El Diario de Ana Frank (Reseña)
El Diario de Ana Frank
Ana Frank nació en Alemania en 1929 y pertenecía a una familia judía que se exilió en Holanda al comenzar las persecuciones nazis. A la edad de trece años comenzó a escribir un diario y poco tiempo después ella y su familia tuvieron que ocultarse para evitar los campos de concentración. Permanecieron escondidos desde 1942 hasta 1944 año en que fueron descubiertos. En 1945 murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Su diario fue encontrado en el escondite que habitó durante dos años.
La 2ª Guerra Mundial ha pasado a la historia por multitud de imágenes, armas destructivas, pero sobre todo por las grandes atrocidades cometidas en uno y otro bando.
Los Países Bajos habían caído en manos de los nazis en Mayo de 1940. En su camino hacia Francia, Hitler no tuvo en cuenta la neutralidad holandesa y belga en su idea de controlar el frente occidental. Holanda había ignorado el rearme alemán y no había tomado ninguna medida para prepararse ante una posible guerra, de hecho siempre pensó que su neutralidad iba a ser respetada igual que ocurrió en la 1ª Guerra Mundial.
Pero no fue así, el 10 de Mayo los nazis entraron en Holanda, haciendo con el control del país en menos de una semana. El 17 de Mayo comenzó la ocupación alemana del territorio que estaría en sus manos 5 años, período en el que perderían la vida unos 250.000 holandeses.
En este contexto de la ocupación nazi de los Países Bajos se desarrolló un acontecimiento que se hizo tremendamente popular a raíz de un libro, El Diario de Ana Frank.
El 9 de Julio de 1942, la familia de Ana Frank se escondió en el ático que había en la oficina del padre en Ámsterdam para intentar así huir del cruel destino que los nazis habían impuesto a los judíos. La familia Frank eran judíos alemanes y había llegado a Holanda huyendo de los nazis. Su padre Otto, su madre Edith, su hermana Margot y ella, junto a otras cuatro personas, Fritz Pfeffer, un dentista judío y la familia van Pels formada por Hermann y Auguste van Pels y el hijo de ambos, Peter, vivirían encerrados hasta el 4 de Agosto de 1944.
Justo antes de su encierro Ana recibió un regalo, un Diario, cuando contaba con 12 años y sería en sus páginas donde recogió su día a día. Un informador de la Gestapo los denunció y fueron arrestados y enviados al campo de concentración de Auschwitz y más tarde a Bergen-Belsen, donde Ana y se hermana Margot murieron de tifus en Marzo de 1945.
El único que sobrevivió fue el padre de Ana, Otto Frank, que publicó el Diario de su hija que terminó convirtiéndose en un éxito siendo traducido a 67 idiomas.
La odisea de esta niña judía y su familia fue llevada al cine en 1959 por George Stevens siendo nominada a ocho Óscar de los que ganó tres: A la Mejor Actriz de Reparto, A la Mejor Dirección Artística y a la Mejor Fotografía.
Hoy, si vas a Amsterdam, puedes conocer in situ lo que fue su “Casa de Atrás” en la Casa Museo que lleva su nombre.
Mi padre tenía ya treinta y seis años cuando se casó con mi madre, que tenía veinticinco. Mi hermana Margot nació en 1926, en Frankfort del Meno. Y yo el 12 de junio de 1929. Siendo judíos cien por ciento, emigramos a Holanda en 1933, donde mi padre fue nombrado director de la Travis N.V., firma asociada con Kolen & Cía., de Amsterdam. El mismo edificio albergaba a las sociedades, de las que mi padre era accionista. Desde luego, la vida no estaba exenta de emociones para nosotros, pues el resto de nuestra familia se hallaba todavía defendiéndose de las medidas hitleristas contra los judíos. A raíz de las persecuciones de 1938, mis dos tíos maternos huyeron y llegaron sanos y salvos a los Estados Unidos. Mi abuela, entonces de setenta y tres años se reunió con nosotros. Después de 1940 nuestra buena época iba a terminar rápidamente: ante todo la guerra, la capitulación, y la invasión de los alemanes llevándonos a la miseria. Disposición tras disposición contra los judíos. Los judíos eran obligados a llevar la estrella, a ceder sus bicicletas. Prohibición de los judíos de subir a un tranvía, de conducir un coche. Obligación para los judíos de hacer sus compras exclusivamente en los establecimientos marcados con el letrero de "negocio judío", y de quince a diecisiete horas solamente. Prohibición para los judíos de salir después de las ocho de la noche, ni siquiera a sus jardines, o aún de permanecer en casa de sus amigos. Prohibición para los judíos de ejercitarse en todo deporte público: prohibido el acceso a la piscina, a la cancha de tenis y de hockey o a otros lugares de entrenamiento. Prohibición para los judíos de frecuentar a los cristianos. Obligación para los judíos de ir a escuelas judías, y muchas otras restricciones semejantes.
A las tres de la tarde llamaron a nuestra puerta. Yo no lo oí, porque estaba leyendo en la terraza, perezosamente reclinada al sol en una mecedora. De pronto, Margot apareció por la puerta de la cocina, visiblemente turbada.
- Papá ha recibido una citación de la SS -cuchicheó-. Mamá acaba de salir a buscar al señor Van Daan. (Van Daan es un colega de papá y amigo nuestro).
Yo estaba aterrada: todo el mundo sabe qué significa una citación; vi surgir en mi imaginación los campos de concentración y las celdas solitarias. ¿Íbamos a dejar a papá partir hacia allí?
- Naturalmente no se presentará - dijo Margot, mientras que ambas esperábamos en la alcoba el regreso de mamá.
- Mamá ha ido a casa de los Van Daan para ver si podemos habitar desde mañana, nuestro escondite. Los Van Daan se ocultarán allí con nosotros. Seremos siete.
En nuestro dormitorio, Margot me confesó que la citación no era para papá, sino para ella misma. Asustada de nuevo empecé a llorar. Margot tiene dieciséis años. ¡Quieren pues dejar ir solas a las muchachas de su edad! Afortunadamente, como mamá ha dicho, no irá.
Hoy no tengo que anunciarte más que noticias deprimentes. Muchos de nuestros amigos judíos son poco a poco embarcados por la Gestapo, que no anda con contemplaciones; son transportados en furgones de ganado a Westerbork, al gran campo para judíos, en Dentre. Westerbork debe ser una pesadilla; cientos y cientos están obligados a lavarse en un solo cuarto, y faltan los W.C. Duermen los unos encima de los otros, amontonados en cualquier rincón. Hombres, mujeres y niños duermen juntos. De las costumbres no hablemos: muchas de las mujeres y muchachas están encinta.
Imposible huir. La mayoría está marcada por el cráneo afeitado, y otros, además, por su tipo judío.
Si esto sucede en Holanda, ¿qué será en las regiones lejanas y bárbaras de las que Westerbork no es más que el vestíbulo? Nosotros no ignoramos que esa pobre gente será masacrada. La radio inglesa habla de cámaras de gases. Después de todo, quizá sea mejor morir rápidamente. Eso me tiene enferma.
Podríamos cerrar los ojos ante toda esta miseria, pero pensamos en los que nos eran queridos, y para los cuales tememos lo peor, sin poder socorrerlos.
En mi cama bien abrigada, me siento menos que nada cuando pienso en las amigas que más quería, arrancadas de sus hogares y caídas a este infierno. Me da miedo el cavilar que aquellos que estaban tan próximos a mí se hallen ahora en manos de los verdugos más crueles del mundo. Por la única razón de que son judíos.
El terror reina en la ciudad. Noche y día, transportes incesantes de esa pobre gente, provista tan sólo de una bolsa al hombro y de un poco de dinero. Estos últimos bienes les son quitados en el trayecto, según dicen. Se separa a las familias, agrupando a hombres, mujeres y niños.
Los niños al volver de la escuela, ya no encuentran a sus padres. Las mujeres, al volver del mercado, hallan sus puertas selladas y notan que sus familias han desaparecido.
También les toca a los cristianos holandeses: sus hijos son enviados obligatoriamente a Alemania. Todo el mundo tiene miedo.
Centenares de aviones vuelan sobre Holanda para bombardear y dejan en ruinas las ciudades alemanas; y a cada hora, centenares de hombres caen en Rusia y en África del Norte. Nadie está al abrigo, el globo entero se halla en guerra, y aunque los aliados ganen la guerra, todavía no se ve el final.
Podría seguir durante horas hablando de la miseria acarreada por la guerra, pero eso me desalienta de más en más. No nos queda más que aguantar y esperar el término de estas desgracias. Judíos y cristianos esperan, el mundo entero espera, y muchos esperan la muerte.
Marco HIstórico
La 2ª Guerra Mundial ha pasado a la historia por multitud de imágenes, armas destructivas, pero sobre todo por las grandes atrocidades cometidas en uno y otro bando.
Los Países Bajos habían caído en manos de los nazis en Mayo de 1940. En su camino hacia Francia, Hitler no tuvo en cuenta la neutralidad holandesa y belga en su idea de controlar el frente occidental. Holanda había ignorado el rearme alemán y no había tomado ninguna medida para prepararse ante una posible guerra, de hecho siempre pensó que su neutralidad iba a ser respetada igual que ocurrió en la 1ª Guerra Mundial.
Pero no fue así, el 10 de Mayo los nazis entraron en Holanda, haciendo con el control del país en menos de una semana. El 17 de Mayo comenzó la ocupación alemana del territorio que estaría en sus manos 5 años, período en el que perderían la vida unos 250.000 holandeses.
En este contexto de la ocupación nazi de los Países Bajos se desarrolló un acontecimiento que se hizo tremendamente popular a raíz de un libro, El Diario de Ana Frank.
El 9 de Julio de 1942, la familia de Ana Frank se escondió en el ático que había en la oficina del padre en Ámsterdam para intentar así huir del cruel destino que los nazis habían impuesto a los judíos. La familia Frank eran judíos alemanes y había llegado a Holanda huyendo de los nazis. Su padre Otto, su madre Edith, su hermana Margot y ella, junto a otras cuatro personas, Fritz Pfeffer, un dentista judío y la familia van Pels formada por Hermann y Auguste van Pels y el hijo de ambos, Peter, vivirían encerrados hasta el 4 de Agosto de 1944.
Justo antes de su encierro Ana recibió un regalo, un Diario, cuando contaba con 12 años y sería en sus páginas donde recogió su día a día. Un informador de la Gestapo los denunció y fueron arrestados y enviados al campo de concentración de Auschwitz y más tarde a Bergen-Belsen, donde Ana y se hermana Margot murieron de tifus en Marzo de 1945.
El único que sobrevivió fue el padre de Ana, Otto Frank, que publicó el Diario de su hija que terminó convirtiéndose en un éxito siendo traducido a 67 idiomas.
La odisea de esta niña judía y su familia fue llevada al cine en 1959 por George Stevens siendo nominada a ocho Óscar de los que ganó tres: A la Mejor Actriz de Reparto, A la Mejor Dirección Artística y a la Mejor Fotografía.
Hoy, si vas a Amsterdam, puedes conocer in situ lo que fue su “Casa de Atrás” en la Casa Museo que lleva su nombre.
Fragmentos del Diario de Ana Frank
20 de junio de 1942
Mi padre tenía ya treinta y seis años cuando se casó con mi madre, que tenía veinticinco. Mi hermana Margot nació en 1926, en Frankfort del Meno. Y yo el 12 de junio de 1929. Siendo judíos cien por ciento, emigramos a Holanda en 1933, donde mi padre fue nombrado director de la Travis N.V., firma asociada con Kolen & Cía., de Amsterdam. El mismo edificio albergaba a las sociedades, de las que mi padre era accionista. Desde luego, la vida no estaba exenta de emociones para nosotros, pues el resto de nuestra familia se hallaba todavía defendiéndose de las medidas hitleristas contra los judíos. A raíz de las persecuciones de 1938, mis dos tíos maternos huyeron y llegaron sanos y salvos a los Estados Unidos. Mi abuela, entonces de setenta y tres años se reunió con nosotros. Después de 1940 nuestra buena época iba a terminar rápidamente: ante todo la guerra, la capitulación, y la invasión de los alemanes llevándonos a la miseria. Disposición tras disposición contra los judíos. Los judíos eran obligados a llevar la estrella, a ceder sus bicicletas. Prohibición de los judíos de subir a un tranvía, de conducir un coche. Obligación para los judíos de hacer sus compras exclusivamente en los establecimientos marcados con el letrero de "negocio judío", y de quince a diecisiete horas solamente. Prohibición para los judíos de salir después de las ocho de la noche, ni siquiera a sus jardines, o aún de permanecer en casa de sus amigos. Prohibición para los judíos de ejercitarse en todo deporte público: prohibido el acceso a la piscina, a la cancha de tenis y de hockey o a otros lugares de entrenamiento. Prohibición para los judíos de frecuentar a los cristianos. Obligación para los judíos de ir a escuelas judías, y muchas otras restricciones semejantes.
8 de julio de 1942
A las tres de la tarde llamaron a nuestra puerta. Yo no lo oí, porque estaba leyendo en la terraza, perezosamente reclinada al sol en una mecedora. De pronto, Margot apareció por la puerta de la cocina, visiblemente turbada.
- Papá ha recibido una citación de la SS -cuchicheó-. Mamá acaba de salir a buscar al señor Van Daan. (Van Daan es un colega de papá y amigo nuestro).
Yo estaba aterrada: todo el mundo sabe qué significa una citación; vi surgir en mi imaginación los campos de concentración y las celdas solitarias. ¿Íbamos a dejar a papá partir hacia allí?
- Naturalmente no se presentará - dijo Margot, mientras que ambas esperábamos en la alcoba el regreso de mamá.
- Mamá ha ido a casa de los Van Daan para ver si podemos habitar desde mañana, nuestro escondite. Los Van Daan se ocultarán allí con nosotros. Seremos siete.
En nuestro dormitorio, Margot me confesó que la citación no era para papá, sino para ella misma. Asustada de nuevo empecé a llorar. Margot tiene dieciséis años. ¡Quieren pues dejar ir solas a las muchachas de su edad! Afortunadamente, como mamá ha dicho, no irá.
9 de octubre de 1942
Hoy no tengo que anunciarte más que noticias deprimentes. Muchos de nuestros amigos judíos son poco a poco embarcados por la Gestapo, que no anda con contemplaciones; son transportados en furgones de ganado a Westerbork, al gran campo para judíos, en Dentre. Westerbork debe ser una pesadilla; cientos y cientos están obligados a lavarse en un solo cuarto, y faltan los W.C. Duermen los unos encima de los otros, amontonados en cualquier rincón. Hombres, mujeres y niños duermen juntos. De las costumbres no hablemos: muchas de las mujeres y muchachas están encinta.
Imposible huir. La mayoría está marcada por el cráneo afeitado, y otros, además, por su tipo judío.
Si esto sucede en Holanda, ¿qué será en las regiones lejanas y bárbaras de las que Westerbork no es más que el vestíbulo? Nosotros no ignoramos que esa pobre gente será masacrada. La radio inglesa habla de cámaras de gases. Después de todo, quizá sea mejor morir rápidamente. Eso me tiene enferma.
19 de noviembre de 1942
Podríamos cerrar los ojos ante toda esta miseria, pero pensamos en los que nos eran queridos, y para los cuales tememos lo peor, sin poder socorrerlos.
En mi cama bien abrigada, me siento menos que nada cuando pienso en las amigas que más quería, arrancadas de sus hogares y caídas a este infierno. Me da miedo el cavilar que aquellos que estaban tan próximos a mí se hallen ahora en manos de los verdugos más crueles del mundo. Por la única razón de que son judíos.
13 de enero de 1943
El terror reina en la ciudad. Noche y día, transportes incesantes de esa pobre gente, provista tan sólo de una bolsa al hombro y de un poco de dinero. Estos últimos bienes les son quitados en el trayecto, según dicen. Se separa a las familias, agrupando a hombres, mujeres y niños.
Los niños al volver de la escuela, ya no encuentran a sus padres. Las mujeres, al volver del mercado, hallan sus puertas selladas y notan que sus familias han desaparecido.
También les toca a los cristianos holandeses: sus hijos son enviados obligatoriamente a Alemania. Todo el mundo tiene miedo.
Centenares de aviones vuelan sobre Holanda para bombardear y dejan en ruinas las ciudades alemanas; y a cada hora, centenares de hombres caen en Rusia y en África del Norte. Nadie está al abrigo, el globo entero se halla en guerra, y aunque los aliados ganen la guerra, todavía no se ve el final.
Podría seguir durante horas hablando de la miseria acarreada por la guerra, pero eso me desalienta de más en más. No nos queda más que aguantar y esperar el término de estas desgracias. Judíos y cristianos esperan, el mundo entero espera, y muchos esperan la muerte.