca en el ejercicio de la actividad que le es propia al hombre, es decir, en la vida intelectiva. Ello no excluye el goce moderado de los placeres sensibles y de los demás bienes, con tal de que no impida la contemplación de la verdad.
Sobre esta base desarrolla Aristóteles el concepto de virtud. La virtud consiste en el justo medio; así, la valentía es la virtud que se sitúa entre dos extremos igualmente viciosos, la cobardía (carencia de valor) y la temeridad (exceso de valor que lleva a correr riesgos innecesarios). Lo que quiere dar a entender es que el actuar del hombre debe estar regido por la prudencia o regla recta. Hay dos modalidades de virtud: las dianoéticas (que se refieren al ejercicio de la inteligencia) y las éticas (que se refieren a la sensibilidad y los afectos). Todas las virtudes son hábitos que se adquieren por medio de la repetición. La virtud por excelencia es la justicia, la cual consiste en el acatamiento de las leyes y en el respeto a los demás ciudadanos.

Política

Para Aristóteles el hombre es un "animal político" por naturaleza; esta célebre expresión ha de entenderse como "animal social", ya que "político" deriva de polis, la ciudad-estado griega, que es la forma más avanzada de sociedad. Sólo los animales y los dioses pueden vivir aislados. La fuerza natural hacia la reproducción y la conservación inclina a los hombres a vivir unidos, primero en la familia, luego en la aldea (unión de varias familias) y finalmente en la ciudad-estado (ni muy pocos, ni demasiados habitantes). El buen funcionamiento de una ciudad-estado no se asegura solamente por aunar voluntades hacia un mismo fin; se requiere también de leyes sensatas y apropiadas que respeten las diferencias y eduquen a los ciudadanos para la responsabilidad civil dentro de la libertad (Aristóteles, en su mentalidad clasista griega, no concibe el derecho de ciudadanía ni para las mujeres ni para los esclavos).
Existen tres formas de legítimo gobierno: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno de los mejores) y democracia (gobierno de muchos). A estas formas rectas de gobierno se oponen tres formas degeneradas, en las que los gobernantes prescinden del bien general y buscan sólo su propio interés: la tiranía, la oligarquía y la demagogia. No se puede decir cuál de las tres es mejor, pues para cada pueblo en concreto hay que deducirla de una indagación objetiva de las varias formas históricas de gobierno, y definir según las circunstancias cuál es más conveniente para un determinado estado (Aristóteles recogió y estudió las constituciones de 158 estados). En principio, toda forma de gobierno es buena si quien gobierna busca el bien de los gobernados.

Su influencia

Durante mucho tiempo el pensamiento aristotélico se vio eclipsado por el prestigio de las doctrinas de Platón. En época de la Roma cristianizada, el naturalismo y el realismo de Aristóteles eran despreciados, y se privilegiaban las lecturas neoplatónicas de Plotino y Beocio. Debido al espiritualismo que caracterizó al pensamiento medieval, las doctrinas de Platón gozaron de preeminencia hasta el siglo XII.
Los filósofos árabes (y, particularmente, Avicena y Averroes) contribuyeron a que el pensamiento aristotélico fuese de nuevo objeto de atención en Occidente. El creciente interés por la naturaleza mostrado por el pensamiento cristiano en la Baja Edad Media hizo posible que la obra de Aristóteles fuese estudiada. Roger Bacon y Alberto Magno reivindicaron el pensamiento del Estagirita, y Santo Tomás de Aquino lo transformó en la base de la teología cristiana.
La revolución científica del Renacimiento, con figuras clave como el británico Francis Bacon en el plano filosófico y Galileo en el científico, socavó la autoridad de Aristóteles. Aunque Galileo y Newton finiquitaron la física y la astronomía aristotélicas, los estudios sobre biología y lógica del Estagirita mantuvieron su vigencia hasta los siglos XIX y XX, respectivamente, y sus escritos filosóficos continuaron ejerciendo influencia sobre diversas corrientes de pensamiento modernas, como el idealismo, el neoescolasticismo, el conductismo y el dinamismo de Bergson, entre otras.
Extraido con permiso del website: Biografías y Vidas
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