La imposición de manos ¿Para qué se usaba?
Imposición de manos
IMPOSICIÓN DE MANOS: Una remota historia cuenta que la
aparición de pústulas, llagas, abscesos en el cuello o tumores fríos
llamados escrófulas, sólo podían curarse por el tacto de un rey o una
reina. En aquellos tiempos se llamaba al síntoma “el mal real”.
La primera ceremonia probablemente ocurrió cuando Enrique VII (1457-1509) se convirtió en rey de Inglaterra al invadir la isla desde Francia y derrotar a las fuerzas de Ricardo III en la batalla de Bosworth (1485, donde muere el rey Ricardo III, último Plantagenet).
Fue a él a quien tocó casarse con Isabel, hija de Eduardo IV, y unir entonces las casas de York y Lancaster creando la dinastía de los Tudor.
Con él comenzaron además las ceremonias de imposición de manos que luego se convirtieron en una tradición que pasó de rey en reina y de reina en rey, o mejor dicho, de manos en manos.., hasta nuestros menos reales días.
Pero además, por aquello de que los reyes son infalibles, también corría el relato de que algunos soberanos distribuían anillos en Semana Santa bendecidos por su poder infinito para curar diversos males, en particular la epilepsia.
La imaginación ferviente de los reyes y sus asesores de imagen no tenía límites y los súbditos no tenían alternativa: creer o reventar.
La primera ceremonia probablemente ocurrió cuando Enrique VII (1457-1509) se convirtió en rey de Inglaterra al invadir la isla desde Francia y derrotar a las fuerzas de Ricardo III en la batalla de Bosworth (1485, donde muere el rey Ricardo III, último Plantagenet).
Fue a él a quien tocó casarse con Isabel, hija de Eduardo IV, y unir entonces las casas de York y Lancaster creando la dinastía de los Tudor.
Con él comenzaron además las ceremonias de imposición de manos que luego se convirtieron en una tradición que pasó de rey en reina y de reina en rey, o mejor dicho, de manos en manos.., hasta nuestros menos reales días.
Pero además, por aquello de que los reyes son infalibles, también corría el relato de que algunos soberanos distribuían anillos en Semana Santa bendecidos por su poder infinito para curar diversos males, en particular la epilepsia.
La imaginación ferviente de los reyes y sus asesores de imagen no tenía límites y los súbditos no tenían alternativa: creer o reventar.