La corrupción, ¿un mal generalizado?

La corrupción, ¿un mal generalizado?

“Nuestra compañía proporciona servicios a una agencia del gobierno, y con frecuencia tenemos que esperar de dos a tres meses para que nos paguen. Pero hace poco recibí una llamada telefónica de un funcionario que se ofreció a acelerar los pagos a cambio de que le diéramos parte de ese dinero como comisión.” (JUAN)
¿HA SIDO usted víctima de la corrupción alguna vez? Quizás no haya pasado por una situación como la anterior, pero lo que es casi seguro es que ha sufrido los efectos de este mal.
Según indica el documento Índice de Percepción de la Corrupción 2011, de Transparencia Internacional, * “más de dos tercios de los [183 países y territorios] clasificados obtuvieron una puntuación inferior a 5”, donde 0 es “sumamente corrupto” y 10, “muy transparente”. En 2009, esta organización ya había denunciado en su informe anual la omnipresencia de este problema: “Resulta evidente que ninguna región del mundo está exenta de los peligros de la corrupción”.
“La corrupción es el abuso del poder encomendado para beneficio propio. Perjudica a todos aquellos cuya vida, sustento o felicidad dependen de la honradez de quienes ocupan un puesto de autoridad.” (TRANSPARENCIA INTERNACIONAL)
En algunos casos, la corrupción puede tener consecuencias desastrosas. Por ejemplo, la revista Time informó que “la corrupción y la negligencia” fueron responsables —por lo menos en parte — de la elevadísima cifra de muertes ocasionadas por el  gigantesco terremoto que asoló Haití en 2010. La revista añadía: “Para construir edificios casi nunca se recurre a ingenieros profesionales; simplemente se soborna a los inspectores del gobierno”.
¿Hay alguna solución permanente a este mal? Para responder esta pregunta necesitamos entender las causas básicas de la corrupción. Las analizaremos en el siguiente artículo.