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TESOROS DE LA BIBLIA | ROMANOS 7, 8
¿Estamos esperando con gran expectación?
8:19-21
• “La creación”: Son las personas que tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra.
• “La revelación de los hijos de Dios”: Ocurrirá cuando los ungidos ayuden a Cristo a destruir el malvado mundo de Satanás.
• “La base de la esperanza”: Es la promesa de Jehová de liberarnos mediante la muerte y la resurrección de Jesús.
• “Será libertada de la esclavitud a la corrupción”: Poco a poco, la humanidad obediente será liberada de los efectos del pecado y la muerte.
[Recuadro de la página 5]
¿Cómo podemos demostrar que estamos esperando con gran expectación “la revelación de los hijos de Dios”?
• Estudiando la Biblia con empeño y pidiéndole a Jehová su espíritu santo.
• Aprovechando al máximo todas las ayudas espirituales que nos da Jehová.
• Rechazando la mentira satánica de que las normas de Dios son demasiado estrictas.
• Viviendo la verdad, es decir, haciendo que sea parte de nuestra vida.
(Romanos 8:19) Porque la expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios.››› w12 15/7 pág. 11 párr. 17 Jehová nos hace realmente libres ›››
“LA GLORIOSA LIBERTAD DE LOS HIJOS DE DIOS”
17 En su explicación sobre la libertad que Jehová les tiene reservada a sus siervos terrestres, Pablo indicó que “la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios” con “expectación anhelante”. Y luego señaló: “La creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom. 8:19-21). En este pasaje, “la creación” son los seres humanos que tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra. Ellos se beneficiarán de “la revelación” de los hijos ungidos de Dios, que comenzará cuando estos últimos —ya resucitados en el cielo— ayuden a Cristo a limpiar la Tierra de maldad y a introducir “una gran muchedumbre” en el nuevo sistema de cosas (Rev. 7:9, 14).
(Romanos 8:20) Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza››› w12 15/3 pág. 23 párr. 11 Regocijémonos en nuestra esperanza ›››
11 Jehová proporcionó “la base de la esperanza” para los seres humanos cuando prometió que una “descendencia” los liberaría de Satanás, “la serpiente original” (Gén. 3:15; Rev. 12:9). Dicha “descendencia” fue principalmente Jesucristo (Gál. 3:16). Su muerte y resurrección hicieron posible que la humanidad tuviera la esperanza de ser rescatada de la esclavitud al pecado y la muerte. El cumplimiento de esta promesa está ligado a “la revelación de los hijos de Dios”. ¿Cuándo se producirá esta “revelación”? Cuando los ungidos resucitados —como parte secundaria de la “descendencia”— se unan a Cristo en la destrucción del malvado mundo de Satanás (Rev. 2:26, 27). Este acontecimiento les traerá la salvación a las otras ovejas que saldrán con vida de la gran tribulación (Rev. 7:9, 10, 14).
(Romanos 8:21) de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.››› w12 15/3 pág. 23 párr. 12 Regocijémonos en nuestra esperanza ›››
12 Durante el Reinado de Mil Años de Cristo, la “creación” humana experimentará un alivio extraordinario. En ese período se producirá la “revelación de los hijos de Dios” en otro sentido: en su función de sacerdotes junto con Cristo, aplicarán a la humanidad los beneficios del sacrificio redentor de Jesús. Bajo el Reino celestial, los seres humanos obedientes irán dejando atrás los efectos del pecado y la muerte. Poco a poco serán liberados “de la esclavitud a la corrupción”. Si durante los mil años se mantienen fieles a Jehová y superan la prueba final, verán sus nombres escritos de forma permanente en “el rollo de la vida” y obtendrán “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rev. 20:7, 8, 11, 12). ¡Qué esperanza tan grandiosa!
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Explicación de los textos bíblicos asignados
(Romanos 8:6) Porque el tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz;››› w17 junio pág. 3 ¿Recuerda usted? ›››
Quien tiene la mente puesta en la carne se centra en los deseos e impulsos de la carne imperfecta y habla constantemente de ellos. Quien la tiene puesta en el espíritu se centra en las cosas relacionadas con Dios y trata de pensar como él. Deja que el espíritu santo dirija su mente. Tener la mente puesta en la carne significa muerte; en el espíritu, vida y paz (w16.12, páginas 15 a 17).
(Romanos 8:26, 27) De igual manera el espíritu también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque el [problema de] lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. 27 Sin embargo, el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del espíritu, porque este aboga en conformidad con Dios por los santos.››› w09 15/11 pág. 7 párr. 20 ¿Qué revelan sobre usted sus oraciones? ›››
¿Qué debemos pedir?
20 Puede haber ocasiones en las que no sepamos qué pedir al orar en privado. Pablo dijo: “El problema de lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu [santo] mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. Sin embargo, [Dios,] el que escudriña los corazones[,] sabe cuál es la intención del espíritu” (Rom. 8:26, 27). Jehová hizo que se registrara un gran número de oraciones en la Biblia. Como él fue quien las inspiró, sabe lo que quisieron decir los escritores bíblicos. Además, nos conoce muy bien a nosotros. Por eso, acepta esas peticiones inspiradas como si las hubiéramos hecho nosotros y las cumple. Jehová contesta nuestras oraciones cuando el espíritu “aboga”, o intercede, por nosotros. Y cuanto más conozcamos la Palabra de Dios, más fácil nos será saber lo que debemos pedir.
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(Romanos 7:2) Por ejemplo, la mujer casada está atada por ley a su esposo mientras este vive; pero si su esposo muere, queda desobligada de la ley de su esposo.››› w07 15/2 pág. 19 párrs. 5-7 Esposas, respeten profundamente a sus esposos ›››
5 Las mujeres, en particular, deben pensar bien con quién se van a casar, pues la Biblia advierte: “La mujer casada está atada por ley a su esposo”. Solo si su esposo muere o si comete inmoralidad y la pareja se divorcia, queda la esposa “libre de la ley de él” (Romanos 7:2, 3). El amor a primera vista quizá parezca muy romántico, pero no es un buen fundamento para un matrimonio feliz. Por consiguiente, la mujer soltera debe preguntarse: “¿Estoy dispuesta a formar una unión con este hombre y sujetarme a su ley?”. El momento de plantearse esta cuestión es antes de casarse, no después.
6 En muchos países, la mujer puede decidir si acepta o rechaza una propuesta de matrimonio. Sin embargo, esa tal vez sea la decisión más difícil que deba tomar en toda su vida. ¿Por qué razón? Porque el deseo de tener la intimidad y el amor que son posibles en un matrimonio puede ser muy fuerte. Como explicó el autor de un artículo periodístico: “Cuanto más deseamos algo —ya sea casarnos o escalar una montaña determinada—, más probable es que hagamos suposiciones arriesgadas y escuchemos solo lo que queremos oír”. En efecto, tal como una decisión irreflexiva puede costarle la vida a un alpinista, una mala decisión al elegir cónyuge puede resultar desastrosa.
7 Por tanto, la mujer debe evaluar detenidamente lo que implicaría sujetarse a la ley del hombre que le propone matrimonio. Años atrás, una joven de la India reconoció con modestia: “Nuestros padres han vivido más y no es tan fácil engañarlos. [...] Hay más probabilidades de que yo me equivoque”. Así es, los padres y otras personas pueden ser una importante fuente de ayuda. Hace tiempo ya, cierto consejero de experiencia animaba a los jóvenes a conocer a los padres del cónyuge en perspectiva y a observar cómo este trata a todos los miembros de su familia.
(Romanos 7:8) Pero el pecado, recibiendo un incentivo por medio del mandamiento, obró en mí toda clase de codicia, porque aparte de ley el pecado estaba muerto.››› w08 15/6 pág. 30 párr. 1 Puntos sobresalientes de la carta a los Romanos ›››
7:8-11. ¿Cómo recibió el pecado “un incentivo por medio del mandamiento”? La Ley ayudó a los israelitas a ver todo lo que abarca el pecado e hizo que fueran más conscientes de que eran pecadores. De modo que se dieron cuenta de que muchos actos que antes no consideraban pecado en realidad sí lo eran, y hubo más individuos que reconocieron que eran pecadores. Por eso puede decirse que el pecado recibió un incentivo por medio de la Ley.
(Romanos 7:15) Porque lo que obro no lo sé. Porque lo que deseo, esto no lo practico; sino que lo que odio es lo que hago.››› w16 diciembre pág. 11 párr. 16 Libres gracias a la bondad inmerecida de Dios ›››
16 Pensemos en el apóstol Pablo. Sabemos que no cometía los pecados graves que se mencionan en 1 Corintios 6:9-11. No obstante, admitió que seguía siendo pecador. Escribió: “Soy carnal, vendido bajo el pecado. Porque lo que obro no lo sé. Porque lo que deseo, esto no lo practico; sino que lo que odio es lo que hago” (Rom. 7:14, 15). Estas palabras indican que había otras cosas que también consideraba pecado y contra las que luchaba (lea Romanos 7:21-23). Nosotros debemos hacer lo mismo para ser “obedientes de corazón”.
(Romanos 7:18) Porque sé que en mí, es decir, en mi carne, nada bueno mora; porque la facultad de desear está presente conmigo, pero la facultad de obrar lo que es excelente no está [presente].››› w16 mayo pág. 19 ¿Sigue la Biblia cambiando su personalidad? ›››
SEAMOS REALISTAS
4 Al conocer a Jehová, hemos llegado a amarlo. Por eso, deseamos de todo corazón hacer su voluntad. Ahora bien, aunque lo deseemos con todas nuestras fuerzas, es imposible agradar a Dios en todo momento, pues somos imperfectos. Nos ocurre lo mismo que al apóstol Pablo, quien escribió: “La facultad de desear está presente conmigo, pero la facultad de obrar lo que es excelente no está presente” (Rom. 7:18; Sant. 3:2).
5 En el pasado, abandonamos prácticas que están en contra de la Biblia y que nos hubieran impedido formar parte de la congregación cristiana (1 Cor. 6:9, 10). Pero seguimos siendo imperfectos (Col. 3:9, 10). Por eso, no es realista esperar que, por estar bautizados o llevar muchos años en la verdad, ya no cometeremos errores, no sufriremos ninguna recaída o no tendremos que luchar con tendencias o motivos incorrectos. La verdad es que algunas inclinaciones tardan mucho en desaparecer.
6 Ahora bien, la imperfección que hemos heredado no impide que seamos amigos de Dios y que le sirvamos. Piense en lo siguiente: cuando Jehová nos atrajo a él, sabía que a veces cometeríamos errores (Juan 6:44). Puesto que nos conoce y sabe lo que hay en nuestro corazón, seguro que estaba al tanto de nuestras inclinaciones imperfectas. Sabía cuáles nos sería muy difícil resistir y era consciente de que en ocasiones fallaríamos. Sin embargo, eso no impidió que Jehová nos quisiera como amigos.
(Romanos 7:21) Hallo, pues, esta ley en el caso mío: que cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está presente conmigo.››› w11 15/11 pág. 11 párrs. 3-4 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
3 En su carta a los Romanos, Pablo escribió sobre una lucha que él mismo tenía: el conflicto entre su carne y su mente (léase Romanos 7:21-23). Pablo no estaba justificándose ni compadeciéndose de sí mismo, como si estuviera tan cargado de pecados que no pudiera hacer nada para remediarlo. Después de todo, era un cristiano maduro y ungido por espíritu que había sido escogido para ser “apóstol a las naciones” (Rom. 1:1; 11:13). Entonces, ¿por qué escribió sobre su lucha personal?
4 Pablo estaba reconociendo honradamente que por sí solo era incapaz de hacer la voluntad de Dios al grado que deseaba. ¿Por qué razón? Porque como descendiente de Adán, estaba sujeto a los efectos del pecado. Él mismo dijo, refiriéndose a los seres humanos: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Rom. 3:23). Nosotros podemos identificarnos con él porque también somos imperfectos y a diario tenemos que afrontar luchas similares. Además, hay muchas distracciones que podrían desviar nuestra atención y apartarnos del estrecho “camino que conduce a la vida” (Mat. 7:14). Sin embargo, la situación no era desesperada para Pablo y tampoco lo es para nosotros.
(Romanos 7:22) Verdaderamente me deleito en la ley de Dios conforme al hombre que soy por dentro,››› w11 15/11 pág. 11 párrs. 3-4 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
3 En su carta a los Romanos, Pablo escribió sobre una lucha que él mismo tenía: el conflicto entre su carne y su mente (léase Romanos 7:21-23). Pablo no estaba justificándose ni compadeciéndose de sí mismo, como si estuviera tan cargado de pecados que no pudiera hacer nada para remediarlo. Después de todo, era un cristiano maduro y ungido por espíritu que había sido escogido para ser “apóstol a las naciones” (Rom. 1:1; 11:13). Entonces, ¿por qué escribió sobre su lucha personal?
4 Pablo estaba reconociendo honradamente que por sí solo era incapaz de hacer la voluntad de Dios al grado que deseaba. ¿Por qué razón? Porque como descendiente de Adán, estaba sujeto a los efectos del pecado. Él mismo dijo, refiriéndose a los seres humanos: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Rom. 3:23). Nosotros podemos identificarnos con él porque también somos imperfectos y a diario tenemos que afrontar luchas similares. Además, hay muchas distracciones que podrían desviar nuestra atención y apartarnos del estrecho “camino que conduce a la vida” (Mat. 7:14). Sin embargo, la situación no era desesperada para Pablo y tampoco lo es para nosotros.
(Romanos 7:23) pero contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.››› w13 15/4 págs. 13-14 párrs. 8-10 Utilice la Biblia para su beneficio y el de los demás ›››
8 Con frecuencia pensamos que los únicos que pueden censurar son los ancianos cristianos. Y, por supuesto, ellos tienen el deber de censurar “a las personas que practican el pecado” (1 Tim. 5:20; Tito 1:13). Pero la autocensura también es importante. Pablo fue un cristiano ejemplar que servía a Dios con conciencia limpia (2 Tim. 1:3). Aun así, escribió: “Contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado”. Un examen del contexto de estas palabras nos permitirá comprender mejor su lucha por dominar la inclinación al pecado (lea Romanos 7:21-25).
9 ¿Contra qué debilidades luchaba el apóstol? No las mencionó específicamente, pero sí le escribió a Timoteo que había sido un “hombre insolente” (1 Tim. 1:13). Antes de su conversión había atacado con ferocidad a los cristianos. De hecho, admitió que estaba “sumamente enojado contra ellos” (Hech. 26:11). Y aunque aprendió a dominar su mal genio, quizás le costara a veces controlar sus emociones y palabras (Hech. 15:36-39). ¿Qué le ayudó a conseguirlo?
10 A los cristianos corintios les explicó lo que hacía para autocensurarse (lea 1 Corintios 9:26, 27). Por así decirlo, le daba golpes espirituales bien dirigidos a su naturaleza humana imperfecta. Muy probablemente buscaba consejos en las Escrituras, le suplicaba a Jehová que lo ayudara a aplicarlos y se esmeraba por mejorar. Su ejemplo nos es muy útil, ya que nosotros libramos una lucha similar contra nuestras malas tendencias.
››› w11 15/11 pág. 11 párrs. 3-4 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
3 En su carta a los Romanos, Pablo escribió sobre una lucha que él mismo tenía: el conflicto entre su carne y su mente (léase Romanos 7:21-23). Pablo no estaba justificándose ni compadeciéndose de sí mismo, como si estuviera tan cargado de pecados que no pudiera hacer nada para remediarlo. Después de todo, era un cristiano maduro y ungido por espíritu que había sido escogido para ser “apóstol a las naciones” (Rom. 1:1; 11:13). Entonces, ¿por qué escribió sobre su lucha personal?
4 Pablo estaba reconociendo honradamente que por sí solo era incapaz de hacer la voluntad de Dios al grado que deseaba. ¿Por qué razón? Porque como descendiente de Adán, estaba sujeto a los efectos del pecado. Él mismo dijo, refiriéndose a los seres humanos: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Rom. 3:23). Nosotros podemos identificarnos con él porque también somos imperfectos y a diario tenemos que afrontar luchas similares. Además, hay muchas distracciones que podrían desviar nuestra atención y apartarnos del estrecho “camino que conduce a la vida” (Mat. 7:14). Sin embargo, la situación no era desesperada para Pablo y tampoco lo es para nosotros.
››› w08 15/6 pág. 30 párr. 9 Puntos sobresalientes de la carta a los Romanos ›››
7:23. Debemos evitar el uso indebido de la lengua, las manos, las piernas o cualquier otra parte de nuestro cuerpo, pues pueden ‘conducirnos cautivos a la ley del pecado’.
(Romanos 7:24) ¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?››› w17 noviembre pág. 8 párr. 1 ¿Nos estamos refugiando en Jehová? ›››
EN CIERTA ocasión, el apóstol Pablo estaba tan desanimado que dijo: “¡Hombre desdichado que soy!” (Rom. 7:24). Hoy día, muchos siervos fieles de Dios se sienten como él. Aunque los cristianos tratamos de agradar a Jehová, todos cometemos errores porque hemos heredado el pecado y somos imperfectos. Y algunos que han cometido un pecado grave llegan a pensar que Jehová nunca podrá perdonarlos.
(Romanos 7:25) ¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor! Así pues, con [mi] mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con [mi] carne a la ley del pecado.››› w17 noviembre pág. 12 párr. 15 ¿Nos estamos refugiando en Jehová? ›››
15 De hecho, nosotros tenemos más razones que los israelitas para confiar en la misericordia de Jehová. Como vimos al principio del artículo, Pablo dijo que se sentía desdichado y desanimado porque no podía obedecer a Jehová a la perfección. Pero, a pesar de su lucha contra el pecado y de su pasado, exclamó: “¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!” (Rom. 7:25). Como se había arrepentido, estaba seguro de que Jehová lo había perdonado mediante Jesús. Cristo dio su vida por nosotros, y así limpia nuestra conciencia y nos da paz interior (Heb. 9:13, 14). Y, como es nuestro Sumo Sacerdote, “puede salvar completamente a los que están acercándose a Dios mediante él, porque siempre está vivo para abogar por ellos” (Heb. 7:24, 25). En tiempos antiguos, la labor del sumo sacerdote les daba a los israelitas la seguridad de que Jehová perdonaría sus pecados. Hoy día, la labor de Jesús como nuestro Sumo Sacerdote nos da incluso más razones para estar seguros de que recibiremos misericordia y “bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado” (Heb. 4:15, 16).
(Romanos 8:1) Por lo tanto, no tienen condenación los que están en unión con Cristo Jesús.››› w11 15/11 pág. 11 párr. 5 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
5 Pablo escribió: “¿Quién me librará [...]? ¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!” (Rom. 7:24, 25). Entonces pasó a dirigirse a los que están “en unión con Cristo Jesús”, los cristianos ungidos (léase Romanos 8:1, 2). Les explicó que, valiéndose de su espíritu santo, Jehová los adopta como hijos, escogiéndolos para que sean “coherederos con Cristo” (Rom. 8:14-17). El espíritu de Dios y su fe en el sacrificio de rescate de Cristo les permiten vencer en la lucha descrita por Pablo, así que “no tienen condenación”. Han sido liberados “de la ley del pecado y de la muerte”.
(Romanos 8:2) Porque la ley de ese espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.››› w11 15/11 pág. 11 párr. 5 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
5 Pablo escribió: “¿Quién me librará [...]? ¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!” (Rom. 7:24, 25). Entonces pasó a dirigirse a los que están “en unión con Cristo Jesús”, los cristianos ungidos (léase Romanos 8:1, 2). Les explicó que, valiéndose de su espíritu santo, Jehová los adopta como hijos, escogiéndolos para que sean “coherederos con Cristo” (Rom. 8:14-17). El espíritu de Dios y su fe en el sacrificio de rescate de Cristo les permiten vencer en la lucha descrita por Pablo, así que “no tienen condenación”. Han sido liberados “de la ley del pecado y de la muerte”.
››› w11 15/11 págs. 12-13 párrs. 9-11 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
9 Además de la Ley mosaica, Pablo mencionó “la ley de ese espíritu” y “la ley del pecado y de la muerte” (Rom. 8:2). ¿Qué son esas leyes? La palabra ley no se refiere aquí a reglas como las que estipulaba la Ley mosaica. Una obra de consulta indica: “El término griego que se traduce ley significa aquí un principio de acción interior (de nuestra mente), sea bueno o malo, que opera con la regularidad de una ley. El término también [...] designa [...] las normas para la vida de una persona”.
10 El apóstol Pablo escribió: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Rom. 5:12). Todos los descendientes de Adán estamos sujetos a la ley del pecado y de la muerte. Nuestra carne imperfecta nos empuja constantemente a hacer cosas que le desagradan a Dios, con la muerte como única retribución. En su carta a los Gálatas, Pablo calificó de “obras de la carne” algunas formas de ser y actuar. Entonces añadió: “Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gál. 5:19-21). Este es el tipo de personas que actúan según la carne (Rom. 8:4). Su “principio de acción interior” y sus “normas para la vida” son totalmente carnales. Pero ¿son quienes cometen pecados graves como la fornicación, la idolatría y el espiritismo los únicos que andan según la carne? No, pues las obras de la carne incluyen también lo que algunas personas considerarían simples defectos de personalidad, como los celos, los ataques de ira, las peleas y las envidias. En vista de esto, ¿quién puede decir que está totalmente libre de andar en conformidad con la carne?
11 Nos sentimos muy felices de que Jehová haya hecho posible que nos libremos de la ley del pecado y de la muerte. Jesús dijo: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. En efecto, aceptar el amor de Dios y ejercer fe en el sacrificio de rescate de Jesucristo nos libra de la condenación resultante de nuestro pecado heredado (Juan 3:16-18). Con toda razón nos sentimos inclinados a exclamar lo mismo que Pablo: “¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!”.
(Romanos 8:3) Pues, dado que había incapacidad de parte de la Ley, en tanto que era débil a causa de la carne, Dios, al enviar a su propio Hijo en la semejanza de carne pecaminosa y tocante al pecado, condenó al pecado en la carne,››› w11 15/11 págs. 11-12 párrs. 7-8 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
7 En el capítulo 7 de Romanos, Pablo reconoció el poder que ejerce el pecado sobre la carne imperfecta. En el capítulo 8, habló sobre el poder del espíritu santo de Dios. Explicó cómo el espíritu ayuda a los cristianos en su lucha contra el poder del pecado, a fin de que vivan en armonía con la voluntad de Jehová y ganen su aprobación. Pablo además destacó que por medio del espíritu santo y del sacrificio de rescate de Su hijo, Dios ha logrado algo que no pudo lograr la Ley mosaica.
8 La Ley, con sus muchos mandamientos, condenaba a los pecadores. Hasta los sumos sacerdotes de Israel, que oficiaban bajo la Ley, eran imperfectos y no podían ofrecer un sacrificio adecuado por sus pecados. Por lo tanto, la Ley era “débil a causa de la carne”. Pero “al enviar a su propio Hijo en la semejanza de carne pecaminosa” y ofrecerlo como rescate, Dios “condenó al pecado en la carne”, superando de ese modo la “incapacidad de parte de la Ley”. En consecuencia, a los cristianos ungidos se les considera justos en virtud de su fe en el sacrificio de rescate de Jesús. Se les exhorta a andar “no en conformidad con la carne, sino en conformidad con el espíritu” (léase Romanos 8:3, 4). De hecho, deben hacerlo fielmente hasta el fin de su carrera terrestre para poder obtener “la corona de la vida” (Rev. 2:10).
(Romanos 8:4) para que el justo requisito de la Ley se cumpliera en nosotros los que andamos, no en conformidad con la carne, sino en conformidad con el espíritu.››› w16 diciembre págs. 14-15 párrs. 5-7 “Tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz” ›››
5 (Lea Romanos 8:4-13). El capítulo 8 de Romanos hace un contraste entre quienes andan “en conformidad con la carne” y quienes andan “en conformidad con el espíritu”. Algunos podrían pensar que se está hablando de la diferencia entre los que no están en la verdad y los que sí lo están, entre quienes no son cristianos y quienes sí lo son. Sin embargo, Pablo escribió a “los que están en Roma como amados de Dios, llamados a ser santos” (Rom. 1:7). Por lo tanto, el contraste es entre cristianos que andaban en conformidad con la carne y cristianos que andaban en conformidad con el espíritu. ¿A qué se refería exactamente?
6 Veamos lo que quiso decir Pablo con el término carne. La Biblia lo utiliza con distintos significados. A veces, se refiere al cuerpo físico (Rom. 2:28; 1 Cor. 15:39, 50). También puede significar “parentesco”. Jesús era de “la descendencia de David según la carne” y Pablo consideraba a los judíos sus parientes “según la carne” (Rom. 1:3; 9:3).
7 Pero ¿de qué “carne” hablaba Pablo en Romanos 8:4-13? El capítulo 7 nos da una pista. El apóstol relacionó vivir “en conformidad con la carne” con “las pasiones pecaminosas” que actuaban en su cuerpo (Rom. 7:5). Esto nos ayuda a entender mejor a quiénes se refería al decir que “los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne”. Estaba hablando de personas que se dejan dominar por los deseos de su carne imperfecta o que están centradas en satisfacerlos. Son, por lo general, los que siguen sus deseos, impulsos y pasiones, ya sean sexuales o de otra clase.
››› w11 15/11 págs. 11-12 párr. 8 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
8 La Ley, con sus muchos mandamientos, condenaba a los pecadores. Hasta los sumos sacerdotes de Israel, que oficiaban bajo la Ley, eran imperfectos y no podían ofrecer un sacrificio adecuado por sus pecados. Por lo tanto, la Ley era “débil a causa de la carne”. Pero “al enviar a su propio Hijo en la semejanza de carne pecaminosa” y ofrecerlo como rescate, Dios “condenó al pecado en la carne”, superando de ese modo la “incapacidad de parte de la Ley”. En consecuencia, a los cristianos ungidos se les considera justos en virtud de su fe en el sacrificio de rescate de Jesús. Se les exhorta a andar “no en conformidad con la carne, sino en conformidad con el espíritu” (léase Romanos 8:3, 4). De hecho, deben hacerlo fielmente hasta el fin de su carrera terrestre para poder obtener “la corona de la vida” (Rev. 2:10).
››› w11 15/11 págs. 12-13 párr. 10 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
10 El apóstol Pablo escribió: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Rom. 5:12). Todos los descendientes de Adán estamos sujetos a la ley del pecado y de la muerte. Nuestra carne imperfecta nos empuja constantemente a hacer cosas que le desagradan a Dios, con la muerte como única retribución. En su carta a los Gálatas, Pablo calificó de “obras de la carne” algunas formas de ser y actuar. Entonces añadió: “Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gál. 5:19-21). Este es el tipo de personas que actúan según la carne (Rom. 8:4). Su “principio de acción interior” y sus “normas para la vida” son totalmente carnales. Pero ¿son quienes cometen pecados graves como la fornicación, la idolatría y el espiritismo los únicos que andan según la carne? No, pues las obras de la carne incluyen también lo que algunas personas considerarían simples defectos de personalidad, como los celos, los ataques de ira, las peleas y las envidias. En vista de esto, ¿quién puede decir que está totalmente libre de andar en conformidad con la carne?
››› w11 15/11 pág. 13 párrs. 12-13 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
12 Nuestra situación es similar al tratamiento de una enfermedad grave. Si queremos recuperarnos por completo, tenemos que hacer lo que nos mande el médico. Ahora bien, aunque ejercer fe en el rescate puede librarnos de la ley del pecado y de la muerte, seguimos siendo imperfectos y pecadores. Así que para alcanzar buena salud espiritual y contar con el favor y la bendición de Dios, Pablo indica que debemos hacer algo más: andar en conformidad con el espíritu.
¿Cómo andar en conformidad con el espíritu?
13 Cuando andamos, avanzamos progresivamente hacia cierto destino o meta. Por lo tanto, andar en conformidad con el espíritu no significa perfección espiritual, sino progreso espiritual constante (1 Tim. 4:15). Debemos esforzarnos día tras día, y al mayor grado posible, por andar en la vida de acuerdo con la guía del espíritu. Seguir “andando por espíritu” nos llevará a obtener la aprobación de Dios (Gál. 5:16).
(Romanos 8:5) Porque los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne; pero los que están en conformidad con el espíritu, en las cosas del espíritu.››› w16 diciembre págs. 15-16 párrs. 7-11 “Tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz” ›››
7 Pero ¿de qué “carne” hablaba Pablo en Romanos 8:4-13? El capítulo 7 nos da una pista. El apóstol relacionó vivir “en conformidad con la carne” con “las pasiones pecaminosas” que actuaban en su cuerpo (Rom. 7:5). Esto nos ayuda a entender mejor a quiénes se refería al decir que “los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne”. Estaba hablando de personas que se dejan dominar por los deseos de su carne imperfecta o que están centradas en satisfacerlos. Son, por lo general, los que siguen sus deseos, impulsos y pasiones, ya sean sexuales o de otra clase.
8 Pero quizás nos preguntemos: “¿Por qué tuvo que advertir Pablo seriamente a los ungidos sobre el peligro de vivir ‘en conformidad con la carne’? ¿Podrían hoy enfrentar un peligro similar los cristianos, a quienes Dios acepta como amigos y considera justos?”. Lamentablemente, cualquier cristiano podría empezar a andar según las inclinaciones de la carne pecaminosa. Por ejemplo, Pablo escribió que algunos hermanos de Roma eran esclavos “de su propio vientre”, una expresión que podía referirse tanto a sus deseos sexuales como a su deseo de comer o beber y a otros parecidos. Había quienes seducían los corazones de los ingenuos (Rom. 16:17, 18; Filip. 3:18, 19; Jud. 4, 8, 12). Y un hermano de Corinto vivió por un tiempo con la esposa de su padre (1 Cor. 5:1). Es comprensible que Dios advirtiera a los cristianos mediante Pablo que no tuvieran “la mente puesta en la carne” (Rom. 8:5, 6).
9 Esta advertencia sigue siendo válida hoy. Después de servir varios años a Jehová, un cristiano podría empezar a poner la mente en las cosas de la carne. Claro, no estamos hablando de quien piensa de vez en cuando en la comida, el trabajo, el entretenimiento o incluso el amor romántico. Estas son cosas normales de la vida de cualquier siervo de Dios. Jesús disfrutó de la comida y alimentó a otros. Sabía que era necesario descansar. Y Pablo habló del lugar de las relaciones sexuales en el matrimonio.
10 Entonces, ¿de qué estaba hablando Pablo cuando advirtió sobre “tener la mente puesta en la carne”? La palabra griega que usó significa “fijar la mente o el corazón en algo, emplear las facultades para hacer una planificación cuidadosa, y pone el énfasis en la disposición o la actitud que hay detrás”. Quienes viven de acuerdo con la carne dejan que sea principalmente su naturaleza humana imperfecta lo que dirija su vida. Un experto dijo sobre Romanos 8:5 que las personas de esta clase fijan la mente en las cosas de la carne, están profundamente interesadas en ellas, se dedican a ellas y hablan constantemente y disfrutan de ellas.
11 Era apropiado que los cristianos de Roma se preguntaran cuál era el centro de su vida. ¿Podrían acaso ser “las cosas de la carne”? Nosotros haríamos bien en preguntarnos lo mismo. ¿Qué es lo que más nos interesa? ¿De qué nos gusta hablar constantemente? ¿A qué dedicamos el tiempo día tras día? Puede que algunos se den cuenta de que están centrados en probar diferentes clases de vino, decorar la casa, estar al día con la moda, hacer inversiones, planear vacaciones y cosas parecidas. Estas cosas no son malas; pueden formar parte de una vida normal. Por ejemplo, Jesús transformó agua en vino y Pablo le dijo a Timoteo que tomara “un poco de vino” (1 Tim. 5:23; Juan 2:3-11). Ahora bien, ¿hablaban constantemente de vino Jesús y Pablo? ¿Era esa su pasión, a lo que dedicaban todo el tiempo? No. ¿Y nosotros? ¿Cuál es nuestro principal interés en la vida?
››› w11 15/11 págs. 13-14 párr. 14 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
14 En la carta a los Romanos, Pablo habló de dos tipos de personas con formas de pensar opuestas (léase Romanos 8:5). Cuando usó la expresión “la carne” no se refería necesariamente al cuerpo físico. En la Biblia, la palabra carne se utiliza en ocasiones para referirse a la naturaleza imperfecta y pecaminosa del ser humano, la carne caída. Es dicha naturaleza la que provoca el conflicto entre la carne y la mente que mencionó el apóstol Pablo. Sin embargo, a diferencia de él, quienes “están en conformidad con la carne” ni siquiera luchan contra ella. En vez de considerar lo que Dios quiere de ellos y aceptar la ayuda que él les suministra, “fijan la mente en las cosas de la carne”, es decir, se dedican a procurar su bienestar y a satisfacer sus deseos físicos. En contraste, quienes “están en conformidad con el espíritu” se centran en “las cosas del espíritu”, o sea, las dádivas divinas y las actividades espirituales.
››› w08 15/9 pág. 24 Resistamos “el espíritu del mundo” ›››
Sigamos teniendo “la mente puesta en el espíritu”
19 Los actos van precedidos por pensamientos. Hasta los actos que pudieran calificarse de irreflexivos son provocados por pensamientos, que a menudo son carnales. Por eso el apóstol Pablo nos recuerda la necesidad de vigilar en qué fijamos nuestra mente. Él escribió: “Los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne; pero los que están en conformidad con el espíritu, en las cosas del espíritu” (Rom. 8:5).
20 ¿Cómo evitar que el espíritu del mundo domine nuestra mente y, por consiguiente, nuestros actos? Tenemos que filtrar la información que nos llega para impedir en lo posible que la propaganda del mundo influya en nuestra forma de pensar. Por ejemplo, no nos entretenemos con programas que exaltan la inmoralidad o la violencia y ensucian la mente. Reconocemos que es imposible que el espíritu santo —limpio y puro— se aloje en una mente sucia (Sal. 11:5; 2 Cor. 6:15-18). Además, cuando somos constantes en la lectura de la Biblia, la oración, la meditación y la asistencia a las reuniones, le estamos abriendo las puertas de nuestra mente al espíritu de Dios. Y cuando participamos regularmente en la predicación cristiana, estamos obrando en conformidad con dicho espíritu.
21 Sigamos resistiendo el espíritu del mundo y los deseos carnales que este fomenta. Vale la pena el esfuerzo, pues, como escribe el apóstol Pablo, “tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero [...] tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz” (Rom. 8:6).
(Romanos 8:6) Porque el tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz;››› w17 junio pág. 3 ¿Recuerda usted? ›››
¿Cuál es la diferencia entre “tener la mente puesta en la carne” y “tener la mente puesta en el espíritu”? (Rom. 8:6)
Quien tiene la mente puesta en la carne se centra en los deseos e impulsos de la carne imperfecta y habla constantemente de ellos. Quien la tiene puesta en el espíritu se centra en las cosas relacionadas con Dios y trata de pensar como él. Deja que el espíritu santo dirija su mente. Tener la mente puesta en la carne significa muerte; en el espíritu, vida y paz (w16.12, páginas 15 a 17).
››› w16 diciembre págs. 16-17 párrs. 12-19 “Tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz” ›››
12 ¿Por qué es importante hacerse un autoexamen? Pablo escribió en Romanos 8:6: “Tener la mente puesta en la carne significa muerte”, es decir, la muerte espiritual ahora y la muerte física en el futuro. ¿Verdad que es algo serio? Claro, Pablo no quería decir que quien pusiera la mente en la carne moriría sin remedio. Es posible cambiar. Pensemos en aquel hombre inmoral de Corinto que fue tras la carne y tuvo que ser expulsado. Podía cambiar, y lo hizo. Dejó de vivir en conformidad con la carne y volvió a servir a Jehová (2 Cor. 2:6-8).
13 Si aquel hombre de Corinto pudo cambiar, también puede hacerlo hoy un cristiano que va tras la carne, sobre todo si no ha llegado tan lejos como él. Por supuesto, lo que dijo Pablo sobre el final que le espera a quien fija la mente en la carne debería motivar a los cristianos a hacer los cambios que sean necesarios.
“TENER LA MENTE PUESTA EN EL ESPÍRITU”
14 Después de dar consejo sobre “tener la mente puesta en la carne”, Pablo dio esta animadora garantía: “Tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz”. Vida y paz: una recompensa magnífica, ¿no es cierto? ¿Cómo conseguirla?
15 “Tener la mente puesta en el espíritu” no quiere decir estar siempre en las nubes. Tampoco significa estar pensando o hablando todo el tiempo de la Biblia, del amor a Dios o de nuestra esperanza para el futuro. Recordemos que Pablo y otros cristianos fieles del siglo primero vivieron vidas bastante normales. Comían y bebían, muchos se casaron, formaron una familia y trabajaron para mantenerse (Mar. 6:3; 1 Tes. 2:9).
16 Eso sí, aquellos siervos de Dios no permitieron que esas cosas normales se convirtieran en el centro de su vida. La Biblia dice que Pablo trabajó haciendo tiendas de campaña, pero luego señala que dedicaba tiempo regularmente a predicar y enseñar: ese era el centro de su vida (lea Hechos 18:2-4; 20:20, 21, 34, 35). A los hermanos de Roma les recomendó que se dedicaran a estas mismas actividades. Para ellos, las cosas espirituales debían ser lo más importante, igual que lo eran para Pablo. Y también deben serlo para nosotros (Rom. 15:15, 16).
17 ¿Qué pasará si nos mantenemos centrados en las cosas espirituales? Romanos 8:6 dice claramente: “Tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz”. Esto quiere decir que debemos dejar que el espíritu santo influya y dirija nuestra mente, y pensar igual que Dios. Podemos confiar en que, si hacemos del “espíritu” lo más importante para nosotros, disfrutaremos de una vida gratificante y con propósito ahora y recibiremos vida eterna, ya sea en el cielo o en la Tierra.
18 Meditemos ahora en esta garantía: “Tener la mente puesta en el espíritu significa [...] paz”. Mientras muchas personas tratan desesperadamente de encontrar paz interior, nosotros ya la tenemos. Debido a ello, nos esforzamos por llevarnos bien con nuestros familiares y con los hermanos de la congregación. Sabemos que tanto nosotros como los demás cristianos somos imperfectos, y por eso pueden surgir problemas de vez en cuando. Pero, si esto ocurre, hemos aprendido a seguir este consejo de Jesús: “Haz las paces con tu hermano” (Mat. 5:24). Esto es más fácil cuando recordamos que él también está sirviendo al “Dios que da paz” (Rom. 15:33; 16:20).
19 Hay otro tipo de paz que es de valor incalculable. Cuando tenemos “la mente puesta en el espíritu”, estamos en paz con nuestro Creador. Isaías escribió que Jehová protegería a los que se apoyaran incondicionalmente en él, que les daría paz continua por confiar en él. Estas palabras, que se cumplieron en los días del profeta, tienen hoy una aplicación aun mayor (Is. 26:3; lea Romanos 5:1).
››› w11 15/11 pág. 14 párrs. 15-18 Para tener vida y paz, andemos en conformidad con el espíritu ›››
15 (Léase Romanos 8:6.) Para hacer cualquier cosa, sea buena o mala, hay que concentrarse en ella. La gente que solo piensa en las cosas de la carne no tarda en desarrollar una actitud o inclinación totalmente centrada en ellas. Por lo general, sus sentimientos, intereses y afectos giran únicamente en torno a las cosas carnales.
16 ¿Qué es lo que más le interesa a la mayoría de la gente? El apóstol Juan escribió: “Todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo” (1 Juan 2:16). Hoy día, la promiscuidad sexual y la búsqueda de prominencia y bienes materiales son temas que saturan libros, revistas, periódicos, programas de televisión, películas e Internet. La mayoría de la gente no piensa en otra cosa. Sin embargo, “tener la mente puesta en la carne significa muerte”, en sentido espiritual ahora y en sentido físico en el futuro cercano. ¿Por qué? “Porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar. Por eso los que están en armonía con la carne no pueden agradar a Dios.” (Rom. 8:7, 8.)
17 Por otra parte, “tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz”: vida eterna en el futuro, así como paz interior y paz con Dios ahora. ¿Cómo podemos seguir teniendo “la mente puesta en el espíritu”? Acostumbrándonos a reflexionar en las cosas del espíritu y permitiendo que se desarrollen en nosotros inclinaciones y actitudes espirituales. Al hacerlo, nuestra mente estará “sujeta a la ley de Dios” y “en armonía” con su punto de vista. Cuando nos enfrentemos a una tentación, no tendremos dudas sobre qué camino seguir. Tomaremos la decisión correcta, la que esté de acuerdo con el espíritu.
18 Por lo tanto, es fundamental que tengamos la mente puesta en las cosas del espíritu. Lo haremos “fortifi[cando la] mente para actividad”, es decir, edificando nuestra vida alrededor de un programa espiritual que incluya la oración regular, la lectura y el estudio de la Biblia, la asistencia a las reuniones y el ministerio cristiano (1 Ped. 1:13). En vez de permitir que las cosas de la carne nos distraigan, concentrémonos en las cosas del espíritu. De esa forma seguiremos andando en conformidad con él. Y eso nos traerá bendiciones, pues tener la mente puesta en las cosas del espíritu significa vida y paz (Gál. 6:7, 8).
››› w07 1/8 pág. 4 La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla? ›››
EL APÓSTOL Pablo escribió: “La mente carnal es muerte, mas la espiritual, vida y paz” (Romanos 8:6, Versión Hispano-Americana). Con estas palabras, el apóstol dio a entender que ser una persona de inclinación espiritual no es simplemente una cuestión de sentimiento o elección propia. En realidad, es un asunto de vida o muerte. ¿Por qué puede decirse que la persona espiritual recibe “vida y paz”? Porque, según la Biblia, en el presente disfruta de paz consigo misma y con Dios, y en el futuro será bendecida con vida eterna (Romanos 6:23; Filipenses 4:7). Con razón Jesús afirmó: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3).
››› w01 15/4 pág. 29 ¿Recuerda usted? ›››
• ¿Qué significa la expresión “tener la mente puesta en el espíritu”? (Romanos 8:6.)
Significa que la fuerza activa de Jehová nos controla, domina y motiva. Permitimos que el espíritu de Dios actúe en nosotros al leer y estudiar la Biblia, al obedecer la ley divina de todo corazón y al pedir a Dios que nos dé su espíritu.—15/3, página 15.
››› w01 15/3 págs. 10-11 párr. 2 Venzamos las debilidades humanas ›››
2 En ocasiones, las Escrituras emplean la expresión “la carne” para referirse al cuerpo humano (1 Reyes 21:27). También la utilizan para hacer referencia al hombre en su estado imperfecto de pecador descendiente del rebelde Adán (Efesios 2:3; Salmo 51:5; Romanos 5:12). La herencia que este nos dejó ha producido ‘la debilidad de la carne’ (Romanos 6:19). Y Pablo advirtió: “Tener la mente puesta en la carne significa muerte” (Romanos 8:6). “Tener la mente puesta en la carne” supone someterse al control y a los impulsos de la carne caída (1 Juan 2:16). Por tanto, al intentar agradar a Dios, se produce un conflicto constante entre nuestra espiritualidad y la naturaleza pecaminosa, la cual nos empuja sin cesar a llevar a cabo “las obras de la carne” (Gálatas 5:17-23; 1 Pedro 2:11). Tras describir la penosa lucha interna que sufría, Pablo exclamó: “¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?” (Romanos 7:24). ¿Era Pablo una víctima indefensa de la tentación? La Biblia responde con un rotundo no.
››› w01 15/3 pág. 15 párrs. 3-5 Pongamos la mente en el espíritu y vivamos ›››
3 El espíritu santo de Jehová, su fuerza activa, puede desarraigar eficazmente los inmundos “deseos carnales” y acabar con la nociva dominación que ejerce la carne pecaminosa (1 Pedro 2:11). Si queremos liberarnos de la esclavitud de las tendencias impropias, es fundamental que contemos con la ayuda del espíritu de Dios, pues Pablo escribió: “El tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz” (Romanos 8:6). ¿Qué implica poner la mente en el espíritu?
“Tener la mente puesta en el espíritu”
4 Cuando Pablo escribió sobre “tener la mente puesta en el espíritu”, empleó una palabra griega que denota “manera de pensar, mente (mentalidad), [...] propósito, aspiración, empeño”. Un verbo relacionado se define como “pensar, considerar, estar mentalizado de una cierta manera”. Así que la expresión indica que la fuerza activa de Jehová controla, domina y motiva a la persona. Conlleva la idea de que sometemos de buena gana nuestro pensar, inclinaciones y aspiraciones a la plena influencia del espíritu santo de Dios.
5 Pablo subrayó hasta qué punto debemos someternos a la influencia del espíritu santo cuando habló de ser ‘esclavos por el espíritu’ (Romanos 7:6). Sobre la base de su fe en el sacrificio redentor de Jesús, a los cristianos se les ha liberado de la dominación del pecado, por lo que han “muerto” respecto a tal esclavitud (Romanos 6:2, 11). Quienes han muerto en este sentido figurado siguen vivos en sentido físico, y ahora son libres para seguir a Cristo en calidad de “esclavos de la justicia” (Romanos 6:18-20).
(Romanos 8:15) Porque ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud que ocasione temor de nuevo, sino que recibieron un espíritu de adopción como hijos, espíritu por el cual clamamos:“¡Abba, Padre!”.
››› w15 15/1 págs. 16-17 párr. 16 Por qué celebramos la Cena del Señor ›››
16 Solo pueden tomar del pan y del vino quienes tienen el testimonio del espíritu de que son hijos de Dios (lea Romanos 8:15-17). Notemos que Pablo usó la palabra abba, que significa “¡oh, padre!”. Este es un término cariñoso que un niño podía usar al dirigirse a su padre, y combina la cercanía de la palabra papá con el respeto que transmite la palabra padre. Expresa muy bien la relación tan especial que los ungidos llegan a tener con Jehová cuando reciben “un espíritu de adopción como hijos”. El espíritu santo de Dios “da testimonio con [el] espíritu” de ellos en el sentido de que les ayuda a entender que son hijos ungidos de Dios. No se trata simplemente de que no les llama la atención vivir en la Tierra. Más bien, están convencidos de que, si se mantienen fieles hasta la muerte, serán herederos con Cristo en el Reino celestial. Hoy ya solo queda en la Tierra un pequeño grupo de los 144.000 hijos de Dios que “tienen una unción del santo” (1 Juan 2:20; Rev. 14:1). Se sienten tan cerca de Jehová que pueden decirle: “¡Abba, Padre!”.
››› w09 1/4 pág. 13 ¿Lo sabía? ›››
La palabra aramea ʼabbáʼ puede traducirse como “el padre” o también “oh Padre”. En las tres ocasiones en que este término aparece en las Escrituras, siempre se refiere a Jehová, nuestro Padre celestial, y se encuentra en el contexto de plegarias u oraciones. Pero ¿qué tiene de interesante que Jesús empleara esta expresión?
Cierta obra de consulta explica: “En tiempos de Jesús, ʼabbāʼ era un término coloquial que utilizaban principalmente los niños para dirigirse a su padre de forma familiar, con cariño, pero también con respeto” (The International Standard Bible Encyclopedia). Esta afectuosa manera de dirigirse al padre era una de las primeras palabras que aprendía el niño. Jesús la utilizó en una ocasión muy especial. Estando en el jardín de Getsemaní, pocas horas antes de su muerte, se dirigió fervorosamente a Jehová diciendo: “Abba, Padre” (Marcos 14:36).
La enciclopedia antes citada añade: “En las obras judías del período grecorromano apenas se encuentra la expresión ʼabbāʼ para dirigirse a Dios, sin duda porque tal familiaridad se habría considerado irrespetuosa”. Entonces, ¿a qué conclusión llega dicha obra? “El hecho de que Jesús empleara [...] este término al orar confirma de forma indirecta la extraordinaria intimidad de su relación con Dios.” Las otras dos ocasiones en que el término ʼabbáʼ aparece en la Biblia —en ambos casos en las cartas del apóstol Pablo— indican que los primeros cristianos también lo utilizaban al dirigirse a Dios (Romanos 8:15; Gálatas 4:6).
››› w05 1/12 Seamos ministros ingeniosos y adaptables ›››
Del mismo modo, al explicar la nueva relación entre Dios y sus “hijos” ungidos con espíritu, Pablo utilizó un concepto legal que sus lectores del Imperio romano conocían bien (Romanos 8:14-17). “La adopción era esencialmente una costumbre romana y estaba muy vinculada a la concepción que los romanos tenían de la familia”, dice el libro St. Paul at Rome (San Pablo en Roma).
››› w03 15/2 págs. 21-22 ¿Qué significa para usted la Cena del Señor? ›››
Por qué están seguros
18 El testimonio del espíritu de Dios convence a los cristianos ungidos de que tienen la perspectiva celestial. “Ustedes [...] recibieron un espíritu de adopción como hijos —escribió Pablo—, espíritu por el cual clamamos: ‘¡Abba, Padre!’. El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Pues, si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, pero coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente.” (Romanos 8:15-17.) Bajo la influencia del espíritu santo, el espíritu —o actitud dominante— de los ungidos los impele a aplicarse a sí mismos lo que las Escrituras dicen tocante a los hijos espirituales de Jehová (1 Juan 3:2). El espíritu de Dios les comunica un sentido de filiación respecto a Él y engendra en ellos una esperanza singular (Gálatas 4:6, 7). La vida eterna en la Tierra como seres humanos perfectos rodeados de la familia y los amigos sería algo espléndido, sí, pero esa no es la esperanza que Dios les ha otorgado. Por medio de su espíritu, él les ha implantado una esperanza celestial tan fuerte que están dispuestos a sacrificar todo vínculo y perspectivas terrestres (2 Corintios 5:1-5, 8; 2 Pedro 1:13, 14).
(Romanos 8:16) El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.››› w16 enero pág. 19 párrs. 9-10 “El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu” ›››
9 ¿Y cómo sabe una persona si ha sido invitada para ir al cielo? Encontramos la respuesta en la carta que Pablo dirigió a los cristianos ungidos de Roma, que habían sido “llamados a ser santos”. Les dijo: “No recibieron un espíritu de esclavitud que ocasione temor de nuevo, sino que recibieron un espíritu de adopción como hijos, espíritu por el cual clamamos: ‘¡Abba, Padre!’. El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Rom. 1:7; 8:15, 16). En pocas palabras, Jehová usa su espíritu para dejarle claro a la persona que ha sido invitada a gobernar en el cielo con Cristo (1 Tes. 2:12).
10 Los que han recibido esta invitación tan especial no necesitan que nadie más les confirme que han sido ungidos con espíritu. Jehová mismo se encarga de que no tengan ninguna duda. El apóstol Juan les dice a estos cristianos: “Ustedes tienen una unción [o llamado] del santo; todos ustedes tienen conocimiento. Y en cuanto a ustedes, la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así como les ha enseñado, permanezcan en unión con él” (1 Juan 2:20, 27). Desde luego, los cristianos ungidos necesitan instrucción igual que todos los demás. Lo que Juan quiso decir es que no necesitan que nadie les diga que han sido invitados al cielo: ¡la fuerza más poderosa del universo se lo ha confirmado!
››› w15 15/1 págs. 16-17 párr. 16 Por qué celebramos la Cena del Señor ›››
16 Solo pueden tomar del pan y del vino quienes tienen el testimonio del espíritu de que son hijos de Dios (lea Romanos 8:15-17). Notemos que Pablo usó la palabra abba, que significa “¡oh, padre!”. Este es un término cariñoso que un niño podía usar al dirigirse a su padre, y combina la cercanía de la palabra papá con el respeto que transmite la palabra padre. Expresa muy bien la relación tan especial que los ungidos llegan a tener con Jehová cuando reciben “un espíritu de adopción como hijos”. El espíritu santo de Dios “da testimonio con [el] espíritu” de ellos en el sentido de que les ayuda a entender que son hijos ungidos de Dios. No se trata simplemente de que no les llama la atención vivir en la Tierra. Más bien, están convencidos de que, si se mantienen fieles hasta la muerte, serán herederos con Cristo en el Reino celestial. Hoy ya solo queda en la Tierra un pequeño grupo de los 144.000 hijos de Dios que “tienen una unción del santo” (1 Juan 2:20; Rev. 14:1). Se sienten tan cerca de Jehová que pueden decirle: “¡Abba, Padre!”.
››› w05 1/12 Seamos ministros ingeniosos y adaptables ›››
Del mismo modo, al explicar la nueva relación entre Dios y sus “hijos” ungidos con espíritu, Pablo utilizó un concepto legal que sus lectores del Imperio romano conocían bien (Romanos 8:14-17). “La adopción era esencialmente una costumbre romana y estaba muy vinculada a la concepción que los romanos tenían de la familia”, dice el libro St. Paul at Rome (San Pablo en Roma).
››› w03 15/2 págs. 21-22 ¿Qué significa para usted la Cena del Señor? ›››
Por qué están seguros
18 El testimonio del espíritu de Dios convence a los cristianos ungidos de que tienen la perspectiva celestial. “Ustedes [...] recibieron un espíritu de adopción como hijos —escribió Pablo—, espíritu por el cual clamamos: ‘¡Abba, Padre!’. El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Pues, si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, pero coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente.” (Romanos 8:15-17.) Bajo la influencia del espíritu santo, el espíritu —o actitud dominante— de los ungidos los impele a aplicarse a sí mismos lo que las Escrituras dicen tocante a los hijos espirituales de Jehová (1 Juan 3:2). El espíritu de Dios les comunica un sentido de filiación respecto a Él y engendra en ellos una esperanza singular (Gálatas 4:6, 7). La vida eterna en la Tierra como seres humanos perfectos rodeados de la familia y los amigos sería algo espléndido, sí, pero esa no es la esperanza que Dios les ha otorgado. Por medio de su espíritu, él les ha implantado una esperanza celestial tan fuerte que están dispuestos a sacrificar todo vínculo y perspectivas terrestres (2 Corintios 5:1-5, 8; 2 Pedro 1:13, 14).
(Romanos 8:19) Porque la expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios.››› w12 15/7 pág. 11 párr. 17 Jehová nos hace realmente libres ›››
17 En su explicación sobre la libertad que Jehová les tiene reservada a sus siervos terrestres, Pablo indicó que “la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios” con “expectación anhelante”. Y luego señaló: “La creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom. 8:19-21). En este pasaje, “la creación” son los seres humanos que tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra. Ellos se beneficiarán de “la revelación” de los hijos ungidos de Dios, que comenzará cuando estos últimos —ya resucitados en el cielo— ayuden a Cristo a limpiar la Tierra de maldad y a introducir “una gran muchedumbre” en el nuevo sistema de cosas (Rev. 7:9, 14).
››› w12 15/3 págs. 22-23 párrs. 10-12 Regocijémonos en nuestra esperanza ›››
10 El apóstol Pablo escribió sobre la gloriosa esperanza de los “hijos de Dios” engendrados con su espíritu, los “coherederos con Cristo”. Pero también mencionó la excepcional esperanza que Jehová les tiene reservada a los innumerables miembros de las otras ovejas: “La expectación anhelante de la creación [humana] aguarda la revelación de [los ungidos,] los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom. 8:14-21).
11 Jehová proporcionó “la base de la esperanza” para los seres humanos cuando prometió que una “descendencia” los liberaría de Satanás, “la serpiente original” (Gén. 3:15; Rev. 12:9). Dicha “descendencia” fue principalmente Jesucristo (Gál. 3:16). Su muerte y resurrección hicieron posible que la humanidad tuviera la esperanza de ser rescatada de la esclavitud al pecado y la muerte. El cumplimiento de esta promesa está ligado a “la revelación de los hijos de Dios”. ¿Cuándo se producirá esta “revelación”? Cuando los ungidos resucitados —como parte secundaria de la “descendencia”— se unan a Cristo en la destrucción del malvado mundo de Satanás (Rev. 2:26, 27). Este acontecimiento les traerá la salvación a las otras ovejas que saldrán con vida de la gran tribulación (Rev. 7:9, 10, 14).
12 Durante el Reinado de Mil Años de Cristo, la “creación” humana experimentará un alivio extraordinario. En ese período se producirá la “revelación de los hijos de Dios” en otro sentido: en su función de sacerdotes junto con Cristo, aplicarán a la humanidad los beneficios del sacrificio redentor de Jesús. Bajo el Reino celestial, los seres humanos obedientes irán dejando atrás los efectos del pecado y la muerte. Poco a poco serán liberados “de la esclavitud a la corrupción”. Si durante los mil años se mantienen fieles a Jehová y superan la prueba final, verán sus nombres escritos de forma permanente en “el rollo de la vida” y obtendrán “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rev. 20:7, 8, 11, 12). ¡Qué esperanza tan grandiosa!
››› w09 1/4 pág. 12 Un gobierno de miles que beneficiará a millones ›››
El apóstol Pablo, por otro lado, dijo: “La expectación anhelante de la creación [el grupo grande] aguarda la revelación de los hijos de Dios [el grupo pequeño]” (Romanos 8:19-21). ¿Qué dan a entender las palabras de ambos apóstoles? Que los que nacen de nuevo formarán parte de un gobierno en los cielos que traerá bendiciones eternas a incontables millones de personas que vivirán en la Tierra. Por eso, Jesús les dijo a sus discípulos que oraran: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10).
(Romanos 8:20) Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza››› w12 15/3 págs. 22-23 párrs. 10-11 Regocijémonos en nuestra esperanza ›››
10 El apóstol Pablo escribió sobre la gloriosa esperanza de los “hijos de Dios” engendrados con su espíritu, los “coherederos con Cristo”. Pero también mencionó la excepcional esperanza que Jehová les tiene reservada a los innumerables miembros de las otras ovejas: “La expectación anhelante de la creación [humana] aguarda la revelación de [los ungidos,] los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom. 8:14-21).
11 Jehová proporcionó “la base de la esperanza” para los seres humanos cuando prometió que una “descendencia” los liberaría de Satanás, “la serpiente original” (Gén. 3:15; Rev. 12:9). Dicha “descendencia” fue principalmente Jesucristo (Gál. 3:16). Su muerte y resurrección hicieron posible que la humanidad tuviera la esperanza de ser rescatada de la esclavitud al pecado y la muerte. El cumplimiento de esta promesa está ligado a “la revelación de los hijos de Dios”. ¿Cuándo se producirá esta “revelación”? Cuando los ungidos resucitados —como parte secundaria de la “descendencia”— se unan a Cristo en la destrucción del malvado mundo de Satanás (Rev. 2:26, 27). Este acontecimiento les traerá la salvación a las otras ovejas que saldrán con vida de la gran tribulación (Rev. 7:9, 10, 14).
››› w09 15/8 págs. 3-4 La vida eterna en la Tierra: una esperanza que Dios nos ha dado ›››
“La creación fue sujetada a futilidad [...] sobre la base de la esperanza”
3 En el mismo inicio de la historia, Jehová dio a conocer con toda claridad su propósito para la humanidad. ¿De qué manera? Al indicarle a Adán que si era obediente, podría vivir para siempre (Gén. 2:9, 17; 3:22). Desafortunadamente, Adán perdió la perfección. Sus primeros descendientes sin duda sabían lo que había ocurrido. Además, veían las consecuencias: se había bloqueado la entrada al jardín de Edén y la gente estaba envejeciendo y muriendo (Gén. 3:23, 24). La duración de la vida se hacía cada vez más corta. Aunque Adán vivió 930 años, Sem, que sobrevivió al Diluvio, solo vivió 600, y su hijo Arpaksad, 438. Taré, el padre de Abrahán, vivió 205 años; Abrahán, 175; Isaac, 180, y Jacob, 147 (Gén. 5:5; 11:10-13, 32; 25:7; 35:28; 47:28). La gente debió de entender lo que esto significaba: la esperanza de vivir para siempre se había perdido. ¿Había alguna razón para creer que dicha esperanza se podía recuperar?
4 La Palabra de Dios dice: “La creación [humana] fue sujetada a futilidad [...] sobre la base de la esperanza” (Rom. 8:20). ¿De qué esperanza se trata? La primera profecía de la Biblia habla de una “descendencia” que magullaría la cabeza de la serpiente (léase Génesis 3:1-5, 15). Esa promesa les dio a los seres humanos fieles la esperanza de que Dios seguiría adelante con su propósito. Les dio a hombres como Abel y Noé razones para creer que Dios le devolvería a la humanidad lo que Adán había perdido. Es probable que ellos hayan comprendido que la herida en el talón de la Descendencia implicaría derramamiento de sangre (Gén. 4:4; 8:20; Heb. 11:4).
5 Pensemos ahora en el caso de Abrahán. Cuando fue puesto a prueba, este hombre fiel “ofreció, por decirlo así, a Isaac, [...] su hijo unigénito” (Heb. 11:17). ¿Por qué estuvo dispuesto a sacrificarlo? (Léase Hebreos 11:19.) Porque creía en la resurrección. Y tenía muy buenas razones para hacerlo. Jehová había restaurado las facultades reproductivas de él y de su esposa, Sara, para que pudieran tener un hijo a pesar de su avanzada edad (Gén. 18:10-14; 21:1-3; Rom. 4:19-21). Además, Jehová le había dado su palabra: le había prometido que su descendencia vendría “por medio de Isaac” (Gén. 21:12). En efecto, Abrahán tenía motivos de sobra para confiar en que Dios resucitaría a su hijo.
6 Debido a la gran fe de Abrahán, Jehová hizo un pacto con él, un pacto relacionado con la descendencia de este fiel hombre (léase Génesis 22:18). La parte principal de esa “descendencia” resultó ser Jesucristo (Gál. 3:16). Jehová le dijo a Abrahán que su “descendencia” crecería hasta llegar a ser “como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar”, por lo que Abrahán no podría conocer su número exacto (Gén. 22:17). Sin embargo, ese número se dio a conocer más tarde: además de Jesús habría 144.000 que gobernarían en el Reino de Dios. Todos ellos conforman la “descendencia” (Gál. 3:29; Rev. 7:4; 14:1). El Reino mesiánico es el medio por el que “se bendecirán todas las naciones de la tierra”.
7 Aunque Abrahán no podía entender por completo la trascendencia del pacto que Jehová había hecho con él, la Biblia dice que estaba esperando “la ciudad que tiene fundamentos verdaderos” (Heb. 11:10). Esa ciudad es el Reino de Dios. Para recibir las bendiciones de ese Reino, Abrahán tendrá que volver a la vida. Y cuando resucite, podrá vivir para siempre. Todos aquellos que resuciten en la Tierra, así como los que sobrevivan al Armagedón, tendrán esa misma posibilidad (Rev. 7:9, 14; 20:12-14).
››› w03 1/9 Confiemos plenamente en Jehová ›››
La palabra griega que Pablo empleó y que se vierte “futilidad” es la misma que aparece en la Septuaginta griega como traducción del término que Salomón utilizó repetidas veces en el libro de Eclesiastés en expresiones como “todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2, 14; 2:11, 17; 3:19; 12:8).
››› w03 1/9 págs. 10-11 Confiemos plenamente en Jehová ›››
¿Por qué permite Jehová el sufrimiento?
10 Un pasaje de la carta del apóstol Pablo a los cristianos de Roma arroja luz sobre este importante asunto. Pablo escribió: “La expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora” (Romanos 8:19-22).
11 A fin de entender la esencia de estos versículos, primero hemos de responder a algunas preguntas clave. Por ejemplo, ¿quién sujetó la creación a futilidad? Algunos han sostenido que fue Satanás, y otros afirman que fue Adán. Pero ni uno ni otro pudo haberlo hecho. ¿Por qué no? Porque aquel que sujeta la creación a futilidad lo hace “sobre la base de la esperanza”. En efecto, es alguien que brinda la esperanza de que toda persona fiel será “libertada de la esclavitud a la corrupción”. Ni Adán ni Satanás podían ofrecer tal esperanza; Jehová era el único que podía. No hay duda de que fue él quien sujetó la creación a futilidad.
12 Ahora bien, ¿qué es “toda la creación” a la que se refiere este pasaje? Hay quienes dicen que se trata de todos los seres vivos, incluyendo los animales y la vegetación. Pero ¿esperan las bestias y las plantas obtener “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”? La respuesta es no (2 Pedro 2:12). Por consiguiente, la expresión “toda la creación” solo puede referirse a la humanidad. Esta es la creación que se vio afectada por el pecado y la muerte debido a la rebelión de Edén y que vive con la apremiante necesidad de una esperanza (Romanos 5:12).
13 Exactamente, ¿qué consecuencias acarreó a la humanidad la rebelión? Pablo las resume en una sola palabra: futilidad. Según una obra de consulta, este término define “la inutilidad de un objeto que no cumple el cometido para el que fue diseñado”. Los seres humanos fueron hechos para vivir para siempre, formar una familia unida y perfecta y cuidar de una Tierra paradisíaca. Pero en vez de eso, su corta existencia es dolorosa y a menudo está llena de frustraciones. Como lo expresó Job, “el hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación” (Job 14:1). ¡Qué futilidad!
14 Ahora llegamos a la pregunta central: ¿por qué “el Juez de toda la tierra” sujetó a la humanidad a esta existencia llena de dolor y frustraciones? (Génesis 18:25.) ¿Obró con justicia al hacerlo? Pues bien, recordemos lo que hicieron nuestros primeros padres. Al rebelarse contra Dios, se pusieron de parte de Satanás, quien lanzó un amplio desafío a la soberanía de Jehová. Por sus actos apoyaron la alegación de que a los seres humanos les iría mejor sin Jehová, gobernándose de modo independiente e influidos por una criatura espiritual rebelde. En realidad, con su sentencia, Jehová les dio lo que pedían. Permitió que el hombre se rigiera a sí mismo bajo la influencia de Satanás. En aquellas circunstancias, ¿qué decisión podría haber sido más justa que sujetar a la humanidad a futilidad, pero sobre la base de la esperanza?
15 Por supuesto, esta no fue la “propia voluntad” de la creación. Sin poder evitarlo, hemos nacido en esclavitud al pecado y la corrupción. Jehová, en su gran misericordia, permitió que Adán y Eva siguieran viviendo y tuvieran hijos. Por tanto, aunque nosotros, sus descendientes, estamos sujetos a la futilidad del pecado y la muerte, tenemos la oportunidad de hacer lo que Adán y Eva no hicieron. Podemos escuchar a Jehová y comprender que su soberanía es justa y perfecta, mientras que el gobierno humano apartado de Dios únicamente acarrea dolor, frustración y futilidad (Jeremías 10:23; Revelación [Apocalipsis] 4:11). Y la influencia de Satanás sólo ha empeorado las cosas. La historia del hombre atestigua estas verdades (Eclesiastés 8:9).
16 Es evidente que Jehová tenía razones justificadas para sujetar a la humanidad a futilidad. ¿Significa esto, sin embargo, que él sea el causante de la futilidad y el sufrimiento que nos afligen a todos hoy? Pues bien, piense en un juez que dicta una sentencia justa contra un delincuente. Este quizá sufra mucho mientras cumple su condena, pero ¿podría con razón culpar al juez de ser la causa de sus desgracias? ¡De ningún modo! Por otra parte, Jehová nunca es fuente de maldad. Santiago 1:13 señala: “Con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie”. Recordemos, además, que Jehová dictó su sentencia “sobre la base de la esperanza”. Amorosamente, él ha dispuesto lo necesario para que los descendientes de Adán y Eva que le sean fieles vean el fin de la futilidad y disfruten de “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. Los seres humanos obedientes jamás habrán de temer que toda la creación pueda caer de nuevo en ese lamentable estado. La rectitud con que Jehová ha tratado la situación habrá establecido lo justo de su soberanía por los siglos de los siglos (Isaías 25:8).
(Romanos 8:21) de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.››› w12 15/7 pág. 7 párr. 2 Jehová nos hace realmente libres ›››
2 Entonces, ¿qué se necesita para tener verdadera libertad? En el jardín de Edén, Satanás afirmó que la clave es independizarse de Jehová. Pero los hechos demuestran que aquello fue una sucia mentira. En realidad, cuanto más se aleja la gente de las normas morales y espirituales de Dios, más sufre el conjunto de la sociedad. Y esta situación nos afecta también a nosotros, los siervos de Jehová. Pero, felizmente, tenemos la esperanza de ver el fin de la esclavitud al pecado y la corrupción y de recibir lo que la Biblia llama “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom. 8:21). De hecho, Jehová ya ha comenzado a prepararnos para esa libertad. ¿Cómo lo está haciendo?
››› w12 15/7 pág. 11 párrs. 17-18 Jehová nos hace realmente libres ›››
17 En su explicación sobre la libertad que Jehová les tiene reservada a sus siervos terrestres, Pablo indicó que “la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios” con “expectación anhelante”. Y luego señaló: “La creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom. 8:19-21). En este pasaje, “la creación” son los seres humanos que tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra. Ellos se beneficiarán de “la revelación” de los hijos ungidos de Dios, que comenzará cuando estos últimos —ya resucitados en el cielo— ayuden a Cristo a limpiar la Tierra de maldad y a introducir “una gran muchedumbre” en el nuevo sistema de cosas (Rev. 7:9, 14).
18 Los seres humanos disfrutarán entonces de una libertad totalmente nueva, pues se verán libres de la influencia de Satanás y los demonios (Rev. 20:1-3). ¡Qué alivio! Luego, los 144.000 reyes y sacerdotes que servirán junto con Cristo les aplicarán gradualmente el valor del sacrificio redentor hasta liberarlos por completo del pecado heredado y la imperfección (Rev. 5:9, 10). Después de que su fe haya sido puesta a prueba, los humanos alcanzarán la libertad perfecta que Jehová se propuso darles, sí, “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. ¿Podemos imaginarlo? Ya no tendremos que luchar contra las malas tendencias, pues todo nuestro ser se habrá perfeccionado y nuestra personalidad se habrá conformado a la imagen de Dios.
››› w12 15/3 págs. 22-23 párr. 10 Regocijémonos en nuestra esperanza ›››
10 El apóstol Pablo escribió sobre la gloriosa esperanza de los “hijos de Dios” engendrados con su espíritu, los “coherederos con Cristo”. Pero también mencionó la excepcional esperanza que Jehová les tiene reservada a los innumerables miembros de las otras ovejas: “La expectación anhelante de la creación [humana] aguarda la revelación de [los ungidos,] los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom. 8:14-21).
››› w12 15/3 pág. 23 párr. 12 Regocijémonos en nuestra esperanza ›››
12 Durante el Reinado de Mil Años de Cristo, la “creación” humana experimentará un alivio extraordinario. En ese período se producirá la “revelación de los hijos de Dios” en otro sentido: en su función de sacerdotes junto con Cristo, aplicarán a la humanidad los beneficios del sacrificio redentor de Jesús. Bajo el Reino celestial, los seres humanos obedientes irán dejando atrás los efectos del pecado y la muerte. Poco a poco serán liberados “de la esclavitud a la corrupción”. Si durante los mil años se mantienen fieles a Jehová y superan la prueba final, verán sus nombres escritos de forma permanente en “el rollo de la vida” y obtendrán “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rev. 20:7, 8, 11, 12). ¡Qué esperanza tan grandiosa!
››› w03 1/9 págs. 10-11 Confiemos plenamente en Jehová ›››
¿Por qué permite Jehová el sufrimiento?
10 Un pasaje de la carta del apóstol Pablo a los cristianos de Roma arroja luz sobre este importante asunto. Pablo escribió: “La expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora” (Romanos 8:19-22).
11 A fin de entender la esencia de estos versículos, primero hemos de responder a algunas preguntas clave. Por ejemplo, ¿quién sujetó la creación a futilidad? Algunos han sostenido que fue Satanás, y otros afirman que fue Adán. Pero ni uno ni otro pudo haberlo hecho. ¿Por qué no? Porque aquel que sujeta la creación a futilidad lo hace “sobre la base de la esperanza”. En efecto, es alguien que brinda la esperanza de que toda persona fiel será “libertada de la esclavitud a la corrupción”. Ni Adán ni Satanás podían ofrecer tal esperanza; Jehová era el único que podía. No hay duda de que fue él quien sujetó la creación a futilidad.
12 Ahora bien, ¿qué es “toda la creación” a la que se refiere este pasaje? Hay quienes dicen que se trata de todos los seres vivos, incluyendo los animales y la vegetación. Pero ¿esperan las bestias y las plantas obtener “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”? La respuesta es no (2 Pedro 2:12). Por consiguiente, la expresión “toda la creación” solo puede referirse a la humanidad. Esta es la creación que se vio afectada por el pecado y la muerte debido a la rebelión de Edén y que vive con la apremiante necesidad de una esperanza (Romanos 5:12).
13 Exactamente, ¿qué consecuencias acarreó a la humanidad la rebelión? Pablo las resume en una sola palabra: futilidad. Según una obra de consulta, este término define “la inutilidad de un objeto que no cumple el cometido para el que fue diseñado”. Los seres humanos fueron hechos para vivir para siempre, formar una familia unida y perfecta y cuidar de una Tierra paradisíaca. Pero en vez de eso, su corta existencia es dolorosa y a menudo está llena de frustraciones. Como lo expresó Job, “el hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación” (Job 14:1). ¡Qué futilidad!
14 Ahora llegamos a la pregunta central: ¿por qué “el Juez de toda la tierra” sujetó a la humanidad a esta existencia llena de dolor y frustraciones? (Génesis 18:25.) ¿Obró con justicia al hacerlo? Pues bien, recordemos lo que hicieron nuestros primeros padres. Al rebelarse contra Dios, se pusieron de parte de Satanás, quien lanzó un amplio desafío a la soberanía de Jehová. Por sus actos apoyaron la alegación de que a los seres humanos les iría mejor sin Jehová, gobernándose de modo independiente e influidos por una criatura espiritual rebelde. En realidad, con su sentencia, Jehová les dio lo que pedían. Permitió que el hombre se rigiera a sí mismo bajo la influencia de Satanás. En aquellas circunstancias, ¿qué decisión podría haber sido más justa que sujetar a la humanidad a futilidad, pero sobre la base de la esperanza?
15 Por supuesto, esta no fue la “propia voluntad” de la creación. Sin poder evitarlo, hemos nacido en esclavitud al pecado y la corrupción. Jehová, en su gran misericordia, permitió que Adán y Eva siguieran viviendo y tuvieran hijos. Por tanto, aunque nosotros, sus descendientes, estamos sujetos a la futilidad del pecado y la muerte, tenemos la oportunidad de hacer lo que Adán y Eva no hicieron. Podemos escuchar a Jehová y comprender que su soberanía es justa y perfecta, mientras que el gobierno humano apartado de Dios únicamente acarrea dolor, frustración y futilidad (Jeremías 10:23; Revelación [Apocalipsis] 4:11). Y la influencia de Satanás sólo ha empeorado las cosas. La historia del hombre atestigua estas verdades (Eclesiastés 8:9).
16 Es evidente que Jehová tenía razones justificadas para sujetar a la humanidad a futilidad. ¿Significa esto, sin embargo, que él sea el causante de la futilidad y el sufrimiento que nos afligen a todos hoy? Pues bien, piense en un juez que dicta una sentencia justa contra un delincuente. Este quizá sufra mucho mientras cumple su condena, pero ¿podría con razón culpar al juez de ser la causa de sus desgracias? ¡De ningún modo! Por otra parte, Jehová nunca es fuente de maldad. Santiago 1:13 señala: “Con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie”. Recordemos, además, que Jehová dictó su sentencia “sobre la base de la esperanza”. Amorosamente, él ha dispuesto lo necesario para que los descendientes de Adán y Eva que le sean fieles vean el fin de la futilidad y disfruten de “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. Los seres humanos obedientes jamás habrán de temer que toda la creación pueda caer de nuevo en ese lamentable estado. La rectitud con que Jehová ha tratado la situación habrá establecido lo justo de su soberanía por los siglos de los siglos (Isaías 25:8).
››› w00 15/10 pág. 19 párr. 15 Lo que el Reino de Dios hará ›››
15 Por otro lado, es de esperar que la inmensa mayoría prefiera apoyar la soberanía divina. Una vez exterminados todos los rebeldes, los justos estarán de pie ante Jehová, ya superada la prueba final de lealtad. El Creador aceptará entonces como hijos a estas personas leales. De este modo, disfrutarán de la relación con Dios que Adán y Eva tuvieron al principio, antes de rebelarse. Así se cumplirán las palabras de Romanos 8:21: “La creación misma —es decir, la humanidad— también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. El profeta Isaías predice: “[Dios] realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro” (Isaías 25:8).
››› jr cap. 14 pág. 181 párr. 25 Beneficios del nuevo pacto ›››
25 La promesa de Jehová de perdonar los pecados mediante el nuevo pacto se habrá cumplido en toda su extensión al fin del Reinado Milenario de Cristo. Jesucristo y los 144.000 subsacerdotes habrán restaurado a la perfección a los seres humanos fieles. Quienes superen la prueba final llegarán a ser miembros de pleno derecho de la familia universal de Jehová (léase Romanos 8:19-22). Por siglos, la humanidad se ha quejado por la aplastante carga del pecado, pero entonces “tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”, libertad del pecado y la muerte. Por lo tanto, tenga la certeza de que usted puede obtener mediante la amorosa disposición del nuevo pacto abundantes bendiciones presentes y futuras. Gracias al “brote” de David, podrá disfrutar de “justicia en la tierra” (Jer. 33:15).
(Romanos 8:26) De igual manera el espíritu también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque el [problema de] lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados.››› w09 15/11 pág. 7 ¿Qué revelan sobre usted sus oraciones? ›››
¿Qué debemos pedir?
20 Puede haber ocasiones en las que no sepamos qué pedir al orar en privado. Pablo dijo: “El problema de lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu [santo] mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. Sin embargo, [Dios,] el que escudriña los corazones[,] sabe cuál es la intención del espíritu” (Rom. 8:26, 27). Jehová hizo que se registrara un gran número de oraciones en la Biblia. Como él fue quien las inspiró, sabe lo que quisieron decir los escritores bíblicos. Además, nos conoce muy bien a nosotros. Por eso, acepta esas peticiones inspiradas como si las hubiéramos hecho nosotros y las cumple. Jehová contesta nuestras oraciones cuando el espíritu “aboga”, o intercede, por nosotros. Y cuanto más conozcamos la Palabra de Dios, más fácil nos será saber lo que debemos pedir.
››› w09 1/6 pág. 30 “¿De veras le importo a alguien?” ›››
Aun así, a veces nos sentimos tan abrumados por un problema que ni siquiera sabemos qué pedirle a Dios. ¿Impide eso que él sepa lo que nos pasa? Encontramos la respuesta en Romanos 8:26: “El espíritu también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque el problema de lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados”. Mediante su espíritu, Dios ha dejado registradas en la Biblia las oraciones de algunos siervos suyos que pasaron por situaciones parecidas a las nuestras. Cuando no sabemos qué decir, Jehová, el “Oidor de la oración”, acepta estas oraciones como si las hubiéramos hecho nosotros (Salmo 65:2).
››› w08 15/6 pág. 30 párr. 10 Puntos sobresalientes de la carta a los Romanos ›››
8:26, 27. Cuando afrontamos situaciones tan desconcertantes que no sabemos qué pedir en oración, “el espíritu mismo aboga por nosotros”, y Jehová, el “Oidor de la oración”, acepta algunas oraciones pertinentes registradas en su Palabra como si las hubiéramos hecho nosotros (Sal. 65:2).
››› w05 15/4 págs. 18-19 párrs. 14-15 Dejemos que la palabra de Dios ilumine nuestro camino ›››
14 Jehová oye nuestras peticiones porque oramos con fe y cumplimos sus órdenes con esmero (Salmo 65:2). Pero ¿qué sucede cuando nos agobian los problemas y no sabemos qué decirle en oración? Entonces, “el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados” (Romanos 8:26, 27). En tales ocasiones, podemos emplear expresiones de la Palabra de Dios con las que nos identifiquemos, pues él las acepta.
15 Las Escrituras contienen muchas oraciones e ideas que reflejan nuestros “gemidos no expresados”. Repasemos Salmo 119:121-128, pues los sentimientos mencionados allí tal vez encajen con nuestra situación. Por ejemplo, si tememos que se nos defraude o engañe, podríamos pedirle ayuda a Dios, como hizo el salmista (versos 121-123). En caso de afrontar una decisión difícil, entonces cabría suplicarle a Jehová que su espíritu nos hiciera recordar y aplicar sus recordatorios (versos 124, 125). Aunque odiemos “toda senda falsa”, quizás tengamos que rogarle a Dios que obre a favor nuestro para no caer en la tentación de quebrantar su ley (versos 126-128). Si leemos la Biblia a diario, seguramente nos vendrán a la mente pasajes útiles como estos cuando le oremos.
(Romanos 8:27) Sin embargo, el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del espíritu, porque este aboga en conformidad con Dios por los santos.››› w09 15/11 pág. 7 ¿Qué revelan sobre usted sus oraciones? ›››
¿Qué debemos pedir?
20 Puede haber ocasiones en las que no sepamos qué pedir al orar en privado. Pablo dijo: “El problema de lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu [santo] mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. Sin embargo, [Dios,] el que escudriña los corazones[,] sabe cuál es la intención del espíritu” (Rom. 8:26, 27). Jehová hizo que se registrara un gran número de oraciones en la Biblia. Como él fue quien las inspiró, sabe lo que quisieron decir los escritores bíblicos. Además, nos conoce muy bien a nosotros. Por eso, acepta esas peticiones inspiradas como si las hubiéramos hecho nosotros y las cumple. Jehová contesta nuestras oraciones cuando el espíritu “aboga”, o intercede, por nosotros. Y cuanto más conozcamos la Palabra de Dios, más fácil nos será saber lo que debemos pedir.
››› w05 15/4 págs. 18-19 párrs. 14-15 Dejemos que la palabra de Dios ilumine nuestro camino ›››
14 Jehová oye nuestras peticiones porque oramos con fe y cumplimos sus órdenes con esmero (Salmo 65:2). Pero ¿qué sucede cuando nos agobian los problemas y no sabemos qué decirle en oración? Entonces, “el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados” (Romanos 8:26, 27). En tales ocasiones, podemos emplear expresiones de la Palabra de Dios con las que nos identifiquemos, pues él las acepta.
15 Las Escrituras contienen muchas oraciones e ideas que reflejan nuestros “gemidos no expresados”. Repasemos Salmo 119:121-128, pues los sentimientos mencionados allí tal vez encajen con nuestra situación. Por ejemplo, si tememos que se nos defraude o engañe, podríamos pedirle ayuda a Dios, como hizo el salmista (versos 121-123). En caso de afrontar una decisión difícil, entonces cabría suplicarle a Jehová que su espíritu nos hiciera recordar y aplicar sus recordatorios (versos 124, 125). Aunque odiemos “toda senda falsa”, quizás tengamos que rogarle a Dios que obre a favor nuestro para no caer en la tentación de quebrantar su ley (versos 126-128). Si leemos la Biblia a diario, seguramente nos vendrán a la mente pasajes útiles como estos cuando le oremos.
(Romanos 8:31) Entonces, ¿qué diremos a estas cosas? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?››› w01 15/10 pág. 14 párrs. 10-11 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
10 Leamos Romanos 8:31-34. “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”, pregunta Pablo. Es verdad que Satanás y su mundo malvado están contra nosotros. Quizás algunos enemigos presenten denuncias falsas, incluso ante los tribunales. Hay padres cristianos a los que se les ha acusado de odiar a sus hijos porque no les permiten aceptar tratamientos médicos que violan la ley divina ni participar en celebraciones paganas (Hechos 15:28, 29; 2 Corintios 6:14-16). A otros cristianos fieles se les ha inculpado falsamente de sedición por negarse a matar a sus congéneres en guerras o participar en asuntos políticos (Juan 17:16). Algunos opositores han esparcido calumnias en los medios de comunicación, incluso tildando a los testigos de Jehová de secta peligrosa.
11 Ahora bien, no olvidemos que en los días de los apóstoles se dijo: “En lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella” (Hechos 28:22). ¿Hemos de preocuparnos por las acusaciones falsas? Es Dios quien declara justos a los auténticos cristianos sobre la base de su fe en el sacrificio de Cristo. ¿Por qué habría Jehová de cesar de amar a sus adoradores después de entregarles su dádiva más valiosa: su amado Hijo? (1 Juan 4:10.) Habiendo sido Cristo levantado de entre los muertos y colocado a la diestra de Dios, aboga a favor de los cristianos con mucho interés. Por tanto, ¿quién puede en justicia rebatir su defensa en pro de sus seguidores o cuestionar la favorable opinión que Dios tiene de sus fieles? Nadie (Isaías 50:8, 9; Hebreos 4:15, 16).
(Romanos 8:32) El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?››› w01 15/10 pág. 14 párr. 11 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
11 Ahora bien, no olvidemos que en los días de los apóstoles se dijo: “En lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella” (Hechos 28:22). ¿Hemos de preocuparnos por las acusaciones falsas? Es Dios quien declara justos a los auténticos cristianos sobre la base de su fe en el sacrificio de Cristo. ¿Por qué habría Jehová de cesar de amar a sus adoradores después de entregarles su dádiva más valiosa: su amado Hijo? (1 Juan 4:10.) Habiendo sido Cristo levantado de entre los muertos y colocado a la diestra de Dios, aboga a favor de los cristianos con mucho interés. Por tanto, ¿quién puede en justicia rebatir su defensa en pro de sus seguidores o cuestionar la favorable opinión que Dios tiene de sus fieles? Nadie (Isaías 50:8, 9; Hebreos 4:15, 16).
(Romanos 8:33) ¿Quién presentará acusación contra los escogidos de Dios? Dios es Aquel que [los] declara justos.››› w01 15/10 pág. 14 párr. 11 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
11 Ahora bien, no olvidemos que en los días de los apóstoles se dijo: “En lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella” (Hechos 28:22). ¿Hemos de preocuparnos por las acusaciones falsas? Es Dios quien declara justos a los auténticos cristianos sobre la base de su fe en el sacrificio de Cristo. ¿Por qué habría Jehová de cesar de amar a sus adoradores después de entregarles su dádiva más valiosa: su amado Hijo? (1 Juan 4:10.) Habiendo sido Cristo levantado de entre los muertos y colocado a la diestra de Dios, aboga a favor de los cristianos con mucho interés. Por tanto, ¿quién puede en justicia rebatir su defensa en pro de sus seguidores o cuestionar la favorable opinión que Dios tiene de sus fieles? Nadie (Isaías 50:8, 9; Hebreos 4:15, 16).
(Romanos 8:34) ¿Quién es el que condenará? Cristo Jesús es aquel que murió, sí, más bien aquel que fue levantado de entre los muertos, que está a la diestra de Dios, que también aboga por nosotros.››› w01 15/10 pág. 14 párr. 11 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
11 Ahora bien, no olvidemos que en los días de los apóstoles se dijo: “En lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella” (Hechos 28:22). ¿Hemos de preocuparnos por las acusaciones falsas? Es Dios quien declara justos a los auténticos cristianos sobre la base de su fe en el sacrificio de Cristo. ¿Por qué habría Jehová de cesar de amar a sus adoradores después de entregarles su dádiva más valiosa: su amado Hijo? (1 Juan 4:10.) Habiendo sido Cristo levantado de entre los muertos y colocado a la diestra de Dios, aboga a favor de los cristianos con mucho interés. Por tanto, ¿quién puede en justicia rebatir su defensa en pro de sus seguidores o cuestionar la favorable opinión que Dios tiene de sus fieles? Nadie (Isaías 50:8, 9; Hebreos 4:15, 16).
(Romanos 8:35) ¿Quién nos separará del amor del Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada?››› w01 15/10 pág. 14 párr. 12 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
12 Leamos Romanos 8:35-37. Aparte de nosotros mismos, ¿existe alguien o algo que pueda separarnos del amor de Jehová y de su Hijo, Jesucristo? Es posible que Satanás utilice a sus secuaces humanos para causar innumerables dificultades a los siervos de Dios. Durante el siglo XX, numerosos cristianos fueron blanco de feroz persecución en muchos países. Hoy por hoy, nuestros hermanos pasan apuros económicos en varias partes del mundo. Algunos sufren las punzadas del hambre o carecen de ropa suficiente. ¿Cuál es el objetivo del Diablo al propiciar estas angustiosas condiciones? Su intención es, al menos en parte, poner freno a la adoración pura de Jehová. Quiere hacernos creer que el amor de Dios se ha enfriado. ¿Pero es así?
(Romanos 8:36) Así como está escrito: “Por tu causa se nos hace morir todo el día, se nos ha tenido por ovejas para degollación”.››› w01 15/10 págs. 14-15 párr. 13 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
13 Al igual que Pablo, quien citó del Salmo 44:22, hemos estudiado las Escrituras y entendemos que a las “ovejas” de Dios nos sobrevienen estas desgracias por causa de Su nombre. Jehová permite las pruebas, no por haber dejado de amarnos, sino porque están en juego dos cuestiones de suma importancia: la santificación de su nombre y la vindicación de su soberanía universal. Sean cuales sean las angustiosas circunstancias que vivamos, tengamos la seguridad de que el amor de Dios por su pueblo, sí, por cada uno de nosotros, es inmutable. Toda aparente derrota que suframos se convertirá en victoria si somos íntegros. El amor inquebrantable de Dios es una garantía que nos fortalece y sostiene.
(Romanos 8:37) Al contrario, en todas estas cosas estamos saliendo completamente victoriosos mediante el que nos amó.››› w01 15/10 págs. 14-15 párr. 13 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
13 Al igual que Pablo, quien citó del Salmo 44:22, hemos estudiado las Escrituras y entendemos que a las “ovejas” de Dios nos sobrevienen estas desgracias por causa de Su nombre. Jehová permite las pruebas, no por haber dejado de amarnos, sino porque están en juego dos cuestiones de suma importancia: la santificación de su nombre y la vindicación de su soberanía universal. Sean cuales sean las angustiosas circunstancias que vivamos, tengamos la seguridad de que el amor de Dios por su pueblo, sí, por cada uno de nosotros, es inmutable. Toda aparente derrota que suframos se convertirá en victoria si somos íntegros. El amor inquebrantable de Dios es una garantía que nos fortalece y sostiene.
(Romanos 8:38) Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes,››› w08 1/8 pág. 9 ¿Hay algo que pueda “separarnos del amor de Dios”? ›››
Acérquese a Dios
¿Hay algo que pueda “separarnos del amor de Dios”?
Romanos 8:38, 39
¿QUIÉN no desea sentirse querido? La verdad es que todos somos más felices cuando tenemos familiares y amigos que nos quieren. Pero, lamentablemente, las relaciones humanas suelen ser frágiles y cambiantes. A veces, hasta nuestros seres queridos pudieran lastimarnos, abandonarnos o incluso rechazarnos. Sin embargo, hay un amor que nunca nos fallará: el amor que Jehová Dios siente por sus siervos leales. Veamos cómo lo describe el apóstol Pablo en Romanos 8:38, 39.
Pablo comienza diciendo: “Estoy convencido”. ¿Convencido de qué? De que nada ni nadie podrá “separarnos del amor de Dios”. Y al decir “separarnos” —y no “separarme”—, nos incluyó a todos los que servimos a Dios con lealtad. Para dar peso a su afirmación, Pablo mencionó una serie de cosas que jamás podrán acabar con el amor de Jehová.
“Ni muerte, ni vida.” Para empezar, el amor que Dios siente por quienes le sirven no desaparece ni siquiera cuando estos mueren. De hecho, él los guarda en su memoria con la intención de resucitarlos en el nuevo mundo de justicia que se aproxima (Juan 5:28, 29; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). Además, sin importar lo que les pase a sus siervos mientras viven en este sistema de cosas, Jehová nunca deja de amarlos.
“Ni ángeles, ni gobiernos.” Aunque los seres poderosos y las autoridades gubernamentales pueden influir en las personas, no pueden influir en Jehová. No existe criatura espiritual —ni siquiera el poderoso ángel que se convirtió en Satanás— que sea capaz de conseguir que Dios deje de amar a sus siervos (Revelación 12:10). Y por mucho que los gobiernos los desprecien, tampoco lograrán cambiar la opinión que él tiene de ellos (1 Corintios 4:13).
“Ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir.” El amor de Dios no se enfría con el tiempo. No hay nada que pueda sucederles a sus siervos, ahora o en el futuro, que apague el amor que Jehová siente por ellos.
“Ni poderes.” Pablo ya ha hablado de los “ángeles” y los “gobiernos” para referirse a las fuerzas celestiales y terrenales. Ahora emplea un término griego más abarcador, que se traduce “poderes”. Aunque es difícil precisar el sentido específico de este término, una cosa está clara: ningún poder en el cielo ni en la Tierra podrá interponerse entre Jehová y su pueblo.
››› w08 15/6 pág. 30 párr. 11 Puntos sobresalientes de la carta a los Romanos ›››
8:38, 39. Ni calamidades ni espíritus malignos ni gobiernos humanos pueden conseguir que Jehová deje de amarnos; tampoco deberían lograr que nosotros dejemos de amarlo a él.
››› w01 15/10 pág. 15 párrs. 14-16 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
14 Leamos Romanos 8:38, 39. ¿Qué convenció a Pablo de que nada podría separar a los cristianos del amor de Dios? Seguramente, sus experiencias personales en el ministerio reafirmaron su convicción de que las dificultades no afectan al amor que Dios siente por nosotros (2 Corintios 11:23-27; Filipenses 4:13). Pablo también poseía conocimiento del propósito eterno de Jehová y de cómo Él había tratado a Su pueblo en el pasado. ¿Puede la muerte vencer al amor de Dios por sus siervos leales? ¡En absoluto! Los fieles que mueran seguirán vivos en la memoria perfecta de Dios, quien los resucitará a su debido tiempo (Lucas 20:37, 38; 1 Corintios 15:22-26).
15 Sin importar las desgracias que suframos en la vida, ya sea un accidente que nos deje postrados, una enfermedad incurable o un desastre económico, nada será capaz de acabar con el amor de Dios por su pueblo. Los ángeles poderosos, como el rebelde que se convirtió en Satanás, no lograrán hacer que Jehová cese de amar a sus siervos devotos (Job 2:3). Los gobiernos quizá nos proscriban, encarcelen, maltraten y hasta nos cataloguen de personas no gratas (1 Corintios 4:13). Es posible que tal odio injustificado empuje a la sociedad a volverse en nuestra contra, pero no conseguirá que nos abandone el Soberano del universo.
16 Los cristianos podemos estar tranquilos de que nada de lo que Pablo llamó “cosas aquí ahora” (sucesos, condiciones y situaciones de este mundo) ni las “cosas por venir” acabarán con el cariño que Dios siente por su pueblo. Aunque guerreen contra nosotros tanto los poderes terrestres como los celestiales, el amor leal de Dios nos sostendrá. Para su amor, ni “altura ni profundidad” son obstáculos, tal como subrayó Pablo. En efecto, nada que pudiera hundirnos ni nada que pudiera dominarnos lograría separarnos de su amor; como tampoco ninguna otra creación deterioraría la relación del Creador con sus siervos fieles. El amor de Dios nunca falla; es eterno (1 Corintios 13:8).
(Romanos 8:39) ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.››› w08 1/8 pág. 9 ¿Hay algo que pueda “separarnos del amor de Dios”? ›››
Acérquese a Dios
¿Hay algo que pueda “separarnos del amor de Dios”?
Romanos 8:38, 39
¿QUIÉN no desea sentirse querido? La verdad es que todos somos más felices cuando tenemos familiares y amigos que nos quieren. Pero, lamentablemente, las relaciones humanas suelen ser frágiles y cambiantes. A veces, hasta nuestros seres queridos pudieran lastimarnos, abandonarnos o incluso rechazarnos. Sin embargo, hay un amor que nunca nos fallará: el amor que Jehová Dios siente por sus siervos leales. Veamos cómo lo describe el apóstol Pablo en Romanos 8:38, 39.
››› w08 1/8 pág. 9 párrs. 7-9 ¿Hay algo que pueda “separarnos del amor de Dios”? ›››
“Ni altura, ni profundidad.” Dios ama a sus siervos fieles independientemente de los altibajos que sufran en la vida.
“Ni ninguna otra creación.” Con estas abarcadoras palabras, Pablo recalca que nada en absoluto puede separar del amor de Jehová a los cristianos fieles.
A diferencia del amor de los seres humanos —que puede cambiar o desaparecer—, el amor que Dios siente por quienes confían en él es inalterable y eterno. Sin lugar a dudas, tener siempre presente este hecho nos motivará a acercarnos a él y a demostrarle nuestro amor.
››› w08 15/6 pág. 30 párr. 11 Puntos sobresalientes de la carta a los Romanos ›››
8:38, 39. Ni calamidades ni espíritus malignos ni gobiernos humanos pueden conseguir que Jehová deje de amarnos; tampoco deberían lograr que nosotros dejemos de amarlo a él.
››› w01 15/10 pág. 15 párr. 14 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
14 Leamos Romanos 8:38, 39. ¿Qué convenció a Pablo de que nada podría separar a los cristianos del amor de Dios? Seguramente, sus experiencias personales en el ministerio reafirmaron su convicción de que las dificultades no afectan al amor que Dios siente por nosotros (2 Corintios 11:23-27; Filipenses 4:13). Pablo también poseía conocimiento del propósito eterno de Jehová y de cómo Él había tratado a Su pueblo en el pasado. ¿Puede la muerte vencer al amor de Dios por sus siervos leales? ¡En absoluto! Los fieles que mueran seguirán vivos en la memoria perfecta de Dios, quien los resucitará a su debido tiempo (Lucas 20:37, 38; 1 Corintios 15:22-26).
››› w01 15/10 pág. 15 párr. 16 ¿Quién nos separará del amor de Dios? ›››
16 Los cristianos podemos estar tranquilos de que nada de lo que Pablo llamó “cosas aquí ahora” (sucesos, condiciones y situaciones de este mundo) ni las “cosas por venir” acabarán con el cariño que Dios siente por su pueblo. Aunque guerreen contra nosotros tanto los poderes terrestres como los celestiales, el amor leal de Dios nos sostendrá. Para su amor, ni “altura ni profundidad” son obstáculos, tal como subrayó Pablo. En efecto, nada que pudiera hundirnos ni nada que pudiera dominarnos lograría separarnos de su amor; como tampoco ninguna otra creación deterioraría la relación del Creador con sus siervos fieles. El amor de Dios nunca falla; es eterno (1 Corintios 13:8).